Disclamer: Naruto no me pertenece. La autoría es de Masashi Kishimoto. Sasuke y Sakura, por lo tanto, no son propios. Solo Aiko es completamente de mi invención.
Resumen: Los padres de Sakura sufren un accidente y quedan en coma. En el hospital conoce a Sasuke Uchiha, el médico encargado de controlar a sus padres. En dos años se crea una muy buena amistad entre ellos…y quizás algo más.
ADVERTENCIA: Mucho Ooc de parte de Sasuke.
Maldito doctor conquistador
El teléfono sonó varias veces con aquel pitido molesto. Vencida por el sueño, miró el reloj que yacía junto a su cama sobre la mesita de noche y se sorprendió al ver la hora. Eran las 2:30 a.m. Aquello no le daba buena espina. ¿Quién llamaría tan tarde?
Así y todo, atendió. El corazón comenzó a latirle con mayor velocidad cuando le anunciaron de dónde provenía la llamada. Era del hospital. Una enfermera le avisaba que sus padres estaban en un estado de coma del que probablemente no salieran y que terminaran por morir. El mundo se le vino encima.
Según lo que el personal del hospital sabía, el auto en el cual sus padres viajaban había conchado contra un camión en una peligrosa curva, con la lluvia haciéndoles de verdugo. El coche volcó por el impacto. Su madre salió disparada por el parabrisas y su padre había quedado encerrado entre los pedazos de metal destrozado.
Comenzó a llorar de tal forma que parecía que iba a terminar por deshidratarse. Gruesas lágrimas desbordaban de sus ojos verdes, rodaban por sus suaves mejillas y luego terminaban en su fino mentón para caer sobre el pijama rosa que traía puesto. No sabía que iba a hacer ahora. Sólo tenía 16 años, y ni siquiera concluía aún el secundario. ¡¿Por qué jodida razón le tenía que ocurrir todo esto a ella?! ¡Era sólo una niña! Una niña la cual debería dejar su papel de hermana mayor para convertirse en madre de su pequeña hermana de solo 3 meses de vida. No tenían ningún familiar que pudiera hacerse cargo de ellas. Hasta que al menos terminara la secundaria y pudiera conseguir un trabajo de tiempo completo.
Cuando la llamada acabó, se vistió a toda prisa, e hizo lo mismo con su hermana. Tomó las llaves de la casa, su celular, algo de dinero, un bolso que siempre tenían preparado para la niña y las llaves del auto de su madre. Cogió el carro a toda prisa, y se marchó hacia el hospital. Afortunadamente había conseguido el permiso de conducir hacía sólo unas pocas semanas atrás.
Al llegar a la clínica, aparcó el coche donde pudo. Tomó a la niña en brazos y, luego de cerrarlo, corrió hacia dentro del lugar. La lluvia seguía reinando sobre la noche.
Se acercó a la recepción y preguntó por la habitación de sus padres.
¿Es usted un familiar directo? – La enfermera de edad avanzada le preguntó mientras buscaba en la computadora el dato pedido.
Sí, soy su hija.
En los ojos de la recepcionista pudo notar lástima en cuanto la miró para darle el número de lo que buscaba. Apenas hubo acabado, agradeció y salió corriendo hacia el ascensor que la llevaría a la tercera planta. Por el apuro que la inundaba, intentó ingresar en el elevador cuando las puertas se abrieron, pero no lo logró porque un cuerpo amplio se lo impedía, logrando que casi cayera por el impacto del choque de no ser por unas manos que la sujetaban de la cadera. Las suyas apretaban a la niña contra su pecho, con temor a que se cayera. Subió la cabeza, y se sonrojó a causa de lo que veía. Un Adonis de cabellos azabaches y ojos negros, con un cuerpo de modelo. Se incorporó de golpe, castigándose mentalmente por pensar en eso mientras sus padres estaban muriendo.
Se disculpó con el hombre, el cual portaba una bata blanca. Claramente era un médico. Pudo leer "DR. Sasuke Uchiha" en una pequeña placa que se encontraba enganchada del bolsillo. Luego entró rápidamente en el ascensor.
Cuando llegó a la habitación de sus padres, una enfermera los revisaba. Golpeó la puerta con sutileza, y cuando la joven mujer abrió le preguntó sobre sus estados, aclarándole que eran sus hijas. La chica miró a la bebita y luego a ella. Le dijo que esperara al doctor, que no tardaría mucho en estar ahí. Asintió con la cabeza para después girarse y sentarse en las sillas que estaban frente a la habitación.
