Naruto y personajes propiedad de Masashi Kishimoto
Sólo la trama de esta historia pertenece a mi autoría.
.
.
Mini fic regalo para una buena amiga a distancia, Mariana Olivera (Miss Sakumaight). Muchas felicidades por tu cumple, que sigas acumulando años, éxitos, y muchas alegrías, de parte de tu amiga Eva =). ¡Abrazos!
.
.
/-/- ETERNAL -\-\
I
Find me
.
.
El Sol estaba por aparecer en el horizonte, desde el lugar en el que se encontraba, podría maravillarse con la vista en unos cuantos minutos. Aquella colina era su lugar predilecto, su espacio de meditación y descanso. El azul oscuro del cielo, poco a poco se llenaba de destellos anaranjados y amarillos, a sus muchos años, le parecía sorprendente conmoverse aún por el divino espectáculo.
Escuchó una rama romperse, su vista continuó fija en la lejanía, en la infinidad de estrellas que comenzaban a desdibujarse. Un sutil viento ártico le acarició la nuca. Ellos estaban aquí, habían decidido por fin derrocarla.
Sonrió tristemente, a pesar de saber lo que harían, los perdonaba. Eran su raza, su familia…
—No podemos consentir que nos sentencies a la extinción —la desgarrada y conocida voz la emocionó hasta las lágrimas.
—Has sido tú el elegido —respondió imperturbable.
—No permitiría que fuese otro —el caliente suspiro rozó su oído derecho.
—Esto es inevitable. No puede detenerse lo que ya está en marcha —advirtió con la sabiduría que la caracterizaba.
—Por lo menos lograremos posponerlo. Los clanes han hablado. Por tu traición a la raza…serás derrocada. Se te sentencia a…
—Mátame de una vez, antes de que pierdas las fuerzas —apuró cuando el primer rayo de luz se reflejó en sus ojos verdes.
—Yo… —la vacilación de su súbdito más querido y leal, le partió el corazón un poco más.
Te amo tanto…
—Escucho tus pensamientos, no sufras por mí…No hoy, no mañana, pero en algunos siglos…renaceré y…nos reencontraremos. Entonces también, la exterminación será inevitable —advirtió con seriedad.
— ¿Por qué?
—Tú sabes porque. Ya no son lo que solían ser, el poder los ha cegado y yo soy la única que puede detenerlos. Es la explicación de que estés aquí, con la daga de la eternidad.
—Los prefieres a ellos por sobre tu vida…los odio, odio a los malditos humanos a los que has decidido proteger… —sintió el momento exacto en el que su alma se cubrió de hielo.
—Algún día haré que los ames tanto como lo hago yo, ese día comprenderás mi sacrificio. Respira profundo, duerme tranquilo, has cumplido con el deber de tu clan —las palabras cálidas y dulces ayudarían a calmar su sufrimiento—. Hasta que volvamos a encontrarnos…Sasuke… —el amanecer los alcanzó, igual que el dolor de su corazón siendo atravesado por la letal plata de la filosa daga.
—Hasta que volvamos a encontrarnos…mi reina.
Contempló con ojos llorosos, como la hermosa mujer de cabellos largos, desaparecía en preciosos fragmentos de polvo cristalino.
.
.
.
En la actualidad.
Despertó sobresaltada, el dolor en su pecho era bastante fuerte. La sensación de indefensión y melancolía que la aquejaba algunas mañanas, estaba presente aquel día. Sabía que había soñado con algo doloroso e importante, pero ignoraba de qué se trataba ese sueño, ya que siempre al despertar, su mente se quedaba en blanco. Después de algunos minutos que necesitó para reponerse, se puso de pie con alegría.
Era un amanecer soleado y caluroso, se acercó hasta su conejo que permanecía tumbado en su canasta y le acarició la esponjosa cabeza, el animal abrió los perezosos ojos y le dedicó una mirada de fastidio con sus rojizas pupilas.
—Señor rabito guárdese su mal humor, ¿Qué no ve el precioso día que nos ha regalado el creador? –señaló hacia la ventana.
Púdrete optimista
—Conejo majadero, eso me gano por adoptar al conejo más viejo y amargado del refugio —refunfuñó cuando el animal le dio la espalda y volvió a acomodarse para seguir durmiendo.
Sakura Haruno había aceptado desde hace mucho, que ella no era una mujer normal. Poder leer la mente no sólo de seres humanos, sino de los animales —y poderse a su vez, comunicar con ellos—, era un don que poseía desde que tenía memoria, además de la telequinesis y la sanación rápida de cualquier herida física.
