Nota autora: ¡Hola! ¿Qué tal? Espero que os vaya todo bien. Me he llevado casi un mes escribiendo esta mini historia que, seguramente, me ocupará dos capítulos. Le he cogido bastante cariño a este mini fic, espero que os guste tanto como me gustó a mi escribirlo. Aquí está el primer capítulo (el cual tuve que revisarlo un montón de veces para no cometer ningún fallo y cambiar algunas cosas) ¡Espero que os guste!
Dedicatorias: este fic se lo quiero dedicar a dos personas muy importantes para mí: Patita Lupin 73 y Dark Sweetness. Sin ellas seguramente esta historia no había funcionado. Os debo una bien grande (sobre todo el aguantar mis irregulares ideas para cada escena y daros el coñazo con esto). Por lo que, es para vosotras. Y que sepáis que os quiero mucho a las dos :) También quiero dedicárselo a Dryadeh que, sin apenas darse cuenta, hizo que volviera a leer en esta fabulosa página y que volviera en mí las ganas de escribir.
Diclaimer: no soy J.K, por lo que nada de esto es mio, ni siquiera los sentimientos de James hacia Lily lo son. Yo solamente me dedico a fantasear y a escribir sobre algo que ya está escrito.
No sabe por qué, ni cómo, ni siquiera sabe cuándo pasó, pero un día la verdad cayó sobre él como un balde lleno de agua fría. Rápida, dolorosa.
Lily Evans era la mujer de su vida.
Sin embargo, cuando meditó las palabras durante unos minutos, la idea no se le hizo tan descabellada como pensaba que lo sería, al revés, era como si su cuerpo lo hubiera aceptado hace mucho sin que él se hubiera dado cuenta.
Tal vez se fijó en ella por su carácter, por su forma de pensar o tal vez por la forma en que sus ojos brillaban cuando sonreía, aunque esa sonrisa nunca fuera dirigida a él. Tal vez fuera por esos ojos esmeralda, o ese cuerpo que lo volvían loco. Por su forma de levantar la ceja cuando lo veía acercándose a ella, por su forma de morder la pluma cuando estaba concentrada, tal vez por cómo se mordía el labio cuando no estaba segura de algo.
Puede que se enamorara cuando escuchó su risa, tan dulce, o cuando la vio cantando por los pasillos pensando que nadie le seguía una canción de los Beatles, o por esa vez que la observó cayéndose al lago mientras intentaba tirar a Alice entre risas, o cuando la espió mientras estaba sentada en el jardín leyendo un libro y los tímidos rayos de sol iluminaron su pelo pelirrojo, como eternas llamas.
A lo mejor le llamó la atención que fuera tan inteligente, que siempre tuviera una frase con la que defenderse y dejarlo en ridículo, por su cabezonería o por su fuerte personalidad. Puede que la idea de que le gustase se le metiera en la cabeza cuando observó sus labios carnosos, su nariz pequeña y respingona, tal vez esa idea ocupara su mente cuando uno de esos días que los Merodeadores volvían de Hogsmeade, la vio sentada en el sofá, cerca de la chimenea con una manta encima y el libro abierto, profundamente dormida.
Puede que se diera cuenta cuando al entrar en la biblioteca, se fijó que, sin darse cuenta, su mirada iba directamente hacia la pelirroja o cuando se sentaba en una mesa enfrente de ella, cogía un libro y fingía que lo leía mientras estudiaba cada movimiento o suspiro que la chica producía. O ese día que Sirius le dio una colleja después de pasarse toda la comida mirándola, diciéndole que era una nenaza, o puede que fuera cuando Remus le pilló una de esas veces que iba a la biblioteca para mirarla, con el libro al revés.
O seguramente se diera cuenta cuando sintió un profundo dolor en el pecho, como si le costase respirar, y se le congelara la sonrisa traviesa que había tenido hasta ese momento, cuando sintió que el mundo se le caía encima. Seguramente fue ese día que la vio besándose con Diggory. Cuando observó como el moreno la cogía de su cintura, cuando la atraía hacia él enredando sus manos en su pelo, o cuando vio como ella le respondía con el mismo ímpetu agarrándole del cuello.
Si, seguramente fue en ese momento, cuando sintió esa mezcla de celos, dolor y furia que lo dejaron estático en el suelo, como un imbécil sin poder apartar la mirada de esa escena.