Unos minutos después, el doctor con el cual había tropezado antes ingresó a la habitación. Vio a la enfermera hacerle unas señas con respecto a ella, y al poco tiempo, salió.
¿Señorita Haruno? – La chica solo atisbó a asentir con la cabeza una vez se hubo alzado. – Supongo que sabe que sus padres están en coma. Están en grave estado. Lo más probable es que… mueran entre estas próximas 24 horas. Dios no lo quiera. Pero me temo que nosotros no podemos hacer nada. Ambos sufrieron derrames cerebrales y muchas contusiones en el cuerpo. La sangre se coaguló en algunos puntos vitales y si los operamos para destaparlos, el porcentaje de que sobrevivan es prácticamente nulo. Lo siento mucho. – Anunció al verla llorar y sentarse nuevamente. - ¿No tienes ningún pariente que pueda venir a recogerlas? – Ella negó con la cabeza, bajándola y sintiéndose una niña ante estos actos.
Nuestra… única familia eran ellos. No sé que haremos ahora. Ni siquiera he terminado la secundaria como para buscar un trabajo estable. Es mi hermana – dijo señalando con la cabeza a la niña - y quizás termine muriendo al ser yo sólo una niña tonta que no pude ni cuidarse a sí misma.
Deja a la niña en maternidad, y acompáñame a la cafetería. Pareces necesitar un café para despejarte un poco. Por cierto, ¿cuál es tu nombre? – La interrogó mientras le extendía una mano para que se alzara.
Sakura. Sakura Haruno. – Contestó mientras aceptaba la mano del hombre gustosa y se sonrojaba suavemente. - ¿Me puede decir dónde está maternidad?
Te acompaño. Además, queda a medio camino de la cafetería. – Sakura asintió, con una pequeña sonrisa adornando su bello rostro.
Gracias.
El tiempo siguió sin detenerse. Dos años habían pasado desde el accidente de sus padres. Quizás afortunada, quizás desafortunadamente, los padres de Sakura seguían vivos, pero inconcientes. Sakura, de ya 19 años, quien era toda una mujer bien proporcionada y bella, con su cabello rosa largo hasta la cintura, y Aiko, de 2, los visitaban todos los días. Sasuke Uchiha había sido el intermediario que había conseguido aplazar la fecha de desconexión de los padres de las chicas. Él, de 25, había forjado una amistad con Sakura. Ella siempre le llevaba el almuerzo cuando estaba de turno durante el día, y la cena, si estaba en la noche, en forma de agradecimiento por haberla acompañado todo este tiempo, cuidado de su hermanita mientras ella terminaba el secundario y por mantener vivos a sus padres. Solían salir mucho los tres juntos, y más que parecer amigos, parecían una familia joven. Varias veces se los habían dicho. Pero ninguno se molestaba en negarlo.
Sakura había conseguido trabajo como camarera en una cafetería cercana al hospital, donde trabajaba 8 horas por día, que se alternaban según los horarios de Sasuke: si él trabajaba de noche, ella trabajaba de día, y así al revés, para poder cuidar de Aiko sin necesidad de un tercero. Siempre se había negado a que Sasuke la ayudara a pagar sus gastos, los de la niña, los de sus padres y los de la casa, pero más de una vez lo había necesitado, mas devolvía el dinero apenas lo tenía consigo.
Ingresó al hospital para llevarle la comida a Sasuke. Aiko venía con ella, caminando a su lado con sus pequeños pasitos. Saludó a la recepcionista que, con el paso del tiempo, no había cambiado en nada.
Hola Sakura. ¿Vienes a ver a Sasuke?
Sí, Akira. ¿Está en su consultorio o está ocupado?
En su consultorio. Anda, ve, que yo le aviso que están aquí.
Sakura agradeció con una sonrisa, y se dirigió al ascensor, donde años antes lo había conocido. Gracias a él no se había derrumbado, y Aiko crecía como debía crecer.
Al llegar al lugar de consultas del Uchiha, llamó a la puerta y esta enseguida fue abierta para dejarse ver su dueño. Al verlas, una sonrisa apareció en su rostro, correspondida por la de ella y la carcajada de la pequeña Aiko.