Huérfana de nacimiento, criada por amorosos padres adoptivos ya fallecidos, Sakura llevaba una vida parcialmente común. No poseía familia, tampoco amigos cercanos que pudieran contarse más allá de los dedos de la palma de una mano. Tenía veintidós años, un trabajo "raro", varias mascotas y, una cuenta de poco más de diez mil dólares en el banco —gracias a la pequeña herencia que los Haruno le legaron—.
Nunca fue alguien popular en sus años de secundaria, al contrario, poder escuchar los insanos pensamientos de sus compañeros de colegio, la obligaron a retraerse aún más y a no querer pasar por lo mismo cursando la Universidad. Era lista, bastante. Asimismo, la caracterizaba un desarrollado sentido de la intuición que le ayudaba frecuentemente a no meterse en problemas. Mantenía un bajo perfil.
Únicamente poseía un defecto incurable, así lo llamaba ella, por considerarlo algo inherente a su genética. Se sentía atraída por cualquier tema sobrenatural. Dígase la existencia de extraterrestres, de fantasmas, de brujas, incluso del pie grande o el monstruo del Lago Ness. El ambiente de lo paranormal la envolvía, después de todo, ella misma era un excelente ejemplo de que en el mundo, existían seres y situaciones que escapaban de la comprensión humana.
Contaba con una vasta colección de libros de ciencia ficción, horror y fantasía. Sus programas favoritos estaban acomodados en la misma categoría. Adoraba las cintas de suspenso, los documentales de terror que por lo general eran solo fraudes y, el Halloween. No necesitaba de mucho para ser feliz, con un maratón de los expedientes secretos X la noche de viernes, era suficiente.
Se duchó rápidamente. Mientras sus pop tarts se preparaban en el tostador, corrió a vestirse. El gato negro que recogió de un callejón, apareció en la ventana de su recamara, arañando el cristal para que ella le abriera.
—Ya de vuelta Mister Dark, espero que no se haya ido de juerga con la gata del vecino, no necesito que venga a reclamarle obligaciones de paternidad —lo miró acusatoria.
Métete en tus asuntos, solterona
— ¡Ja, si no tengo novio es porque no quiero!…, eso y, porque…escucho todas las tonterías que piensan hacerme en la primera cita –murmuró decaída. Hasta el gato vagabundo tenía más vida social que ella, pensó con tristeza mientras el felino se contoneaba hacia la cocina.
Se deshizo de la repentina nube negra que cubrió su buen humor y, corrió a buscar su ropa, esperaba no llegar tarde de nuevo al negocio de Tsunade la pitonisa. Su jefa era muy comprensiva, pero también poseía un carácter volátil que podía volcarse contra ella si le daba motivos.
Ya con su falda larga y colorida, la blusa roja sin mangas, la mascada guinda haciendo juego en su delgado cuello y, sus botines negros, se condujo al minúsculo baño para maquillarse un poco y cepillarse el cabello.
El espejo le regresó la imagen de un rostro hermoso, su mirada brillosa y hechizante era lo que más le gustaba. Sus pupilas verdes eran su máximo atributo, al menos para ella, que no disfrutaba para nada de los vistazos lascivos y cumplidos vulgares que los hombres le dedicaban por sus marcadas curvas, por eso las escondía siempre. Negó acostumbrada y peinó el corto cabello rosado que caía lacio a centímetros de sus hombros. Algo de rímel para enmarcar sus tupidas pestañas, un poco de brillo labial, listo. Atravesó de vuelta la atestada estancia y entró a la cocina por su poco nutritivo desayuno. El café era uno de sus tantos vicios, al igual que lo dulce.
Comió con velocidad, disfrutando apenas la comida. Después, dejó servido el plato del gato, del conejo y el del perro —pulgas, su escurridizo pug, tenía su propia entrada, por lo que iba y venía como le daba la gana—, revisó la pecera, sus tres peces payasos no tenían apetito. Tomó las llaves y su bolso, revisando que su cartera y su móvil estuviesen dentro.
— ¡Regreso por la tarde, no hagan un desastre por favor! –se despidió de sus animales.
Cuídate bruja, y no regreses con otro animal sin casa, ya somos suficientes.
—Mister Dark, el día que usted pague la renta, puede reclamarme todo lo que quiera, mientras tanto, guárdese sus críticas. ¡Ah, y no se coma a los peces! —cerró de un portazo, según la hora en su reloj de pared, debía correr para llegar a tiempo a su trabajo.
