Jamás pensé hacer oneshot o drabbles sobre la vida cotidiana de Sasuke y Sakura, menos de Sarada.

Pero últimamente tengo el capricho de ser más activa en el fandom, ¿y por qué no? Explotar el canon a todo lo que da(?)

Disclamer: No soy Masashi Kishimoto, así que no, Naruto no me pertenece. Por otro lado, este fanfic si es de mi autoría.

Almuerzo.

-Eh, Sarada, ¿no se ve raro tu almuerzo hoy?

-¿Hmm?-la chica se detuvo, perpleja, dándole una mirada rápida a su caja de almuerzo antes de terminar de masticar.

-¿De que hablas, Bolt?

-Ah... Bolt tiene razón, definitivamente hay algo mal con tu almuerzo.

En un acto reflejo, Sarada ajusto sus lentes de marco rojo sobre el puente de su nariz, con la mirada calculadora y reflexiva.

Metió otro pedazo de comida a su boca, y con la mirada perdida en la nada, mastico lentamente.

-No. Sabe igual que siempre.

-Pero... De verdad, nada de esto es normal-declaro Bolt, torciendo su rostro en uno de esos gestos que a Sarada se le antojaban desesperantes, y, aunque jamás lo admitiría, enternecedores. Sólo un poco.

-¡Deja de darle vueltas, Bolt! ¡Dime de una maldita vez a que te refieres!

Mizuki y Bolt temblaron.

Sarada era tranquila, confiable, responsable... Y aunque cada rasgo en ella ponía a lo alto y en orgullo el "Uchiha", de su apellido, varios aspectos de su actitud gritaban "Haruno". Sus estallidos repentinos, por ejemplo.

-E-Es que... ¿No crees que son demasiados tomates?

-Hmm...

Miro su almuerzo, con detalle, deteniéndose en los rasgos particulares detenidamente, por primera vez desde que su padre le entrego la caja.

-Papá me hizo el almuerzo hoy.

-¿S-Sasuke-sensei?

No podía imaginarlo, era casi cómico. No, no casi, ERA cómico. La palabra en toda su extensión no podía hacerle justicia a lo que sentía en ese momento, al imaginar a su profesor de expresión estoica usando un mandil y preparando el almuerzo de su compañera.

-Si-asintió ella-Mamá ya no es doctora, pero sigue siendo la mejor-espero orgullosa, inflando su pecho. Mizuki contemplo sus movimientos, sofocando una risita-Le pidieron ayuda temprano en la mañana para una operación importante, y papá se ofreció a prepararme la comida en su lugar.

-Ohh...

El rubio no le quitó la mirada inquisidora de encima, insatisfecho, con una mueca extraña en la boca.

-Pero... ¿no crees que son muchos tomates?