Disclaimer: Suiza dice que él no es de Himaruya ni de nadie más… ¡Con el trabajo que le costó que el Sacro Imperio reconociera su independencia en 1648!
Capítulo 1/3
Habían cenado chocolate caliente con fondue, habían escuchado un rato a Austria tocar el piano hasta que a Liechtenstein se le cerraban un poco los ojos, y Austria ha tenido la maravillosa idea de que es hora de irse a la cama…. cofcof… aunque sean las nueve y media. Los tres habían subido las escaleras apaciblemente, Suiza especialmente sonrojado, habían esperado unos tensos y vergonzosos instantes fuera del cuarto de Lili a que se pusiera el pijama y para seguir las reglas cuadradas de Suiza, habían entrado ambos a darle el beso de las buenas noches…
—Bruder… ¿me cuentas un cuento? —pregunta Liechtenstein acostada en la cama con su mirada angelical y leve sonrisita.
—Ehh… ¿C-Cuento? En se… vale, vale, ja... —Suiza se sonroja un poco, mira a Austria de reojo y con el ceño fruncido al otro lado de la habitación, y se sienta en la cama
Austria mira la escena sin estar muy seguro, preguntándose qué hace allí. Suiza le fulmina con una cara que dice que si quiere jugar a las fresas, se va a tener que soplar el cuento de Liechtenstein y ayudarle a que se duerma, PROFUNDAMENTE, lo antes posible.
Liechtenstein se recarga sobre el hombro de Suiza y piensa que va a hacerse la dormida cuanto antes para ir a ver cómo juegan a las fresas.
—Había un reino muy lejano en donde vivía un hombre que era un indese... —carraspea—, una persona muy difícil —mira a Austria, que hace los ojos en blanco.
—¿Difícil en qué sentido? —pregunta Liechtenstein.
—Difícil en cuanto a que... era muy difícil de complacer, siempre estaba pidiendo cosas y dando órdenes —explica irritado por la cara de Austria.
—¡Oh! ¿Y por qué hacía eso? —pregunta ella.
—Oh.. no lo sé, supongo que para fastidiar a otro hombre que era su vecino. Que era formal y trabajador —explica.
—Oh... ¿Y por qué quería fastidiar a su vecino si era formal y trabajador? —vuelve a preguntar.
—Creo que porque le agradaba... —sentencia Suiza y luego se sonroja.
Austria levanta las cejas pensando unos cuantos adjetivos más que añadir a esa descripción y luego sonríe.
—Ah... ¿Pero por qué fastidiarle entonces? —pregunta Liechtenstein.
—P-Pues... —carraspea, sintiendo la sonrisa de Austria—. Pues porque hay gente así de molesta.
—Pero no tiene sentido, ¿por qué hacer enojar a alguien que te agrada? —sigue planteando la chica.
—Esa es una preguntan que quizás deberías hacerle a Österreich —susurra incómodo, sonrojándose de nuevo.
—Si te agrada, lo lógico es querer agradarle tú también —añade Liechtenstein. Austria les mira a ambos.
—No tengo ni idea de cómo funcionan tus personajes, Schweiz —suelta con cinismo, como si no supiera de que habla.
—Mis personajes no funcionan, ni funcionarán jamás —le fulmina el helvético.
—¿Lo ves? Es lo lógico, si le molesta el vecino trabajador acabara odiándole —explica Liechtenstein, que hoy está muy espabilada.
—No le odia —responde en automático y luego se sonroja, carraspeando—. Sí le odia.
Ambos le miran, el suizo cierra los ojos, sonrojado hasta la punta de las orejas.
—También le quiere... un poquito.
—Ja, creo que ya veo cual es el problema que hace que los personajes no funcionen. —se burla un poco Austria.
—Oh... ¿Y por qué? —pregunta Liechtenstein.
—¡Cállate! —protesta Suiza.
Ella se calla, un poco asustada y regañada.
—Nein, nein... tu no... él —mira a Austria con el ceño fruncido, y luego le hace un cariño dulce a Lili en la mejilla—. ¿Qué me decías, Lili? —pregunta, intentando esbozar una sonrisa.
—Creí que querías que te ayudara con la historia —se defiende Austria.
—¿Que por qué le quiere? —pregunta Liechtenstein en un susurro casi inaudible.
—No me estás ayudando, la estás criticando... Por qué no vienes aquí y te... —se calla de repente y mira a su hermanita con cara de absoluto horror.
