Traducción autorizada por flaming muse/flaming_muse.


Tras una semana llena de viajes, agotamiento, emociones en espiral, e intoxicación por alimentos, les presento con cerca de siete mil palabras los momentos de Klaine que no vimos en el 6x08. Es completamente por gozo personal, pero espero que los haga sonreír. Estoy encantada de ser capaz de escribir sobre los chicos siendo felices nuevamente.

1.

En esta ocasión besar a Blaine se sintió como volver al hogar, no importaba que estuvieran en el apartamento que fue casa de Blaine y Dave, rodeados por cajas y los colores del arcoíris, y los recuerdos de otro hombre. En esta ocasión tocar a Blaine se sentía seguro, las manos de Blaine sobre Kurt y él con los brazos alrededor de los hombros de Blaine con amor, ambos podían y estaban felices de expresarlo.

Ahora el estar juntos por fin se sentía correcto, ya que Blaine lo quería a él, y él quería a Blaine, y ya no había nada que los detuviera.

No había dudas. No había vuelta atrás. Al fin únicamente estaban ellos dos.

Kurt deslizó las manos sobre la espalda de Blaine y sonrió incluso más durante el beso, cerrando los ojos con fuerza ante la ola de alivio que lo golpeó tan fuertemente que se sentía como si le hubieran quitado el piso. Pero una vez más tenía a Blaine para aferrarse; nunca más se volvería a caer.

Las bocas se separaron, y Blaine lo abrazó con más fuerza, metiendo su mejilla contra la mandíbula de Kurt donde encajaba tan perfectamente. Kurt se arañó con ligeros bigotes de Blaine contra la piel y la fuerza en los hombros de Blaine donde Kurt se sujetó, atrayendo nuevos recuerdos y familiares caricias como una bocanada de aire fresco.

―Kurt ―Blaine expiró, apenas audible, y Kurt no pudo entender el tono. Él pensaba que estaba bien - sabía que lo estaba; podía sentirlo en la respetuosa manera en que Blaine lo estaba tocando - pero tenía que asegurarse.

―Sabes que esto no es solamente por la boda, ¿cierto? ―Kurt dijo, las palabras se le salían de prisa―. Sabes que no te estoy pidiendo una simple cita.

El rechinido de una risa de Blaine húmeda y tan intensamente afectiva que esa ola de alivio chocó de nuevo contra Kurt. Blaine levantó la cabeza y lo miró con ojos brillantes y alegres―. Eso lo sé ―dijo―. Lo sé.

Kurt quería perderse en esos ojos, ésos que no lo habían mirado de esa manera en tanto tiempo, pero en vez de eso se encontró asintiendo como un tonto―. Simplemente es que... te amo. Quiero dejarlo claro.

―Lo sé ―Blaine dijo más bajo―. También te amo.

Kurt podía ver de nuevo ese amor en los ojos de Blaine, sin conflicto, sin enojo, sin refrenarse, y la sonrisa de Kurt era incluso más brillante.

Blaine le correspondió a la sonrisa, algo así como deleite debajo de la misma, y presionó otro beso en la boca de Kurt, suave pero completamente determinado. Kurt suspiró en el beso y se apoyó contra él mientras Blaine volvía a subir las manos por la espalda de Kurt, como si también quisiera volver a memorizarlo.

―Estás temblando... y sudando un poco ―Blaine dijo con preocupación―. ¿Estás bien?

―Corrí hasta aquí ―Kurt dijo y sacudió la cabeza. Todavía se sentía un poco agitado y desesperado con lo que quedaba del pánico de que no importaba como se sintiera o lo que dijera, Blaine podría no quererlo, pero incluso ahora se sentía más aterrizado por primera vez en lo que se sentía como una eternidad, ya que Blaine no dio una negativa. Blaine dijo que sí. Blaine lo quería a él―. No importa.

Pasó sus brazos por los hombros de Blaine y lo acercó, sonriendo contra la cálida piel antes de volver a buscarle la boca―. Todo está perfecto.

2.

La mañana de la boda de Brittany y Santana, Blaine tenía una perceptible sensación de déjà vu cuando caminó a casa de Kurt temprano en la silenciosa mañana. Había estado aquí tantas veces, en momentos felices y triste, recogiendo a Kurt para una cita, viniendo para cenas familiares, echándole un ojo a Burt, ayudando con el funeral de Finn, teniendo noches de películas y fiestas de postres, y ensayos y sesiones de estudio.

Había habido momentos en su vida cuando Blaine se sentía más en un hogar en la casa de los Hummel-Hudson que en la suya. Solía sentir que todo el amor que necesitaba en el mundo estaba justo tras esa misma puerta principal. Solía sentir que unirse a esa familia era todo lo que necesitaba para ser feliz.

Dio un respiro mientras tocaba el timbre y se recordaba que ahora las cosas eran diferentes. Había regresado con Kurt, y eso lo hacía tan increíblemente feliz, pero el ser bienvenido por esa puerta no era automáticamente una promesa de que todo en su vida estuviera perfecto.

Pensaba que era bueno que lo supiera. La vida era mucho más que eso y más complicada de lo que solía entender, pero lo estaba descubriendo. Se sentía tan bien saber que no existía tal cosa como la perfección y que la felicidad no era una gran cosa sino un montón de pequeñas cosas juntas.

