DISCLAIMER: Rowling es la dueña de los personajes de Harry Potter.
Aviso: La trama de este fic AU está basada en «Boys Over Flowers», adaptación coreana del manga japonés «Hana Yori Dango». Las características de los personajes pueden ser un poco OoC, por lo que leen bajo su propia responsabilidad.
I. La Mujer Maravilla.
Desde ahora tiene lugar nuestro comienzo… Casi el paraíso.
(Paradise – U Kiss)
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El Grupo Empresarial Malfoy figura como uno de los patrocinadores del mundial de fútbol soccer de este año, el cual se llevará a cabo en Londres durante la primavera. Su directora y una de las dueñas de la compañía, la distinguida Narcissa Malfoy, ha asegurado que este evento sin precedentes en el Reino Unido será una catapulta hacia la expansión de tan prestigiosa entidad que desde que entró en la bolsa, ha mantenido su estatus como la mejor compañía del país, llegando incluso a ser una empresa de fama mundial.
Desde explotación de minerales, automóviles, telecomunicaciones y turismo; el grupo Malfoy se ha convertido en una empresa de renombre que cuenta con exportaciones que ascienden al billón de euros diarios. Su fundador, Lucius Malfoy proclamó que no sólo estaba interesado en la construcción de obras de cemento para su nación, sino que además, estaba preocupado porque sus hijos y nietos recibieran la mejor educación, proponiendo así la apertura de Hogwarts; una academia cofundada por personalidades importantes del país, quienes creían que una buena educación contribuiría al avance de la economía.
En la actualidad se dice que quienes se gradúen de tan prestigiosa escuela serán bien aceptados en las esferas de la alta sociedad y por consiguiente, tendrán asegurado el cumplimiento de sus más grandes sueños.
Hogwarts está diseñado para que ciertas partes de la población accedan a la mejor educación y…
—Deberías apagar la televisión. —La madre de Hermione continuó empacando el envío que tenían que entregar esa misma tarde, mientras la chica organizaba algunas de las prendas que acababan de recibir—. El exceso de contenido vacío puede dañarte el cerebro.
—Tienes razón —contestó Hermione tomando el mando del electrodoméstico antes de pulsar el botón de apagado—. Solamente hay basura para ricos en ella. ¿Te imaginas el tipo de gente que debe asistir a esa escuela?
Jane Granger sonrió.
—Tú podrías llevártelos a todos por delante.
—Tal vez con mi bicicleta —contestó ella sonriendo.
—Estoy segura de que eres mejor que el 90% de los chicos que llenan sus aulas.
—Y yo estoy segura de que si pusiera un pie en ese lugar sería sacada a las patadas.
—No olvides a dónde vas hoy —le recordó su madre con una sonrisa divertida en el rostro.
Hermione suspiró.
—Y tú no olvides que el lujoso uniforme está dentro del portatrajes y no sobre mi cuerpo.
Ambas rieron antes de que Hermione confirmara las especificaciones de la entrega que realizaría.
—¿Fred Weasley dijiste que se llama el cliente?
Fred abrió su casillero con temor. Casi a diario algún estudiante recibía intimidaciones de parte de sus compañeros por motivos insignificantes, y a pesar de que creía que no había hecho méritos para eso, la maldita tarjeta verde con la serpiente de plata estaba justo frente a su nariz.
En Hogwarts no bastaba ser rico para ser aceptado. Si el grupo élite de la escuela estaba de acuerdo en que no eras bienvenido, el resto de tus compañeros te lo hacían saber de la peor manera. Varios chicos habían desertado de las filas de estudiantes al ser sometidos al más rudo y despiadado matoneo, y Fred ahora era consciente de que su calvario recién empezaba.
El día estaba nublado y pesar de que no hacía calor, las gotas de sudor empapaban la espalda y el rostro del pelirrojo.
—¡Weasley! —lo llamó un chico de último año—. ¿Qué haremos contigo? —preguntó antes de reunirse con otros seis que empezaron a golpearlo sin razón aparente, a pesar de que Fred ya sabía quiénes eran los causantes de su agonía.
Pero nadie hacía nada.