—P-P-Pue... —carraspea— Pues...
—Oh, una cuestión interesante —concede Austria a la chica acercándose tal como le ha pedido apoyándose en los pies de la cama en la columna del baldaquín.
—E-Eso... n-no sé si te pare... no sé, no sé si sea necesario aclarar eso para los fines de la historia.
Ambos miran a Suiza... Austria mira a Liechtenstein.
—Pero es que no entiendo cómo puede quererle si le molesta —se defiende ella, Austria sonríe.
—Esa... es una cuestión... que a todos nos ha parecido complicado comprender —explica Suiza lentamente.
—¿Ves? Justo ese es el problema con los personajes, les falta definición —explica Austria pacientemente.
—A ver, LIEBE... —suelta con burla—, defínelos. Si te parece que les falta definición, defínelos —se cruza de brazos.
Austria se incomoda imperceptiblemente por el liebe.
—No son mis personajes —se defiende tranquilamente. Suiza frunce el ceño.
—Le quiere... —mira a Liechtenstein—, le quiere porque es un buen hombre en el fondo... muy en el fondo. Y porque han crecido juntos, y porque le… medio gusta su compañía —carraspea, sonrojándose cada vez más.
—Ah... ¿Es bueno con los demás menos con él? —pregunta Liechtenstein.
Austria vuelve a sonreír con las respuestas de Suiza.
—Nooooo... uff... con los demás es igual de terrible pero... diferente —sonríe un poco, casi imperceptiblemente y luego se pone serio de nuevo.
—¿Entonces como sabe que es bueno? —pregunta confundida—. ¿y diferente cómo?
Suiza se revuelve en su lugar, incómodo.
—Pues sabe que... sabe que es bueno porque le conoce muy bien, porque en realidad es muy difícil saberlo —explica.
Ambos le miran.
—Diferente... diferente —esta vez sonríe un poco más, hasta que nota que le miran y se pone serio de nuevo.
—Entonces los demás si deben odiarle... —propone Liechtenstein.
—Quizás un poquitín —mira a Austria, sonriendo de lado—. Pero no tanto como le odia el hombre trabajador —la mira de nuevo.
Austria levanta las cejas y cierra los ojos en un plan de "allá ellos".
—Oh... ¿Pero no has dicho que le quiere? ¿Es porque le trata diferente? —pregunta ella sin entender.
—En parte... —reflexiona—. Al hombre trabajador le gusta que le trate diferente —explica sin mirar a Austria, que vuelve a sonreír.
—¿Aunque eso sea tratarle mal? —pregunta Liechtenstein.
—Eso... eso es difícil a veces —admite, sonrojándose porque esa es una GRAN confesión. Se vuelve a mover en su lugar, incómodo bajo la atenta y escrutante mirada de Austria—. Pero al final, supongo que le soporta p-porque... —se muerde el labio y se vuelve a mover en su lugar—, pues porque es su vecino y no le queda de otra —resuelve con mucha seguridad—. No es porque le gusta ni mucho menos —añade con absoluta resolución, mucho muy tarde y mucho muy poco convincentemente—. Claro que no es que le tenga que gustar... Es decir... —se sonroja mas, moviéndose otra vez. Es decir, nadie ha hablado de gustar o no gustar… es… es... algo relativo... —carraspea.
Liechtenstein parpadea sin estar segura de haber entendido nada de lo que ha dicho Suiza. Austria se ríe un poquito por lo bajo.
—¿¡De que te ríes!? —protesta mirándole tenso, el austríaco niega con la cabeza.
—Me distraje pensando en otras cosas y no te escuchaba —miente con una sonrisa sardónica—. Bitte, continúa.
Suiza le fulmina y carraspea.
—B-Bueno. El hombre trabajador era muy ordenado y responsable. Trabajaba todo los días.
Liechtenstein bosteza, entrecerrando los ojos un poco.
—Se parece a ti...
—En un horario fijo. Mientras que su vecino incómodo, no tenía horario alguno —abre los ojos como platos, separándose de Liechtenstein y provocando que se le resbale la cabeza de su hombro—. NEINEINEIN!
La chica se cae, un poco asustada por los brusco y Austria aparta la cara riendo un poco otra vez.
—El hombre trabajador era Moreno y con los ojos... Azules. Y no se parecía en nada a mí —agrega rápidamente.
—Ehm... bueno, yo lo decía por lo trabajador y lo responsable y todo eso —explica Liechtenstein un poco avergonzada, como pidiendo disculpas por el atrevimiento.