Y, aunque sabía que era imposible negar lo evidente, cuando Remus le miró preocupado él le respondió sonriendo mientras se encogía de hombros, dando a entender algo que los dos sabían que era mentira. Tampoco pudo evitar soltar una mueca cuando se encontró con los ojos grises de su amigo, mirándolo de esa manera que sólo Sirius sabe hacer, haciendo imposible no trasmitir la tristeza y el dolor que estaba sintiendo en esos momento . Tan solo fue capaz de soltar un suspiro, bajar la cabeza e irse cuando sintió un leve apretón en el brazo que provenía de Petter.
Si, justamente en ese momento, James Potter se dio cuenta de que la chica que ahora mismo le sonreía a Digorry mientras le cogía de la mano y le susurraba algo al oído, si esa chica, era la mujer de su vida.
Tres meses, dos semanas y cinco días eran los que habían pasado desde ese momento, y aún así a James todavía le dolía acostumbrarse a verla con otro.
Eran como pequeñas agujas clavándose en su pecho. Todavía le costaba respirar cuando los veía juntos riéndose, abrazados, besándose, diciéndose cosas al oído. Y no podía dejar de pensar que debería ser él y no Diggory, el que hiciera que la pelirroja sonriera de esa manera, que hiciera que se distrajera en clase mirando por la ventana, que sus ojos esmeraldas lo buscaran cuando entraba en el comedor. Debería ser él y, en cambio, no lo era.
Maldecía una y otra vez su suerte, el haberse enamorado de la persona equivocada en el momento equivocado. Pero, por mucho que Sirius le hiciera una lista de las mil y una chicas que podrían ayudarle a olvidarla, James no quería. La sensación de quererla era, aparte de dolorosa, lo mejor que podría haberle pasado.
Porque aunque James sabía que la felicidad de la chica no era por él, no podía evitar sentirse feliz por ella. Porque valía la pena verla siempre con una sonrisa en los labios, tarareando cualquier canción, de buen humor… verla feliz.
Y sabía que esa manera de quererla y sufrir por ella hacía enloquecer a Sirius, que siempre intentaba quitarle esa idea de la cabeza. Incluso Remus le apoyaba comentando que, por mucho que Lily fuera su amiga, no tenía derecho a sufrir así y que ya era hora de olvidarla. Hasta Petter organizó una fiesta sorpresa junto con sus otros dos amigos para levantarle el ánimo. Por supuesto en la fiesta, aparte de haber litros de Whisky de fuego y cerveza de mantequilla había muchísimas chicas convencidas de que ellas podían hacerle olvidarse de ella.
Pero a James eso no le importaba, porque podría decirles a sus amigos una y otra vez que intentaba olvidarla pero que no podía, más en el fondo, sabía que ni siquiera lo había intentado de verdad. Porque no quería. Y resultaba irónico, que pudiendo olvidarla no lo hiciera, que pudiendo desvanecer ese pequeño e incómodo dolor que ya era habitual en él, no quisiera hacerlo. Porque James, por mucho que le gustase las travesuras, el salir de fiesta, el alcohol y las chicas, era incluso maduro cuando se refería a ella, porque sabía que como Lily no encontraría nunca a nadie y que, por muchas mujeres que hubiera después de ella, ninguna le haría sentir ni una mínima parte de lo que la pelirroja le hacía sentir simplemente cuando le sonreía.
Para James, volar era su salvación, la sensación del frío viento golpeándole en la cara le relajaba, el poder cerrar los ojos y respirar profundamente le agradaba. Para James volar era necesario. Tan necesario como bromear, revolverse el pelo y salir de fiesta. Volar era una parte de él, cuando se montaba en su escoba, nada importaba, salvo la sensación de control que le poseía cuando estaba en el aire. Allí arriba podía olvidarse de todo, podía olvidarse de ella aunque fuera por unos instantes. Y podía estar lloviendo, nevando, granizando… que seguramente él no bajaría, se quedaría allí arriba, observando el paisaje, dejándose llevar por las emociones, descargando su ira o simplemente dejando la mente en blanco. Porque esos momentos eran los únicos en los que James podía controlar sus emociones al cien por cien, en los que sentía que lo tenía todo bajo control y que lo que pasara o no, era decisión suya y de nadie más.
