Severus se encontraba de pie junto a la ventana, su cuerpo cubierto solamente por una delgada bata negra que le llegaba a los muslos, observando el oscuro firmamento poblado de brillantes estrellas y una luna llena.
Sabía que no podía seguir haciendo eso, lo sabía perfectamente. Su cuerpo no iba a tolerarlo por mucho tiempo y su mente mucho menos. Pero de todas formas, no tenía planeado abandonar ese hábito que se había tornado parte de su día a día. Ese momento que esperaba ansioso a que llegara, con el corazón palpitando velozmente en su pecho. Lentamente volvió la cabeza hacia la cama que se ubicaba al centro de su habitación en Hogwarts, observando atentamente el cuerpo que reposaba desnudo en ella.
-No puedes seguir con esto- murmuró suavemente, mirándolo con aquellos ojos grises que tanto amaba.
El profesor de pociones no respondió nada, pero sus pies se dirigieron lentamente hacia la cama. Con un simple movimiento la prenda que vestía cayó al suelo, revelando un cuerpo bien formado, de piel blanca como la nieve.
-Tienes que dejarme ir, Severus- volvió a hablar, estirando los brazos en una muda invitación.
-Mientras pueda preparar esa poción, tú te quedarás a mi lado, Lucius- respondió el moreno, besando esos carnosos y rosados labios con pasión.
El rubio giró sobre la cama, aprisionando el cuerpo del profesor. Mientras sus labios besaban dulcemente los de su amante, una de sus manos se dirigió hacia la entrepierna del moreno, buscando aquella entrada al paraíso. Severus gimió fuertemente al sentir el dedo que entraba en él, moviendo las caderas para intensificar las caricias. No pasó mucho tiempo para poder sentir el miembro del ojigris en su interior, entrando lento pero firme. Sin darle tiempo a que se acostumbre, Lucius comenzó a moverse rápidamente, encontrando en cuestión de segundos aquel punto que enloquecía al moreno.
Las manos de Severus dejaron de presionar las sábanas para acariciar el cuerpo que se cernía sobre el suyo, maravillándose con cada pliegue que sus dedos tocaban. Sus piernas rodearon las caderas del rubio, queriendo sentirlo aún más dentro de su cuerpo. Su respiración era agitada y sabía que no iba a durar mucho más.
-Lu…ya no…- no fue necesario que siguiera hablando, Malfoy comprendió rápidamente que era lo que necesitaba, por lo que una de sus manos se dirigió al erecto miembro del profesor y le otorgó unas firmes caricias.
Eso fue todo lo que pudo soportar el moreno que se corrió con un fuerte grito al tiempo en que su espalda se arqueaba de una manera sensual. En medio de su éxtasis sintió como su interior era llenado por el caliente semen de Lucius, que al terminar besó tiernamente sus labios, para luego recostarse a su lado.
Un placentero cansancio invadió el cuerpo del profesor de pociones, obligándolo a cerrar los ojos. Sus brazos apretaran el cuerpo que se encontraba a un costado suyo, reposando su cabeza en aquel fuerte pecho. Dolorosamente consiente de que al despertar, su amante no se encontraría junto a él.
-Te amo Lucius- susurró adormilado.
La oscuridad lo envolvió antes de que pudiera escuchar la contestación del ojigris.
-Yo también te amo, Severus- respondió, desapareciendo lentamente de aquella habitación.
