Disclaimer: Los personajes de Naruto y Naruto Shippuden NO me pertenecen. Son obras y propiedad de Masashi Kishimoto a quienes uno sin ningún fin de lucro y meramente por diversión y entretenimiendo del lector.
Espero que lo disfruten.
Fue como cualquier cosa ver a su mejor amigo estar embarazada en un principio, pero conforme su vientre crecía ella más confundida llegó a sentirse. Pudo llevarlo y tomarlo a la ligera al menos mientras veía al segundo niño crecer y ciertamente le sorprendió el hecho de que otra de sus amigas estuviera en cinta casi al mismo tiempo. Ino y Hinata habían comenzado a crear una vida a una edad muy joven y la primera se contoneaba, a estas alturas, con el vientre enorme de un tercer embarazo.
A Sakura no le molestaba ser la niñera de los tres pequeños, resignándose cuando el bebé de Hinata nació. Ciertamente eran unos pequeños encantadores: Shika, la primera niña de Ino, alcanzaba ya la edad de los 7 años; la segunda pequeña, de nombre Aki, poseía apenas 5 años de edad; Neji era adorable, en honor al difunto primo de Hinata, con apenas 6 años edad. Los tres mejor conocidos como el trío tormentoso, excepto por Neji, que intentaba ser la voz de la razón entre las dos féminas de Ino… Naturalmente siempre caía ante los encantos —y las amenazas— de las hijas de Ino Yamanaka y su adorado Sai.
Desde que Sakura tenía 22 años se había acostumbrado a la idea de ser la tía adorada de los hijos de sus mejores amigas, más que nada debido a la llegada de Shika, aunque la aparición con un año de diferencia de los niños le preocupó al llegar Aki al grupo. A su suerte, Ino esperó casi cinco años antes de volver a embarazarse jurando que sería la última criatura que traería a la vida o ella misma enloquecería.
Por alguna razón la gente siempre confundía a Sakura como la madre de los menores, sobre todo debido a que ella era quien más los llevaba a pasear. Ino y Hinata siempre se vieron agradecidas pero a la vez apenadas, mientras que ella no paró de demostrar su felicidad al llevar a los niños de la mano, pero la preocupación en ellas no decreció jamás.
—Sakura, deberías conseguirte un buen marido de una vez por todas —aseguró Ino, parada frente a la barra de la cocina, mientras que Sakura recién había servido algunos vasos con jugo a los pequeños—. ¿Y si Sai te presenta a alguien?
—Ino —masculló la pelirrosa—. Ya he salido con hombres, pero sabes bien que no funciona nunca… ellos quieren siempre algo que no puedo darles.
—Sakura —susurró Hinata, deteniendo el cuchillo con el cual partía unas cuantas zanahorias, a lo que ambas suspiraron—. Tú eres como cualquier otra mujer, sabes bien que habrá un hombre que pueda amarte por lo que eres allá afuera.
—Venga ya, dejen su insistencia —pidió ella, mientras que la pequeña Aki venía a pasos no muy certeros hacia la cocina—. Yo no soy el tipo de mujer que necesita un hombre.
—Mami, ¿por qué a la tía Sakura no le gustan los hombres? —entonó así la dulce e infantil voz de la imitación más certera de Ino, a lo que las tres reaccionaron y soltaron una risa melodiosa ante tan inocente pregunta.
—No, cariño —soltó suavemente su madre—. A tu tía sí le gustan los hombres… pero no los quiere tan fácilmente. Sospecho que no quiere casarse.
—Ino —emitió la pelirrosa, en reprimenda hacia ella, parándole el avance.
—Tía Sakura —empezó nuevamente la chiquilla, lo que advertía una pregunta, mismo que advertía que las cosas se fueran por un camino peligroso ya que Aki estaba en la edad de las preguntas especiales—. ¿Por qué no tienes esposo? —entonces ambas madres reaccionaron.