Y fue uno de esos días en los que llueve a cántaros y él está arriba cuando ve que alguien se acerca al campo de Quidditch. Intrigado intenta averiguar quién es esa persona borrosa que va acortando la distancia poco a poco, pero le es imposible ver tras la densa capa de lluvia que cae sobre ellos. Sólo es capaz de saber quién es cuando ve que esa figura monta en su escoba y sube hasta quedarse a su lado.
-James, creo que ya es suficiente-le grita intentando hacerse notar entre el estruendo causado por la lluvia. James sabe que no está hablando precisamente de estar allí arriba empapándose, y no puede evitar sonreírle.
-Pareces un chucho empapado canuto-no es la sonrisa burlona lo que le llama la atención a Sirius, sino sus ojos, tristes, cansados.
-No vale la pena tio, te está destrozando y lo sabes, ya ni siquiera eres el mismo James, te está cambiando y joder, no me gusta nada, y menos aún que no hagas nada por intentar cambiarlo. Joder cornamenta ¿no ves lo que te estás haciendo?-le mira furioso intentando abrirle los ojos, y aunque no puede evitar sentirse apenado por él, le dice lo que piensa- no te quiere, ya es hora de olvidarla tio- y se siente culpable cuando ve el dolor en su mirada, pero tenía que decírselo, porque es su mejor amigo, porque es su hermano y está harto de verlo sufrir, de ver el poco entusiasmo que tiene cuando planean alguna broma, de ver como se hunde cada vez que Evans está cerca, de ver como su agonía aumenta por cada día que va pasando, de ver como esa pelirroja le está quitando poco a poco a su mejor amigo. Y no, no puede quedarse de brazos cruzados, porque no le va a fallar, porque él siempre estará ahí para apoyarle por mucho que la verdad le duela. Porque le quiere, porque es la única familia que tiene.
Pero James no es capaz de responderle, porque no tiene nada que decir, se queda callado mirando como el rostro enfurecido de su amigo va cambiando hasta mirarle apenado.
-¿Sabes? Es como si me hubiera acostumbrado, como si lo hubiera aceptado- murmura mientras esquiva sus ojos grises. Sirius solo asiente, observándole en silencio, sabiendo que en esos momentos lo mejor que puede hacer es callarse y no decir nada. Porque conoce a James a la perfección y sabe que lo último que necesita ahora su amigo es a alguien que le dé el coñazo o le intente comer la cabeza.
-Se pasará, cornamenta, y para cuando se pase tendrás una larga lista de conquistas que cumplir- bromeó el chico sonriéndole, dándole su apoyo.
Esa noche James tuvo dos cosas claras: tenía los mejores amigos que uno podía desear y por mucho que le costase, debía pasar página.
Es una noche fría, de esas que necesitas mil y una mantas para entrar en calor, de esas que te despiertas cuando sientes un escalofrío recorrer tu espalda. Todo está tranquilo, en silencio cosa bastante normal dado que son las cuatro de la madrugada.
Cogiendo la manta que se le ha caído al suelo intenta dormirse, pero le es imposible pues los fuertes ronquidos de Petter no le dejan. Aún así cierra los ojos y, sin previo aviso la imagen de ella aparece en su mente: riéndose, furiosa, alegre, apenada, pensativa… simplemente ella, una y otra vez. Enfurecido al ver que hasta su propia mente le juega una mala pasada, se levanta y baja a la sala común. Se sienta en uno de los sofás próximos a la chimenea observando las cenizas de lo que antes fueron unas espléndidas llamas, como su pelo.
Todo le recuerda a ella, incluso el más insignificante detalle o cosa hace que su nombre aparezca, fugaz, en su mente.
Ha pasado ya mucho tiempo desde la conversación que tuvieron Sirius y él esa tarde de lluvia, y aunque la actitud del merodeador cambió notablemente alegrando a sus amigos, a veces no podía evitar pensar que hubiera pasado si, alguna vez, ella le hubiera dicho que si.
Se odiaba a sí mismo cuando se hacía ese tipo de preguntas, cuando su mente sin querer se imaginaba un no tan posible futuro con Lily, le hacía sentirse vulnerable, débil, y él no lo era, no. Él era un gryffyndor.
