Este es mi primer fic largo de Saint Seiya y decidí hacerlo con unas de mis dos parejas favoritas del Inframundo. Es un poco compleja la trama ya que trata sobre las emociones desconocidas que comienza a sentir Pandora. Confundida porque dos muchachos la hacen sentir extraña y pues ella no sabe de estas cosas. Por otra parte están los jodones Dioses Gemelos que a la primera oportunidad les gusta fastidiar a Pandora. Ellos le van a poner sabor al fic porque sin ellos no me sale nada :D
Pues la introducción es más o menos esa. Una apuesta, una pareja de novios que se hacen un reto, dos muchachos que no tienen idea de nada y una confundida y trastornada chica darks.
Disclaimer: personajes de su respectivo autor.
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Mientras dormías
Era una fortuna y una verdadera suerte, tener a Violete en las filas del ejército. Entre tanta testosterona saber que existía alguien de mí género fue un alivio. No importa que Violete no tenga modales de una dama y a veces fuera tosca al tomar la taza de té. Su compañía pesé a no ser interesante, me reconfortaba. Las pocas veces que he charlado con ella me ha sorprendido. Dentro de ese fornido cuerpo y cara descuidada, se encontraba uno de los colores más hermosos que yo no entiendo. Y es que Violete sin importar su jerarquía o su condición, expresa y demuestra lo que siente. Sus mejillas rosas al hablar de Aiacos, la delatan. Yo no entendía como alguien tan ruda como ella pudiera tener sentimientos tan puros por alguien. No me comprendo ni a mí misma, mucho menos entendería las razones.
Las primera veces que la invite a tomar té, Aiacos apareció a la mitad de la sala pidiendo perdón. Él muy idiota creyó que mande a llamar a Violete para reprenderla y él se ofreció para recibir el castigo. Él querría encargarse personalmente de ella en caso de haber cometido una falta. Desde ese momento, supe que estos dos traían algo. La cara de Violete entre susto y placer no la olvidaré.
― También me gustaban las muñecas― dijo remojando una galleta en el té― creo que tenía un par. Ya no recuerdo.
― Puedo regalarte alguna, si quieres― ofrecí antes de beber de mi taza.
― No, muchas gracias. No sabría dónde colocarla. Mi habitación está un poco desordenada. Disculpe.
Siempre teníamos charlas triviales sobre el clima, el pasado y sobre los espectros y sus habilidades. Nunca me dejaba llegar al tema que me interesaba. Quería conocer como se le dio tan fácil amar a alguien, cómo se entregó a esos sentimientos y consiguió que ese hombre la quisiera. Yo no entendía, para mí este color era nuevo. Porque por más que intentaba comprender mis emociones terminaba odiando al mundo más de lo que ya lo hago.
― Tu habitación está cerca de la de Aiacos, ¿cierto?― Violete se ruborizó y sus ojos violetas se abrieron con un brillo peculiar.
―… Sí― respondió avergonzada, con una voz casi inaudible.
― ¿Por qué te avergüenzas? En realidad me importa nada lo que ustedes hagan. Mientras sean fieles a su misión y nuestro señor Hades, pueden, si quieren… casarse, tener hijos, lo que sea.
Violete jugó descuidada con una cuchara. Se mordió los labios.
― Y dime, ¿cómo fue?― la pregunta fue sorpresiva para mi invitada, pues sonrió como tonta pero también apretó el pañuelo a su derecha a un costado de la taza de té― disculpa si te incomode, Violete, como te repito no entiendo de estas cosas. ¿Cómo sucede? ¿Cómo te das cuenta cuando te gusta alguien o cuándo le quieres?
La subordinada se encogió de hombros. Tampoco tenía idea de lo que hablaba.