Sin embargo, mientras desempolvaba las puntas de sus zapatos contra el porche, Blaine quería ser bienvenido.

Demasiado había pasado entre Kurt y él, demasiado dolor y separación, por lo que esperaba que los padres de Kurt todavía quisieran darle la bienvenida. Esperaba poder probarles que esta vez serían inteligentes. Que lo iban a hace bien.

Esperaba que no fuera demasiado incómodo.

Unos pasos se acercaban a la puerta, y podía decir por la manera en que se movían como en zapatillas que no eran de Kurt. Blaine levantó la barbilla, puso una sonrisa en su rostro, y deseó haberse puesto el corbatín en lugar de dejarlo junto con el saco del esmoquin en el porta-trajes en el auto. Le hubiera gustado dar la mejor impresión que pudiera.

Carole abrió la puerta envuelta en una gruesa bata rosa con el cabello recogido y una caliente taza de café en la mano.

―Buen día ―Blaine dijo mientras ella le permitía entrar―. Sé que es temprano para un invitado, pero Kurt me pidió que lo pasara a recoger para poder ayudarlo con los últimos preparativos para el gran día.

―Oh, no eres un invitado, cielo ―Carole dijo, inclinándose para darle un beso en la mejilla, así de simple―. Nunca eres un invitado. No seas tonto.

―¿Es Blaine? ―Kurt gritó desde el segundo piso, y Blaine sintió que volvía a estar en el instituto en una noche de viernes, esperando con deslumbrante emoción ir a cenar con su asombroso novio. Sin embargo, también estaba aquí, más grande, más sabio, quizás con una visión más clara pero todavía perdidamente enamorado del asombroso hombre que pensaba había perdido para siempre y que de alguna manera era suyo de nuevo―. ¡Ya bajo!

―Acaba de comenzar a peinarse ―Carole le contó a Blaine con una sonrisa de complicidad―. Sabes que serán al menos diez minutos. Tal vez quince, porque él sabe que habrán fotografías.

Blaine rio estando de acuerdo. Ella por supuesto que estaba completamente bien.

Volver a estar con Kurt podría ser nuevo, pero de alguna manera no del todo.

Dio un vistazo al salón a su alrededor, ligeramente diferente a como solía estar pero de alguna manera simplemente tan hogareño como una vez lo fue. Era como su libro favorito, perdido por un tiempo pero encontrado abierto justo donde lo había dejado. Sabía que hace unos meses no habría considerado que su vida fuera tan bien, pero ahora, incluso con todo lo que estaba ocurriendo, no sabía cómo había sido tan afortunado para superar todo y encontrarse aquí.

Carole le puso una mano sobre el brazo―. Vamos toma algo de café ―ofreció―. Burt querrá saludarte, incluso si se queja antes de terminar la primera taza de café. Recuerda no tomártelo personal.

―Lo recuerdo. Gracias ―Blaine dijo con un nudo en la garganta, y no pudo evitar sonreír mientras la seguía a la cocina.

Incluso si sabía que ser bienvenido por la familia de Kurt no era todo lo que necesitaba para ser feliz, casi se sentía mejor ahora. No estaba desesperado por ello; simplemente le encantaba.

Tenerlo de nuevo en su vida era un gran regalo.

3.

Una vez que Sugar les había tomado la fotografía, Kurt soltó la horquilla sobre el pasto con una ligera mueca―. Creo que tengo estiércol en mis manos ―dijo, bajando la mirada a suciedad que había aparecido en ellas―. No puedo creer que quisieras que yo tocara eso.

Las cejas de Blaine se alzaron en obvia sorpresa ante la acusación mientras dejaba escapar una breve risa. Se giró sonriendo hacia Sam y Tina que se tomaban una selfie―. Eres tú el que corría diciendo '¡Oh, American Gothic!'.

―Si ensucie mi saco, no estoy muy seguro de que mi bien surtido equipo para emergencias nupciales vaya a limpiarlo ―Kurt gruñó e intentó quitarse el polvo de las manos, pero no se limpiaron. Las mantuvo bien lejos de su ropa.

―Simplemente es un poco de suciedad ―Blaine dijo, mirándolas con un poco de duda en la voz, la suficiente para que Kurt la captara―. Estoy seguro de que estará bien.

Kurt podía recordar lo que se sentía dejar que su temperamento corriera libre, una molestia que se alimentaba de otra hasta que todo lo molestaba, incluso un comentario tan tierno como que Blaine no estuviera inmediatamente de su lado. Era como ser arrastrado por un incendio forestal; las quemaduras lo limpiaban, pero quemaban todo a su alrededor.

Sabía que estallaría de nuevo, porque el que sus pasiones pudieran encenderse no era algo que cambiaría de sí mismo incluso si pudiera, pero ahora esperaba tener una mejor idea para controlarlo.

Aunque, hoy Kurt únicamente podía sonreír. No sentía ninguna necesidad de dejar que la chispa de molestia se encendiera. Sabía que en realidad Blaine no estaba discutiendo, simplemente trataba de ayudar a su muy optimista manera. Él extrañaba cada parte de Blaine, incluso los rasgos que a veces podían friccionar de mala manera―. Las cosas que hago por una buena fotografía ―dijo con un suspiro autocrítico.

