Siete años han ocurrido desde el día en el que los misterios del Planeta Zi fueron revelados. En esos siete años ocurrieron muchas cosas. Algunos solo siguieron con su vida normal, otros por su parte, tuvieron que enfrentar a las jugarretas del destino.

Durante una bonita mañana del séptimo mes, los soldados de una pequeña base militar se preparaban para ejercicios rutinarios, propios de su estatus como militares. Los pilotos y las fuerzas terrestres hacían ejercicio desde antes que saliera el sol, mientras que los mecánicos llevaban a cabo revisiones a todos los zoids, en preparación para las evaluaciones mensuales de seguridad.

Una linda morena se lleva las manos a la cintura y en una tonada de cancioncita se expresa - Pero que tenemos aquí.

Un Lightning Saix y un Dibison se aproximaban a esta base militar situada en el desierto Elemia. Thomas Schwarz les había avisado a los soldados de la identidad del conductor del Saix así que lo dejaron pasar. Se acercaron a uno de los hangares donde estaban Van y Moonbay esperándolos. Thomas fue el primero en bajar. Luego la cabina del Saix se abrió pero nadie bajó. – ¡Cuánto tiempo sin verte Irvine! – le gritó Van al conductor del zoid, pero no recibió un saludo de regreso. Segundos después el mercenario bajó con una pequeña compañera en la espalda y la puso en el suelo. Todos extrañados pusieron su atención en la niña que se escondía tras los pantalones del recién llegado.

-No se amontonen por decir "Hola". – replicó el mercenario con una gesto algo molesto.

Van se rascaba la cabeza mientras intentaba ver el rostro de la pequeña -No, es que es extraño que...

Un grito seco que provenía de Moonbay retumbó en todo el hangar e interrumpió a Van – ¡Irvine, pero cómo pudiste! Antes eras un ladrón, pero ¿ahora te dedicas a secuestrar niños?

- Moonbay, no es lo que tú crees.

Al saber la noticia, Fine corrió al encuentro de los recién llegados con esa alegría característica de la zoidiana. Se dirigieron todos a un lugar más pequeño donde pudieran conversar y pudieran comer algo. Thomas fue a entregar el reporte de la ronda al perímetro que acababa de terminar y luego los alcanzaría en el comedor.

-¡No es cierto! - se negaba una y otra vez Moonbay – esa niña no puede ser tu hija, es demasiado linda para serlo. ¿Cuántos años tiene? No pueden ser más de siete.

- Rebecca ven acá – Irvine la llamó y ella se sentó junto a él – Quiero presentarte a unos viejos amigos, ellos son Fine, Van, Moonbay y Thomas.

La niña, con sus enormes ojos azul-grisáceos, los miró a la cara y sonrió. - Mucho gusto, yo soy Rebecca – acertó con alegría la pequeña.

-Pues bienvenida a la base de Riversport, jovencita – contesta Thomas muy amablemente, Rebecca solo lo miró con ojos muy coquetos.

En efecto, la niña no rebasaba los siete años. Vestía una blusa blanca con detalles rosas en los bordes de las mangas; un pantalón purpura y unas botas color chocolate. La acompañaba siempre una mochila purpura y un casco color blanco adornado con unas orejas puntiagudas y distintivos negros y rosas, que por cierto, le quedaba grande. Su cabello era castaño, un poco más claro que el de su padre y sus ojos con el mismo color que él. De igual forma que el padre, no tenía ninguna marca facial.

-Qué bonito casco – le dice Fine señalando con una sonrisa dicha prenda sobre la cabeza de la pequeña – es como un gatito.

-Mi papi me lo dio porque me lastimo la cabeza cuando él va muy rápido en el "laitin sais". Pero ya no me duele cuando me lo pongo. - De pronto la cara de la niña cambio drásticamente con una mueca de incomodidad - ¡Papi! ¡Necesito ir al baño! – decía la niña moviéndose de un lado a otro.

-No te preocupes, yo te llevaré – Fine la tomó por el brazo y la condujo al baño rápidamente, antes de que ocurriera un accidente.

-Irvine, ¿cuántos años tiene? – pregunta Moonbay.

-Seis, ¿porque? Aun crees que me la robe, ¿no es cierto? ¿O que tengo algún trato sucio y la intercambiaré por una recompensa algo así?– El mercenario le da un trago a su café.

