Jaque a los prejuicios


Resumen: Trunks estaba harto. Ya era un hombre, no un adolescente, y su imagen de mujeriego creada por el medio no era algo que podía soportar y mucho menos asumir siendo mentira. Tenía que callarlos de alguna forma, cerrarles la boca de inmediato. Las ideas nunca fueron lo suyo, pero cuando vio a su mejor amiga de la infancia entrar por la puerta para impactar a todos, incluso a él mismo, con su belleza... Vaya, nunca tuvo tanta imaginación como para verla a ella enfundada en un vestido de novia, a él esperándola al final de un pasillo y a los medios caerse de culo contra el suelo.

Advertencia del historia: escenas sexuales, escenas con humor que requieren de palabras obscenas. OOC. AU. OC.

Disclaimer: derechos de personajes y lugares reservados al héroe de todos los tiempos del anime; Akira T.

Nota: una nueva historia, espero les guste. Con estas tres que van en mi perfil, estoy completamente decidida a terminarlas primero si quiero subir una más. Próximamente, un capítulo de "Colina de lirios" y luego uno de "Guerra por un beso" :). Mientras tanto, no olviden alentarme con sus comentarios. Este fic les garantiza humor, se los prometo.


Prólogo

Un hombre hastiado.

Otra vez no. No, otra vez no. ¡Maldición, si serán jodidos!. Trunks apretó la mandíbula y cuando sintió que estaba a punto de rompérsela desistió. Sus manos se aferraban con fuerza a las revistas que si podían haber gritado de miedo, ya lo habrían hecho. Su mente estaba nuevamente nublada por el odio hacia todo aquello que tenía en frente. Quería gritar, pero eso era de nenas. Cómo otra opción, las tiró contra la pared y se estampillaron haciendo un grave sonido.

A su lado, su amigo silbó, llamando por completo su furiosa atención. Trunks lo miró con desprecio. Goten era su mejor amigo, ese que pasa todo el tiempo a tu lado y que te recuerda los momentos alguna vez vividos. Pero no por eso dejaba de ser una molestia, alguien que sabía lo que le molestaba y que, al parecer, hacía a propósito para que él lo viera.

—No me mires así, yo no trabajo para ninguna de esas editoriales y no tuve nada que ver —dijo Goten, sentándose en el sillón más cercano y desplegando sus piernas sobre la mesa más continúa a él.

Trunks sabía que él no había tenido nada que ver, y que no trabajaba en revistas de chismes, pero seguía teniendo la culpa más grande al entrar a su despacho en una hora muy importante de trabajo para cagar completamente su día y de una de las maneras que, desde hace poco tiempo, más le molestaba.

—Se las tienen conmigo... —dijo Trunks, apretando su mentón, mientras giraba su silla para mirar al paisaje que muy poco le importaba en esos minutos.

—Se las traen contigo desde que naciste, Trunks —comentó Goten, mientras hojeaba una de los tantos libros que había en una estantería— Joder. No tienes porno. ¿Eres hombre, verdad? No me gustaría saber que todos estos años estuve desnudo frente a un gay y...

Hizo caso omiso a lo que su amigo decía. Su mente estaba dividida en dos trabajos difíciles: el primero, intentar calmarse, y el segundo, estaba en busca de una venganza. Se apretó las sienes cuando no tuvo ninguna idea y se levantó de sobresalto. Su amigo lo miró confundido y se había callado abruptamente.

—¿Qué pasó? ¿Te picó algo en el culo? —Goten seguía divertido, perfecto, pero él no lo estaba.

—Tengo que hacer algo contra estos malditos medios hijos de...

—Tranquilo... —dijo Goten, levantando las manos— No hay por qué estar tan enojado, pareces una minita Trunks. ¿Por qué no te vas a tu casa a preparar tu valija?

Trunks colocó las manos en sus caderas y puso el ceño fruncido. Había olvidado completamente el viaje que debía hacer mañana temprano. El problema es que el trabajo estaba muy presente en su vida, y aunque tuviera personas que se encargaran él no podía evitar seguir rondando, fijándose que todo estuviera bien.

—No iré... —fue un susurro, apenas audible. Pero Goten saltó al escuchar a la perfección.

—¡Estás de bromas! —chilló— ¿Hace cuánto que no sales? Tengo que ir de bar en bar junto con Obb y él no llama mucho la atención al no ser tan famoso, y además siempre se queda con todas. ¡Qué diablos! ¿Qué te sucede Trunks? ¡Andas perdido, amigo! ¿Dónde está tu parche y el espíritu aventurero que tanto me gustaba? Cuando íbamos de cama en cama y...

—Cállate, chillas más que mi madre cuando se pone histérica —ordenó, con voz alta. Goten siguió hablando y hablando, diciendo las injusticias de la vida a todo volumen y recalcándole a Trunks lo cambiado que estaba últimamente, y no para su bien.

Desde que Trunks era joven había sido noticias y portadas de revistas. Pero todo había cambiado de camino y pasó a ser marcado como un joven rebelde, mujeriego, seductor e inútil en otras palabras. Él no era eso, ni de cerca. Tal vez en los años atrás se había divertido, como todo joven que se convierte en hombre, pero jamás se había aprovechado de las mujeres.

Las relaciones sentimentales en las que él aparecía como tercero e incluso protagonista, lo habían dejado más de una vez con la boca abierta. ¿A quién se le ocurría emparejarlo con niñas pequeñas o jugadoras de tenis? Era asqueroso de las dos partes, odiaba a las mujeres que jugaban y a ese deporte en sí, pero marcarlo de pedófilo se iba de mambo.

—Trunks, creo que por tu bien y el de esa pared —Goten señaló en donde había caído las revistas— tienes que tomarte unas buenas vacaciones.

El pelilila se pasó la mano por la cara. Necesitaba tomar una aspirina y acostarse a dormir por un buen rato. Goten no estaba mejorando las cosas, aunque tenía mucha razón. La última vez que Trunks se tomó su tiempo fue hace unos meses, cuando su madre había enfermado y él se encargó de ella.

—Además... es el cumpleaños de tu hermana —el morocho lo dijo con tanta convicción, en demasía, que Trunks supo que sabía desde antes que daría en el clavo con esa frase.

Ese viaje, que tal vez fuera bueno, definitivamente le hacía falta.