Por eso poco a poco había dejado sus sentimientos en un pequeño rincón dónde nadie, ni siquiera él, pudiera verlos y había intentado volver a ser el mismo James de siempre.
Con más castigos, más travesuras, más bromas e incluso saliendo con varias chicas, había conseguido que poco a poco el merodeador dejara de ser una "nenaza" (como le había llamado Sirius) a ser un "merodeador con todas las letras" (como le habían comentado sus amigos entre risas).
E incluso dejó ver su indiferencia cuando se enteró de que Diggory y Lily se habían peleado, y que él días después la había dejado. Ahora todo volvía a ser como antes, quitando el hecho de que él ya no iba detrás de ella por los pasillos jurándole amor eterno y un futuro feliz, ni siquiera le dirigía la palabra.
Le dolía, no podía evitarlo, saber que estaba libre, que lo estaba pasando mal y no poder acercarse a ella. Pero ya lo había aceptado, el hecho de que ella no era para él se lo había dejado claro la pelirroja ese día que la había visto besándose con Diggory por primera vez, si… ese día que se dio cuenta de que estaba enamorado de ella.
Intentar ignorarla muchas veces no era fácil, a veces no podía evitar sonreírle cuando la veía por los pasillos, o decirle buenos días cuando se sentaba cerca suya, y aunque luego se maldecía una y otra vez a sí mismo por ser tan estúpido cuando ella estaba cerca, valía la pena al ver que ella le respondía con una sonrisa, aunque ésta fuera cordial o a veces incluso amistosa.
De repente sintió como algo cálido le abrazaba, protegiéndole del frío. Cuando James abrió los ojos y se dio cuenta de que se había quedado dormido se maldijo al no encontrar sus gafas. Pero su furia duró poco al ver que sobre él había una pequeña manta de color verde césped. La furia se fue sobre todo, cuando descubrió que esa manta ya la había visto antes y no pudo contener una sonrisa cuando se dio cuenta de que esa manta le había resultado tan familiar porque la había visto un millón de veces cuando había observado a Lily leer junto al fuego.
La primavera llegó y con ella el buen tiempo, cada vez era más frecuente ver a la gente tumbada en el cálido césped hablando, estudiando o leyendo, respirando ese aire puro y enrojeciendo bajo los cálidos rayos de sol.
Y ahí estaban ellos, los Merodeadores, pensando en la nueva broma que gastarían a los Slytherins en cuanto tuvieran ocasión. Saboreando esos días de libertad que tenían como un regalo, intentaban estar lo máximo posible fuera del castillo.
Era difícil ponerse de acuerdo sobre qué broma gastar ese día. Petter comentaba que sería gracioso que cada vez que cualquiera de ellos intentara hablar sólo le salieran palabras como "viva Gryffyndor, odio mi casa, muerte a las serpientes" o "los merodeadores son los mejores, y siempre lo serán" acompañados de unos bailes bastante extraños y que más tarde, se autolesionaran. Remus pensaba que bastaría con llenar de una sustancia asquerosa toda su sala común (con ellos incluidos dentro) y que no se les fuera durante, como mínimo dos días. Aunque luego añadió que no estaba mal la idea de hacer que la mesa donde ellos comían explotase (chamuscándoles los pelos y dejándolos calvos) dejándoles un olor putrefacto y la cara deforme. Sirius, más práctico, dejó caer la idea de matarlos y enterrarlos en lo más profundo del bosque prohibido. Y James, bueno… James tenía una idea genial en mente, de verdad que la tenía, había llegado casualmente mientras miraba el lago cuando de repente vio una chica acercándose. Cuando Lily Evans llegó hasta ellos James ni se acordaba de que una vez tuvo una idea de una broma que, si se hubiera realizado, habría sido la mejor de la historia.
-James-no sabía cuando la pelirroja había dejado de llamarle por su apellido, tal vez desde que no le había vuelto a dar el coñazo, tal vez desde esa noche en la que ella le había dejado su manta, a él, para que no pasara frío. No lo sabía, pero tampoco le importa mucho el cómo ni el por qué, simplemente sonaba maravilloso cuando era ella quien lo pronunciaba- la profesora Mc Gonagall quiere hablar con nosotros- Lily se encogió de hombros, dando a entender que no sabía por qué- Potter… ¿Quieres levantarte?-le espetó perdiendo la paciencia ya que el merodeador se había quedado mirándola fijamente y le estaba poniendo nerviosa.
