Disclaimer: Nada de esto me pertenece (creo que es obvio ¿no?). Los personajes y el entorno son de J. K. Rowling, yo sólo pongo el argumento.
Advertencias: Posible lemon más adelante. Este fic es una respuesta a Retos Literarios, tabla de Pecados Capitales.
#1 Vanidad
- Ahí viene…
-¡Shhh! ¡Silencio, Amber, que nos puede oír!
- Mirad la ropa que lleva, ¡qué estilo tiene!
-¡Pero si lleva el uniforme masculino reglamentario!
-Sí, pero no me irás a decir que no le que de p…
-¡Callad, ahí viene!
Draco Malfoy dobló la esquina elegantemente con una media sonrisa surcando su rostro. Casi podía oír los suspiros que soltaban aquellas pobres ilusas por él. Ni ellas le interesaban ni pensaba corresponderlas —tal vez dentro de un par de años, cuando se quitaran esa pinta de crías—, pero admitía que aquellas ravenclaw de tercero tenían un gusto en chicos excelente.
Se alejó con seguridad de aquel pasillo mientras las risitas tontas de aquellas niñas se apagaban gradualmente. Sonrió arrogante. Otro día perfecto.
-¡No, Ron! Para este hechizo debes colocar la varita de esta manera… Así, muy bien.
Pronunció aún más su sonrisa. El día todavía podía mejorar.
Se dirigió con aire petulante hacia el lugar donde provenía aquella molesta y chirriante voz. La sangre sucia estaba intentando de nuevo que colisionaran las neuronas del cerebro del pobretón Weasel, para que surgiera un atisbo de utilidad. Algo imposible, pensó rodando los ojos, pero ¿qué se podía esperar de alguien que había creado una asociación para promover la liberación de los elfos domésticos —algo que, en su opinión, era cruel y denotaba un absoluto desprecio hacia la cultura élfica— y lo había llamado "pedo"? Y luego lo acusaba a él de tratar de forma pésima a esas criaturillas deformes. ¡Por lo menos cuando él pasaba los elfos le hacían una reverencia, mientras que la sola visión de una foto de la sangre sucia les hacía correr despavoridos! Por eso no los culpaba, tener una cara como la de esa rata de biblioteca debería suponer la pena máxima de Azkaban.
Riéndose entre dientes, se detuvo frente a ambos chicos. Los miró con superioridad y se pasó una mano por su platinado y cuidado cabello, mientras pensaba qué nueva e ingeniosa burla les podía soltar a esos estúpidos gryffindor.
-¿Querías algo, Malfoy?- le gruñó una voz a sus espaldas.
Draco volteó la cabeza con una mueca dibujada en la cara. El poderoso niño-que-vivió no soportaba no ser el centro de su atención por un mísero momento, pensó con mofa.
Decidió arrojarle un hueso.
-De ti nada, Potty. ¿Por qué no vuelves al despacho del viejo para seguir ensayando esas frases sumamente heroicas que dirás cuando salves al mundo?-le espetó con burla.
No dándole tiempo para responder, volvió a centrar la atención en su objetivo principal.
-Weasley, debería darte vergüenza, una sangre sucia enseñando a un sangre limpia magia. Qué imagen tan patética.- escupió con veneno.
Vio como el chico se ponía rojo y se le aceleraba la respiración.
-¡Vete a la mierda, maldito hurón!- gritó haciendo un ademán de coger su varita mientras Draco se anotaba otro tanto.
El pelirrojo destilaba odio por sus pupilas, y eso satisfizo a Draco. Él era perfecto, y sus iguales lo aceptaban y trataban como tal. Ver cómo actuaba Ron le reafirmaba sus ideas de cuán inferior era ese chico. Cualquiera con un poco de vista y sentido común se daría cuenta que él era superior a cualquiera y que debían rendirle pleitesía. Pero Potter y compañía, no. Qué patético.
-Cuidado, Weasley me está apuntando con su intento de varita, qué miedo.- exclamó con desdén Draco.
-¡Serás…!- Harry también se adelantó y apuntó al slytherin con su varita.
Iba a lanzarles un hechizo que les quitara esa cara de payasos que tenían —si existía un encantamiento que produjera tal milagro— cuando la sangre sucia se interpuso entre ambos.
-¡Basta ya, chicos! Os he dicho miles de veces que está prohibido pelearse.- les decía Hermione regañándoles.- Vámonos, que llegamos tarde a clase de pociones.
Ante la mirada estupefacta de Draco, la chica pasó a su lado junto con sus dos malhumorados amigos sin mirarle siquiera ni dar señales de enfado o rabia.
Le estaba ignorando.
Aquello era inconcebible. ¿Por qué no le chillaba o le pegaba, como hizo en tercero? ¿Por qué no le demostraba lo inferior que era a sus pies? Su indiferencia era ofensiva, ¡nadie ignoraba a Draco Malfoy! Él era guapo, rico, inteligente, con un estatus social elevado y con grandes cualidades con las que podría llegar a escribir un libro. Esa impura estaba tratando de reírse de él no admitiendo cuál era su lugar, creyéndose importante.
Él le demostraría a esa vanidosa cuán baja era, ensalzando y reafirmando de paso su superioridad.
Era una promesa.
Bueno, ahí está. Agradecimientos a Ann y a León por su opinión y corrección, bendita su paciencia.
Gracias también a los que leen. Las críticas son bien recibidas; los flames, no.
¡Nos vemos!