― Supongo que son cosas que se sienten. Ahora que lo pregunta, señorita. No sé en qué momento comencé a quererlo. Sólo sé que desde que lo vi, quise estar a su lado, de la forma que fuera. Admiraba su personalidad y la forma de dirigir su ejército. Es por eso que siempre me esforcé para llamar su atención. Puede que al principio no fuera un sentimiento como este, era más bien, complacerlo. Siempre que peleaba en su nombre yo le dedicaba todo. Cada marca en mi cuerpo es un homenaje a ese sentimiento… Después quise estar más cerca de él… hasta que sus labios fueron un sueño para mí.
― Vaya… todo inició por admiración. ¿Cómo conseguiste que se fijara en ti?
Violete se sintió ofendida. Agachó la mirada iba a decir algo cuando comenzó a hablar.
― Tiene razón, no soy más que un subordinado de un Juez y encima soy mujer dentro de un lugar de machos. Desde un inicio ese no era mi objetivo. Yo sólo quería que viera lo fuerte que me convertí para complacerlo. Aunque es verdad, yo no soy nada en este ejército. Supongo que aún desconozco el motivo.
― Oh, vamos, Violete. Él debió decirte algo… aunque está bien si no quieres comentar algo tan íntimo.
― A veces es tan extraño reconocer que también del otro lado él sentía lo mismo.
― ¿Eso es lo que le llaman Amor a Primera Vista? Eros y Afrodita los condenaron… o bendijeron, depende como lo veas.
Ella miró la ventana. En realidad era guapa, una belleza masculina que podía ser confundida con otro espectro bien parecido. Por lo que dijo, entendí que ambos sentían lo mismo desde el principio. Probablemente por su estatus, Aiacos se limitó a dar órdenes y mantener a su lado a Violete como apoyo. Su más grande aliada. No sentí emoción ni empatía alguna. Seguía sin comprender ese tipo de afecto. Esa cosa llamada amor sólo trae problemas.
― Quiero pensar que pase lo que tenga que pasar, señorita Pandora.
Al terminar el té, ella se despidió. Se puso de nuevo la gabardina negra sobre su top negro y leggins del mismo color. Hizo una reverencia y salió por la puerta. Una vez más me quede sola. Esperando que la noche cayera como las demás.
Volví a mi habitación. Quería descansar un poco de todo este análisis romántico que seguía sin comprender. Violete me había dejado más confundida. ¿Por qué ella siendo nadie ha conseguido algo que yo carezco desde que mis padres murieron? Entonces imagine como Aiacos debía abrazarla por las noches frías, en una plática matutina observando el amanecer. ¿Por qué ella tiene la gracia de ese detalle humano y yo no?
― Porqué tal vez no lo mereces― la voz de Hypnos se escuchó por la recamara. Corrí a la esquina de la cama.
― ¿Qué tenemos aquí? ¿La niña Pandora estará madurando…?― Thanatos hizo la pregunta con una ligera risa.
Me tape los oídos, cerré los ojos. ¿Por qué no se van? Pensé.
― Creo que ya encontramos "eso" que nos angustiaba tanto sobre Pandora― observó Hypnos y su voz se hizo cada vez más risueña.
― ¿Tú crees que sea "eso"?― preguntó su hermano.
― Sí, nuestra pequeña niña…
― Por favor, no sé de qué hablan… déjenme en paz. Quiero descansar.
― Recuerda que conocemos todo de ti Pandora. Lo que piensas, lo que dices, lo que haces, incluso lo que sientes― la voz de Thanatos se sentía en mi oreja y corrí a otro extremo de la cama.
― Sin embargo, había algo que nos inquietaba― Hypnos comenzó a manifestar su sombra sobre el techo. La estrella de su frente brilló. No pude moverme― hay una parte de tu corazón que estas ocultándonos. Una parte que quiere brillar. ¿Qué será?
― ¿Un hombre Pandora?― Thanatos salió del techo, me observaba fijamente.
― Quiero descansar…
― ¿Le tienes envidia a un insignificante espectro porque ella siente amor y tú no?
― Pobrecita.
Volví a llorar. No sé cuántas veces estos dioses me han hecho llorar pero siempre que están cerca es para hacerme pasar un mal rato sólo por diversión. No puedo tener privacidad en ningún momento porque ellos me atacan, me acosan y constantemente me humillan. ¿Por qué? ¿Tan insignificante soy?