Cuando el S4 elegía a una víctima, el resto del colegio —quienes no participaban de la tortura, por supuesto— simplemente se dedicaban a mirar cómo esta persona era llevada al límite de la desesperación, hasta hacer que decidiera desertar.
Draco Malfoy y sus amigos habían hecho lo mismo infinidad de veces aunque nunca se ensuciaban las manos, pues aquella era la ventaja que tenías al ser el hijo de las personas más importantes del país.
—¿Te gustó el regalito? —preguntó el agresor a Fred cuyo rostro lleno de sangre reflejaba tristeza—. Y este es solo el comienzo, Weasley.
Hermione condujo su bicicleta por las calles de Londres hasta llegar a la entrada de Hogwarts.
Temía que en cualquier momento empezara a llover pues las nubes se habían empeñado en esconder el sol que a primera hora de la mañana había tenido intenciones de salir y Hermione pensó que solo eso le faltaría. Ya era bastante malo dirigirse a la escuela de los niños mimados como para tener que llegar al lugar totalmente empapada y con el encargo de sus padres arruinado.
El lugar parecía una pequeña ciudad.
Los edificios, campos deportivos y demás estancias de la escuela eran enormes y estaban tan exquisitamente construidas que Hermione no pudo evitar maravillarse ante la visión que tenía en frente. Sin embargo, las miradas de reprobación y de molestia de quienes estudiaban allí no pasaron desapercibidas para ella, haciendo que se diera cuenta de lo afortunada que era al vivir en un lugar donde la gente era sincera y siempre tenía una sonrisa cálida como saludo.
—¿Puedo ayudarla en algo, señorita? —El hombre en la puerta principal la detuvo mirándola con el mismo ceño fruncido de los demás. Aquella era una característica común, al parecer.
—Vengo de la Lavandería Granger a entregar un encargo a un estudiante.
El hombre la inspeccionó con cuidado antes de darle paso. Su atuendo era como el de cualquier persona de seguridad —si se consideraba el hecho de que ninguno de los estudiantes de Hogwarts se limitaba a llevar el uniforme de la manera adecuada, algo que pensó se extendería a todo el personal de la institución—, por lo que se sintió un poco molesta pues hasta el vigilante del colegio había sido programado para sentirse superior a ella.
—Puede pasar, pero su bicicleta deberá permanecer aquí.
—Gracias —contestó ella, tomando el portatrajes y dejando el vehículo cerca del hombre—. No tardaré.
Fred había sido conducido por los chicos hasta el baño de hombres, donde continuaron dándole una paliza.
Los chicos ya parecían cansados de golpearlo, pero a pesar de ello, no cedían en su cometido y Fred sintió que las fuerzas lo abandonaban. ¿Por qué tenía que tolerar aquello? Había asistido a la escuela desde pequeño como todos y ahora no entendía cuales habían sido las razones por las cuales lo habían sentenciado a semejante trato. Jamás se había metido con Draco Malfoy, Theodore Nott, Blaise Zabini o Harry Potter y siempre había guardado las distancias con aquellas personas con las que sabía que no debía relacionarse. ¿Qué estaba sucediendo entonces?
—¿No te rindes, eh Weasley?
Aquellas palabras hicieron que algo dentro de Fred se encendiera, consiguiendo un poco de valor para poder zafarse de sus captores. Como pudo propinó algunas patadas y puños al azar hasta poder salir del baño y correr hacia un lugar más seguro, a pesar de que estuviera convencido de que ningún sitio, por más recóndito que fuera, podría esconderlo del S4.
Con su cuerpo cansado llegó hasta el edificio del bloque B y empezó a subir las escaleras sabiendo que aún lo perseguían. Cuando llegó a la terraza, trepó el muro y se mantuvo quieto mientras una multitud lo observaba desde abajo.
—¿Ese no es Fred Weasley? —preguntó una chica a la que Hermione —que había llegado hasta el lugar del alboroto— escuchó.
¿Qué estaba sucediendo en aquel sitio?
Había infinidad de chicos y chicas con sus móviles encendidos y listos para grabar el momento en que aquel pelirrojo —que casualmente era a quien había ido a buscar— decidiera saltar de una considerable altura.
