525 palabras, me excedí un poco de lo estándar para un drabble, pero oh bueno. Solo un viejo escrito que encontré aún en mi posesión tras revolver mis carpetas de documentos.


Apenas lo nota pero su cabello y el césped a su alrededor se mecen suavemente al compás de la suave pero fría brisa invernal que soplaba esa tarde, metiéndose por debajo de su piel y por entre su carne, calándole los huesos, pero es indiferente a esa sensación, porque sólo se encuentra allí, sentado en el pasto con las piernas estiradas y abiertas, las manos apoyadas detrás de su espalda, sosteniendo el peso de su cuerpo para mantener su espalda lejos de la fría hierba, pero permitiéndole estar en una posición más cercana a estar recostado, con la vista perdida, demostrando lo perdidos que estaban sus pensamientos, debido a que realmente no pensaba en nada en específico, sólo estaba allí, en medio de un parque, a principio de invierno.

Alza la vista cuando se aburre de la difusa imagen de los árboles y por unos segundos la enfoca en el despejado cielo azul y un horrible sentimiento de melancolía y soledad lo abruma mientras admira el manto azul.

Cerca suyo una pequeña niña corretea alegre con sus padres detrás suyo, hasta que el hombre al fin la alcanza y la alza en vilo, riendo y haciéndole cosquillas, la madre llegando después y cubriéndola con una chaqueta. Y los ve. Los ve y siente que algo metafórico e intangible se retuerce y duele, como si un sable lo hubiese atravesado allí donde la piedra se encuentra a modo de corazón y lo movieran de un lado a otro, causándole más dolor.

Al final flexiona las rodillas, pegando las piernas al pecho y rodeándolas con los brazos, haciéndose un ovillo, sintiéndose inesperadamente sólo y el sentimiento cala aún más profundo que el frío que recién ahora nota, y por un segundo desea que hubiese alguien allí colocándole una manta sobre los hombros y sentándose junto a él, espantando la repentina soledad que se expande por su cuerpo, pero sabe que eso no va a pasar porque no tiene a nadie, ni una sola persona que haga algo así por él y eso provoca que sienta una insana envidia por esa familia cuyas risas le llegaban de forma irritante a los oídos.

Tiene frío y se siente terriblemente sólo y la risa estridente de la niña le pone los nervios de punta, provocando a su parte más inestable a salir a flote. Y pronto el verde se tiñe de escarlata.

El recuerdo lo golpea como un balde de agua helada cuando el mayor de los Elric murmura esas palabras como si fuesen un tabú, un pecado, como si realmente estuviese mal que tuviese envidia de los humanos, pero a su vez en sus ojos ve comprensión y eso lo destroza, porque no quiere ninguno de esos sentimientos.

Anhela el cariño y el calor de un abrazo, pero realmente no quiere la lástima de nadie, eso sólo lo hace sentir peor consigo mismo, patético, humillado.

Y llora, y grita, hasta que todo su ahora pequeño cuerpo duele, se desahoga aunque sea sólo un poco con sus lágrimas, pero siente que ya no puede más con esa farsa de vida que tanto tiempo llevo.

Y todo se va al demonio.