Resumen¡Los niños quieren ser niños!...y no se los deja.
Nota de autora: Quería escribir, porque todo es relativo y la idea llegó relativamente a mi, pero no terminó de tomar la forma que esperaba. Todo es relativo, e igualmente...creo que quedo relativamente bien.
Dedicatoria: A quien, aunque sea muy subconscientemente, haya sido influenciado por un libro leído en la infancia. Nuestros padres forman nuestro mundo externo, pero los libros son los padres del interno.
-Colección de cosas que uno escribe mientras debería estudiar-
• Una guerra de niños •
¨Así como una jornada bien empleada produce un dulce sueño, así una vida bien usada causa una dulce muerte.¨
Su mirada se pasó por la frase varias veces, leyéndola, viviéndola con la inocencia de sus recientes cinco primaveras. Leonardo Da Vinci rezaba la cinta en particular y sintió, por alguna inexplicable razón, deseos de haber conocido a ese tal Leonardo, para ser un muggle no parecía tan vació de pensamientos e ideas.
Regulus cerró el libro sobre su regazo- sus pies no llegaban a tocar el suelo- sentado sobre un imponente sillón verde ingles que amoblaba el estudio de su padre. El estudio estaba cernido en una ligera penumbra, como cada cuarto de la mansión, la iluminación mágica tenia la misma calidez que los candelabros y una luz apenas mayor. Balanceo un poco sus piernitas en el aire sin rozar el suelo mientras pensaba en lo que acababa de leer, reclinándose contra el respaldo con una elegancia imitada de su padre, pero sin poder dejar de jugar con sus piecitos, aprovechando la soledad que no lo censuraba en sus hábitos infantiles.
El libro había sido un regalo de su prima Andrómeda para su cumpleaños junto con una extraña sonrisa, Regulus no entendía porque el titulo del exterior difería del de la primera pagina. El lomo del libro decía ¨ Cuentos de magos de Oriente para magos de Occidente¨, pero dentro, en lugar de los cuentos de magos chinos y japoneses, se encontraba un libro completamente diferente. ¨Citas de otro mundo¨ , rezaba la portada interior que sólo Regulus leyó. Sabía muy bien que su madre, de ver aquel libro como lo que era, armaría un gran escándalo y se lo quitaría por estar lleno de frases de muggles famosos. Regulus al principio pensó en decirle a su prima que se había confundido de libro, o pedirle a su madre que hiciera de mensajera, porque se veía con su tía Druella, madre de Andrómeda, pero luego abandono tal opción; El libro era suyo, y de saber lo que contenía se lo quitarían sin explicaciones y sin permitirle leerlo. Y por alguna razón; Quería leerlo, debía leerlo. En su casa estaba censurada cualquier clase de lectura no mágica, pero Regulus quería leer aquello, desde muy pequeño se le había educado en que el conocimiento era poder…y él pequeño no permitiría que lo mantuvieran eternamente en la ignorancia.
—¡Regulus!— lo llamó la conocida voz de su hermano, el único que rompía el eterno silencio de la casa Black. Y pronto, no solo su voz, sino que se escucharon los pasos de Sirius corriendo por el pasillo con suelo de madera— ¡Regulus¡Regulus!— La puerta se abrió de golpe, y Sirius, con las mejillas encendidas por la terrible carrera, entró como un vendaval invernal en su más intenso estado — ¡Esta nevando¡Salgamos que esta nevando!
Y el libro fue abandonado rápidamente, después de todo; no siempre nevaba cuando estaban solos con Kreacher. No siempre podían salir a jugar y ser niños de verdad, normalmente tenían que conformarse con libros de política disfrazados de cuentos para niños. En su familia; ni los buenos, ni los malos, dejaban a los niños ser niños.
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