{N/A}: Debido al poco tiempo que tengo (ya sabéis, épocas navideñas, entre trabajo y otras cosas) he decidido hacer este pequeño drabble. Pero primero unas palabras: ¡Carro! ¡Teléfono! ¡Medicina!
{Disclairmer}: Este fic participa en Castigo con Umbridge del foro "El Mapa del Mortífago". Los personajes no son de mios, pertenecen a J.K . Con esto no se pretende sacar ningún valor monetario.
{Basado en}: Innocence (Avril Lavigne) (Hysteria (Muse) Du Hast (Rammstein) Resistance (Muse)
Ese día despertó con la luz de la mañana golpeándole la cara de lleno.
Se removió de manera que pudiese tapar la luz que estaba dándole en toda la pálida cara que tenía. Su nariz se arrugó levemente en señal de disgusto y su boca se torció suavemente mientras se obligaba a sí mismo a levantarse de la cama maldiciendo y dando pequeños tumbos hasta llegar a la ducha donde paso un largo rato en esta.
Una vez que cruzó el umbral de los dormitorios, comenzó a calzarse; soltó un ligero bufido al escuchar a sus amigos comenzar apenas a desperezarse, antes del desayuno donde seguramente todos bajarían desmotivados por varias razones, quizá los O.W.L's. o quizá por ella. Frunció el entrecejo al recordarla, esa bruja (hablando de la manera en la que actúa) era un personaje que se había ganado un puesto entre sus listas de enemistades, aun en un puesto similar al rubio estúpido de Slytherin. Una vez que estuvo abajo miro a todos en la mesa de profesores frunciendo el entrecejo. Ahí estaba esa persona detestable, con esa sonrisa en su avejentado y detestable rostro parecido al de un sapo.
De verdad que la odia, bueno no la odia, odiar es una palabra usada para Malfoy; ella la detesta por varias razones. Su mirada se queda fija en ellas unos momentos antes de sentarse en la mesa de Griffyndor en el gran comedor.
Le estaba molestando, le estaba irritando demasiado, la odiaba, realmente lo hacía desde aquel momento en el que había nombrado a Malfoy y a sus gorilas como parte de sus seguidores y ahora ellos llamados "La brigada inquisitorial" se dedicaban a quitarle puntos, sancionarlos y molestarlos aun más. Soltó con desgano un bufido aquella mañana en el gran comedor mientras jugaba con su plato y miraba su cicatriz en la mano, "no debo decir mentiras" recitaba la frase.
Las horas pasan y el atardecer llega junto con aquel lugar que ha encontrado seguro para sí mismo, para todos aquellos que le siguen, ahí están todos reunidos en la sala de Menesteres, practicando sus hechizos, conviviendo todos. Se toma un momento para pensar su vida, no era tan mala como siempre supuso (omitiendo que tienes a un loco que quiere matarte por puro placer), ellos habían encontrado en él, y en el castillo un lugar en el cual estaban seguros, en el cual ni una lagrima era derramada por dolor o preocupación.
— ¿Harry? — Esa era la voz de Hermione llamándole suavemente, sacándole de su ensoñación momentánea— Ella lo ha descubierto. Umbridge lo ha descubierto...
— Si — susurró— Lo sé... pero no hay que dejar que nos encuentre
El estaba decidido, opondría resistencia a ella, a la regordeta rosada con cara de sapo la cual quería quitarle a Hogwarts todo lo que tenía desde que el puso un pie en la escuela, se opondrían, probablemente estaría mal, eso se estaba saliendo de control, si seguían su ''programa establecido'' vivirían con miedo, les separarían y perderían toda la de protegerse de futuros males.