Treinta minutos después, atravesaba la puerta transparente del local. Tsunade salió por el marco rodeado de cuentas que cubría la habitación oscura, misma en la cual la mujer rubia realizaba sus adivinaciones, hechizos, lecturas de cartas y, "contactos con el más allá".
—Sakura, buenos días. Llegas justo a tiempo para recibir a nuestra primera clienta, la señora Kushigawa llegará en cualquier momento, ya sabes qué hacer, estaré "preparándome para atenderla" —comunicó con sonrisa astuta.
La joven asintió de inmediato. Su labor era simple, colocarse tras el mostrador y fungir como recepcionista, cobrando a su vez el servicio por adelantado. Asimismo, darle todo el tiempo posible a su jefa, para que esta observara por la cámara oculta a los clientes recién llegados. Tsunade era una muy buena estafadora, sabía leer a la perfección a las personas, aprovechándose de las debilidades y necesidades que estas le reflejaban por medio de sus expresiones corporales y sus palabras.
Ella no tenía ninguna objeción, si a esas mujeres y hombres desesperados les gustaba perder su dinero con una farsante como la señorita Senju, ella no era nadie para quejarse. Le gustaba su trabajo porque era lo más cercano a practicar su don sin ser descubierta o tachada de loca, además, Tsunade era muy excéntrica y divertida, la apreciaba y la trataba muy bien. ¿Cómo no devolverle el cariño que la mujer le tenía?
El día transcurrió rápidamente, Tsunade atendía alrededor de siete clientes diariamente. Sus servicios eran muy populares en aquella zona de la ciudad. Mientras ella cerraba el local, la rubia se deshacía de toda la parafernalia que utilizaba para impresionar. Cuando las cortinas estuvieron corridas y las luces principales apagadas, Tsunade apareció de nuevo, luciendo un traje de chaqueta, como cualquier mujer de negocios y no como la hechicera que aseguraba ser.
—Se ve muy bien, ¿tiene otra cita con el señor Jiraiya? —preguntó a la vez que recogía sus cosas para irse a su casa.
—Hmn, me ha convencido de ir a cenar al nuevo restaurant que abrieron en el centro y, como no tenía nada mejor que hacer —se alzó de hombros fingiendo indiferencia.
Lo cierto es que ese hombre cada vez me tiene más loca
La oyó Sakura suspirar preocupada en su interior. Tsunade no había tenido una vida fácil, a pesar de su edad, que ya rebasaba el medio siglo, seguía siendo soltera. De joven había estado comprometida, pero su novio murió en un accidente antes de llegar al altar, lo que la dejó sumida en una depresión que le impidió volver a enamorarse e ilusionarse con otro hombre. Guardándole para siempre fidelidad a su fallecido y único amor.
—Hace bien en distraerse, el señor Jiraiya parece buen partido —la animó con una sonrisa.
—Va, no es más que un remedo de escritor, un rabo verde bueno para nada.
—Pues yo pienso que hacen una bonita pareja —insistió con delicadeza, no quería hacerla enojar.
—Sakura, eres una joven muy ingenua. Además, qué sabes tú de eso, no te he conocido ni un solo novio en estos tres años que llevas trabajando para mí.
—Es que…estoy esperando al indicado —desvió el rostro con vergüenza.
No estaba cerrada al amor. En el fondo, anhelaba encontrar a un hombre bueno y dulce que la quisiera por lo que ella era, no por si lucía hermosa, como hacían la mayoría de sus pretendientes. Lo primero que les pasaba por la cabeza cada vez que la veían, era en cómo estaría sin las capas de ropa. Si sus senos serían lo suficientemente grandes debajo de la blusa, o si sus piernas largas eran tan suaves como su piel tersa sugería. Negó resignada, leer la mente de los demás, era algo horrible, aunque muy útil. Le había evitado bastantes sufrimientos a lo largo de su vida.
—Tal vez lo conozcas pronto, en ese viaje que te has planeado —fue el turno de Tsunade de animarla—. Según me dijiste, ya tienes un nuevo destino raro en tu lista de viajes extraordinarios, ¿no es así?
— ¿Cómo?
—Que por fin puedo concederte las vacaciones que me has estado pidiendo. Mi amiga Shizune vendrá a pasar una temporada conmigo. Le pediré que me ayude en el local, así tú tendrás esas dos semanas que tanto te mereces.