¿Acaso nadie iba a evitar que cometiera una locura?
Hermione sostuvo con fuerza el portatrajes antes de dirigirse rápidamente hasta el edificio y subir las escaleras a toda prisa. Casi empezaba a llover y temió que para cuando las primeras gotas empezaran a caer ya fuera demasiado tarde.
Fred observó que los chicos que lo habían perseguido se habían multiplicado. Parecía que la única salida que tenía era saltar y aquello lo hacía sentirse impotente pues no era justo que tuviera que tomar decisiones tan drásticas por culpa de personas inescrupulosas.
¿De verdad iba a terminar con su vida de esa manera?
Parecía una broma demasiado cruel.
—¿Esto es lo que esperan que haga? —preguntó a los chicos tras de él que sonreían y lo miraban con desdén—. Bien.
Cerró los ojos con fuerza y se dispuso a saltar.
—¡Alto! —Una agitada voz femenina lo detuvo— Por favor.
Fred volteó a ver quién lo llamaba para encontrarse con una chica que lo miraba asustada.
—¿Y tú quién eres?
—¿Yo? —preguntó ella, tratando de normalizar su respiración—. Soy de la lavandería. Traigo tu uniforme.
El pelirrojo casi sonrió ante la estupidez de la chica.
—Ya no va a ser necesario como ves —dijo él, volviendo a mirar al frente.
Hermione estaba verdaderamente preocupada por la situación. ¿Qué era todo eso? Nadie podía imaginarse que cosas así sucedieran en la vida real y menos en la escuela.
—¿En serio deseas saltar? —preguntó un poco nerviosa—. No creo que haya razones para eso. Esta parece una buena escuela.
Fred volvió a mirarla sonriendo con amargura.
—Esta no es una escuela. Es el infierno.
Hermione estudió muy bien las palabras del chico, mientras se fijó en las heridas de su rostro y en aquellas que podían verse en las partes de su cuerpo que el uniforme deportivo no cubría.
—Creo que te equivocas —contestó al fin—. El infierno está fuera de aquí. ¿Acaso sabes lo difícil que es acceder a una buena escuela?
—¿Y tú conoces al S4?
—¿El qué?
—En cuanto te dan su tarjeta verde estás perdido.
—¿Qué? —Hermione no podía creer lo que estaba escuchando. ¿En serio todo eso era debido a un grupo de estudiantes?—. Es absurdo que un puñado de desadaptados te diga lo que debes o no debes hacer.
Pero Fred había dejado de prestarle atención y se disponía a saltar.
—¡Espera!
Las manifestaciones de protesta han aumentado desde que se dio a conocer la situación de matoneo vivida por algunos estudiantes al interior de la prestigiosa escuela Hogwarts.
La comunidad está indignada y no comprende cómo es posible que un claustro educativo de tal renombre parezca hacer oídos sordos a lo que está pasando en sus aulas, orillando a sus estudiantes a tomar determinaciones extremas como querer atentar contra su propia vida. Lo que se sabe del chico que estuvo a punto de saltar desde una de las azoteas de la escuela es que está recibiendo apoyo psicológico, mientras la heroína del día, una chica de clase media, ha hecho que todo el mundo se pregunte ¿Qué sucede en las clases altas de la sociedad?
Hermione tomó el mando del televisor y lo apagó.
—¡Vaya! Eres toda una heroína, Hermione —dijo Ginny sonriendo—. En las redes sociales te llaman «La Mujer Maravilla».
—¿Quieres parar ya de hablar sobre eso?
—Es casi imposible —contestó Neville—. Estás en todos los medios de comunicación.
Hermione les dio la espalda a ambos con frustración mientras se dispuso a limpiar una a una las mesas del pequeño café donde trabajaban. Como era habitual, «Las tres escobas» tenía pocos clientes ese día y por ello sus compañeros podían darse el lujo de charlar y de paso molestarla.
—Me pregunto, ¿cómo serán los chicos del S4? —comentó Ginny—. Creo que me gustaría conocerlos.