James suspiró y se despidió de sus amigos que lo miraban desesperados, viendo como James volvía a mirarla de esa manera, si, esa manera que James solía utilizar desde que estaba enamorado de ella y que había dejado de usarla cuando la vio besándose con Diggory. Una mirada llena de esperanza.
-Y eso que solo le ha llamado por su nombre… que si no…-fue lo último que escuchó de sus amigos antes de estar demasiado lejos como para oír el resto de la conversación.
El tiempo se le antojaba eterno, como si lo días no pasaran lo suficientemente rápido para James. Era extraño, puesto que nunca le había ocurrido algo así, supuestamente cuando llegaba el verano se le pasaba incluso demasiado rápido para su gusto, y siempre había cosas que habría querido hacer y que, por falta de tiempo, no había podido lograrlas. Pero esta vez no era así, en las pocas semanas que habían quedado en el curso, Lily y él poco a poco habían ido acercándose, casi se podía decir que eran amigos. Cosa que alegraba al merodeador y no tanto a Sirius "te estás ilusionando tio, ten cuidado". Entendía perfectamente la preocupación del irresistible merodeador, pero no había nada en lo que preocuparse, solo eran amigos, nada más. Y eso él lo sabía de sobra, por mucho que le doliese.
Aunque las primeras semanas pasaron lentamente, poco a poco se fue acostumbrando otra vez a la rutina de verano: dormir, salir, jugar al Quidditch, salir, dormir, Quidditch, salir, dormir.
Tener a Sirius en su casa era un gran alivio para él, pues el moreno siempre tenía algún plan para hacer, por lo que la mayoría del tiempo estaba ocupado, disfrutando. Pero había veces que le era imposible no pensar en ella, y se sentaba frente a su escritorio, pluma en mano para escribirle una carta, pero luego desechaba la idea, porque quería decirle tantas cosas que no sabía ni cómo expresarlas.
"No es tan difícil cornamenta, dile lo típico, hola ¿Cómo estás? ¿Qué tal te va el verano? Y ya luego empieza a decirle cosas como: tengo ganas de verte, espero que estés genial…" le aconsejó Sirius
"No, mejor aún, se tu mismo James, escribe lo que quieras y lo que te apetezca, sin pasarte claro. Verás como poco a poco te va saliendo y acabas escribiéndole la carta "le recomendó Remus uno de esos días en los que habían decidido que pasar unas semanas juntos los cuatro en casa de James sería lo mejor que podían hacer. Mientras intentaba escribir la carta, Remus había criticado a James por ser demasiado obsesionado al preguntarle si alguien había osado ponerle una mano encima a la futura madre de sus hijos, y luego a Sirius que éste a su vez le había recomendado al merodeador que pusiera cosas demasiado obscenas para el gusto del licántropo.
"¿Qué pretendes con eso canuto, que le mate, le estrangule, deje de hablarle?" le había echado en cara después de la última recomendación del mujeriego.
"No, Remus, pretendo que parezca un hombre y no una nenaza con tantas mariconadas, ¿qué es lo próximo? ¿Qué le diga que su vida es un pozo sin fondo sin la luz de sus ojos? ¿Qué no puede ver nada puesto que la luz propia que ella desprende le ha dejado ciego? Porque cuando ese momento llegue habremos perdido a James, tantas mariconadas no son buenas, hazme caso cornamenta, ¡dan ganas de vomitar!"
Tras una mezcla de recomendaciones de Remus y Sirius y algunas ideas de Petter, y como mínimo una hora y media, James acabó de redactar su carta:
Querida pelirroja favorita:
¡Hola! ¿Cómo estás? ¿Haciéndote a la idea de que soy el hombre de tu vida? Porque si queremos tener los catorce hijos que vamos a tener, tienes que ir haciéndote a la idea de que estamos hechos el uno para el otro. Ignora todo lo que he dicho antes, bueno, no lo ignores si has reflexionado positivamente y has creído que tengo razón, si te has enfadado ignóralo. ¿Cómo te van las vacaciones? Espero que te vayan genial y esas cosas, a ver si quedamos un día de estos y te invito a algo. Si, estaría bien quedar el 25 de Agosto. ¿En frente de las Tres Escobas? ¿A las 2.30? Me parece bien Lily, me parece bien, me alegra no haber recibido una respuesta negativa por tu parte. Tal vez podríamos quedar para ir a la playa, podrías llevar un pequeño bikini, o hacer topless… a mi me da igual, ya sabes que soy muy liberal para esas cosas, pero entonces yo tendría que hacer lo mismo, pero con mi bañador (guiño, guiño).