—¿En serio?. ¡Gracias Tsunade, muchas gracias! —se emocionó de inmediato. Desde que cumplió un año más trabajando para su amiga rubia, tenía planeando su viaje de descanso.
—No será lo mismo sin ti aquí, pero confío en que regreses más animada y relajada. Has ideado esa salida desde hace meses, es justo que por fin te la conceda.
— ¿Cuándo, cuándo puedo irme? —le urgía comprar su boleto hacia Mist Town, la ciudad de los misterios, en donde la gente anormal como ella, abundaba.
—Mn, dame dos días más para organizarme con Shizune, después puedes irte con toda libertad. Es más, cuidaré de tus mascotas, así no tendrás preocupaciones.
—Oh no, eso sería abusar demasiado…
—Sakura, eres como la hija que siempre deseé, pero que lamentablemente no pude tener —sus ojos se entristecieron durante unos segundos—, no te preocupes, sé que son muy independientes y, a mi amiga no le molestará echarme una mano con ellos, ella adora a los animales.
Sakura se acercó a ella y le dio un fuerte abrazo. Tsunade le correspondió con el mismo sentimiento.
—Bueno, basta ya. Llegaré tarde a mi cita, no es bueno hacer esperar a ese viejo, podría caer muerto en cualquier momento, así que tengo que aprovechar mientras aún respire. Y tú, corre a hacer las maletas, espero que me dejes la información del hotel donde te hospedarás y la lista de tu itinerario, no quiero preocuparme porque algo malo te suceda estando yo tan lejos para ayudarte –sentenció seria.
—No se preocupe Tsunade, sé cuidarme, pero le prometo que le dejaré todo la información que necesite.
…
Tres días después, Sakura atravesó las puertas de salida del aeropuerto de Mist Town. En una mano arrastraba su maleta, en la otra, la jaula de Mister Dark, el gato había insistido en acompañarla, ya que no se fiaba de ella. «Eres una ilusa, a la primera esquina te desplumarán, necesitas quien cuide de ti».
La ciudad era una maravilla. El cielo estaba cargado de nubes, el clima se sentía frío y húmedo. Las calles, edificios y casas, de un estilo góticamente definido. Subió al taxi que la llevaría al pequeño hotel que escogió por Internet. No despegó la vista de la ventanilla, los transeúntes podrían parecer extras de una película de terror. Tan diversamente exóticos y tan parecidos a la vez.
— ¿Primera visita aquí? —comenzó a conversar el conductor, un hombre rayando los sesenta, con una sonrisa sincera y una mirada de genuino interés por la plática.
—Si —respondió ella vibrante.
— ¿A qué club perteneces, linda? —preguntó deteniéndose en un semáforo en rojo. Frente a ellos cruzó un grupo de adolescentes vestidos con amplias gabardinas negras y, con el cabello largo y oscuro cubriendo sus rostros mortalmente pálidos.
— ¿Club? –contestó entretenida, viendo a los jóvenes entrar a un negocio que quedaba en la acera de enfrente. Parecía una cafetería, el nombre que brillaba en el cartel de neón decía "Muérdeme".
—Sí, ya sabes. ¿Eres de las que les gustan los vampiros, los fantasmas o los hombres lobos?. Viéndote, más bien podría asegurar que eres del tipo que se cree bruja. La falda larga, las botas en pico… —explicó divertido—, además del gato negro.
—Oh, bueno…si, algo así —asintió sin querer entrar en detalles, el señor no parecía juzgarla, sino acostumbrado.
—Aquí dominan los vampiros —comentó pisando el acelerador al cambiar la luz a verde—. Verás que muchos negocios basan su economía en los chupasangre, aunque eso no quita que también acojamos a otro tipo de seres sobrenaturales.
Sakura lo sabía, precisamente era el motivo por el que ella había elegido esa ciudad como su próximo destino turístico. Los vampiros eran sus personajes favoritos.
—Claro —asintió cuando él se detuvo por fin en el hotel.
—Diviértete, es a lo que todos vienen, a vivir la fantasía. Pero también ten cuidado, algunos se toman demasiado en serio su papel —aconsejó regalándole otra sonrisa a la vez que le pasaba su maleta.
—Gracias, así lo haré —pagó el viaje y se despidió del amable hombre.
Se cerró el abrigo de lana que la cubría del helado clima, cogió la jaula de Mister Dark y su equipaje, encaminándose a la recepción del oscuro edificio que se alzaba a tres pisos frente a ella.
