Harry Potter y sus secuaces pertenecen a J.K. Rowling. Moi solo escribe por simple placer y diversión.

Este fic participa para el reto: "San Valentín también es amistad" del foro La Noble y Ancestral Casa de los Black.


Buenos amigos

Por:

PukitChan

I

Definitivamente, algo estaba pasando con Greg.

Lo había notado desde que su amigo había dejado de asistir al Gran Comedor a la hora del té. Se había percatado desde el momento en el que sus silencios se hicieron más prolongados y sus palabras más titubeantes. Porque, contrario a lo que muchos en Hogwarts pensaban, Crabbe veía lo que ocurría a su alrededor. No era ni el más avispado ni el más inteligente de su promoción, pero Vincent no necesitaba de un cerebro superdotado para darse cuenta de que las cosas estaban cambiando y, con ellas, Gregory también.

La razón del cambio, no obstante, aún era un misterio.

En un principio, creyó que todo se debía al quidditch y al interminable parloteo de Malfoy sobre cómo tenían que aprender a volar como él, si de verdad querían ganar la Copa de quidditch de ese año, aprovechándose de que Potter y los gemelos Weasley estaban fuera del equipo a causa del castigo de Dolores Umbridge. Quizá Greg, a diferencia de él, sí se había tomado en serio las palabras de Draco. Y tal vez por eso lo descubrió sentado en las gradas del campo, mirando hacia el cielo cuando el equipo de Hufflepuff estaba entrenando.

Crabbe, de pie en la entrada, se preguntó porque los Hufflepuff no le decían nada a Gregory quien, pese a ser del equipo rival, deliberadamente estaba mirando sus jugadas. Aunque, seguramente, los del equipo simplemente no querían tener problemas con alguien de Slytherin cuando era obvio que la Suma Inquisidora estaba de su parte. Vincent decidió que sería bueno hacerle compañía a su amigo cuando notó que éste se ponía de pie y caminaba en dirección a un chico que estaba a un par de metros de distancia. Vincent intentó reconocerlo, pero desde tan lejos era complicado. Sin embargo, pronto descubrió que Goyle simplemente continuó su camino, sin prestarle atención al chico, una acción que pareció desconcertarlo porque ese muchacho, al igual que Vincent, pareció pensar que Greg se dirigía a él.

—Te estaba buscando —dijo Crabbe cuando Greg finalmente llegó a su lado. Su amigo parecía nervioso, como si acabara de ser descubierto comiéndose un pastel a media noche, pero como no decía nada, fue él quien habló—: Snape quiere hablar contigo sobre la Orientación Académica antes de su clase porque…

—¿Qué pasaría si no voy? —preguntó, hundiendo sus manos en los bolsillos de su túnica—. No sé qué responderle si me pregunta qué profesión quiero escoger. Y con mis calificaciones, solo se reirá…

—No puedes faltar —balbuceó Vincent—. Si no te presentas me castigará a mí, porque dirá que no te di su mensaje.

Gregory pateó desganado la piedra más cercana que encontró, con la expresión de alguien que se estaba esforzando al máximo para esconder sus pensamientos, pero que aun así, fallaba estrepitosamente en el proceso.

—No entiendo por qué tengo que saber exactamente cuál va a ser mi futuro. Ni siquiera sé qué es lo que quiero hacer en los próximos días.

Aunque, tal vez, era algo más que solo quidditch lo que le preocupaba a Goyle.


II

Últimamente, luego de la hora de la cena, Gregory desaparecía de la sala común. Regresaba cerca de la media noche, siempre cansado y lleno de tierra, aunque con una inquietante sonrisa que no se desvanecía de su rostro ni siquiera cuando dormía. Tan obvio era que estaba guardando un secreto, que inclusive Draco lo había cuestionado sin mucho interés una de esas noches. Greg, no obstante, se había convertido en alguien repentinamente hábil para evadir las conversaciones que quisieran cuestionar su privacidad, y aunque eso no tenía nada de malo, Vincent no pudo evitar sentir una amargo gusto por ello. En su mundo, en ese pequeño mundo donde solo existían los amigos, siempre había estado Greg con su forma patosa de caminar y sus chistes vulgares. El que todo eso ya no estuviera acompañándolo, solo parecía indicar que quizá su amigo había encontrado a una pareja.

Y, está bien, eso no tenía nada de malo. Simplemente le impresionaba que hubiera ocurrido y él no lo descubriera. Aunque una chica explicaría a la perfección las desapariciones y las sonrisas bobas de su amigo, era sorprendente pensarlo. Primero, porque él y Greg estaban casi todo el tiempo juntos. Segundo porque, ¿cuándo había hablado con una chica? A veces, cuando los veían y a excepción de las chicas de su casa, la mayoría los miraban desconfiadas. Como si su presencia dijera algo malo que ellos no podían entender.

—¿Vin? ¿Por qué todavía estás despierto?