—Aki, mi vida —empezó la rubia—, las niñas pequeñas como tú no deben meterse en la vida amorosa de las personas.
—Pero mamá y la tía Hinata estaban diciendo que la tía Sakura necesita un esposo. Aki solo quiere saber —y así, las redondas y rosadas mejillas de Aki se inflaron—. ¿Por qué no le dicen a Aki? ¡Aki quiere saber! —y al ritmo en que Aki levantaba la voz, la atención de Neji y Shika despertaba, asomándose un poco—. ¡Tía Sakura, dime! ¿Por qué no tienes esposo?
—¡Eso es porque los niños dan asco! —exclamó entonces Shika, haciendo su gloriosa aparición—. ¿No es así, tía Sakura?
—¡No es cierto! —antepuso entonces Neji, corriendo dentro de la cocina y viendo a su tía hacia arriba—. Tía, tía… ¿verdad que yo no doy asco? —y los enormes ojos azules de Neji hicieron removerse algo dentro de Sakura.
—Eso es porque tú tienes pelo largo y pareces niña —aseguró Shika, sacándole la lengua.
—Shika —opuso entonces Sakura, antes de inclinarse y levantar a Neji en sus brazos que, si bien era grande, aún era algo ligero—. Eso es grosero, sabes bien que Neji es un niño y todos se dan cuenta, cuida tus palabras.
—Mmh —bajó ella un poco el rostro—. Vale, tía Sakura. Lo siento.
—Así me gusta —sonrió un poco ella, antes de sentir cómo la mano pequeña de Neji golpeaba suavemente su hombro, en busca de su atención.
—Tía Sakura, a ti sí te gusta los hombres, ¿verdad? —a lo que ella sonrió enternecida.
—Claro, Neji —entonces lo bajó suavemente, haciéndoles un gesto para que la acompañaran—. A mí me gustan los hombres, ¿sino, quiénes? —y el niño rió, siguiéndola.
—Tía, ¿por qué no tienes esposo e hijos? —cuestionó finalmente Shika, a lo que Ino tanto como Hinata se asomaron a ver—. ¿Nunca te has enamorado? —para que una alarma surgiera en ambas con esa pregunta.
Ciertamente los asuntos sentimentales de Sakura siempre habían tendido a ser delicados, al grado que ellas pocas veces los tocaban con seriedad.
—Yo sí me he enamorado, pero solo de un hombre —a lo que todos, tanto los niños como ambas madres reaccionaron, a par de que los primeros tomaban lugares en la alfombra de la sala y Sakura, por su parte, en el sofá—. Pero eso fue hace mucho, mucho tiempo.
—¿Y por qué no te casaste con él? —preguntó Neji, a lo que Sakura reaccionó.
—No lo sé —se encogió de hombros—. Tal vez fui muy tonta para decidir quedarme con él o me dio miedo que él no me quisiera.
—Tía —empezó nuevamente Shika—. ¿Nunca quisiste tener bebés?
—Claro que sí —Sakura les sonrió a ellos—. Yo adoro a los bebés, por eso siempre he estado con ustedes. Porque me encantan los niños.
—¿Por qué no tienes? —preguntó repentinamente Aki, pregunta que anunció tanto para Ino como Hinata una amenaza mientras notaban el silencio en que Sakura había caído ante la inocencia de esa pregunta que se tornó letal—. ¿No quieres hacerlos?
—Claro que quiero —pero Sakura siempre tenía una respuesta para esos pequeños niños curiosos—. Pero no he podido y esa es una larga historia.
—¿Nos la contarías? —soltó Shika.
—Mmh —ella se lo pensó tan solo por unos segundos—. Vale, lo haré, pero solo con una condición —a lo que los tres la miraron fijamente—. Si les cuento deberán ser obedientes durante toda una semana y no hacer travesuras, ¿justo?
—¡Sí! —soltaron al unísono y se levantaron casi a la vez.
