Por lo menos

Sabía que su victoria en los guetos, que había impedido una masacre, era más suerte que estrategia. De todos modos, él era el líder.

-No dispares, Inoue.

-Pero se trata de un...

-Kururugi Suzaku. El hijo del difunto ministro. Teníamos el mismo Maestro.

El joven se levantó penosamente a causa de los golpes. Tamaki era incluso más duro con los británicos honorarios, si cabe, que con los meros civiles del Imperio. Naoto guardó su propia arma y levantó los brazos preparándose para el combate, sosteniéndole la mirada, esperando que comprendiera. No lo habría perdonado si no.

-Te mataré yo mismo. Honorablemente.