Una encantadora señora vestida como Morticia Adams la recibió amablemente, registrándola de inmediato como huésped y, dándole la habitación mejor ubicada y más cómoda. Un botones con más bien pinta de Frankenstein, la guió al tercer y último piso. El ascensor era de estilo antiguo, junto con todo lo demás. Las paredes estaban empapeladas con tapices elegantes y muy interesantes. Diseños que iban desde rombos, hasta enredaderas y formas psicodélicas, todas en tonos oscuros.
Su habitación la deslumbró. La enorme cama victoriana con dosel, cubierta por un edredón rojo de lo que supuso era seda, la hizo pegar un grito de placer. Las puertas del ventanal permanecían cerradas, las cortinas de terciopelo también rojo, estaban abiertas de par en par, permitiéndole contemplar una vista increíble de la lúgubre ciudad. No había televisor, el único mobiliario además de la cama, era un ropero enorme de madera de cedro, lo mismo que las mesitas de noche, con unas lámparas monísimas hechas de hierro. Se descalzó sintiendo la mullida alfombra bajo sus pies, en la esquina izquierda una puerta le indicaba el cuarto de baño.
La tina y el lavabo eran de bronce, parecía que había retrocedido en el tiempo. Un espejo ovalado que se veía muy viejo y costoso, sobresalía sobre la bañera. Su cara estaba sonrosada de la emoción, sus ojos brillaban con ilusión, esas vacaciones prometían ser todo un sueño hecho realidad.
—Mister Dark, esta noche hay que descansar muy bien —por fin sacó al gato de la jaula, acariciándole la cabeza antes de que él se alejara—, porque mañana nos espera un grandioso día —se dejó caer sobre el blando colchón.
Hjm, tú duérmete tonta, yo haré guardia para evitar que Jack el destripador entre aquí y nos deje sin órganos.
Sakura rió divertida, si, esas vacaciones cambiarían completamente su aburrida vida. Solo que no se imaginaba cuánto.
.
.
Abrió los párpados con sorpresa, un escalofrío recorrió su espina dorsal. Sus ojos cambiaron del ónix al rojo en un instante. Se puso de pie y caminó hacia la orilla, observó la lejanía, intentando encontrar lo que había llamado su atención. Nada, únicamente la oscuridad, acompañada de algunos truenos lejanos y relámpagos que anunciaban la ya tan típica tormenta. Se hallaba en el techo de una de las grandes mansiones de su clan, una casona sombría con montones de habitaciones igual de lóbregas. No le gustaba el lugar, pero tampoco tenía muchas opciones hacia las cuales dirigirse.
En donde sea que se escondía, ellos lo encontraban. En Mist Town por lo menos podía pasar desapercibido. A su familia y compañeros no se les ocurriría buscarlo allí, sabían que él era un solitario, probablemente creyeran que se mantenía aislado en alguna montaña o cueva oscura y, no prácticamente frente a sus narices.
Volvió a concentrarse en la excéntrica ciudad, había algo nuevo, algo que lo llamaba, que hacía que sus sentidos despertaran de manera poderosa. Los colmillos se deslizaron sin que él fuese consciente, sus fosas nasales se ampliaban queriendo percibir más allá del olor a pino y a lluvia. ¿Qué diablos le sucedía?. Era un vampiro ancestral, no un macho joven incapaz de controlar sus instintos. Respiró profundamente, cerrando los ojos y contando hasta diez.
Sus colmillos se retrajeron, sus pupilas retomaron su negro habitual, la tensión de sus esculpidos músculos se fue disipando. Tal vez necesitaba alimentarse, hacía mucho de su último trago de sangre. No le gustaba tener que buscar a una vampiresa para clavarle los colmillos, simplemente para seguir viviendo. Odiaba beber sangre de su propia raza, porque las hembras siempre ambicionaban más de lo que él buscaba en ellas. Pero alimentarse de humanos sería indigno para alguien como él, un raza pura jamás bebía la asquerosa sangre de seres inferiores como ellos.
—Estás hambriento, eso explica tu agitación y tu falta de concentración. Tómate la noche, seguro que encontrarás a una vampiresa desesperada por satisfacer tu sed.
La hermosa voz se coló en sus pensamientos, cubriéndolo de recuerdos tempestuosos.
—No es necesario, puedo resistir varios días sin alimentarme —explicó con formalidad.
—Es preciso que lo hagas. Ve, no es una sugerencia, es una orden Sasuke —la determinación en su precioso rostro no aceptaría una nueva negativa.
