Ya publiqué esto en el Livejournal hace unos días y quería publicarlo aquí, pero a veces no sé por qué fanfiction no me permite entrar a mi cuentado . Pero, bueno, más vale tarde que nunca, ¿cierto? ;)
Resultado de la última promo de Bones, basado en los pensamientos de Booth sobre vivir con Huesos.
Aclaración: ¡Claro que no soy HH! ¿Alguien lo dudaba?
De casas, hogares y refugios
Sentado en su despacho, el agente Booth trataba inútilmente de concentrarse en los papeles que tenía delante. Llevaba así todo el día, en realidad varios días, pero ese en particular pareciera que estaba por estallar y no quería eso, para no terminar luego lamentando lo que hiciera en ese estado.
Quería vivir con ella. Compartir con ella la casa, la cocina, la cama, y todo lo demás que tocara. No le importaría tener que mover su tv de lugar para hacerle sitio a los libros de antropología, o escuchar sus comentarios acerca de su poco saludable desayuno, ni siquiera escucharla quejarse como ya le había tocado varias veces acerca del lugar donde a veces dejaba (dejaba, no tiraba, como ella le acusaba) su ropa interior.
Quería formar un hogar con ella, un lugar al que llegar juntos, poder descansar, contarse las historias del día, reír y hasta discutir para luego reconciliarse entre besos y caricias.
Llevaban poco más de dos meses como pareja, Huesos tenía tres meses de embarazo y las cosas estaban resultando mejor de lo que hubiera imaginado.
Pero aunque habían pasado casi todas las noches juntos, él quería más. Quería todas las noches. Absolutamente todas. Las que estuviera bien, las que estuviera mal, las que se acostara enojada o sonriente. Independientemente de si hicieran el amor o no, aunque en ese aspecto estaban mucho más que bien.
Quería ver su ropa en el armario, sus libros en los estantes, oler su perfume en el baño. Quería escucharla decir "Te espero en casa", sin tener que preguntar a cuál casa se refería.
Sobre todo no quería pasar por lo mismo que con Rebecca, que llegara casi al término del embarazo sin estar con ella, sin ayudarla en lo que necesitara, sin saber cómo se sentía.
Pero era Huesos, no era cualquier otra mujer, y reconocía que realmente la situación los estaba obligando a ir más rápido de lo que era normal.
El apartamento de ella era mejor que el de él, eso era claro. Mucho más amplio, más nuevo, y hasta tenía un dormitorio para huéspedes. Pero su instinto le decía que lo mejor era invitarla a mudarse con él.
La conocía. Mejor que Ángela, que era su mejor amiga. Mejor que su padre y su hermano. Y porque la amaba y la conocía, quería que ella tuviera ese lugar, su departamento, para poder tener sus escapadas que él sabía que a veces necesitaba. En lugar de Guatemala, o unas islas perdidas en cualquier punto del globo, que tuviera la opción de conservar aquel lugar como su santuario personal, aquel espacio para reflexionar sobre lo que necesitara, para que la relación fuera por buen camino.
Sabía que ella lo necesitaría, al menos en este primer tiempo. Tantas cosas nuevas, tanto sobre lo que pensar, tantos cambios que asimilar. Podía ver en sus ojos que a veces todavía la asaltaba el miedo, las dudas, que a veces todavía quedaba en ella un ligero resabio de la mujer que no hubiera dudado en llenar una mochila y tomar el primer vuelo hacia cualquier lugar lo suficientemente peligroso como para olvidar lo que dejaba atrás.
Más adelante, si todo salía bien, sería el turno de buscar un lugar nuevo para los tres.
Y él pensaba poner todas sus fuerzas en ello. Esta vez sí, la esperanza la tenía completa, sólo necesitaba un poco más de paciencia.
¿Comentarios, críticas, opiniones, flores, tomatazos?
Ya saben adonde ir ;)
Besos
Ana