Por aquí todos estamos genial, han venido Remus, Petter y Sirius a pasar unas semanas a mi casa (mis padres no están se han ido a nosedónde, si quedáramos tendríamos la casa sola, no te preocupes por los demás, los echaría. Au, Sirius me acaba de dar un zapatazo en la cabeza porque Remus ha leído en voz alta lo último que te he escrito, traidor). Por cierto Remus te envía recuerdos y esas cosas. ¿Sabes que, futura mujer de mis catorce hijos? El sol me sienta de maravilla, la verdad y gracias al tiempo libre estoy aprovechando para perfeccionar (si eso es posible) mi sexy y preciado cuerpo.
En fin Lily, espero que después de esta carta no me odies, y que aunque pienses que soy un egocéntrico-creído-blablablá, te hayas reído, y si encima sientes que me echas de menos, mejor aún.
Espero tu respuesta Lily
Te quiere,
James Potter
PD: Sirius dice que él se apunta a lo de la playa si traes a amigas suyas.
PD2: Petter dice que hables a tus amigas (las que te vas a llevar a la playa) de él, de manera positiva, claro.
PD3: Dice Remus que esta carta es un desastre y que te odia….
PD4: Lily, soy Remus, no le hagas caso, ahora mismo Sirius le esta sujetando para que no venga hacia mí y me estrangule por estar escribiendo esto. Me he comprado un libro que seguro que te encantará, ya te lo enseñaré cuando nos veamos en el colegio, muchos besos.
PD5: Recuerda la cita que tenemos (TU Y YO, nadie más): 2.30 el 25 de Agosto delante de las Tres Escobas, que no se te olvide.
La respuesta de la pelirroja no tardó en llegar, para sorpresa de todos (incluidos el propio James) aceptó la cita que el chico le había propuesto aunque cambió la fecha, la hora y el lugar (según Sirius era un acto de rebeldía, como dejando ver que ella seguía siendo la misma Evans de siempre). James no cabía en sí de gozo, pues tener una cita con la mujer de su vida era lo mejor que podría haberle pasado.
-James… aquí pone que estaría bien la cita como amigos- le comentó Sirius mientras leía la respuesta de la pelirroja procurando enfatizar la palabra amigos mientras arqueaba una ceja.
-Amigos, novios, compañeros, futuro marido… ¿qué más da? ¡Es una cita! ¡Con mi Lily! ¿Qué más puedo pedir? - le respondió con una gran sonrisa despreocupada, estaba claro que hoy nada podría hacerle bajar del estado de éxtasis que sufría el merodeador.
- Que en un arranque de furia no te asesine en medio de la calle- murmuró el moreno demasiado bajo para que James lo escuchara pero sí para hacer que Remus sonriera.
-James está genial todo esto de que tengas la cita con Evans, pero ¿podemos cambiar de tema?- sugirió Petter después de escuchar durante más de una hora lo genial-maravillosa-perfecta-preciosa-buenorra que era Evans. James le propinó una colleja mientras asentía divertido al ver los rostros de sus amigos que intentaban aparentar que les gustaba el tema "Lily" tanto como a él.
" Es su día-pensó Remus- hacía tiempo que no estaba tan feliz… si hay que aguantar horas hablando de Lily, se aguantarán, al igual que él aguanta por mí las noches de luna llena, y eso que éstas son mucho peores… se lo merece"
-¿En qué piensas?- le preguntó Petter curioso al ver el aspecto ausente de su amigo
-Que pronto será luna llena- mintió éste mientras salían de la casa de James a, seguramente, hacer alguna travesura.
Los días fueron pasando y la emoción y la felicidad iban aumentando al ver el corto tiempo que quedaba para quedar con Lily. Su primera cita.