Blaine le correspondió a la sonrisa, ese ligero atisbo de preocupación en los bordes de los ojos se le desvaneció en un instante, e hizo un gesto hacia los vestidores de las novias―. Vamos ―dijo, feliz de ayudar como siempre―. Busquemos algo de agua.

4.

Debería ser más extraño el estar en una boda que no era de ellos, Blaine pensaba mientras él y Kurt iban a dar un vistazo al granero y todo estaba hermosamente decorado. Pensaba que debería estarse sintiendo arrepentido por la boda que ellos no tuvieron, era él quien había estado arrastrando a Kurt en la planificación de la boda antes de que rompieran, la que ya habrían tenido. Pensaba que debería sentir la pérdida de ello con mayor intensidad que sólo la conciencia de que fue camino no tomado.

Kurt deslizó su mano sobre la de él en de la barandilla, conectándolas, y Blaine le sonrió.

Quizás debería ser extraño y doloroso estar aquí, pero no lo era. No en realidad.

Blaine se sentía extrañamente contento, tan cálido y estable por dentro mientras la mano de Kurt estaba descansando sobre la suya.

Ellos habían cometido errores, pero justo como Burt y Carole dijeron, todo mundo los comete. Habían luchado, fallado y caído, pero se volvieron a levantar. Pudieron haber tomado un camino diferente, pero éste era en el que estaban.

Blaine suspiró y dio un vistazo al hermoso entorno y al hombre incluso más hermoso que estaba a su lado. No podía decir con precisión dónde comenzaban su mano y la Kurt. Esto era a lo que pertenecía; sentía la verdad profundamente en el centro de su alma, un lugar que nunca solía ser seguro para sí mismo, en absoluto. Éste era el lugar donde estaba su corazón, con Kurt. Estar con él no se podía sentir menos que correcto.

Lo que los había traído aquí no importaba tanto como que simplemente estaban juntos nuevamente.

5.

―Pero ―Kurt incitó a Blaine, el corazón le agolpaba en la garganta―. Pero, ¿qué?

Blaine volvió a encogerse de hombros, viéndose agobiado y desesperado, y casi triste en una manera que Kurt no entendía bien―. Sé que nos apresuramos la última vez. No quiero cometer los mismos errores, pero Kurt... no puedo pretender que no querer estar contigo para siempre. No puedo decirte que no quiero casarme contigo. Lo quiero. ―Negó con la cabeza―. No tiene que ser hoy. Eso lo sé. Pero no puedo decirte que no quiero.

Mirándolo fijamente, Kurt supo que este era el punto de inflexión, justo aquí, en este minuto. No importaba como llegaron aquí. No importaba quien estaba en la habitación con ellos. Lo que importaba era el hombre frente a él, cuyo corazón estaba lleno de amor por él de una manera que Kurt había dado por perdida para siempre.

Kurt sabía que podía deshacerse de esta oportunidad en cientos de maneras diferentes, y algún día se casarían de todas maneras, pero tan fácil e inteligente como probablemente sería, sabía que era incluso más importante ser honesto con Blaine. Tenía que serlo.

Dio un pequeño respiro, permitiendo que su voz permaneciera firme, y apretó las manos de Blaine―. Cuando regresé a Lima por ti ―dijo―, volví por todo de ti. Volví para siempre. Nunca hemos simplemente sido novios, y aunque acabamos de volver, no creo que seamos simplemente novios ahora.

―No ―Blaine estuvo de acuerdo en un susurro irregular―. Y también te amo mucho. Muchísimo. Siempre te he amado. Pero es una locura, ¿verdad?

―Tal vez ―Kurt dijo, y sabía que lo era―. Pero es nuestra locura.

Blaine asintió con una risa que no sonaba bastante feliz.

―Tú era el amor de mi vida, Blaine ―Kurt le dijo, y el rostro de Blaine se arrugó de alegría y lágrimas no derramadas. Sus dedos agarraron con fuerza los de Kurt―. Esto no va a cambiar en una semana o un mes ni un año. Lo que quiero contigo tampoco va a cambiar. Quiero un para siempre contigo. Necesito que lo sepas. Lo haremos, la manera en que lo hagamos... eso son simples detalles.

Los ojos de Blaine se cerraron fuerte por un segundo, y se vio triste y emocionado a la vez.

―¿Quieres casarte conmigo? ―Kurt se hizo preguntar. Apenas podía creer que estaba diciendo las palabras, y aun así no se sentía equivocado en absoluto. Sabía lo que quería. Sabía por lo que volvió. No volvió para recuperar el corazón de Blaine por un tiempo; volvió para tenerlo por siempre. Regresó para lanzarse de nuevo a lo profundo, no para empezar todo nuevamente. Quizás este no era lo más profundo que se imaginaba, porque aquí estaban al borde del mismo―. ¿Hoy? ¿En este momento? ¿De esta manera?

―¿Tú quieres? ―Blaine le preguntó, buscando en sus ojos con una esperanza que no podía ocultar.

Kurt conocía esa mirada. Sabía cómo lucía cuando Blaine quería algo pero pensaba que no debía. Conocía la apariencia de cuando Blaine estaba intentando negarse algo. Sabía muy bien cómo se veía Blaine cuando intentaba convencerse de hacer la elección inteligente por si solo en lugar de la elección correcta en conjunto.

Kurt conocía a Blaine, y Kurt conocía si propio corazón.