—En realidad, se refiere a mi —explica Austria mirando a Liechtenstein con una sonrisa—. Yo soy el hombre moreno, centrado y serio y él es el vecino molesto y loco a quien todo el mundo le tiene miedo —tergiversa la historia.
Suiza se sonroja mucho.
—Ja, ja... Bueno... En eso tal vez pero nada má... —empieza mientras habla la chica volviendo a acercarse… luego escucha al austriaco—. WAS? —grita fulminándole.
Liechtenstein parpadea mirando a Austria, sin estar muy segura.
—Oh...
Austria se ríe un poquito al ver la reacción de Suiza.
—Nein, nein... nein! —le sigue fulminando—. YO soy el hombre centrado, yo soy el hombre trabajador con los horarios perfectos, yo soy el ordenado. ¡Tú eres el vecino molesto, sin horarios ni orden mental!
—Oh... ¿Así que tú eres... quién me quiere un poquito porque te trato diferente? —pregunta mirándole por encima de las gafas y sonriendo—. Que... interesante.
Liechtenstein mira a Suiza, quien abre los ojos como platos, sonrojándose todo lo sonrojable y abriendo la boca.
—N-N-Ne... Nein! —niega fervientemente queriéndose morir—. Nein, nein! Yo no... no he dicho eso nunca... ¡e-el personaje no tiene que ver c-conmigo a excepción d-de lo ordenado y trabajador c-con los horarios perfectos! —se defiende. Liechtesntein le mira abriendo los ojos, preocupada.
—Bruder... ¿estás bien?
—Claro que estoy perfectamente bien —la mira a ella como si le hubiera salido otra cabeza—. Desde luego que estoy absoluta total y completamente bien, ¿por qué no habría de estarlo?
—Oh... ¿ves? por eso dije que era al revés... lo lamento, a veces es complejo entenderte —resuelve Austria aparentemente muy interesado en la colcha de la cama, sacando una pelusilla invisible, estirado.
Suiza mira a Austria después de esa declaración.
—Oh —se sonroja, pero le sigue escrutando con la mirada.
Austria sigue en su postura de cejas levantadas, ojos cerrados y "por el amor de dios, que alguien tape ese bote de lo que sea que desprende un olor nauseabundo".
—Bueno no es que yo no... es decir... —traga saliva—. E-Es... es decir que... bueno, yo no he dicho que... —balbucea.
—¿Y qué pasó luego? —pregunta Liechtenstein bostezando otra vez.
—Pasó... Pasó... —sigue mirando a Austria ligeramente consternado—. Pasó que el vecino... el vecino trabajador d-decidió un día que ya no quería hablar con el vecino molesto —explica lentamente y mira a la chica.
—Claro, siendo tan molesto es normal —asegura ella con los ojos cerrados.
—Decidió que no le quería ver nunca más porque... —se pasa la mano por el pelo y la escucha—. Bueno, ja, eso parecía inicialmente, y era lo que parecía lo más lógico, pero al final no fue lo mejor —agrega incómodo.
—¿Por qué? —pregunta Liechtenstein con la voz suave, a punto de dormirse.
—Porque el vecino molesto era molesto pero... —carraspea—, bueno...
Austria especialista en trivialidades, sigue observándoles en silencio como si hablaran del tiempo.
—A la vez, bueno el vecino trabajador no tenía muchos amigos y la realidad es que al final quizás no le detestaba tanto como... —va bajando el tono de voz mirando a su hermana, ella ya está dormida, sobre su hombro, respirando con calma.
Sin mirar a Austria, Suiza frunce el ceño y se levanta con todo el cuidado que puede, recostándole la cabeza sobre la almohada. Toma unos momentos de espaldas a Austria, pensando en lo que acaba de decir y sonrojándose más aún. Al final se voltea hacia él, sin mirarle directamente, haciéndole una seña con la cabeza para indicarle que salgan.
Austria se pasa una mano por el pelo y se levanta, andando hasta la puerta con aire indiferente. Suiza sale sonrojado y con el ceño fruncido.
El moreno está en el pasillo, esperando pacientemente a que acabe de apagar la luz y cerrar la puerta, para lo que tarda un par de minutos, en lo que revisa que todas las ventanas estén bien cerradas. Al final termina por salir por la puerta, mirando al suelo y gruñendo un poco.
AuSui en tres capítulos. A ver qué les parece.