― ¿Quién crees que sea Thanatos?
― No lo sé hermano. Hay que averiguar. Tal vez lo matemos frente a ella para ver su cara de dolor.
― Nuestra pequeña Pandora, enamorada.
― No es verdad. Yo no tengo esa clase de sentimientos repulsivos. Me debo a mi tarea con mi señor Hades y el Inframundo. No tengo tiempo para esas banalidades.
― Puede ser que digas la verdad, pero tu corazón quiere explotar de tanto que lo comprimes. Déjalo libre. Te vas a sentir mejor― apuntó Thanatos sonriendo maliciosamente como de costumbre.
― ¿Quién será el afortunado? ¿A quién vamos a matar frente a tus ojos?― preguntó intrigado Hypnos.
― Hagamos una apuesta, hermano. El que adivine quien es el querer de Pandora tendrá el privilegio de matarlo el mismo de la forma que sea.
― Hecho, Thanatos. Será muy divertido averiguarlo.
De la misma manera como llegaron, se fueron. Desvanecieron sus sombras en la pared igual a un fantasma, dejándome un mar de llanto en la cama. ¿A caso ellos sabrían lo que me pasaba en verdad? ¿Estoy enamorada y no lo sé? No entiendo nada. Por qué son tan complicadas las emociones. Al parecer mi único consuelo es llorar.
― Sí ustedes logran saber que siento exactamente, háganmelo saber. Porque yo sigo sin entender…
― ¿Y de qué hablaron hoy las dos damiselas del Inframundo?― preguntó Aiacos con curiosidad.
Generalmente Violete le contaba a detalle lo que pasaba en la sala de té, pero esta vez ella no dijo nada. Se limitó a dejar su gabardina en el perchero y tumbarse boca abajo en la cama.
― ¿Quieres un masaje? ― preguntó solicito colocando sus enormes manos en la pequeña cintura de su ala derecha.
― No… sólo abrázame― dijo ella y en seguida el juez obedeció.
― Me vas a contar― insistió.
― ¿Por qué tan interesado? No hablamos de nada importante.
― Mientes, siempre me dices lo que hablas con ella. Creo que esta vez fue algo importante.
Violete sonrió y depositó un suave beso en la mejilla del Juez. Este sonrió cerrando los ojos.
― Creo que esta confundida. No sabe que es lo que siente. Supongo que es algo normal, tomando en cuenta su edad.
― ¿Es asunto de emociones?― preguntó el juez al mismo tiempo se acomodaba en la cama para abrazar a Violete por la espalda.
― Creo que sí. Puede que está enamorada y ni siquiera ella lo sepa.
Aiacos rio entre el cabello y nunca de Violete. Aspiró su aroma para hundir su cabeza entre los largos cabellos rojos.
― ¿Quién será el desafortunado?― preguntó el espectro con una risa burlona
― No lo sé…
― Podrías averiguar, sería divertido, ¿no?
― Estás muy aburrido. ¿No tienes suficiente trabajo?
― La verdad, sólo es curiosidad. Investiga quién es.
La chica se giró para encontrarse con el rostro de quien admiraba tanto. Acarició su mejilla y mirando a los ojos le explicó.
― ¿Sospechas de alguien?
― No, la verdad es que esa mujer nos trata muy mal a todos. Si no está humillando a Minos, está regañándome a mí o torturando a Radamanthys. Aunque empiezo a creer qué ése es masoquista.
― Y… ¿Qué ganamos con saber quién le quita el sueño a Pandora?
― Nada, pero… imagina que sea alguien que conocemos. No me perdería la oportunidad de divertirme― Aiacos sonrió.
― No puedo decirte que no a nada. Aunque deberás ser paciente, pues ella me invita cuando quiere no cuando yo quiera.
Al terminar la cena, regrese a mi habitación para tratar de descansar. Aunque sería difícil, últimamente mi cabeza es un remolino de ideas que no logro entender. Busco entre mi tocador el cepillo. El espejo me vuelve a mostrar un cadáver de ojos violetas. Abro los alhajeros donde deposito las joyas. Llama mi atención un peculiar brillo.