—Mi reina… yo…como usted ordene.
—No me gusta obligarte a hacer algo que no quieres. ¿Por qué no te gusta alimentarte Sasuke?, es absurdo que le tengas tanta aversión a la sangre —ella se acercó con gracia, haciendo flotar la vaporosa tela blanca de su inmaculado vestido. En su mirada verde se adivinaba preocupación por él. Era un idiota, había logrado abrumarla con sus tonterías.
—No es nada, cumpliré con su mandato de inmediato —se giró apresurado.
—No es la sangre lo que te incomoda —acotó segura, acababa de leer sus pensamientos. Él volvió a encararla.
—No —no tendría sentido inventar excusas, ella ya sabía lo que le sucedía.
—A veces me olvido de lo joven que eres —sonrió y todo dentro de él se iluminó—. No es necesario que intimes con ellas, la alimentación y la reproducción no siempre van de la mano.
—Es desagradable para mí siquiera tocarlas, ellas no son… —no son tú, no tuvo que decirlo, ella lo escuchó dentro de su cabeza. Sus mejillas ardían de mortificación.
—Acércate —pidió con delicadeza, él no pudo evitar hacerlo—. Hazlo, bebe todo lo que necesites.
—No…no puedo, ¡no soy digno! —estaba tan asombrado, sus encías picaban, sus ojos se tornaron rojos, su cuerpo se llenó de anticipación.
—Sasuke…eres el único al que podría otorgarle este privilegio. Bebe, deja que recompense tu lealtad —dejó al descubierto la magnífica tez de su hombro, invitándolo, aceptándolo.
De vuelta en la realidad, el sabor de su sangre aun lo mareaba. Ansiaba el calor de aquella deliciosa piel, misma que jamás tendría de nuevo. Retomó el control de sí mismo, esperaría un poco más, después, tendría que hacer lo mismo que hacía siempre. Encontrar su fuente de alimento para no desfallecer, aunque aquello era lo único que anhelaba. La eternidad sin ella no era más que una fatal condena.
La vida jamás volvería a tener sentido sin su reina, sin su ama…sin su amor.
.
.
.
—Este lugar parece bueno, ¿Qué cree usted Mister Dark? —se detuvieron afuera de una cafetería que le daba la bienvenida a las "almas eternamente atormentadas", según el cartel que lucía en la puerta.
Si sirven pescado, por mí está bien.
—Hecho —entró contenta, encontró una mesa vacía en el fondo y se acomodó esperando a la mesera.
—Buenos días, ¿Puedo traerte algo de tomar mientras observas el menú? —la bonita camarera tenía el cabello de tres colores distintos, su dentadura estaba quirúrgicamente modificada, ya que aquellos enormes colmillos no podían ser reales. Su camiseta con el lema "armas de destrucción masiva", hacía más divertido observar sus enormes pechos operados.
—Ahm, claro. Tráeme por favor un café levanta muertos, mn, Mister Dark, ¿un plato de leche de vaca zombie para usted? —asomó bajo la mesa buscando al gato.
—Oh, lo siento, no admitimos animales —la chica sonrió apenada, observando al felino saltar hacia la silla al lado de Sakura.
—Pero…prometo que no dará problemas, es un gato muy obediente.
—Lo siento, políticas del dueño —explicó con sonrisa forzada.
Hmn, dejan entrar a fenómenos que claramente tienen serios problemas de identidad, pero se preocupan por un simple gato. Vámonos bruja, te dije que entráramos al club de los hombres lobo que queda al final de la calle, al menos allí no seré el más peludo. Por cierto, dile que acaba de ganarse siete años de mala suerte.
—Ni hablar, vamos Mister Dark.
Al dirigirse a la salida, un chico de unos veintitantos años que repartía volantes la interceptó. Aceptó el papel con una sonrisa, misma que se borró cuando escuchó al tipo alabar mentalmente su increíble retaguardia. Concentrando toda la energía que pudo, hizo volar por los aires el bonche de volantes que el chico sostenía, haciéndolo caer al piso después. El desconcierto del joven quedó en evidencia cuando buscó por todos lados tratando de encontrar a la fuerza invisible que creía lo había empujado.
Salió con la cabeza retumbándole. Caminó al parque que quedaba frente a la acera, allí se sentó para recuperar fuerzas, la telequinesis le generaba una ligera migraña. Después de su necesario descanso, se distrajo al leer el mensaje del anuncio, consistía en algo muy interesante.