Si la voz de Gregory no se hubiera escuchado tan fastidiada por encontrárselo, probablemente Vincent hubiera seguido con sus solitarias deducciones. Después de todo, descubrir por su propia cuenta el secreto de Greg tenía sus momentos divertidos y era un buen pretexto cuando no tenía ganas de estudiar para los timos. No obstante, inclusive alguien como Vincent era capaz de ofenderse por cosas tan absurdas como un tono de voz, así que levantó su rostro y miró hacia su amigo: venía entrando a la sala común.

—Si quiero, puedo permanecer despierto toda la noche —masculló, hundiéndose más en el sofá. Goyle pareció querer decir algo, pero en el último momento cambió de decisión y se limitó a encogerse de hombros mientras caminaba en dirección hacia su dormitorio—. Draco y Pansy estaban peleando en la puerta —advirtió. Gregory detuvo sus pasos y lo volteó a ver, sabiendo que no había nada más fastidioso que una discusión entre ellos.

—¿De verdad? —preguntó, con algo parecido a la resignación. Como Vincent asintió, Goyle regresó sus pasos y terminó sentándose a un lado de su amigo. En la pequeña mesita que estaba frente a ellos había un pergamino lleno de diminutas y amontonadas letras, y un panecillo mordisqueado. Al parecer, la discusión había comenzado hacía más de media hora.

—Puedes interrumpirlos. Quiero acostarme.

—¿Y enfrentarme a Pansy llorando? ¡No soy tan estúpido!

A su alrededor, algunos alumnos jugaban ajedrez y otros, apresurados, hacían sus tareas pendientes. Gregory tal vez debería estar haciendo lo mismo, pero a esas alturas de la noche, daba exactamente igual si entregaba su redacción de Herbología o si no lo hacía. Incómodo, Vincent decidió que las cosas debían quedar claras, cuanto menos, por la escasa paciencia que poseía en temas que escapaban de su control. Decidió ir directo al grano con las preguntas básicas.

—¿Y? ¿Quién es? ¿Tiene las tetas grandes?

Greg lo miró como si de repente le hubiera dicho que Draco en realidad era un muggle.

—No se trata de una chica —murmuró, cohibido.

El mal humor de Vincent pareció desinflarse.

—¿Es otra cosa? ¿Clases? ¿Castigos?

—Es que es un chico.


III

Según muchos, Andrew Kirke era la definición estirada al máximo de un Gryffindor. Vincent no recordaba la primera vez que lo había visto o si es que alguna vez en su vida lo había visto, pero sí recordaba el espectáculo que montó cuando, en un partido de quidditch contra Hufflepuff, Kirke había gritado dudosamente mientras caía de su escoba desde una altura que no le provocaría más que un terrible dolor de cuerpo después. Era igual o más torpe que él para caminar y, por mucho que intentara evitarlo, no conseguía liberarse de las burlas a las que constantemente era sometido por su desastrosa forma de jugar, la cual contribuyó a una de las peores derrotas de Gryffindor.

No entendía cómo Gregory y Andrew comenzaron a hablar. En realidad, ni siquiera sabía que su amigo fuera gay. De acuerdo, Greg nunca pareció demasiado interesado por las chicas, pero no hacía nada que pudiera indicar que le no le gustasen. Si a Vincent le preguntaran qué opinaba acerca de la homosexualidad, no podía decir nada, porque hasta ese momento, no había conocido a ningún gay que pudiera ayudarle a crear un juicio respecto al asunto. Vincent concluyó que mientras no tuviera que hablar de penes con Gregory, todo estaría bien. Sin embargo, cuando le aclaró ese detalle a su amigo, Greg lo miró cómo si hubiera dicho que, en realidad, hubiera preferido estudiar en la Academia Mágica de Artes Dramáticas.

—¿Por qué tendría que hablar de… eso? —preguntó.

—Sólo por si acaso.

Sin embargo, pese a todas las advertencias y escenarios que Vincent había creado en su mente, no pudo evitar palidecer cuando, una de esas tardes, abrió la puerta del aula de Adivinación. Siguiendo las órdenes de Umbridge, estaba buscando alumnos que se vieran lo suficientemente sospechosos para aplicarles un castigo. Vincent casi deseó arrojarse de la torre cuando descubrió a Gregory sujetando contra una mesa a un chico que, en ese momento, se apartó bruscamente del cuerpo de su amigo, intentando escapar.

—¡Se están besando! —exclamó Vincent, porque su mente no estaba dispuesta a procesar mucha más información de la que ya había visto en ese momento. Aun así, y durante un instante, sus ojos negros se encontraron con la mirada de Andrew Kirke. Nunca lo había visto tan cerca, pero era un chico común y corriente. Su rostro ruborizado daba lástima y parecía tan asustado como él. Gregory carraspeó y sujetó a Andrew para que no saliera huyendo. Vincent resopló pausadamente. Así que de eso se trataba ser gay, ¿uh? Besar a otros chicos y eso. No parecía ser muy cómodo. Además, si era honesto, quizá hubiera tenido un sobresalto más grande, si lo hubiera visto besándose con una chica. Es decir, ¿Greg con una chica? Nop. Definitivamente, no parecía ser correcto.

—Vincent…

—Ten cuidado —dijo, antes de salir—. Malfoy está vigilando.


