En medio de la sala se encontraba sentado, con en el pelo cubriendo su rostro, con la mirada perdida en el espació mientras el ministro lo observaba desde lo alto. Su madre lloraba al ver a su tercer hijo de aquella manera mientras que su padre aun shock no sabía que decir o hacer. Al lado de ellos estaba Charlie y sus hermanos menores cada uno con su respectiva pareja sin entender por qué.
Desde que era un niño William siempre había estado ahí para él. Aquel amor que se tenían era más fuerte que el de la hermandad. Por eso mismo hizo lo que hizo, por su traición. Esta historia tiene lugar desde que eran niños.
¿Quién lo cuido cuando se caía o estaba enfermo? ¿Quién se hacía cargo de él mientras estaba en Hogwarts? Y lo más importante ¿Quién lo amaba más que nadie? Bill.
Su primera relación tuvo lugar en plena adolescencia, cuando Percy cumplió doce años y Bill lo encontró masturbándose. No había una razón clara, el solamente se acercó, lo tomó. Nunca dijeron nada, pero aquellos encuentro fortuitos siguieron pasando incluso después. En su habitación con un hechizo de protección, en los dormitorios o lugares más escondidos del colegio. Sin embargo todo terminó poco después de que cumpliera su mayoría de edad.
¿Por qué lo abandono? Era como su padre, no soportaba la idea de que él avanzara, sin embargo, se amaban mucho. No podía negarlo, no podía negar aquellos toques perversos, aquel contacto pasional que tuvo.
Después de meses se enteró. Su hermano mayor se casaba, lo traicionaba, pensaba dejarlo por una mitad velaa, una mujer que seguramente lo hechizo, lo engatuso. Y la odio por apartarlo de su lado y lo odio por permitirlo.
-Ven hermano, sabes que lo deseas, ven conmigo—repetía él su habitación. Horas antes de que todo terminara.
-Percy, no puedo, esto… lo que tenemos está mal.
-¿El amor es malo? No, hermano, nunca te importo cuando hacíamos el amor.
-¡Esto se terminó! ¡No es correcto!
Miró a su hermano en plena multitud, llevaba un traje de color rojo muy diferente a los que solía llevar, porque este era un nuevo Percy, este no era el pomposo de siempre. Era uno herido. Miró a su madre, a los gemelos y a Bill.
Se acercó a él para rodearlo con sus brazos. –Nunca me abandonaras—musitó mientras apuntaba su varita a su estómago y recitaba una maldición prohibida. El pelirrojo mayor abrió los ojos antes de caer, el menor pego sus labios ante la mirada en shock de todos. La veela grito y lo alejo del cuerpo.
Dio una calada al cigarro que tenía entre los dedos sin mirar a nadie. No sabía y no le importaba si debía fumar ahí. -¡No se tenía que casar ministro! –
-¿Por qué?
-Porque él no lo amaba. Él me amaba a mí
-La sociedad mágica no aprueba las relaciones entre hermanos y tampoco la muggle.
-¿Y qué? Nadie puede prohibir el amor, ministro.
Percy Wasley fue condenado a perder su alma. Su madre lo visitó todos los días en Azkaban hasta la fecha de su muerte. Sus hermanos no volvieron a hablar de él ni de Bill.
