Contención.

Por Aisato Momoka Yurie.


Fairy Tail no me pertenece, es propiedad de Hiro Mashima.


Capítulo I.
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Ni tu peor enemigo

puede hacerte tanto daño como tus propios pensamientos.

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Gotas finas y pequeñas de lágrimas salían de sus ojos, goteando otras gruesas bajo su mentón.

Nunca se habría imaginado que todo ese día hubiera terminado así; llorando debajo de un gran árbol, siendo reconfortada por un desconocido.

―Tranquila… todo ya pasó. ―acarició delicadamente su cabello rubio repetidas veces, en un intento para tranquilizarla.

Y, sin saber el porqué, algo en su interior se tornaba cálido, como si aquellas palabras fueran lo único que siempre quiso escuchar.

Vaya, y sí que lo era.

Porque nunca nadie le había ayudado o se había preocupado, menos si con todos se comportaba como una cabeza hueca –o tsuntsun, como le dicen algunas veces–, insultando a los demás y actuando indiferente… pero, nadie se daba cuenta.

Nadie la entendía, todos se habían ido de su lado ya hartados. Después de todo se había dado cuenta que nunca la entendieron, qué solo hace eso para protegerlos de su estupidez; para no herirlos.

Todo había comenzado bien…

―P–ero… ¿P–por qué...? ―hipé, apenas pude decir eso y rompí de vuelta en llanto.

Me escondí dentro del hueco que contenía el abrazo, entre su pecho y brazos. Me adentre allí, mojando toda su ropa y apretándola, produciendo así su arrugación.

―Sabes, Lucy… Yo siempre estaré contigo, así que no te preocupes ―mi cuerpo se tensionó por sus dulces palabras. Quería agradecerle por su amabilidad que daban miedo pero simplemente el llanto incontrolable se lo impedía―. Puedes librarte sin preocupaciones. ―rompió el abrazo, agarrándola de ambos hombros son mus grandes manos y, mirándola, curvó sus labios.

Eso era todo lo que necesitaba.

Está vez yo misma comencé el abrazo, apretándolo contra mi cuerpo y gimiendo al mismo tiempo. No podría soportar más tiempo todo el dolor acumulado que tenía en su interior.

Primero había sido su familia, luego sus amigos y finalmente lo único que le había quedado: esperanzas.

―G–graci–as…

―Ssh ―la calló suavemente con esa inusual amabilidad ―, desahógate y no digas nada más. No te preocupes por el futuro, y solo piensa ahora. Mejor, ni siquiera te pierdas en tus pensamientos. Porqué, Lucy, eso no es nada bueno.

¿Cómo sabía su nombre? Era lo que se preguntaba. Aunque de todas maneras no importaba mucho en este momento.

Era curioso cómo antes no pudo llorar y ahora, frente a un desconocido; rompía en llanto.

De repente sintió como las manos de él palpaban su espalda en un intento de consolación. Esa persona era muy amable y le hacía sentir cosas extrañas en su interior, sentimientos que no había sentido desde que era pequeña; nostalgia y tranquilidad. No lo conocía –o al menos eso creía–, ni siquiera había notado su existencia, es más, no lo vio por la ciudad, país o continente hasta la actualidad.

Y aquello por alguna razón, le hacia sentía más segura, como si fuera un afirmamiento positivo que no era como las personas que conocía.

Pero de vuelta, comenzó a sentir sus pensamientos interrumpirle, sumiéndola en la desesperación de nuevo.

«Esa amabilidad… me aterra.»


Espero que hayan disfrutado de la lectura.

Los capítulos serán cortos como si fueran unos drabbles. (8 Y well~… eso.

De pie, reverencia, ¡AYE SIR!