-Eres el tipo de persona que jamás creí que sentaría cabeza. Pero como es posible que una niña de seis años ande por ahí entre zoids en el desierto, ¿donde está su madre para que se haga cargo de ella? - Las palabras de Moonbay helaron a Irvine y lo hicieron callar por unos instantes. - Creo que... no debí... preguntar – pensó la chica de las trenzas para sus adentros.

-Porque mejor, no nos cuentas como te ha ido en estos años, donde has estado y todo eso, jeje. – Van trató de evitar que la conversación se hiciera más incómoda, cuando Fine regresó con la infante.

-¡Ya regresamos! Papá, este lugar es grandísimo y tienen muchísimos zoids.

Tratando de evadir la pregunta hecha por Van, Irvine hizo como que no la escuchó -¿Qué han hecho ustedes en estos años? – preguntó el recién llegado mientras la pequeña se sentaba a su lado para comer algo.

-Fine y yo continuamos en la Fuerza Guardián, al igual que Thomas. – argumenta Van - no han sido unos años muy excitantes, pero creemos que es mejor así, ya que eso demuestra que hay paz en todo el territorio.

-Aunque en estos últimos meses han pasado cosas muy extrañas a los alrededores. Hemos estado investigando ciertos incidentes, pero no pasan a mayores. Creemos que no están ligados – comentó Thomas.

-¿Y tú Moonbay?

-Ya sabes... "Yo soy la conductora, del páramo..." me he dedicado a transportar mercancía, como siempre, pero de vez en cuando me cruzaba con Van y Fine y les ayudaba en ciertas tareas, obviamente con su respectiva paga.

Se pasaron la tarde hablando de viejos tiempos y recordando aventuras. La pequeña se la pasó jugando de un lado a otro con Zeke hasta que el cansancio fue tal que se quedó dormida junto al organoide en algún lugar de la base. Preocupados por su paradero, la llamaron y buscaron hasta que Zeke apareció con ella en su espalda. El padre la tomó en sus brazos para llevarla a dormir.

– Puedes llevarla a nuestra habitación – sugirió Moonbay. – Es una habitación para chicas. - Irvine la llevó y la recostó en una de las camas. La cobijó bien y antes de salir del cuarto se quedó unos momentos para verificar que seguía dormida, después salió de la habitación.

La morena, que había estado observando desde lejos, se acercó al mercenario - Es muy linda, se parece mucho a ti: es enérgica e inteligente. Y físicamente, ni lo digas, es casi una copia exacta. ¿'Tía' Moonbay? – Se pregunta. – podría decirme tía Moonbay, me agrada.

Irvine había seguido de largo, dejando a la chica hablando sola en el pasillo. Ella corrió para alcanzarlo y estando al alcance de su brazo, lo tomó por un hombro haciéndolo detenerse – Bien, ahora vas a decirme que pasó contigo, estás muy raro, te conozco desde hace muchos años y este no eres tú. - El intentó seguir su camino. - Dime que te pasó.

- Tal vez te cuente más adelante, por ahora solo déjame tranquilo. Buenas noches Moonbay.

-Si fue porque lo dije hace rato yo… - no le permitió terminar la frase, porque el hombre había continuado caminando y había dado vuelta al final del pasillo. – Lo siento. Hasta mañana Irvine.

A la mañana siguiente, el ambiente en la base era de descanso y relajación. -¡Buenos días a todos! – gritaba Moonbay enérgicamente a lo que Fine le regresaba el saludo con una sonrisa. -Porque te ríes, ¿tengo algo en la cara?

-No. Mira, es muy divertido ver a la pequeña Rebecca hacerle preguntas a Thomas. – Fine señaló hacia donde estaba el Dibison.

Thomas se sentía intimidado con la mirada acechante de la niña que no dejaba de verlo y lo seguía a donde iba; lo ponía nervioso. -¿Qué haces? – pregunta ella.

-Estoy calibrando las patas del Dibison. – Contesta el joven

– ¿Porque las calibras?

-Para balancear el peso. - A lo que la niña vuelve a preguntar porque y el gustosamente responde. - Porque si no lo hago podría dañarse.

De nuevo le pregunta.- ¿Porque se puede dañar?

-Porque si corre con más peso en una pata que en otra podría quebrarse.

-¿Porque?

El hombre solo pudo más que dar un profundo suspiro. Las dos mujeres se burlaban de la situación. BEAK se comunicó con Thomas a través del auricular que siempre trae en la oreja izquierda con el clásico "wiwiwi". - Que dices, que no me enoje.

