YAOI.
Disclaimer: Los personajes de Akatsuki que aparecen aquí pertenecen a Masashi Kishimoto.
Esta es la primera historia que subo. Espero que no sean muy duros conmigo y que les guste.
Capítulo 1.
Los débiles rayos del sol penetraron en una habitación, tiñéndola suavemente de colores anaranjados. Un joven se removió molesto en la cama, soltando un gruñido. Minutos más tarde el despertador situado en la mesita empezó a sonar, sobresaltándole. Abrió despacio sus ojos esmeralda y se incorporó de la cama, estirándose.
-Las ocho... -Suspiró y apagó la alarma.
Hoy era un día bastante importante. No sólo empezaban sus vacaciones de verano sino que también llegarían los nuevos inquilinos con los que tendría que compartir piso. Apenas sabía mucho de ellos, pero le ayudarían a pagar el alquiler y eso era suficiente. Además, si le molestaban, solo tendría que echarles y sus problemas terminarían.
Caminó tranquilamente por el pasillo hasta el baño. Encendió la luz y cerró la puerta. Comenzó a quitarse el pijama, su piel morena brillaba bajo los fluorescentes blancos. Con una mano acarició unos tatuajes que llevaba alrededor de las muñecas, simulando unas pulseras negras. Tenía dos en cada brazo. Abrió el grifo de la bañera y esperó a que se calentara un poco el agua antes de meterse.
Minutos más tarde ya estaba listo, con una toalla en la cabeza y terminando de abrocharse los pantalones. Desanudó la toalla, sus cabellos, aún húmedos, cayeron libremente sobre sus hombros, mojando la camiseta. Los secó un poco más con la toalla y los atusó con la mano.
Se dirigió al salón-cocina y comenzó a prepararse el desayuno. Lo de siempre, un café bien cargado y alguna galleta. Se sentó en el sofá pero no encendió el televisor. Sus ojos se posaron en el reloj, apenas había pasado una hora desde que se había levantado, pero tenía que dejar la casa lista para las doce.
Suspiró y se terminó el desayuno. Limpió la taza y la colocó encima de un trapo para que secara. Volvió a su habitación y abrió la ventana. Aspiró el aire y sus labios dibujaron una débil sonrisa. Habían acabado las clases y por fin tendría unos días libres. Miró sus apuntes de economía situados en el escritorio y se acercó a ellos. Empezaría por adecentar su habitación. Los cogió y los guardó cuidadosamente en un cajón del escritorio. Comenzó a hacer la cama.
El reloj del salón dió las campanadas, anunciando las doce de la mañana.
-Deben de estar al llegar...
No era algo que le gustara, la verdad es que detestaba tener que compartir su piso, pero el casero le había subido la renta y cada año que pasaba costaban más sus estudios. Así por lo menos podría ahorrar dinero. Además las dos habitaciones que ocuparían los nuevos inquilinos tampoco era que él las hubiera usado mucho, no las necesitaba.
El telefonillo comenzó a sonar. Ya estaban ahí. Echó un último vistazo a la casa y sonrió satisfecho.
-¿Si?
-¡Hey, soy Deidara, uhn! -Se oyó un remover de papeles- ¿Kakuzu, no? Soy tu nuevo compañero.
-Ah, sí. Pasa. -Calcó un botón y después de un "beep" se abrió la puerta. Esperó a que cerrara antes de colgar el telefonillo.
Caminó despacio hasta la entrada y esperó. Minutos más tarde tocaron el timbre.
Abrió la puerta. Delante de él se encontraba un muchacho más joven que él, tenía el pelo rubio y sus cabellos le llegaban hasta la cintura. Sujetaba dos maletas enormes y en el suelo aún había otras tres mochilas. Ladeó su cabeza y miró detrás de él. El joven clavó sus ojos azules en los suyos antes de mirar en su misma dirección.
-¿Esperabas a alguien más, uhn? -Kakuzu le miró.
-Sí, aún falta por venir otro, pensé que vendría contigo. -Se hizo a un lado y le invitó a pasar con la mano.
Con un gran esfuerzo levantó las dos maletas y pasó hacia el salón. Kakuzu agarró las otras tres mochilas y las depositó al lado del rubio, cerrando la puerta con la pierna.
-Bienvenido a tu nuevo hogar. -Kakuzu miró las maletas- Ya veo que vienes cargado.
Deidara se rió ante el comentario.
-Voy con lo justo. -Se colocó el pelo detrás de las orejas y observó la sala- Un salón-cocina, curioso, uhn. Me gusta.
-Deja ahí las cosas, te enseñaré primero esto. -Caminó unos pasos hasta colocarse en medio del lugar. -Bueno, esto es el salón-cocina. Supongo que no hay mucho que decir aquí.