Había soñado con su boda desde que era un niño, había jugado a vestir muñecas y hecho un álbum de recortes, y se había llenado de esperanza el pecho con planes y sueños, y mientras estaba de pie aquí en este granero con corrientes de aire lleno con decoraciones que no eligió e invitados que no conocía, simplemente no podía importarle ninguna de esas idea de su juventud.

Soñó con miles de bodas durante años, pero lo único que nunca había imaginado era lo que realmente se sentía al estar enamorado de alguien con todo el corazón, sin refrenar nada, y eso era lo más importante de todo.

Sabía que sus sentimientos no iban a cambiar. Sabía que habían tormentas por venir, pero además sabía que podían capearlas. Casarse no era una cuestión de suposiciones; era una cuestión de tiempo, si la vida lo permitía. Y la vida, como bien sabía, era corta y caprichosa.

La suerte podría no favorecer a la valentía, pero si todo en la vida era un riesgo entonces lo menos que Kurt podía hacer era seguir adelante con lo que quería en lugar de contenerse. Era la única manera en que obtendría lo que quería. Y quería a Blaine, absolutamente.

―Tú eres el amor de mi vida ―Kurt volvió a decir, sin ser capaz de evitar que la sonrisa se le escapara. Ni siquiera lo había intentado―. Y creo que es mi turno para proponerlo.

Las manos de Blaine se apretaron en las suyas por la sorpresa―. ¿De verdad? ―se veía atónito pero para nada asustado, y eso fue suficiente para Kurt.

La sonrisa de Kurt se torció, le agolpaba el corazón, y no podía apartar la mirada de ese rostro cada vez más radiante―. Tú te propusiste la última vez. Es lo único justo.

―Sue dijo triunfante a su lado.

Kurt ni siquiera escatimó en mirarla―. Si interrumpe una vez más este momento, me escabulliré en su casa y secretamente adaptaré todos y cada uno de tus chándales para atar, apretar, recortar, o rasgarlo en diferentes y terribles lugares.

Sue levantó las manos y retrocedió un paso―. Entendido.

Los ojos de Blaine se habían arrugado por una profunda risa de apreciación, y llevó a Kurt consigo con un gentil tirón, un pequeño paso más cerca que volvió a desvanecer al resto del mundo.

Únicamente estaban ellos, dos personas enamoradas.

No importaba la manera en que estaba sucediendo, simplemente que estaba sucediendo.

―Blaine, ¿te casarías conmigo? ―Kurt le preguntó en voz baja, tan seguro de la respuesta como de que el sol sale por el este.

―Sí ―Blaine respondió con una imposiblemente brillante sonrisa, y Kurt apenas pudo escuchar los vítores de Brittany y Santana sobre la alegría desenfrenada de su propio corazón.

6.

Las manos de Blaine no temblaron mientras se ponía el corbatín en el cuello. Los latidos de su corazón eran estables. Las palmas frescas y libres de sudor.

Sentía que debería estar nervioso. Setnía que debía estar dudando de sí. Siempre solía dudar de sí mismo, incluso con Kurt, ya fuera que pudiera ser lo que Kurt quería y necesitaba, o si lo valía.

Pero sabía que lo valía, no porque Kurt quisiera casarse con él - aunque fuera algo asombroso y vertiginoso encontrarse nuevamente en esa posición - sino debido a que Kurt lo conocía y quería lo que conocía. Kurt lo quería a él.

Kurt quería casarse con él. Hoy. En este momento. De verdad. Para siempre.

Oh, Dios, Kurt quería casarse con él.

Blaine se tragó el nudo de alivio e incredulidad y asombro en la garganta e intentó enderezar el corbatín.

Kurt lo conocía y lo quería. Eso significaba que Blaine lo valía, simplemente por ser él mismo. No tenía que hacer nada más.

Todo lo que tenía que hacer era decir sí, y eso era lo más fácil. Decir que no a un para siempre con Kurt nunca fue una opción.

Blaine levantó la vista al reflejo de sus manos en el espejo para ver a Kurt meterse al vestuario. Lucía imposiblemente apuesto en el esmoquin nuevo, delgado y alto, y perfecto, pero fue el rostro de Kurt de lo que Blaine no pudo apartar la mirada.

Él tampoco se veía nervioso. Kurt - cuya mente siempre giraba a cientos de millas por minuto, quien siempre tenía cientos de comentarios y críticas preparadas en la punta de la lengua, el que difícilmente podía dormir algunas noches por todo lo que tenía en mente - lucía sereno. Con los hombros hacia atrás, la barbilla levantada, y la sonrisa totalmente espontanea.

―Permíteme ―Kurt dijo, y Blaine dejó caer las manos y se giró para que Kurt pudiera ajustarle el corbatín por él.

Era algo tan simple, algo que Kurt había hecho por él incontables veces, y sin embargo llenó el corazón de Blaine mucho más. Era algo que Kurt iba a hacer por él el resto de sus vidas. Era algo que Kurt quería hacer por el resto de sus vidas.

Hubo un tiempo hace no mucho en el que Blaine odiaba que todavía quería a Kurt tantísimo tras mucho sufrimiento, odiaba que su vida había girado en torno a ése hombre, y el funcionamiento de su corazón y luego de repente ya no, pero hoy toda la lucha para reponerse tras el rompimiento - si no es que en realidad para recuperar su corazón, resultó - al final le funcionó a su favor. Eso los había traído aquí, de pie uno frente al otro ambos fuertes y convencidos, en lo relacionado al matrimonio.