Shika fue corriendo por el tazón de galletas que les serviría de botana mientras que Neji jalaba uno a uno los enormes cojines donde acostumbraban acurrucarse y desde la esquina de juguetes Aki jalaba su diminuta cobijita a rastras con un conejo que casi la alcanzaba en tamaño tomado fuertemente con el brazo que le rodeaba con firmeza el cuello. Los tres se dejaron tender en el suelo, sentados, mientras sus enormes ojos apuntaban a la pelirrosa.
—Oh, veo que ya están listos —dijo, viendo a Hinata acercarse con un vaso de agua.
—No tienes que contarles, ¿sabes?
—No me molesta —aseguró la pelirrosa, tomando el vaso, antes de sonreírle—. Ya pasaron nueve años, Hinata —pero aunque sus palabras parecieron firmes, la pelinegra no se vio muy convencida de ellas.
—¡Ya empieza, tía!
—Vale, vale —se rió ella—. Todo empezó hace muchísimos años, cuando recién conocía a Hinata y Naruto era mi más mejor amigo de toda la vida…
Era invierno. Pero era un invierno tan frío que calaba los huesos incluso en el más cálido bar de la ciudad. Sin embargo era muy fácil desafiar al clima con una cerveza helada en una mesa pequeña que se encontraba repleta; Sakura Haruno tenía apenas 19 años de edad, estaba a unos meses de distancia de cumplir los 20 y su cabello lucía bastante largo en comparación con la actualidad. Las reuniones en el viejo Ichiraku eran bastante populares para ellos en aquellos tiempos, mientras jugaban billar o disfrutaban de un show.
Sakura siempre perteneció al bien conocido como el trío dinámico: Naruto Uzumaki, un muchacho extrovertido mejor conocido por sus desastres nacionales a lo largo de todo el instituto y ahora en la academia de policía también, rubio y bastante apuesto, aunque famoso por ser todo un tonto, por no decir algo más ofensivo; Sakura Haruno, la chica del grupo, inteligente y bastante tranquila, una muy buena amiga que adoraba a sus mejores amigos, considerada la reina de los dos príncipes deliciosos, pero más bien siendo la princesa de los tres hermanos; y Sasuke Uchiha, pelinegro, bombón, estudiante de leyes y músico potencial, mejor conocido como "el último Uchiha", "el ardiente Uchiha" o "la amenaza andante" para los varones.
Siempre fue una enorme verdad que existió un triángulo amoroso desde tiempos remotos, siendo Naruto el eterno enamorado de Sakura y ésta segunda la lamentable flechada de Sasuke, quien no lograría nunca ver a su mejor amiga como algo más que eso: una amiga. Ino tanto como Hinata compadecían a su amiga desde aquél entonces pero sin duda alguna buscaban la forma más viable de ayudarla.
—¡Anda con él, Sakura! —exclamó una quejumbrosa y joven Yamanaka—. ¿Qué no ves a todas esas zorras resbalándosele? ¡Te lo van a ganar!
—Ya para, Ino —suplicó ella, ligeramente avergonzada antes de dar un muy breve trago a su bebida—. Sería una grosería ir a meterme así de la nada, ¿no lo ves? Yo no puedo evitar que él sea popular, además no es mi novio ni nada.
—¡Por eso mismo deberías ir allá! —le renegó nuevamente—. ¡Se supone que esté contigo y no con esas arrastradas!
—Ino, por favor —pidió nuevamente ella—. Sasuke y yo no somos más que amigos.
—¡Sí, y eso no cambiará si te quedas sentada mirándolo como tonta! —insistió. Pero bien sabía que no había forma de convencerla y esa cara larga que la pelirrosa se traía siempre lograba hacerla sentirse mal—. Sakura, no es justo que esto te salga así.
—Es cierto —tomó rol finalmente Hinata—. Sakura, ¿por qué no solo se lo dices? Quizá Sasuke corresponda, no lo sabes.
