¡Hola, Gente!

Esta historia apareció en mi cabeza poco después de que terminara la octava temporada, por lo que sólo le hice unos pequeños cambios para que calzara un poco con lo que se vio en la novena… sólo un poco.

Espero les guste.

Disclaimer: Smallville no me pertenece, fue creada por Jerry Siegel y Joe Shuster, y producida por la Warner.

¡A lo que vine!

OoOoO

Acompañando en la soledad

I

Despertó con un sobresalto. Tragó aire como si se hubiera estado ahogando y sintió que su cuerpo se levantó un instante, como impulsado por un resorte, antes de caer de nuevo, sin fuerza.

Tock-tock-tock.

Era la maldita puerta.

Cogió la cobija y se escondió totalmente debajo de ella.

Tock-tock-tock.

Cada golpe era una pulsada de agonía en su adolorida cabeza. Y, para peores, cada vez sentía más: un sabor ocre en su boca, un vago dolor en todo su cuerpo, y no tanto en el estómago, de hambre. Tragó saliva y cerró con aún más fuerza los ojos, como si así pudiera mandarse a dormir de nuevo.

—¡Chloe! ¡Vamos! ¡Abre! —exclamó desde afuera la voz, seguida de otra tanda de golpes a la puerta.

—¿Olliver? —hasta ella oyó a su voz pastosa. Debía tener un aliento horrible, y ese dolor de cabeza… ¡Dios! ¡Cómo odiaba despertar últimamente! Tock-tock-tock ¡Y ese maldito golpeteo!

—¡Chloe! ¡Abre! —oyó a Olliver insistir, ya más serio.

Pero ella simplemente apartó la cobija de su cara con fiereza, agarró la otra almohada para cubrirse con ella la cabeza y el oído, respirando gracias a un pequeño espacio entre las dos.

No quería ver a alguien. ¿¡Es que no la podían dejar en paz!

Al parecer él lo hizo, porque de repente Chloe se dio cuenta de que volvía el silencio a su departamento. Estuvo a punto de volverse a dormir, o ya lo había hecho, cuando sintió una oleada de aire frío junto al sonido de tela movida por el viento.

—¿Chloe? —la voz de Olliver, tan cerca de ella, era de una frágil inquietud.

La vergüenza inundó a Chloe tan fuerte, que se hizo un ovillo en seguida, mientras le gritaba airadamente:

—¡Sal de mi casa!

Oyó como él tiró la cobija al suelo y, después, presintió que se le abalanzaba. Sintió el desnivel en el colchón por el peso del brazo que él puso como apoyo mientras su mano, le quitaba irremediablemente la almohada.

—¡Levántate Chloe! —el tono ameno que usó antes se había ido, para ser reemplazado por una decepción enojada.

Ella sintió el aliento de él cerca de su rostro mientras le hablaba, y la ira se apoderó de la mujer al instante en que comprendió su tono: ¿quién se creía que era para hablarle así? Chloe abrió los ojos y, aunque los tuvo que entrecerrar por el dolor que le produjo la luz en su cabeza, no dejó de mirarlo con enojo.

—No te di permiso de entrar Olliver. Vete de mi casa, que esto ya es allanamiento de morada.

Aunque estaba muy serio, Olliver frunció el ceño aún más. Parecía realmente preocupado pero, antes de que Chloe reaccionara a esa expresión, la cambió por una enojada. La cogió del antebrazo con fuerza y, al levantarse, la hizo sentarse en la cama, mientras decía:

—Levántate, no sé qué te pasa pero…

—¡DÉJAME EN PAZ OLLIVER! —su grito fue algo entre amenaza y ruego. Chloe intentó que la soltara moviendo el brazo, pero no lo logró.

—Levántate, Chloe —insistía él, haciendo fuerza para que se irguiera.

—¡Suéltame! —ella empezó a tratar de quitarle el brazo de su agarre con la otra mano, aunque sólo pudo sentir como él la aprisionó más fuerte. La impotencia y cierto miedo hicieron su caos emocional aún más fuerte, mientras lo volvía a ver, tratando de traslucir sólo ira—. ¿Qué te pasa? ¡Suéltame!

Después de enviarle una mirada de nuevo preocupada, él lo hizo y luego, se irguió. Chloe no pudo ni imaginar la forma en que él la veía ahí en la cama desde su altura, por lo que bajó su rostro. Sólo cuando oyó de nuevo su voz, volvió a verlo:

—Levántate, báñate, come algo y te vienes conmigo en seguida.

