Digimon no me pertenece y tampoco la idea de este fic que es por y para Asondomar

Esta historia es un reto de Asondomar que he tomado en el foro Proyecto 1-8, la verdad es que me ha costado decidirme sobre qué enfoque darle y no sé si gustará. En este primer capítulo no se ve gran cosa pero es la situación necesaria para que desarrolle lo demás. No he decidido todavía cuántos capítulos tendrá aunque creo que mínimo un par más.


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·~ O son do ar ~·

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–Sigo pensando que es una idea horrible –se quejó Mimi por enésima vez.

–Oh, vamos, no exageres –replicó Taichi mientras apartaba de un empujón a Yamato de delante del ordenador–. Viniendo de ti lo normal sería que fueras la más entusiasmada con ella.

La joven se mordió con fuerza el interior de la mejilla en un intento de no hablar, sabía que cualquier palabra podría ser utilizada después en su contra. Nunca se le había dado bien no decir lo que pensaba y estar enfadada solo acentuaba sus ganas de soltar lo que circulaba por su cabeza.

Vio cómo Yamato devolvía el golpe a su amigo y forcejeaban por sentarse en la silla que estaba frente a la pantalla. Normalmente reiría por esa actitud tan infantil, pero en ese momento solo consiguió que se exasperase más. Captó la mirada confusa de Sora posada en ella y trató de evitarla, aunque sabía que no la había engañado. La pelirroja se acercó a Mimi y le acarició un brazo levemente, dándole su apoyo silencioso. Y ella se lo agradeció con una pequeña sonrisa.

Mientras tanto, Taichi ya estaba tecleando incesantemente, llevando a cabo la primera parte del plan. Yamato le ponía nervioso instándole a hacerlo todo más rápido, hasta que el otro se exasperó y le asestó un golpe en el estómago, a sabiendas de que lo recibiría de vuelta. Jou pululaba alrededor de los dos tratando de impedirles hacer aquello sin demasiados resultados, sintiéndose culpable aunque él no participaba.

¿Qué estaban haciendo? En realidad es una historia corta y sencilla. Los mayores habían quedado para salir a dar una vuelta ese viernes pero la lluvia había estropeado sus planes y estaban en casa de Sora, que era la que más cerca tenían cuando empezó el aguacero. Era uno de esos días en los que no te apetece hacer nada pero te agobias al mismo tiempo. Esos de aburrimiento, grises, contaminado por la tormenta que derrama el cielo. Son días peligrosos porque es cuando surgen las peores ideas. En especial estando la combinación Yagami/Ishida de por medio.

–Perfecto –murmuró Yamato al aceptar lo que estaba haciendo su amigo.

Taichi sonrió echándose los brazos a la nuca y mirando con suficiencia la pantalla del ordenador. Acababa de elegir la foto de la chica por la que se iban a hacer pasar, intentó que fuera guapa sin excesos y que tuviera cierto aire intelectual. ¿Para qué hacían aquello? Pues para gastar una broma a Koushiro. El pelirrojo no había podido quedar con ellos porque iba a ayudar a su madre en algo que no especificó, pero lo vieron conectado al chat. Así pues, acababan de crear a una chica inventada que tendría mucho interés en el joven.

–¿Por qué sois tan crueles? –preguntó Jou con nerviosismo.

–Deja de quejarte, será divertido –replicó Taichi.

En realidad, no iban a gastarle esa broma por algo personal, simplemente se aburrían. Y eso era lo peligroso de esos días grises, que se hacía cualquier cosa por luchar contra el aburrimiento.

–La verdad es que a mí tampoco me parece muy apropiado –dijo Sora.

El castaño levantó la cabeza para mirarla con el ceño fruncido unos instantes y después puso los ojos en blanco, aunque el gesto iba dirigido a los tres que no paraban de poner pegas a lo que él consideraba "la mejor idea del año".

–Ignóralos –repuso Yamato–. Somos nosotros los que vamos a hacerlo, no ellos.