Blaine de cualquiera manera se estaba casando con él.

Era una locura. Era perfecto. Valía la pena cada pequeña dificultad que lo trajo aquí.

―Casi es hora. ¿Estás preparado para esto? ―Kurt le preguntó, levantando la vista de sus manos por un momento, poniéndose en contacto.

―Sí ―Blaine dijo, consumiéndose en delicada admiración de las pestañas de Kurt y los labios rosas, y sabiendo que eran para él. Eso era todo lo que quería para despertarse por el resto de su vida―. ¿Tú?

Kurt retocó el corbatín de Blaine, luego pasó las manos por sus hombros en unos limpios movimientos. Sus siempre cambiantes y brillantes ojos eran de un azul tan claros como el cielo mientras se encontraban de frente―. Estoy preparado ―respondió con el simple atisbo de una sonrisa, como si tan poco pudiera creerlo, y tenía la mano tan firme como la Blaine mientras estaban entrelazadas a la par que se dirigían a su boda.

7.

El anillo era cálido desde el bolsillo hasta que Blaine lo deslizó en el dedo de Kurt, delgado de una manera a la que no estaba acostumbrado pero correcto al mismo tiempo.

Kurt no estaba seguro de si fue esa calidez o el cambo de peso con respecto al anillo de compromiso lo que le hacía sentir que el anillo de bodas pertenecía en su mano. No sabía por qué encajaba perfectamente o por qué lucía como si hubiera estado ahí por siempre mientras Blaine lo volvía a tomar de la mano.

Todo lo que sabía era que el primer anillo que Blaine le puso en la mano se había sentido bienvenido pero extraño y fuera de lugar, el comienzo de una nueva aventura, y éste se sentía correcto desde el momento que le tocó la piel.

Todo lo que sabía era que ver esa alianza a juego en la mano de Blaine le hizo sentir que este no era el comienzo de algo diferente sino la culminación de todo lo que ya estaba.

8.

Mientras estaba de pie con Brittany, Santana, y Kurt al final del pasillo, de regreso a donde toda esta boda comenzó no hace mucho pero ahora tan diferente, Blaine se asomó sobre los invitados que se levantaban de sus asientos y se reunían en un apresurado parloteo para felicitarlos. Había demasiadas personas a las que no conocía. Había tantas caras que no veía: Cooper, su papá, su primo favorito, amigos como los Silbadores o Elliott.

Definitivamente no era como imaginó su boda. No era lo que habían planeado la primera vez.

Pero a medida que disfrutaba de la vista con Kurt junto a él, iluminado con una alegría y paz que Blaine casi no creía que fuera a causa de él, se dio cuenta que quizás era así. Lo más importante era el hombre con el que se acababa de casar, después de todo, y eso no había cambiado.

―No puedo creer que consiguiera no llorar ―Burt les dijo, abrazando a Kurt. Había llanto en su voz y ojos―. Chicos - ―Se detuvo y negó con la cabeza. Extendió el otro brazo y también abrazó a Blaine. Era fuerte y cálido, tan fácilmente afectuoso, y Blaine cerró los ojos y los abrazó, contento de que no tuviera que hablar porque no estaba seguro de que pudiera lograr decir algo con el nudo en su garganta―. Ya no son chicos, ¿verdad? No son chicos. Hombres casados.

―Papá ―Kurt soltó, la voz quebrada y abrumada.

Manteniendo las manos sobre sus hombros, Burt retrocedió y los miró, serio y exaltado, e incluso orgulloso―. Ya no soy chicos, pero todavía eres mi hijo, Kurt. ―Miró justo a los ojos de Blaine―. Ambos. Mis hijos.

Blaine ni siquiera sabía cómo corresponder a la gratitud y alegría dentro de sí - estaba sucediendo, esto era real, el sueño que había tenido por tanto tiempo era real - y luego fue besado en la mejilla por Carole y siguió llorando con su madre, y abrazado hasta que le dolió por Tina y Rachel, y levantado en un abrazo por Puck y besado en la boca por alguna señora mayor que esperaba fuera familiar de Brittany o Santana, porque a juzgar por la paja que tenía en el pelo ella podría haber estado viviendo en una de las pacas de heno.

Pero no importaba cuantas veces era besado y abrazado por seres queridos o completos extraños, Blaine no podía simplemente quitarse la palabra hijo en su oído.

Realmente no podía evitar mantener la vista en su esposo por el rabillo del ojo.

No, estaba equivocado, pensaba mientras saludaba a otro invitado que nunca antes había visto con Kurt a su lado.

Esta era exactamente la boda que se había imaginado.

9.

―Muy bien ―Rachel dijo al micrófono, tomando el escenario con Mercedes―. ¡Es momento para que las novias y los novios tengan su primer baile! ―Haciendo un pequeño gesto hacia ellos.

―¿Sabes qué canción eligió Santana? ―Kurt le preguntó a Blaine en un murmullo mientras se ponían de pie de la pequeña mesa y se dirigían a la pista de baile.

―No tengo idea ―Blaine respondió―. Esta mañana ella y Brittany todavía tenían docenas de opciones en la lista, y Brit estaba diciendo algo acerca de la numerología en los nombres de las canciones y que Celine Dion le daba mala espina.