—Mmh… no, gracias. Me basta ya con oírlo decir "Sakura es como ni hermana" como para tener que presenciar el rechazo directo —desvió la mirada—. Prometo que dejaré de verlo y me fijaré en otro chico, así todo será más sencillo.
—Pero Sakura —susurró Hinata—. Tú a quien quieres es a Sasuke…
—Venga, por favor —se quejó la aludida, separándose de la mesa—. ¿No podemos simplemente cambiar el tema? Vean, allá vienen los chicos ya —apuntó, señalando a un par de ellos, el viejo novio de Ino, Shikamaru, y el eterno amor de Hinata, Naruto.
—Vale, vale, yo solo decía —aseguró el rubio—. Hola, chicas. ¿De qué hablan?
—De que Sakura es una cobarde —señaló Ino ante lo que ésta rodó los ojos—. ¡Solo hazlo, Sakura!
—¿Otra vez Sasuke? —preguntó Shikamaru—. Creí que ya se habían rendido.
—Sí, lo hicieron —espetó Sakura—. Pero en vista de que no quieren dejar el tema, mejor me iré a poner algo de música —informó justo medio segundo antes de ponerse de pie y andar a la rockola.
Le parecía que un ambiente tan clásico como el de Frank Sinatra no era lo más apropiado para un bar que en esos momentos se había llenado de jóvenes, así que muy respetuosa de los gustos del propietario se acercó a pedir permiso para poner algo más actualizado y, tras obtenerlo, la lista de reproducción de convirtió en algo más a tono de los recién pasados de moda N'Sync , Backstreet Boys, los nuevos hits de Britney Spears y Madona, entre otras buenas canciones que cada vez se venían acercando más a lo que uno escucharía más a los tiempos actuales y, así, el ambiente del bar lentamente se vio más vivo.
Por un momento consideró que bailar quizá sería divertido, pero lo descartó casi de inmediato pues sus amigas estaban con sus respectivas parejas y bailar sola sería un poco vergonzoso. Tan solo le quedaba la opción de acercarse lentamente a la barra y con la confianza del mundo pedir una cerveza a la hija del dueño que estaba sirviendo los tragos a su lado, misma que no dudó entregarle una pero, en cuanto Sakura extendió la mano, el trago de un chico en la barra se derramó sobre su manga color arena.
—Demonios —se quejó ella, retirando la mano, antes de ver a una chica mirarla sobre el hombro, misma que era dueña del trago.
—Ah, se derramó —murmuró, restándole importancia—. Deberías tener más cuidado con lo que haces, tontita —se burló entonces—. Ahora tendrás que pagarme otro trago, luego de que me lo has tirado.
—¿Perdón? —soltó una incrédula pelirrosa—. Pero si tú lo has derramado, incluso arruinaste mi blusa —frunció el ceño.
—No me vengas con excusas, mosca muerta —se giró hacia Sakura—. Ahora lo pagas.
—¿Qué? —la hija del dueño se vio incluso sorprendida, a lo que estuvo a nada de llamar a su padre mientras que la chica apuntaba fieramente a Sakura.
—Venga, tranquilas —interrumpió entonces una voz masculina, a par de que la mano de aquella chica era cuidadosamente retirada—. Estoy seguro de que aquí hay un pequeño malentendido… yo pagaré ese trago —aseguró el pelinegro—. Y el de mi amiga también —dijo a la chica, que se tranquilizó un poco al ver los ojos ónix del moreno—. Así estamos a mano, ¿no?
—¿Y tú quién…? —estuvo la chica a nada de oponerse, antes de dirigir los ojos a las masculinas pero refinadas líneas que creaban el rostro de aquél adonis, deteniéndose por sí misma justo cuando él le tendió la mano.
—Sasuke Uchiha —dijo suavemente—. Un placer —aseguró, tomando entonces la cerveza de Sakura—. Ella es mi mejor amiga, agradecería que cuidaras de ella —terminó.