Su mejor amigo sonrió, aunque no por sus palabras sino porque vio que Koushiro había vuelto a conectarse al chat. Empezaba la función. Y, por mucho que se opusieran, Sora y Jou no pudieron evitar acercarse al ordenador para ver mejor. La curiosidad los carcomía. ¿Ligaría el tímido Kou con su admiradora? ¿Sería cortante con ella? ¿Se quedaría sin saber qué decir?

Mimi en cambio se dio la vuelta y se sentó en la cama de la pelirroja con los brazos cruzados y después cogió un libro que encontró en la mesilla de noche. Fingió leerlo, pero en realidad estaba atenta a cada una de las reacciones de los demás, intentando descifrarlas para saber cómo respondía Koushiro a las palabras de la chica inventada a la que habían llamado "Suzu".

–Llevo mucho tiempo queriendo hablar contigo –escribió Tai mientras aguantaba las ganas de reír.

¿Quién eres? –preguntó Kou, todos se lo imaginaron en su habitación con gesto de confusión.

–Una admiradora, siempre me has parecido un chico muy inteligente.

La respuesta tardó en llegar. No estaban seguro de si sería porque no prestaba atención a la conversación, estaban acostumbrados a que el pelirrojo contestase cada mucho tiempo, o a que no sabía qué decir. Se inclinaron por lo segundo al ver la respuesta.

Gracias... ¿De qué me conoces?

–De la escuela, siempre te observo desde lejos pero no me atrevo a hablarte.

Ah, no me suena tu cara, lo siento.

–Es normal, no soy de las chicas que llame la atención –escribió Yamato con su típica sonrisa torcida recibiendo un asentimiento de aprobación de Taichi.

Mimi no pudo contenerse por más tiempo, no había leído ni una sola palabra del libro porque la curiosidad la estaba matando. Además de que nunca tuvo mucha paciencia para leer algo que no fuera una revista. Se levantó lentamente y se asomó a la pantalla por encima de la cabeza de Sora. Llegó justo a tiempo para consternarse por lo que sus amigos habían escrito y se mordió las uñas esperando la respuesta.

–¿Te apetecería que tomáramos algo algún día? Podríamos charlar sobre informática –propuso "Suzu".

Vieron el mensaje de que Koushiro estaba escribiendo aparecer y desaparecer varias veces. Estaba claro que el chico se estaba pensando mucho la respuesta. Mimi intentó dejar tranquilas sus uñas porque acababa de hacerse la manicura, pero no podía contener los nervios ante esa tonta broma. ¿Por qué le molestaba aquello tanto? Ni siquiera ella lo sabía.

Bueno, no sé, ¿por qué quieres quedar conmigo si no nos conocemos?

Por alguna razón esas palabras enfadaron más a la chica. Vale, Kou no había dado una respuesta afirmativa pero tampoco negativa. Odiaba no saber qué pasaba por la cabeza de su amigo. En persona era más sencillo porque había aprendido con el tiempo a leer los pequeños cambios en su rostro y su mirada, pero por chat no tenía ni idea de lo que estaba pensando. Y le asustaba querer saberlo.

–Sería una buena manera de conocernos –escribió Tai ya sin aguantarse las carcajadas.

Incluso Sora y Jou tenían una sonrisa, aunque parecían sentirse culpables por ello. Claro, es que no todos los días se veía al pelirrojo teniendo que lidiar con que alguien ligase con él. Y estaban deseando saber cómo se desenvolvía en una situación así. De momento parecía tratar de sonar indiferente, aunque tal vez no lo estaba tanto.

De nuevo, las irritantes palabras que anunciaban que el chico estaba escribiendo aparecieron en la pantalla y para Mimi parecían una sentencia, aunque no supo la razón. Su nerviosismo acabó controlándola y apartó de un manotazo a Taichi y Yamato para ponerse frente al ordenador.

–¡Ya está bien! –gritó sobresaltando a sus amigos.

Tecleó a toda velocidad una despedida alegando que tenía algo que hacer y se desconectó antes de que a Koushiro le diera tiempo a responder. Suspiró aliviada cuando cerró sesión y sonrió mientras se daba la vuelta. Los artífices de la broma la miraron exasperados.

