Los personajes que aquí utilizo no me pertenecen
¡Feliz 14 de Febrero!
Espero sea de su agrado
Castiel ya no era un niño, esa etapa había quedado atrás hacia unos años, dos para ser precisos. Por eso cuando conoció a ese hombre en el casino, al que fue arrastrado por sus amigos, supo de inmediato lo que los dos buscaban. Se besaron demasiado ansiosos mientras esperaban el ascensor, sin importarles que el lobby estuviese demasiado lleno, ¿quién puede fijarse en eso si le están dando el beso más caliente de toda de su jodida vida?
Al moreno le atrajo la seguridad y el dominio que el otro demostraba ante la mesa de juego, ¿y por qué no decirlo?, el que fuera demasiado atractivo, cabello rubio y ojos de un verde indescriptible, pecas y los labios rosas y ese maldito traje que le quedaba tan bien. Era imposible que no se le hiciera agua la boca.
Castiel esperaba una noche inolvidable… pero nunca como la que vendría.
Apenas hubo entrado en la habitación, cuando su compañero llamo al servicio de cuarto: Double Black y un mazo de cartas. El rubio se aflojo a corbata y con una sonrisa de demasiada seguridad, se sentó frente a la mesa.
-Creo que a estas alturas, si eres inteligente, y sé que lo eres, te habrás dado cuenta de que tengo una pasión, y es algo muy importante para mí… El juego –le dijo sonriente antes de una de sus manos por el cuello y besarlo nuevamente. El contacto pareció eterno, rompiéndose solo cuando alguien llamo a la puerta. Castiel maldijo por lo bajo.
El whisky y el mazo sellado quedaron al centro de la habitación. Fue hasta el momento en que quedaron solos de nuevo que el rubio puso las manos sobre la mesa, abriendo el paquete sin verlo y con una agilidad sorprendente, barajándolo con una autentica maestría, demostrando que estaba más que habituado a ese rito. Sin decir nada le lanzo dos cartas, para después tomar dos para él.
-Black Jack, sé que conoces el juego –dijo el rubio mientras se sacaba la chaqueta y dejaba el mazo a un lado –una prenda por cada victoria, ¿Qué te parece?
Castiel no contesto, pero sonrió ampliamente, y levanto ligeramente sus cartas. Como única respuesta, les dio la vuelta completamente. Una sota y un as, sabía que no se debía decir más. El rubio le sonrió y comenzó a desabrochar su camisa lentamente. Castiel se mordió el labio.
Veinte minutos después, las cosas estaban más que parejas.
-Bueno, creo que no hay mucho que jugar en esta mano ¿No?-dijo Castiel
-Quizá una cosa, nene… el mando
-¿Te refieres a quien llevara la iniciativa?
El rubio asintió con la cabeza, y dejó caer el mazo en el centro de la mesa, dándole una mirada demasiado descarada a la entrepierna de Castiel. Este le sonrió con picardía, no quería demostrarlo pero estaba realmente impaciente.
-¿Carta más alta?
El reto era interesante. Por otro lado Castiel estaba tan excitado que cualquier cosa que fuera rápida mejor para él. Como única respuesta jalo una carta y la giro sobre la mesa. Su sonrisa desapareció, un seis de diamantes. Prácticamente cualquier otra carta sería mejor. En realidad no le preocupaba quien llevara la dirección. Era ahora, simplemente el sabor del juego, la terrible frustración de saber que era derrotado.
Su compañero pareció darse cuenta y, con una sonrisa de triunfo, tomo una carta y la miro. El cambio fue instantáneo: la sonrisa desapareció de su rostro, y con un giro de la muñeca la deslizo en la mesa… un dos de tréboles.
Continua...