—"Club los condenados, gran noche de chicas. Tú pones la sangre, nosotros el ambiente. Abierto a partir de la medianoche, hasta que salga el sol", Mister Dark, creo que ya sé dónde nos divertiremos esta noche —comentó registrando la dirección—. ¿No cree que sea emocionante codearse con vampiros?
Bueno, si quieres contagiarte de hepatitis por beber sangre contaminada de locos que se creen Edward Cullen, ¿Quién soy yo para estropearte la fiesta?
—Oh no, yo no haría eso, además, son sólo juegos. Seguro será como una gran fiesta de disfraces —comentó entusiasmada.
No. Aquello no se asemejaba ni remotamente a una inocente fiesta de disfraces. El club de los condenados, era sencillamente como su nombre lo indicaba, el infierno en la tierra. Parada a escasos dos metros de la entrada, la carne se le puso de gallina. El lugar estaba lleno de rincones siniestramente oscuros, iluminado tentativamente por reflectores rojos que daban un aspecto de llamas bastante reales. Se dirigió a la barra, tal vez si se mantenía alejada de la enorme afluencia de personas, su corazón se tranquilizaría un poco.
Deliciosa.
La profunda voz la sacudió de angustia. Giró la vista hacia una de las esquinas que se mantenían en penumbra, un hombre alto y tremendamente fornido, mantenía sujeta a una pequeña mujer, a la vez que se prendaba de su cuello. Si no creyera que aquello no era posible, juraría que lo que brotaba del escote de la mujer era sangre verdadera.
Duele mucho, si sigue bebiendo así me desangraré.
El aullido agonizante de un chico tendido en un sofá de cuero negro, la paralizó. Sobre él una mujer de cabellera negra y despiadadas curvas, succionaba sus pectorales.
¿Qué era eso?, la filmación de una cinta de horror. Aunque todo se veía tan real. Los lamentos de dolor y placer, rebasaron el ruido de la satánica música que sonaba por todo el club. De pronto no era tan divertido continuar en ese sitio. La puerta por la que había entrado le quedaba muy lejos, no se atrevía a deshacer los pasos andados y escapar por allí.
—Hola preciosa —un jalón en su hombro la estremeció—, ¿eres un miembro nuevo?
Los ojos rojizos del tipo rubio parecían demasiado brillantes para deberse a lentes de contacto. La avidez de su mirada la hizo dar un paso hacia atrás.
—Yo…debo irme.
—¿Tan pronto?. ¿Por qué no te quedas un rato más y conversamos? —sonrió malicioso.
Los colmillos no eran nada similares a los de la camarera farsante. No, esos colmillos se hacían más y más grandes conforme su boca se abría.
—Es que…tengo prisa —intentó soltar el apretado agarre.
—No temas, solo tomaré un poco, lo prometo. No eres mi primera opción, la sangre humana es de muy baja calidad, pero estoy muy hambriento y tú hueles increíble—la demanda de su enronquecido tono le puso los pelos de punta. Su fuerza incrementó, él podría partirle el brazo si quería.
— ¡He dicho que no! —espetó enfadada cuando escuchó sus negras intenciones, él bebería de ella hasta dejarla seca, después daría de comer su cuerpo a los animales salvajes.
Su pulso se aceleró, sus pupilas se dilataron, él la soltó de inmediato. Asintió y se dio la vuelta sin mirarla de nuevo, acatando su orden al instante. No sabía cómo se lo quitó de encima tan fácilmente, ¿Por qué había cumplido con su demanda?. Se giró apresuradamente hacia la salida de emergencia, ya desentrañaría ese misterio cuando no estuviera tan asustada ni preocupada por salir indemne de allí.
Un callejón sórdido y estrecho la recibió al atravesar la puerta que se cerró ruidosamente tras ella. Corrió con velocidad, la salida quedaba a unos cuantos metros, no estaría segura hasta que alcanzara la luz de las farolas en la calle, tomara un taxi y estuviera de vuelta en su hotel. Mister Dark juró que la esperaría afuera, pero no confiaba en que ese gato errante pudiera salvarla de las garras de una criatura de la noche. Es más, ojalá estuviera lejos de allí, poner en peligro a su pobre amigo sería imperdonable. Resopló cada vez más agitada, sólo unos cuantos pasos más y…
Una gran figura cayó frente a ella. Se trataba de un hombre, su altura, su complexión, su aura. Estaba perdida, no necesitaba usar la lógica para saber que se trataba de otro ser muy parecido al anterior. Otro vampiro, su corazón estallaría en cualquier momento. Él la observaba, sus ojos la traspasaban. Una terrible sensación de inquietud la envolvió. Quiso entrar en sus pensamientos, conocer lo que él haría con ella. Asombroso y frustrante fue percatarse de que no había nada. La mente del extraño no transmitía absolutamente nada. ¿Cómo era eso posible?, asumió impactada.