–¿Por qué has hecho eso? Lo teníamos en bandeja –se quejó Tai cruzándose de brazos

–Es cierto, ¿a ti qué más te da? –preguntó Yamato mientras la apartaba porque quería recuperar el ordenador.

Sora intervino y les dijo a los chicos que ya habían hecho demasiado, que no era justo que hicieran ilusiones a Kou de que iba a quedar con una chica. Apagó el portátil antes de que pudieran volver a poner el chat e instó a los demás a ir al salón prometiéndoles una merienda sustanciosa. Eso convenció al mayor de los Yagami, aunque el otro siguió enfurruñado durante un rato. Jou parecía aliviado de que se hubieran detenido a tiempo, si a él le hubieran hecho esa broma lo hubiera pasado mal.

Mimi ayudó a su amiga en la cocina mientras seguía metida en sus pensamientos, estaba tan ensimismada que se le cayó un vaso pero por suerte no se rompió.

–Lo siento, lo siento –se disculpó mientras lo recogía–. Estaba distraída.

–Ya me he dado cuenta –dijo la otra riéndose–. Oye, ¿qué te pasa?

Miró los ojos cobrizos de Sora que la observaban de forma comprensiva. Le dio la sensación de que comprendía lo que le estaba pasando mejor que ella misma. Suspiró y se dejó caer en una banqueta mientras se estiraba con nerviosismo la falda.

–No lo sé.

–No te preocupes. Ya lo sabrás con el tiempo, no pienses en ello ahora.

Sonrió ante el consejo de su amiga y asintió con la cabeza. Le dio un abrazo antes de coger una bandeja repleta de todo tipo de cosas para que comieran y la llevó al salón con su habitual entusiasmo. La pelirroja no pudo evitar reír ante eso, Mimi no servía para estar preocupada, era demasiado alegre para ello. Se reunió con los demás y disfrutaron del resto de la tarde sin pensar en lo ocurrido.

No lejos de allí, Koushiro salía de su habitación para acompañar a su madre a elegir un regalo para celebrar que su padre acababa de ser ascendido. No creía servir demasiado para ello, pero la mujer insistió en que le gustaría saber su opinión. Y él no le negaba nada a su madre. Tardaron un poco más en cumplir lo que pretendían porque las tiendas estaban abarrotadas. Era lógico, con la lluvia casi todo el mundo se metía en el Centro Comercial a pasar la tarde.

Al chico no le agradaban demasiado las aglomeraciones de gente así que se agobió un poco, pero mantuvo su gesto tranquilo y la sonrisa cortés en todo momento. Mientras su madre pagaba el regalo que habían elegido, se acordó de la extraña chica con la que había hablado. No le sonaba de nada, aunque no era muy extraño ya que él no solía fijarse mucho en lo que pasaba a su alrededor. Se dijo que debería salir de su mundo de vez en cuando. ¿Qué le dirían sus amigos si supieran que no había aceptado la invitación de esa chica? Seguro que lo insultarían y le obligarían a invitarla él. Pero la verdad es que no le apetecía. Un rostro apareció en su mente al pensar en salir con alguien.

Bajó la mirada al suelo y trató de alejar esa imagen de sus pensamientos. Eso nunca iba a pasar, debía asumirlo ya.

–¿Hijo? ¿Estás bien? –preguntó la señora Izumi al ver que no contestaba a su pregunta.

–¿Eh? Perdona, estaba distraído, ¿qué decías?

–Que, si te apetece alguna cosa, podemos parar en alguna cafetería antes de volver a casa –respondió ella sonriendo con cariño, era la persona a la que menos le importaba que Kou se metiera tan a menudo en su mundo.

–Como quieras tú.

Él siempre tan educado y correcto. La mujer sonrió de nuevo y lo llevó hasta la terraza de una cafetería para que merendasen algo. Disfrutó del rato con su hijo, no solían estar a solas a menudo y le agradó escucharle hablar sobre un programa nuevo en el que estaba trabajando, aunque no comprendía ni una palabra. No se le veía tan entusiasmado casi nunca.