Los dos se quedaron mirando, ella con el dolor de cabeza, los ojos entrecerrados y aún enojada para ocultar su vergüenza pero, al verle el rostro, no pudo dejar de sorprenderse. Nunca había visto así a Olliver Queen. Es decir, sí lo había visto con una seguridad firme y hasta arrogante en toda su postura, pero el que la usara con ella y que, por debajo de esa postura, se trasluciera un temor preocupado, le pareció a Chloe fuera de lugar por alguna razón.

Ellos dos no tenían ese tipo de confianza. Tal vez se conocían el uno al otro mucho más de lo que la mayoría lo hacía, pero no era lo que se dijera un amigo como para que fuera a su casa a hacer un tipo de intervención.

Chloe sintió tanta vergüenza que tuvo que quitarle la mirada y se puso en pie rápidamente. Un mareo que la mantuvo ahí, frente a él, más de lo que hubiera deseado. El sólo imaginar lo que él tenía al frente la hacía desear estar en otro lado, no ser esa Chloe con el cabello revuelto, los ojos hinchados y enrojecidos, rodeados de manchas de rímel y ojeras; ni ser la que olía a sudor, cigarro y alcohol, y menos estar vestida con ese vestido pequeño y azul con lentejuelas (que hubiera sido muy favorecedor, sino estuviera arrugado y mal centrado en ese momento), que resguardaban apenas su cuerpo adelgazado, pálido y debilitado.

Tenía muchas ganas de volver a pedirle que se fuera, que la dejara sola para no sentir tanta vergüenza; pero ni siquiera tuvo la fuerza de dirigirle la palabra. Cuando se sintió de pie con suficiente firmeza, fue hacia el baño rápidamente y en silencio.

—¿Qué te ha pasado, Chloe?

La voz de Olliver estaba tan preocupada, que ella no pudo seguir caminando.

Ahí, con la mano en el pomo de la puerta, trató de responderse a ella misma esa pregunta. Ni Chloe lo sabía. Primero, había trabajado hasta 20 horas seguidas, apenas yendo a dormir o a bañarse a su departamento. Por medio de la tecnología de Isis los buscaba, trataba de contactar con Clark y encontrar a Lois y, cuando no lograba llegar a un avance (que era prácticamente todo el tiempo), seguía con su trabajo para con los infectados por meteorito. Trabajó como por tres personas o más, casi sin descanso, apenas con café… y cuando se dio cuenta de que eso no era lo que necesitaba, un día se dio vacaciones pagadas y se quedó en casa. Dormía, veía televisión, lloraba, miraba la pared y su mente parecía haber perdido toda la vitalidad de esos días, al perderla en el trabajo anterior. Pero, cuando empezó a llorar y recordar y pensar, a doler tanto que no lo soportaba más, decidió salir y, cuando se dio cuenta, Chloe salía todas las noches, y no hacía nada en el día.

Siempre terminaba yendo sola a casa en taxi. Sólo se embriagaba, bailaba, se divertía y se dejaba mimar, pero no ligaba en verdad. No era como si quisiera ponerse en riesgos innecesarios, aunque casi no comía, casi no hablaba, casi no limpiaba y ni siquiera discutía. Sólo parecía existir.

Claro que Chloe se lo había preguntado muchas veces, pero prefería no hacer un esfuerzo real por responderse, porque si lo hacía, recordaba…

De repente, se oyó hablando, sabiendo con cada palabra algo de la respuesta:

—Jimmy fue asesinado frente a mis ojos y sin poder evitarlo, por un monstruo en que había confiado y le incentivé que se obsesionara conmigo; Lois no aparecer por ningún lado y Clark no quiere verme… —cerró los ojos, a punto de llorar de nuevo. Su voz salió quebrada, aguda; las palabras atropelladas, da lo tan precipitadas que estaban por salir—. No sé, he estado a punto de morir demasiadas veces, y he resistido. He estado a punto de matar, y lo resistí. He visto todas clases de cosas, crueldad y heridas… No sé, creo que simplemente estoy harta de resistir. Lo intenté, en serio. Por dos semanas estuve trabajando, tratando de seguir siendo yo, de buscar a Lois y rastrear a Clark y, de repente, no le vi más sentido a continuar haciéndolo… —un sollozo se coló por su boca, la quijada tan dolorida por las ganas de llorar, que no lo pudo evitar—. Sólo, sólo… sal de mi casa.

Y entró al baño sin saber si quiera si Olliver la pudo oír.

Lloró otra vez, silenciosamente y sin poder mantenerse en pie, desnuda; bajo la ducha; mientras el agua caliente le quitaba un poco del dolor del cuerpo y el llanto no podía hacerlo con el del alma.