Sasuke se mantuvo a una distancia prudente de la mujer. Había asistido al decadente club porque necesitaba alimentarse, así de simple. No eran vampiros de alto rango, mucho menos de sangre pura, pero con que fuesen de su especie bastaba. Permaneció oculto en uno de los salones privados que eran para clientes distinguidos como él, esperando impacientemente a que apareciera algo que fuese de su agrado. Tan hastiado se encontraba, que a punto estuvo de aceptar las insinuaciones de una vampiresa insistente para morderla y alimentarse de una vez por todas, así podría desaparecer de nuevo en el confinamiento solitario que él mismo se había autoimpuesto. Sin embargo, segundos antes de clavar los dientes en su desagradable comida, la sintió.
Aquella fuerza, aquella presencia poderosa que era capaz de ponerlo de rodillas con una simple mirada. Pero como llegó, la oleada de energía desapareció. Sumergido en la confusión, salió a la velocidad de la luz del oscuro cuarto privado. Distinguió la estela de poder antes de que se dispersara por completo, el rastro se concentraba en la salida de emergencia, por lo que no dudó en dirigirse hacia allá.
De un simple salto cubrió su huida. La mujer de cabello rosado, figura delicada y respiración excitada estaba muy asustada. Su primera reacción fue la de dar la vuelta y regresar por donde había venido, no era más que una miserable humana. ¿Desde cuándo su instinto se hallaba tan estropeado?, tal vez debería hacer caso a los consejos de su hermano y alimentarse más seguido, recuperar la vitalidad de antaño.
Precisamente comenzaba a darse la vuelta cuando lo notó. Sus ojos, antes oscurecidos por el temor, comenzaron a dejar ver su verdadero color. El impacto de aquella mirada fue brutal, fue gracias a su eterna imperturbabilidad, que pudo contener el asombro.
— ¿Quién…quién es usted…qué…qué quiere de mí? —la oyó cuestionar con nerviosismo.
No se dio cuenta que se movía, hasta que la tuvo acorralada contra la pared, con una mano a cada lado de su cabeza. Ella suspiró audiblemente, dejando entreabiertos sus carnosos labios rosas. Paseó la nariz por su descubierto cuello, ella se estremeció, pero no dijo nada, sólo lo dejó hacer. Aquel inconfundible olor lo aturdió todavía más. No podía ser ella, pensó enajenado en su aroma.
—Por…por favor —susurró y, su cálido aliento lo embrujó, haciéndolo encontrarse con sus bellas esmeraldas.
Fue como renacer. Era ella, había cumplido su palabra. Durante cinco largos y tortuosos siglos, vagó por el mundo, esperanzado y receloso a la vez, de que ella pudiera realizar lo prometido.
—Lo hiciste —acarició su mejilla con absoluta devoción—, volviste a mí. Mi reina, mi amada Hikari…
Entonces hizo lo que nunca se permitió hacer en el pasado, la tomó en sus brazos y la besó…
.
.
.
.
Amiga, gracias por tus conversaciones interminables y por el apoyo que me das =).
.
.
Hola, no me regañen por empezar con nuevo fic. Como dice al principio, es una historia corta. A lo mucho serán seis, máximo siete capis, de los cuales ya llevo cuatro (aunque me falte corregirlos) y ya tengo pensados los otros dos. Vampiros, porque a mi amiguis le gustan de fantasía y le encantan los vampiros, y como es un regalo para ella, pues ahí está.
Espero que les haya parecido interesante. Sobre este tema ya está todo muy explorado y muy visto, así que no esperen súper originalidad, pero eso sí, lo hago con mucho cariño, tanto para Mariana como para los demás lectores que se sumen.
Ojalá me platiquen que les parece, vuelvo pronto, en menos de una semana, no subiré ninguna actualización de los otros fics, hasta haber colocado este completo, así que antes del mes ya espero esté finalizado.
Les mando un abrazo bien fuerte, mis mejores deseos. Gracias de antemano a los que apoyen este mini proyecto, los quiero mucho, cuídense. ¡Nos leemos pronto!
.
.
SasuSaku CANON