—Ah, por supuesto —contestó entonces, completamente atónita.
—Me lo suponía —concluyó él la conversación, antes de tomar a Sakura y retirarse, entregándole su trago—. Oh, te gustan los problemas, ¿no es así?
—No lo digas como si yo me lo hubiera buscado —aquejó ella, frunciendo los labios antes de dar un suave trago—. Es esa loca que estaba muy ebria quien quiso agredirme, estoy segura de que lo viste, Sasuke.
—Claro que lo vi, por eso es que acudí a socorrerte —se encogió de hombros.
—Y es solo así que puedo ver tu lado amable, señor Uchiha —aquejó ella—. Pero vale, ya veo que es una suerte tenerte cerca, siempre las hipnotizas y hacen lo que mandes.
—Venga, no me digas que te enojaste.
—Por supuesto que no —mentía, mientras desviaba la mirada—, es solo que me harta ese tipo de chicas, que con tan solo verte el rostro bonito cambian conmigo y sobre todo contigo, no sé cómo te gustan esas hipócritas.
—Tampoco es que me vaya a casar con ellas, Sakura —ella rodó los ojos, a lo una muy breve y apenas visible sonrisa se le dibujó a él—. Ninguna es tan perfecta, mi amiga.
—Espero que no pretendas consolarme con esas palabras.
—En lo absoluto —se encogió el de hombros—. Pero relájate ya… estoy a punto de tocar y quiero que estés en primera fila.
—Como siempre —emitió ella, con algo de cansancio.
—Es lo divertido de ser mi fan número uno —bromeó, algo apenas un poco usual en él cuando se trataba de sus mejores amigos—. Hagamos esto: si tú gritas tanto que vences a todas las fangirls, yo me doy la borrachera de mi vida contigo.
—Suena como amenaza.
—Será contigo para que no tengas que cuidarme, así nos cuidaremos mutuamente y tú sabes, hacemos pijamada en mi casa —se encoje de hombros.
—¿No crees que estás muy grande para pronunciar esa palabra? —ella sonrió, ya más divertida con él—. Qué vergüenza, Sasuke. No sé si me atrevería a verte en pijama así toda azul celeste, como las que regalan las abuelas.
—Hey, no me digas que dormir en casa de un amigo ha pasado de moda —suplicó, mirándola seriamente—. Me había emocionado tanto —así, una carcajada se le escapó.
—¡Venga ya, esa cara no me inspira ninguna emoción! —le aseguró, negando con la cabeza antes de tomar otra trago—. Vale, será un trato, pero solo si tu invitas… y tendrás que hacer el desayuno, ni loca me levanto con la resaca que me va a dar.
—Es un trato —se encogió de hombros él—. Ya quiero verte sin poder hablar.
—Oh, eso te gustaría, ¿verdad? —al final ella solo le sonrió amistosamente—. Anda ya, tus fans aclaman por ti —señaló el escenario—. Dejé tu guitarra detrás de la silla.
—Gracias, eres muy considerada.
—Por supuesto —se encogió de hombros—. ¿Qué harías tú sin mí?
—¿Sinceramente? —fingió pensárselo, tan solo un par de segundos, mientras miraba hacia arriba—. No lo sé, Sakura —a lo que ella reaccionó—. Creo que realmente no podría vivir sin ti.
Capítulo Uno:
Yo realmente no podría vivir sin ti.
¡Buenas, lectores! Esta es una nueva historia que tengo semanas planeando, la cual será bastante breve (creo).
Sí, el pequeño "creo" se debe a que el proyecto apenas está trabajándose y no estoy del todo segura, pero espero que sea un éxito pese a la brevedad con la que lo tengo planeado, que serían más o meno capítulos, dependiendo de cómo lo desarrolle yo misma.
Habrán unos capítulos más largos que otros pero de momento espero que les guste esta idea y la disfruten~
Estaré al pendiente de sus reviews, como siempre. Nos leemos~