Kurt no pudo evitar reír―. Espero que hayan elegido algo bueno. ¿Puedes imaginarte contar la historia de nuestra boda en veinte años y tener que admitir bailar, no sé, Heidi Montag? Es decir, conoces mi sentir acerca de las estrellas de pop solistas de programas televisivos, pero al menos elegir una Real Housewife.

Los pasos de Blaine se acompasaron un poco, lo suficiente para que Kurt lo notara - pero entonces Kurt sintió como si notara todo lo relacionado con él en estos días, cada una de las maravillosas cosa de él - y se giró hacia él con preocupación.

―¿Eligieron a Heidi Montag? ―Kurt preguntó apresurado con un poco de pánico―. Tienes que avisarme si lo hicieron. No podré esconder mi desaliento en las fotografías si no me alertas. Seré inmortalizado para siempre.

―No, yo - ―Blaine parpadeó y sacudió la cabeza, como si estuviera saliendo de un sueño. Levantó la vista a Kurt con asombro grabado en el rostro―. Veinte años, Kurt. Vamos a estar contando esta historia juntos en veinte años. En cincuenta.

El pecho de Kurt apretando tan dolorosamente que era casi similar a la angustia, porque hubiera perdido ese futuro, ambos lo hubieran perdido, y ahora lo volvían a tener. Se detuvo a la mitad de la pista. No importaba si de verdad tenían que bailar una canción de una deficiente estrella de programas televisivos. Encontraron el camino de vuelta el uno al otro. Estaban casados. Era esto. Lo habían logrado.

Iban a estar contando esta historia en cincuenta años.

Kurt sabía que el futuro no estaría libre de altas y bajas. Discutirían, se lastimarían, y comentarían errores.

Pero a pesar de lo difíciles que habían sido los años pasados, ambos como pareja y no siendo una, por fin entraron una manera de estar juntos. Sabía que así era. Seguirían trabajando en ellos hasta que lo lograran. Después de todo, era lo que acababan de prometer hacer por el resto de sus vidas.

―Lo estoy esperando con entusiasmo ―Kurt le dijo, con la voz aguda en la garganta y la felicidad casi imposible de soportar.

―Yo también. ―Blaine correspondió a la sonrisa con el corazón brillándole en los ojos y avanzó. Levantó la mano cuando la música comenzó―. ¿Te gustaría dirigir?

Kurt alzó su mano y la ajustó al brazo de Blaine con una sensación de completa satisfacción, el primero de muchos bailes que iban a tener en sus vidas.

Dejó que Blaine se acercara con las manos que siempre lo tocaban como si fuera valioso y dijo―. La próxima vez.

10.

―¡Oh, esto está realmente bueno! ―Kurt se entusiasmó con la boca llena de pastel de bodas―. Me alegra tanto que eligieran el de vainilla con crema de mantequilla. ―Apoyó el hombre contra la columna por la que estaban parados y felizmente tomó otro trozo con el tenedor.

Blaine sonrió mientras mascaba un poco de pastel, su corazón replete de más dulzura de la que mismísimo betún. Kurt siempre sabía apreciar los buenos pasteles; Blaine extrañaba verlo. Se alegraba de que ya no tuviera que extrañar nada más acerca de él.

―¿Sam? ¿Artie? ¿Mike? ¿Dónde están mis chicos? ¡Vengan aquí! ―Puck dijo desde el escenario―. ¡Mostrémosle a Indiana como se luce una verdadera fiesta!

―Oh, no ―Kurt dijo con una risa―. ¿Qué puede salir mal? ―No sonó molesto, no en realidad, estaba más divertido que nada, y mientras Blaine sabía que el mordaz carácter de Kurt siempre sería parte de él, también le encantaba ser capaz de asegurar el centro de calma. No sabía si él había cambiado o había sido Kurt - o probablemente ambos - pero ya no podía imaginar perderse lo que había bajo las opiniones de Kurt.

―Quizás deberíamos hacer algunas peticiones ―Blaine dijo y tomó otro bocado del pastel ―. No es que no elijan buenas canciones, pero es nuestra boda.

Kurt le sonrió, la mirada de repente suave y cálida en una manera que Blaine había visto en sueños por años pero hace mucho tiempo - hasta hace poco - no en la realidad―. Lo es ―Kurt coincidió.

―También podemos hacer un dueto ―Blaine dijo―. Si quieres. ―Estaba lo suficientemente feliz como para cantar, especialmente con Kurt, pero no lo ansiaba de la manera que era usual. Estaba contento de estar en el momento justo ahora, no simplemente liderando. Este momento era bueno, después de todo.

Kurt se incline un poco, su peso todavía apoyado contra la columna―. Siento que debería pedir 'Teenage Dream'. Podría cantártelo esta vez.

Las mejillas de Blaine se calentaron, el estómago revolviéndose con amor y únicamente un poco de pena por lo que el recuerdo de esa canción se había era para ellos. El pasado nunca podría ser borrado, pero hoy los errores no parecían importar demasiado.

―Pero ―Kurt continuó, mirándolo fijamente―, esto no es sueño.

―No.