― ¿De dónde salió esta pluma de ave fénix?
Una pluma peculiar con forma de rombo o corazón. Brillante, hecha de bronce. Mi corazón da un brinco. No pensé tener guardado esto. Inconscientemente deje este recuerdo entre mis joyas. Una vez intente quemarlo pero, al igual que la armadura, se reconstruye sola. Ikki no debió darme nada. ¿Por qué tenía consideraciones conmigo? Siempre fue un misterio. Su trato hacía mí cambió. Es extraño, porque nunca ha representado nada. Aunque le estoy agradecida.
Como lo imagine, no logro conciliar el sueño. Doy vueltas en mi cama una y otra vez sin saber el motivo. Siento que mi cabeza está llena de telarañas. En todas esas imágenes esta él. ¿Por qué? Sus ojos mirándome con determinación y odio. No entiendo porque.
― ¡Hypnos! ¿Por qué me castigas así? Quiero dormir…
No obtuve respuesta. Ese dios debía reírse de mí. O quizá no era él quien provocaba mi insomnio, era yo misma. Decidí caminar un poco, tal vez me canse de andar por los pasillos y consiga que mis ojos se cierren. El castillo era más frío a esa hora de la madrugada. El abrigo mitigaba un poco. Afuera el viento soplaba hasta mover las ramas de los árboles. El sonido de mis pasos no fueron los únicos que sonaron en el pasillo. El eco de otros me detuvo en seco. Una sombra se acercaba despacio. Un andar pausado y conocido. Una enorme silueta se acercaba a mí. Comencé a temblar. ¿Qué me pasa? Yo soy la líder del ejercito de un dios, por qué no puedo mover las piernas.
Los ojos ámbar de Radamanthys me encontraron temblorosa en la pared. Al verme se inclinó.
― Estaba haciendo guardia, señorita Pandora― se explicó de inmediato ― puedo preguntar, ¿qué hace despierta a esta hora de la madrugada?
― No puedo dormir…
Nos quedamos en silencio. Él seguía inclinado ante mí. No supe que decir. Quería volver a mi habitación y encerrarme, no salir en otros doscientos años.
― La acompañare a su habitación― se levantó. Es mucho más alto de lo que recuerdo.
Dimos la vuelta camino a mi recamara. Sentir su mirada en mi espalda, me incomoda. No entiendo porque me sudan las manos. Mi corazón late muy rápido y probablemente mi cara este completamente roja como la de Violete.
― Camina a mi lado. Me pone de nervios que camines tras de mí.
Al momento obedeció. Su compañía entonces me hizo sentir segura y deje de temblar. Mis ojos estaban comenzando a cerrarse. Que alegría, podría dormir. Finalmente llegamos a la puerta de mi habitación. Esperó abriera.
― Buenas noches, señorita. Que descanse― dijo al mismo tiempo con una reverencia.
La habitación se miraba semi oscura gracias a las lámparas tenues que alumbraban. No pude entrar. Si bien tenía sueño, también sentí un miedo profundo a la soledad de esa habitación. Llegó a mi mente Violete, ella debía dormir en los brazos de Aiacos. ¿Por qué pienso idioteces?
― Buenas noches. Puedes irte― le dije a Radamanthys y entré en la habitación dando un portazo al cerrar la puerta.
Suspiré de alivio y de sueño. Escuché los pasos del Wyver alejarse poco a poco. Mi corazón comenzó a latir a toda velocidad, la temperatura de mi cuerpo subió. Corrí a mi cama y me exigí dormir. Quizá mañana desaparezcan estas sensaciones.
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Pues espero que sea de su interés… el segundo capítulo se va a poner mejor, van a ver, ya entran en acción los dioses metiches y empieza a tomar más forma, este es el primer cap y es más introducción que otra cosa.
No olviden dejar galletas al gato. (o sea una rew)
Saludos.