—¿Para qué? —dijo Hermione volteando a verla—. Solo son escoria.
Neville no pudo evitar sonreír ante el comentario. —Escoria con mucho dinero, querrás decir —agregó volviendo al mostrador.
Narcissa Malfoy ojeaba la molesta revista por tercera vez cuando su asistente personal entró en su despacho.
Aquella publicación era solamente una más en la que resaltaban la hazaña de la vulgar jovencita que ahora tenía a las empresas Malfoy y sobre todo, a Hogwarts en el ojo del huracán, y aquello la enfurecía sobremanera.
—Todo está bajo control —dijo el hombre—. El departamento de relaciones públicas ya se encargó del asunto.
Narcissa lo miró muy seria.
—¿A qué te refieres con que todo está bajo control? —contestó ella y el hombre que pareció nervioso, guardó silencio al instante—. Si todo estuviera bajo control, mi escuela no aparecería en las noticias de todo el país.
—Lo lamento, señora, yo…
—¿Sabes por qué la opinión pública es una amenaza?
El hombre la miró pero no dijo una palabra.
—Porque una vez que se enciende la llama de esperanza en ellos, no hay manera de apagar el fuego —dirigió su mirada a la portada de la revista sobre su escritorio donde Hermione Granger sonreía avergonzada—. A menos que lo haga quien lo inició.
Los ojos de la mujer volvieron a posarse en el rostro de su asistente.
Pronto pondría en marcha su plan.
Hermione había terminado por fin su turno en el café y ahora volvía a su casa. La noche estaba algo fría por lo que anhelaba una taza de chocolate caliente y un buen libro antes de dormir. Sin embargo, lo que encontró al llegar a su casa fue algo sumamente desconcertante.
Dos automóviles negros y varios hombres vestidos del mismo color permanecían fuera de su casa mientras en el interior, un hombre alto de cabello oscuro hablaba con sus padres.
—¡Hermione, por fin llegas! —exclamó su madre, acercándose a ella para conducirla hasta donde estaban su padre y el hombre—. Te estábamos esperando.
Hermione observó con detenimiento al visitante que vestía un impecable traje negro y cuya mirada estaba clavada en su rostro desde su llegada.
—El señor es el asistente personal de la directora del grupo Malfoy —indicó su padre con recelo—. Dice que tiene un mensaje para ti.
—¿Para mí? —preguntó ella contrariada.
—Al fin conozco a la famosa Mujer Maravilla —contestó el hombre—. Mucho gusto, me llamo Antonin Dolohov.
—Eh… yo… no entiendo qué sucede aquí.
—El señor Dolohov vino a darnos la noticia de que fuiste aceptada en Hogwarts —le contó su madre.
—En realidad, la señora Malfoy está muy impresionada con tu hazaña de hace unos días y por eso quiere darte la oportunidad de recibir una excelente educación —agregó el hombre.
—Mi hija ya recibe una excelente educación, señor Dolohov —contestó el padre de Hermione con aspereza.
—Eso no lo discuto, señor Granger, pero lo que la señora Malfoy le ofrece a Hermione es la oportunidad de cumplir sus más grandes sueños. —El hombre miró fijamente a la chica—. Hemos escuchado que quieres ingresar a la Escuela Superior de Medicina de Londres y te aseguró que graduarte de Hogwarts te abrirá esa posibilidad y todas las que desees.
—Bueno, yo…
—La señora Malfoy te ofrece una beca especial. A sus oídos ha llegado la información de que eres una muy buena estudiante y también una gran deportista —continuó el hombre—. Te gusta la natación, ¿verdad?
—Bueno, es que yo…
La propuesta parecía tentadora, pero recordar el rostro ensangrentado de Fred Weasley hizo que Hermione pensara muy bien en lo que estaba a punto de meterse.
—La verdad no pertenezco a ese tipo de escuela —contestó por fin—. Agradezco la valiosa oportunidad, pero creo que declinaré su oferta.
—Señorita Granger, debería reconsiderar.
—Hermione… —dijo su madre de repente— ¿Recuerdas lo que hablamos hace unos días? Tienes la oportunidad de demostrarle a todos de lo que estás hecha, cariño.