―Y ya no somos adolecentes. ―Kurt colocó el tenedor en su plato, el pastel sin terminar―. Siempre seré ese chico en mi interior también, sabes. Ése que se enamoró de ti al minute en que te conocimos y simplemente sigo enamorándome. ―Inclinó la cabeza, la sonrisa le llegaba a los ojos―. Eres a quien siempre he querido. ―No estiró el brazo hacia Blaine, no lo besó, simplemente lo miró, feroz y feliz.

Kurt estaba tan resuelto, tan seguro, tan suyo. Él era todo lo que Blaine alguna vez quiso. No el sueño de perfección que una vez fue, sino simplemente Kurt, puramente él mismo, debajo de todo.

―Te amo tanto, Kurt ―Blaine le dijo, con el corazón tan grande que le dolía en el pecho, y se inclinó por un beso mientras la música entonaba en alto detrás de ellos.

11.

―Todo este día ha sido hermoso, cariño ―Carole le dijo a Kurt mientras bailaban lenta y fácilmente por la pista de baile mientras Mercedes cantaba.

Le sonrió, completamente consciente de Blaine y su madre balanceándose tan sólo a unos metros de distancia. Su marido y su suegra. Su familia, autentica y legalmente, tan familia como lo era Carol. No podía creer que algunos años ya no tendría a ninguno de ellos―. Sabes que tengo muy poco que ver con esto. Blaine y yo fuimos adiciones de último minuto. Ni siquiera era el planificador de la boda.

―Kurt Hummel, dirigiste este ejecito como un general esta semana cuando Artie no estaba observando, y lo sabías ―Carole dijo.

Sonrió un poco, porque era verdad. Podría haber sido mandón con algunas personas por la cordura de Brittany, pero eso es lo que hacen los amigos.

―Pero eso no es a lo que me refería ―continuó, con amables ojos brillantes―. Me refiero a tu boda. Tú y Blaine. Ha sido hermoso verlos.

Kurt miró hacia Blaine, con quien conectó la mirada por encima del hombre de su madre y le dio una sonrisa tan soñadora y abierta que el corazón de Kurt se enamoró incluso más de él, sin poder hacer nada embrutecido por el calor y gozo que Blaine traía a todo en su vida y más que nada a Kurt.

Carole rio y dijo―. Sí, justamente así.

―Gracias ―le dijo, tan agradecido que era casi doloroso. Agradecido por ella, agradecido por Blaine, agradecido por este día y la oportunidad, y el futuro.

―¿Puedo interrumpir? ―la voz de su papa le vino desde atrás.

Kurt levantó la vista en sorpresa y soltó las manos de Carole. Podía encontrarse otra pareja, y quizás podría bailar con Carole de nuevo más tarde―. Por supuesto ―dijo y retrocedió, pero en lugar de que su padre llevara a Carole a bailar, le ofreció la mano a Kurt.

―Vamos ―su padre añadió―. ¿Por qué las mamas tienen toda la diversión? Baila con tu viejo. ―Hizo un gesto con los dedos.

Carole se agarró las manos en un deleite lloroso, y Kurt sintió su corazón expandirse tanto, porque sabía que no todo chico gay termina con una familia que los ame como la de él. Su familia pudo haber perdido personas que no podían ser remplazadas - su madre, Finn, vacíos en el mundo que nunca serían llenados - pero se sentía tan afortunado de tenerlo lo que tenía. Comprendido, aceptado, amado. Lo era todo.

Él era tan afortunado.

Kurt se acercó a los brazos de su padre con una sonrisa y una risa - y unas cuantas lágrimas que no se permitió derramar - y vio a Blaine sonriéndoles.

―Gracias, papá ―Kurt dijo mientras su padre intentaba incómodamente de seguir el ritmo.

―Espera para agradecerme hasta que superemos esto sin que te pise los dedos ―dijo su padre―. Deberías advertir a Blaine. Él es el siguiente.

Kurt simplemente rio, negó con la cabeza, y se sostuvo de su padre. No iba a llorar. Iba a sonreír durante cada minuto.

No pudo haber imaginado cuando era tan joven, temeroso, un chico cerrado al que le aterraba que su padre lo odiara, lo feliz que podría ser al ser él mismo, pero valía cada minuto de luchar con esa pena, miedo, y soledad, para obtener lo que ahora tenía.

12.

Hubo un momento en medio de la pista de baile - más tarde, cuando todos los hombres habían dejado los sacos en las sillas, las mujeres se quitaron los zapatos, y algunos de los invitamos más viejos ya se habían despedido - cuando Blaine miró por encima del hombre de Tina mientras le daba una vuelta y captó la sonrisa de Kurt, una brillante luz sobre la cabeza de Rachel, el zigzagueo de sus hombros en el giro alegre que Blaine conocía muy bien.

Blaine sintió algo un profundo y serio que le dio un tirón en su interior hacia Kurt, que dolía por él, anhelaba llegar y estar cerca de él.

Se casaron hoy. Ese era su marido.

Quería estar con él justo ahora, a solas con él, no porque necesitara tener sexo con él en este minuto sino porque necesitaba que estuvieran juntos. Necesitaba respirar el mismo aire que Kurt, escuchar su voz, tomarle la mano, olerle el cabello, y estar con él en un espacio que fuera solamente de ellos.

Necesitaba este asombroso día de magia y espectáculo volviera al tema y asentara una vez más el silencioso y privado amor en el rostro de Kurt. El rostro de su marido.