Hola chicas, ¿cómo están? – saludó mientras se agachaba para tomar a la niña en brazos y luego besar a la pelirrosa mayor en la mejilla.
Muy bien Sasuke, ¿y tú?
Bien, con hambre. Se estaban tardando. – Comentó haciéndolas ingresar. – Aunque un poco preocupado. Sabes que se acaba el lapso de tiempo extendido que nos dieron para no desconectar a tus padres, y estos no presentan mejoría alguna. – La mujer de ojos verdes asintió, tornándose su mirada melancólica. – Ya queda solo un mes.
Si… los desconectaran, tendría que vender la casa para pagar todos los gastos del hospital y luego los del entierro. Y ahí sí que no sabré que hacer. – Se apoyó contra la camilla que había en el consultorio y dirigió la mirada al suelo como pensando.
No puedo decirte que podré cubrir todos los gastos, porque te estaría mintiendo. Pero en caso de que vendas la casa, vendrás a vivir conmigo.
Oh, no, Sasuke. Ya demasiado he abusado de tu bondad durante estos dos años. Venderé la casa y alquilaré algo pequeño que pueda sustentar con mi sueldo. – Le sirvió al hombre la comida, quien al recibirla, comenzó a degustarla con elegancia.
Nada de eso. Vendrán a mi departamento; es lo suficientemente grande como para caber los tres.
No, y no. Piensa en el futuro: querrás casarte, y tener hijos, pero no vas a querer llevar a tu novia a tu casa porque estaremos nosotras en me…
Deja de meter excusas. Vendrán a casa y punto. No dejaré que mis dos chicas favoritas estén lejos de mí, y menos colgando de una cuerda. – Sakura se sonrojó ante el comentario; Aiko sólo rió y se acercó a él alzando los bracitos para que la levantara. – A ti sí que te agrada la idea, ¿verdad? – Le preguntó a la pequeña pelirrosa.
Contigo no se puede. No se cómo te pagaré todo lo que haces por nosotras. Ni con todo el dinero del mundo podría.
Yo creo que con vivir conmigo sin quejarte, y alimentándome como lo haces será suficiente. – Con una sonrisa que la hizo sonrojarse, se paró y se acercó a ella con la niña aún en sus brazos.
Haré algo que te hará cambiar de idea, te lo aseguro. – Se acercó a él, más de lo que se acercaba normalmente, y levantó su rostro. Miró sus labios, y luego su rostro. Entonces, se paró de puntitas y lo besó. Quería que se diera cuenta que ella no era la persona más fácil para convivir. Y esa fue la única manera que se le ocurrió. Pero no esperaba que él le correspondiera, y menos que disfrutara del beso. La mano del hombre con la que no sostenía a la niña se dirigió a su pequeña cintura, y sus brazos subieron hasta el cuello del doctor.
La carcajada divertida de Aiko hizo que separaran sus bocas y que Sakura sacara los brazos de su cuello, pero él no retiró su mano de su cintura. Ella bajó su cabeza, logrando así que algunos mechones rebeldes ocultaran su sonrojado rostro. Sin embargo, él le levantó el rostro y nuevamente la besó. Realmente la mejor sensación que jamás había sentido era la de juntar sus labios con los de él, que sabían verdaderamente deliciosos. Se volvieron a separar esta vez por la falta de aire pero ella no bajó la cabeza como anteriormente lo había hecho.
¿Por qué… fue eso?
Quizás eso te lo deba preguntar yo a ti, ya que tú comenzaste.
Sabes que no me refiero al primero, sino al segundo.
Puede que haya sido algo que quería hacer desde hace tiempo, pero que no me atrevía por miedo a que te molestaras y te alejaras de mí.
¿Y qué te hace pensar que ahora no estoy molesta o que no me alejaré de ti? – Frunció el seño mientras esperaba una respuesta convincente. Pero antes de recibir una respuesta, el la volvió a besar, siendo correspondido nuevamente.
Lo que me hace pensarlo es… que me hayas correspondido las dos veces que yo te besé.
Eres… un maldito doctor conquistador. – Y tomándolo de la camisa, lo volvió a besar.
FIN
Espero que haya sido de su agrado. Yo no quedé del todo convencida, pero bueno. Se hace lo que se puede, ¿no? Me gustaría que me dejaran un review para conocer sus opiniones. ¡No cuesta nada! Solo denle al Go! y escriban.
Nos leemos!
Besoottes.
AnToo96