El rubio simplemente asintió y se colocó cerca de él, observándolo todo. Se acercó a la cocina y abrió algún que otro armario. Kakuzu esperó a que terminara y caminó hasta el inicio del pasillo. Señaló una puerta.
-Aquí está el baño. -La abrió y dejó que el rubio pasara antes de entrar tras él- En este armario están las toallas y en el armario de al lado del lavabo puedes dejar la pasta de dientes y esas cosas.
-Está bien, uhn. -Deidara abría los armarios, mirando por dentro.
Kakuzu salió de nuevo al pasillo y le esperó. Señaló la primera puerta que se veía en el pasillo, cerca de la esquina, y caminó hacia ella.
-Ésta podría ser tu habitación. -Al acercarse se pudo ver el otro lado del pasillo. Había dos puertas más a la derecha y una a la izquierda. - O esta de al lado. La del fondo es la mía.
-Elegiré la que más iluminación tenga, la necesito para mis estudios uhn. ¿En la puerta de la izquierda qué hay?
-Ah, es una alacena. Ahí puedes guardar las cosas que no te entren en la habitación. -Kakuzu se encogió de hombros- Apenas está ocupada.
Deidara abrió la puerta de la primera habitación. Nada más entrar, a la derecha, había un amplio escritorio y un armario empotrado. Al fondo había una gran ventana con las cortinas cerradas y justo a la derecha estaba la cama. Aún quedaba bastante espacio por ocupar. Se acercó a la ventana y corrió las cortinas, dejando que el sol inundara la habitación.
-¿Qué tal? -Kakuzu lo miraba desde la puerta.
-Bastante bien. -Echó un último vistazo antes de acercarse a él. -Veamos la otra, uhn.
-Es lo bueno de llegar pronto, así puedes elegir. -Kakuzu le abrió la puerta y esperó a que entrara.
Deidara observó cuidadosamente la habitación. La única diferencia que tenía, a demás de la colocación de los muebles, era que ésta tenía una cómoda.
-Me quedo con la otra, uhn.
-Perfecto, vamos a traer tus cosas.
Caminaron juntos de nuevo al salón. Kakuzu cogió las dos maletas y una de las mochilas y volvió a la habitación, dejando las cosas en el centro. Deidara le seguía con las mochilas, casi arrastrándolas.
-Estás fuerte, eh. -El rubio suspiró y las dejó al lado de lo demás. Le sonrió- Gracias, uhn.
Sin devolverle la sonrisa miró su reloj de muñeca. La una y el otro inquilino no había llegado aún. Frunció un poco el ceño.
-Voy a hacer algo para comer. El otro parece que no llega. -Caminó hacia la puerta- Si quieres algo estoy en la cocina.
-Yo me pondré a colocar las cosas, uhn. -Comenzó a abrir las maletas.
-¿Quieres algo en especial para comer?
-Cualquier cosa está bien, lo que fueras a hacer para tí.
Kakuzu salió de la habitación y se dirigió a la cocina. Juraría haberle dicho al otro chico que a las doce estuviera allí. Ahora tendría que hacer otro tour por la casa. No, que demonios, que mire él lo que quiera, no volvería a enseñarla. Comenzó a sacar cosas de la nevera, haría una ensalada y unas zancas de pollo.
Cuando estaba acabando de freír las zancas, el telefonillo empezó a sonar repetidas veces. Las sacó del fuego y se acercó a atender la llamada. Deidara, curioso, se acercó al salón y se sentó en el sofá a esperar, mirando a Kakuzu.
-¿Sí? -Kakuzu ya se imaginaba quién sería.
-Joder, por fín. -"Bonito saludo, empezamos bien" pensó el moreno- Soy Hidan.
-Llegas casi dos horas tarde. -Pulsó el botón para que se abriera la puerta y, sin decir nada más, colgó.
Apenas un par de segundos más tarde el telefonillo volvió a sonar de nuevo.
-Podrías bajar a ayudarme, joder. -Kakuzu suspiró, algo molesto.
-No. Ve de varias veces entonces. -Colgó de nuevo.
Deidara lo miraba divertido. Kakuzu puso los ojos en blanco, ignorando el telefonillo, que volvía a sonar. Caminó hasta la puerta y se apoyó en la pared. Casi diez minutos más tarde picaron.
Abrió la puerta y se encontró de lleno con unos ojos violetas que le miraban con el ceño fruncido. Tenía el pelo blanco algo despeinado, pero se notaba que lo había tenido hacia atrás. Alrededor de él había tres maletas y una mochila. Kakuzu le miró, alzando una ceja.
-Hola, supongo.
Aquí está el primer capítulo.
Acepto cualquier crítica constructiva que pueda ayudarme a seguir con la historia.
¡Muchas gracias por leer!