Rebecca alcanzó a escuchar la conversación que tuvo Thomas con la inteligencia artificial en el Dibison y tuvo gran curiosidad. -'Tío' Thomas, ¿qué es ese "wiwiwi"? No lo entiendo.

-¿Tío?…Bueno, ese "wiwiwi" es BEAK, una inteligencia artificial integrada al Dibison.

-¿Que es inteligencia artificial? - Asombrada, la niña se acerca un poco más a Thomas.

-Pues... este... es una computadora que puede pensar por sí sola.

-¿Porque puede pensar por sí sola?

-Porque así está programada.

No conforme, se atreve a preguntar otra vez -¿Porque?

-Porque así la cree.

-¿Y porque la creaste así?

Al borde de la desesperación, Thomas se toma por el cabello y abre grandes los ojos. -¡Porque así quise!

-Eres muy gracioso. Cuando yo sea grande, quiero ser un zoid.

-Me temo pequeña que eso no es posible – Le decía Thomas mientras tomaba una llave de tuercas.

– ¿Porque no puedo ser un zoid? Yo voy a ser tan rápida como el zoid de mi papá. ¿Porque no puedo ser un zoid? ¿Por qué? Dime porque.

Thomas a punto de perder la cabeza, Fine y Moonbay riéndose de él y Rebecca con su lista interminable de 'porqués' tenían el hangar lleno de gritos y risas. En ese momento, Irvine llega al lugar y se acerca a Rebeca. – Niña, tenemos que irnos. - Los ojos de la menor se pusieron vidriosos y corrió a las piernas de su padre. Fine y Moonbay se acercaron para ver qué pasaba.

-¿Como que tienen que irse? Acaban de llegar. – Fine dijo en un tono triste

-No pertenezco al ejercito – se excusaba el mercenario – no pertenezco aquí. - La niña seguía tomada de sus piernas en señal de rebeldía, no dejándolo caminar bien.

-No pueden irse, es peligroso con el alto número de incidentes a los pueblos cercanos y menos ir con una niña bajo tu cuidado –dijo la morena.

Irvine volteó hacia abajo. – Rebecca, suéltame.

–No papi, quedémonos aquí, me gusta este lugar. ¿Di que sí? Por favor papito, dice que sí. Me portaré bien. El tío Thomas me está enseñando muchas cosas. Ándale, di que sí. Un día más.

Sin poder decirle que no, solo le quedó acceder a la petición de la infante. – Pero solo unos días más, después nos iremos.

-¡Gracias, papi! Eres el mejor papito del mundo. Vamos a jugar Zeke – dijo la niña soltándose de las piernas de su padre y dirigiéndose al organoide.

Los días pasaron y se volvieron semanas. Rebecca se encontraba feliz de poder convivir con alguien además de su padre, pero él tenía otros planes. Cierto día, hubo actividad en el hangar cerca de la media noche. Una sombra se movía veloz pero sigilosa. Alguien que ya había observado esto, esperó cerca de la puerta principal.

-Te vas sin despedirte – le dice Van a Irvine, quien cargaba a la niña en sus brazos, cobijada con una frazada.

-No te pude engañar, eh? Es mejor así.

-¿Porque no se quedan? Han estado muy bien este par de semanas y personas como tu son muy bien recibidas en el ejército.

-Ya te lo dije, niño, este no es mi lugar, no me rijo por estas reglas. Además… - Rebecca se movió un poco en señal de estar despertando, pero su padre le dio unas palmadas en la espalda y ella volvió a dormir profundamente – quiero que ella vea el mundo y no este confinada a una base. Quiero que vea lo bueno y lo malo y al final sepa decidir dónde quiere estar. Prefiero que se enoje conmigo por irnos así que verla llorar de tristeza por la despedida. – Van le dio una cálida sonrisa a lo que el aun mercenario lo vio extrañado – Oye, cuando tengas un hijo sabrás de lo que estoy hablando.

-Buena suerte amigo, nos volveremos a ver.

El lightning saix se alejó en lo negro de la noche para no ser visto otra vez.

Los ataques de los que Thomas había hablado se volvieron cada vez más frecuentes y sin saberlo, una nueva guerra se avecinaba.


Una decada ha pasado desde que publique esta historia y me sorprende. La vuelvo a leer y me llega la nostalgia de recordar una buena epoca en mi vida. Como adulta, he decidido tomarme algo de tiempo y reescribirla, con ideas y situaciones nuevas. Estare subiendo poco a poco, en la medida que mi agenda me permita. Espero estos cambios les agraden.

Nos vemos!