Regresaron a su casa antes de que volviera el señor Izumi, prepararon una cena bastante elaborada y lo recibieron con cariño cuando llegó. Tenían que celebrar ese ascenso que tanto le había costado conseguir, así que disfrutaron de la velada familiar. Y cuando, horas más tarde, Koushiro volvió a su habitación se sentía de buen humor. Tenía que buscar más tiempo para pasar con sus padres porque siempre se divertía y le gustaba verlos tan contentos.

Se lavó los dientes y fue al cuarto de sus padres para desearles buenas noches. Cuando cerró la puerta, la penumbra del pasillo lo pilló desprevenido. Creía que había encendido la luz. Como conocía de sobra el camino, volvió a su habitación a oscuras. Pero se arrepintió porque poco a poco fue poniéndose más nervioso. Llegó al umbral de su cuarto todavía con la inquietud en el cuerpo, aunque no sabía la razón.

Una extraña sensación de angustia lo invadía sin que pudiera evitarlo. Sabía que era absurdo, no era más que oscuridad lo que lo rodeaba, no tenía más que alcanzar el interruptor para que la luz se hiciera en la estancia. Pero, aunque su lógica le decía que estaba siendo tonto, no conseguía apartar esa emoción.

Suspiró pesadamente, tratando de mitigar un poco la presión que notaba en el corazón, que producía fuertes latidos que iban acelerándose en lugar de ralentizarse.

A tientas, caminó cerca de la pared buscando el interruptor, pero su andar se detuvo cuando escuchó algo muy ligero tras él. Parecía como si algo hubiera rozado suavemente el aire arrancando un apenas audible susurro, como la agitación de alguna prenda o tal vez de una cabellera.

Su respiración se aceleró pero trató de tranquilizarse, diciéndose nuevamente que estaba siendo totalmente absurdo. Avanzó con pasos decididos hasta donde sabía que estaba el interruptor y lo accionó para que la luz bañase la estancia.

Se giró más rápido de lo que pretendía y sintió un gran alivio al ver que no había nada tras de él. No habían sido más que imaginaciones suyas.

Se rio ligeramente de sí mismo mientras cerraba la puerta y se dirigía a su silla de escritorio. Encendió el ordenador de forma casi automática, tenía tanto hábito que las órdenes de su cerebro parecían llegar casi antes que sus pensamientos. Bebió un poco del vaso de agua que su madre siempre le dejaba sobre el escritorio y miró distraídamente la pantalla al ver que había acabado de iniciarse. Con sorpresa, vio que una conversación de chat se abría.

Hola, te he estado esperando –leyó que había escrito Suzu, la chica misteriosa.

–Hola. ¿De qué querías hablar? –preguntó Koushiro extrañado.

Eres una persona muy interesante, me gustaría saber más cosas de ti –respondió "Suzu"–. Y dejar que me conozcas. ¿Has escuchado alguna vez esta canción? A mí me fascina.

Pulsó en el enlace que la chica le había mandado y una melodía invadió lentamente su habitación, no supo por qué, pero le recordó a las películas de época medieval que tanto le gustaba ver a su padre. El título era "O son do ar" y no sabía lo que significaba. De pronto, sintió que la curiosidad se despertaba en él. Esa desconocida sabía cómo captar su atención.

A unas calles de allí, Yamato se reía de Taichi porque le estaba ganando en un videojuego que acababan de comprarse entre los dos. Ninguno de ellos sabía que la chica que habían inventado estaba en ese momento hablando con su amigo.

–¿Qué significa? Y, ¿por qué te gusta tanto?

No tan deprisa, es una larga historia. Pero primero quiero saber más cosas de ti.

Si no eran Tai ni Yamato los que escribían... ¿Quién era?

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Bueno, espero no decepcionarte Asondomar. Esto no es más que el principio y tengo varias ideas de cómo va a avanzar esto. Espero no tardar mucho en poder plasmarlas.

Ah, y ya habrás entendido por qué te pregunté lo de la canción, quise poner algo personal para ti en el fic, tendrá importancia.