Jodidamente delicioso
Tan delicioso, tan espeso. En cierto modo tan exquisito y suave.
Observó a la chica delante de él, disfrutaba lo que hacía, la manera en que jugaba con ésa cosa tan interesante, tan grande, tan llamativa. Removiendo su lengua de arriba hacia abajo, evitando que cayera al suelo alguna sola gota de ésa cremosidad blanca que escurría por sus labios.
—¿Qué tanto miras, Kaito? —susurró seductoramente Miku mientras mordía lentamente la punta.
—¿Q-Quieres parar? —soltó de golpe él, en un jadeo.
—¿Estás tan necesitado de esto? —señaló la chica, su mano que se encontraba pegajosa por aquella cremosidad blanca.
El chico no respondió, simplemente se mordió el labio en un vano intento por calmar sus ansias.
Miku volvió a lamer aquella cosa interesante.
Tan delicioso, tan espeso… tan suave y grande…
Sí, lo quería. Muy dentro de su boca específicamente...
Lo necesitaba, joder.
Le arrebató a su novia de las manos aquella exquisitez y lo introdujo en su boca, disfrutando de su sabor, quizá acostumbrando a su cavidad bucal al tamaño del intruso por la brusquedad misma con la que fue introducida.
—¡Kaito, mi helado de Coco! —le reprendió—. ¿¡Joder, puedes comprarte otro!? —gruñó la chica mientras veía a su novio acabarse por entero su delicioso manjar frío.
—Fue tu culpa —murmuró el chico disfrutando de lo poco que quedaba—. Soy un adicto a los helados, no me tientes Miku —sonrió antes de dar un último bocado y besar a la chica.
Sí, tan espeso, tan blanco y tan jodidamente delicioso. ¿Cómo no amar el helado?
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Me pregunto, ¿qué pensaron al inicio? Q.Q