—Pero mamá…
—¿No crees que te lo mereces? —preguntó su madre, enseñándole sus uniformes nuevos y los libros de texto que también parecían ser un regalo de Narcissa Malfoy.
Hermione permaneció pensativa unos instantes observando a sus padres y a Dolohov. Aquella no era una decisión que debiera tomar a la ligera, pero el rostro entusiasmado de su madre le hizo suponer que ella estaba convencida de que aquella era una oportunidad única en su vida, la cual no debía desaprovechar.
La chica suspiró antes de asentir al hombre.
—Entonces, te esperamos mañana —dijo él con una disimulada sonrisa de satisfacción en los labios.
En su primer día de escuela, Hermione estaba verdaderamente perdida.
Entre sus nuevas pertenencias había un mapa detallado de la escuela y cada uno de sus edificios, y sin embargo, ella no lograba ubicar el lugar donde tendría su primera clase. Sabía que lo más sensato era preguntarle a alguien sobre el sitio al que debía dirigirse, pero al escuchar las conversaciones de los chicos que asistían a aquella escuela, se dio cuenta de que eso tal vez fuera una mala idea.
La mayoría de chicas hablaban sobre la última semana de la moda en Paris o sobre los pendientes que acababan de comprar para hacer juego con su uniforme. La conversación de los chicos no era demasiado diferente tampoco pues ellos hablaban de autos de último modelo e incluso alguno mencionaba que la lujosa camisa que lucía con su uniforme ese día tenía solamente una gemela en el mundo, que daba la casualidad que había sido comprada nada más y nada menos que por el heredero de las empresas Malfoy.
Hermione decidió que aunque tardara eternidades, encontraría el lugar por sí misma, por lo que se dio a la tarea de caminar por algunos de los terrenos extendidos de Hogwarts hasta llegar a lo que parecía ser un pequeño parque donde el sonido de un violín la sorprendió gratamente.
La melodía que interpretaba era triste, pero Hermione sintió que de cierta forma era reconfortante. Las notas suaves del instrumento danzaban en el viento combinándose y creando un ambiente lleno de paz que distaba mucho de lo que había visto días antes en aquel mismo lugar.
¿De dónde provenía el sonido?
Caminó por el sendero adoquinado hasta encontrarse con un chico alto, de cabello negro que vestía un impecable traje oscuro y que estaba de pie cerca de uno de los banquillos del parque.
Tocaba con una pasión tal que Hermione no pudo evitar quedarse estática en su lugar escuchándolo, hasta que por supuesto, el chico se percató de la presencia de la intrusa haciendo que las notas del instrumento murieran al instante.
—Discúlpame por la interrupción —dijo ella algo avergonzada—. Tú… ¿tú de casualidad sabes dónde puedo encontrar la piscina?
El chico —cuyos increíbles ojos azules la miraron— no contestó, pero con el arco de su violín señaló en dirección este, lo que ella interpretó como la respuesta a su pregunta.
—Gracias —agregó apenada antes de marcharse—. Y de nuevo, lamento la interrupción.
El chico continuó en silencio, pero Hermione pudo escuchar una vez más las notas del instrumento cuando estuvo lo suficientemente alejada del lugar.
Sé que estarán preguntándose por qué carajos estoy publicando una nueva historia cuando tengo muchas por actualizar; pues es muy sencillo: he tenido cambios grandes en mi vida que no me han dejado tiempo ni para respirar y da la casualidad que esta historia ya tenía unos cuantos capítulos escritos (cada uno de unas 3 mil a 4 mil palabras), los cuales he querido compartir con ustedes por ser tan fieles a mis otras historias (y para que no me olviden). Además este fic se actualizará cada dos semanas aproximadamente (siguiendo el ejemplo de MrsDarfoy XD. I love you, darling!), por lo cual habrá menos incertidumbre.
Como han visto es una adaptación, la cual espero les agrade y a la que voy a dedicarle el poco tiempo que poseo (el que me dejan XD) mientras tengo el espacio de escribir las actualizaciones de las demás historias.
Gracias por leer.
Próxima actualización: 27 agosto.
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