IV

Su sexto año en Hogwarts hizo temblar de miedo a todos los años anteriores. Cuando los Carrow llegaron al colegio, todo se había tornado aún más sombrío. Ése fue el año en el que, otra vez, Gregory volvía a su lado. Extraño, casi indiferente, pero aun siendo él mismo. Sin que se lo dijera, Vincent supo que, lo que fuera que Greg tuviese con Andrew Kirke, había terminado casi de la misma manera en la que comenzó: sin nadie que se diera cuenta, a excepción de él. Y porque habían crecido tantos años juntos, y porque Greg era su amigo, Vincent notó esa mirada asustada cuando los Carrow les ordenaron practicar la maldición Cruciatus en un curso inferior. Específicamente, el curso en donde Andrew se encontraba.

—¿Todo… todo bien? —preguntó mientras caminaban por los pasillos. Gregory aplastó un pergamino que había estado entre sus manos las últimas horas y lo miró de soslayo.

—Sí… —titubeó—. Solo tengo que decir la maldición, ¿verdad? Ya lo hemos hecho antes.

—Greg, si no lo haces…

Entonces, su amigo se detuvo. Vincent lo imitó, sin saber qué ocurría hasta que Gregory le dio el pergamino, animándolo a leerlo. Solo cuando entendió la extraña y apresurada nota, entendió lo que ocurriría a continuación.

—Ayúdame, Vincent. Sé que está en contra de todo esto, pero… pero… quiero salvarlo.


V

¡Crucio…!

Vincent entrecerró sus ojos cuando Andrew, retorciéndose en el suelo, comenzó a gritar. De sus ojos almendrados escapaban un par de lágrimas. Su rostro estaba tan sonrojado como aquella lejana vez cuando lo descubrió besándose con Gregory. Sin embargo, esa vez no parecía sufrir como ahora. Crabbe volvió a repetir la maldición hasta que la sonrisa de Alecto Carrow dejó de ser divertida para tornarse aburrida. Sabía que muy pronto la profesora tendría que irse.

¡Crucio! —repitió y los chillidos de Andrew se volvieron desgarradores. Vincent intentó no mirar cuando Alecto le daba un par de órdenes a Gregory y juntos, salían del salón. El Gryffindor continuó lloriqueando unos minutos más cuando Vincent se agachó para poder verlo. No era guapo. ¿Qué había visto Greg en él para arriesgarlo todo de esa manera? Bufó, sabiendo que pese a todo, él había hecho una promesa. Miró a su alrededor y una vez que se aseguró de estar solo, sujetó a ese increíblemente ligero Andrew, y lo obligó a andar, aunque el otro apenas podía apoyarse correctamente en sus pies.

—¿Qué…? —preguntó, con su voz vuelta un suspiró. Vincent tembló. No podía arriesgarse de esa manera.

—Cállate —le ordenó seriamente. Cuando se asomaron por la puerta y Vincent descubrió el pasillo libre, siguió andando y murmuró—: Gregory ha encontrado un lugar donde puedes esconderte. Tenemos que darnos prisa.

No se escuchaban más que sus respiraciones agitadas. Vincent contuvo la respiración cuando una sombra apareció, pero pronto su corazón volvió a latir al descubrir que era Goyle quien se acercaba a ellos con una expresión decidida que nunca antes le había visto. Greg se acercó y sujetó con más delicadeza el cuerpo desfallecido de Andrew, animándolo a continuar caminando. Vincent, sin moverse, observó desde la distancia la manera en la que su amigo se inclinaba hacia el oído de Andrew y le murmuraba algo para después darle un beso. Un cuarto y desconocido muchacho apareció en la escena y, tras intercambiar un par de palabras, tomó entre sus brazos a Andrew y lo arrastró hacia algún destino incierto. Vincent no era capaz de entender cómo podrían sobrevivir en una situación así.

—Entonces, ¿son ellos? —preguntó, cuando Gregory, más cansado que nunca, regresó a su lado. Vincent recordó una pared pintarrajeada y una amenaza implícita en sus letras.

—Sí. Son ellos. El E.D.

—¿Sabes dónde se esconden?

Gregory negó con la cabeza.

—Nada. Solo quería salvarlo. Y Sloper también.

—¿Quién?

—Es un amigo de Andrew. Él fue… quien me envió esa nota.

«Sé cómo puedes salvarlo»

Vincent parpadeó.

—Tiene buenos amigos.

Gregory, como si hubiera escuchado un chiste privado, sonrió.

—Yo también.


Autora al habla:

Qué... festivo de mi parte. ewe. JAJAJAJA. Nah, en serio, soy una maldita porque sin importar cuántas veces escriba de Andrew y de Greg (OTP por excelencia) simplemente no puedo dejar que sean felices. Pero yo sé que algún día, ellos tendrán su final feliz. ¡YO LO SÉ! Y nada, Vincent y Greg son los mejores amigos de todo el mundo mundial y cuando leí este reto, supe que tenía que escribir de ellos. :D Estoy muy contenta con el resultado. nwn

¡Muchas gracias por leer y más gracias si les nace un review para esta historia!

¡Mucha suerte a todos los que participan en el reto! ¡Besos empalagosos!