Tina le sonrió a Blaine mientras daba vuelta, los aflojados mechones volándole por los hombros y los ojos brillándole, y el momento de necesidad a Blaine se le escabullo.

Bueno, por un tiempo.

Justo ahora, era momento de bailar con todo sus amigos, sonreír hasta la cara le doliera, y perderse en la música y el amor a su alrededor.

Pero pronto… pronto, Blaine supo con otra mirada a la pista de baile, que iba a necesitar apartar a Kurt de Rachel, emparejar a Tina con alguien más, e ir a por fin estar a solas con su marido.

13.

Por fin, mucho después de la puesta del sol, Kurt y Blaine se despidieron de sus padres y amigos, y luego se escabulleron de la recepción sin demasiado escándalo. La fiesta continuaría sin ellos, pero había sido un largo e inesperadamente emocional día, y cuando Blaine había aparecido al lado de Kurt con una pregunta en su cara, Kurt había estado más que feliz de prepararse para irse.

Juntaron sus cosas del vestuario, y cuando salieron a la oscuridad pausaron por un momento, mano a mano, y volvieron la vista al granero. Estaba lleno de vida y amor, luces brillantes y música fuerte, y Kurt se encontró sacudiendo con la cabeza ante ello con asombro. Se veía como un sueño desde ahí, pero sabía que era uno de los días más reales que alguna vez tuvo en su vida.

―Cuando me levanté esta mañana ―dijo, sintiéndose exhausto a la vez―, no era así como pensé que pasaría el día.

Blaine le apretó la mano pero no respondió, tan sólo miró al granero con miles de pequeñas luces blancas iluminando su guapo y contemplativo rostro. Se veía cautivador, pero para Kurt siempre era así.

―No me estoy quejando ―Kurt añadió, tan sólo para aclarar. Sabía que a veces Blaine necesitaba oír las palabras, y todavía no averiguaba cuando era así. Aunque, lo haría. Lo averiguarían juntos.

Blaine se giró hacia él, y la sonrisa se ensanchó―. Para nada ―dijo, y poco a poco el nudo de preocupación ene l corazón de Kurt voló libre nuevamente.

Ellos lo averiguarían, lo sabía con absoluta seguridad.

―Entonces ―Kurt dijo mientras comenzaban a caminar hacia el auto de Blaine, todavía tomados de las manos―, ¿qué vamos a hacer con la tradición de llevar a la novia en brazos a la puerta la noche de bodas? ¿Se supone que hagamos dos viajes cargándonos el uno al otro? Siento que es la clave para que alguien se golpee la cabeza en el marco de la puerta.

―Podemos simplemente entrar juntos ―Blaine respondió con una risa.

Kurt le sonrió, pero antes de que pudiera responder una figura se asomó en la oscuridad frente a ellos. Él y Blaine se detuvieron, pero estaba orgulloso de que ninguno de los dos chilló de sorpresa.

―Klaine ―Sue dijo.

La mano de Blaine apretó la de Kurt mientras Kurt dijo con cautela ―. Sue.

―Felicitaciones por finalmente ver la luz y darnos a todos para su relación, que todos tan claramente merecemos ―les dijo.

―Um... ―Blaine dijo frunciendo el ceño, y Kurt simplemente negó con la cabeza. No había sentido en interrumpirla. Tan sólo tenían que soportar lo que les tenía que decir.

Sue sacó una pequeña tarjeta de platico del bolsillo de su abrigo y continuó―. En honor de su improvista pero muy esperadas nupcias gay y como una disculpa por el secuestro de menor importancia que pude haber orquestado en un intento de llegar a este punto, me he tomado la libertad de mejorar la habitación de hotel por algo más adecuado tanto para la ocasión y para las múltiples rondas de celebración sodomita de noche nupcial a la que indudablemente ahora se dirigen a entablar, los suministros para lo cual también he proporcionado amablemente en múltiples sabores y texturas para el placer de uno y/o el otro.

Mientras la miraban boquiabiertos, atónitos, ella asintió, luego fue a meter la tarjeta-llave del hotel en el bolsillo del pecho de Kurt―. De nada.

Con lo cual, les dio otra pequeña y extraña sacudida de cabeza y se desvaneció en la oscuridad.

Se quedaron ahí por un momento, simplemente respirando, y Kurt se preguntaba si estaba bien que no creyera en las vidas pasadas, porque odiaría pensar las horribles cosas que debió haber hecho para cargar ahora con Sue Sylvester.

Por fin el aliento se le escape en una risa―. Este ha sido el día más loco ―dijo, sacudiendo la cabeza mientras comenzaban a caminar de nuevo.

Con la mano firmemente sujeta a la de Kurt, Blaine le sonrió, tranquilamente radiante de amor, y dijo―. Pero, el mejor día.

Kurt correspondió a la sonrisa, le sonrió al amor de su vida, su marido, y asintió en indiscutible acuerdo.

―El mejor ―dijo.


De verdad espero que al leer esta historia hayan sentido al menos la mitad de todas las emociones que me embargaron al traducirla. De entre todas las historias que he visto rondar por internet, ésta contenía justamente lo que yo necesitaba como complemento. Ojalá todos hayan disfrutado de la maravillosa boda y estén preparados para más Klaine.

Por cierto, ¿será coincidencia que mi numero favorito en realidad sea el trece? Cuídense.

Gracias por leer. Gracias por comentar. Gracias por los favorito.