Aunque ella había dejado bien claro que era como amigos, era una cita y no iba a desaprovecharla pensando en que estaba claro que la pelirroja no lo veía como algo más. James sabía que la chica era difícil de conseguir, que una sonrisa traviesa o una mirada sexy de esas que él enviaba a cualquiera de su club de fans sólo conseguirían que o le pegara, o se enfadara al saber que la trataba como a las demás. El chico sabía que ella era especial, que la chica quería sentirse especial… ¿y qué mejor manera que tratarla diferente, aunque solo fuera amistad?
Sabía que tendría que ganársela poco a poco, y ésa cita sería la excusa perfecta para aumentar su amistad y, si Merlín quisiera, para que Lily se diera cuenta de que no sólo era lo que aparentaba ser, o la imagen que ella misma tenía de él. Aunque sería difícil no intentar seducirla, haría un esfuerzo por ella. Porque no podía evitar quedarse embobado mirando sus preciosos ojos verdes, no podía evitar que su mirada bajara hasta sus labios carnosos. James podía enumerar cada peca que la pelirroja poseía y dónde estaban (las que se dejaban ver, claro) y podría asegurar, que bajo la ropa que ella llevaba, había un cuerpo para volver loco a cualquiera y mucho más si se refiriese a él. Intentó pensar en otra cosa al ver que el rumbo de sus pensamientos estaban resultando un poco obscenos, tal y como le diría el licántropo divertido, pero fue en vano.
Hoy es el día. Es lo primero en lo que pensó James cuando se levantó, con una gran sonrisa en su dormido rostro. Hoy tenía que ser especial, debía ser especial.
Pero ese pensamiento se esfumó al descorrer las cortinas y darse cuenta… de que estaba lloviendo a cántaros. En todo lo que llevaban de verano, se podían contar con los dedos de una mano las veces que había llovido. Y hoy era un día de esos.
-Genial –gruñó molesto al ver cómo caía un trueno- justamente hoy.
-Bueno James, piensa en el lado positivo, nada puede ir peor ¿no?- todos sabían que esa frase siempre conllevaba problemas, por eso James miró con odio a un confuso Petter que no entendía las miradas de reproche de sus amigos.
-¡Cornamenta, que tienes una cita con Evans! ¿Qué más da que este lloviendo? ¡Mejor! Así la ropa se le pegará más al cuerpo- Sirius le dedicó una sonrisa picarona mientras bostezaba y se iba hacia el baño. Remus suspiró dejándose caer en su cama muerto de sueño mientras veía como James andaba en círculos desesperado.
-Ahora tengo que cambiar todo, puta lluvia, tenía que llover hoy, claro no podía llover otro día, no ¿para qué?- murmuraba en voz baja, maldiciendo su mala suerte, hasta que recibió un fuerte almohadazo por parte de Sirius que, al ver que todavía era temprano para él, volvía a estar en su cama e intentaba dormir.
-Cállate y duerme- le espetó mirándole con sus ojos grises- los demás queremos dormir.
James farfulló todavía molesto y se tiró encima del moreno, haciendo que éste enfadado le empujara con tal fuerza que James se cayó al suelo. Y así empezó una pequeña pelea entre ellos para, según Sirius, aliviar "tensiones".
Eran las 2.00 y James estaba puntual en la puerta de la tienda de chucherías Honkey Dunke, esperando a Lily. Dio gracias a Merlín al ver que no estaba lloviendo y aunque las nubes que había en el cielo decían todo lo contrario, esperaba que el día transcurriera sin una gota de lluvia. Se revolvió el pelo aún más de lo que estaba, y suspiró nervioso. Para la ocasión no se había arreglado mucho, pues (como se encargó de recordarle Petter) era una cita como amigos, por lo que tenía que ir vestido como los amigos van vestidos cuando quedan con sus amigos. Estaba pensando en si la pelirroja se habría arrepentido en el último momento cuando la vio acercándose a él. Iba preciosa: llevaba una falda corta vaquera, una camiseta roja atada al cuello dejando ver sus bronceados hombros y unas sandalias planas, con el pelo recogido en una larga trenza y con un leve toque de maquillaje poco perceptible . Le sonrió y cuando la tuvo a su lado no supo que hacer: si darle un abrazo, un beso en la mejilla, o tenderle la mano. Pero Lily decidió por él y le dio un pequeño beso en la mejilla haciendo sentir un leve cosquilleo al chico, que pasó desapercibido para ella.
-Veo que es verdad lo que dice tu carta-bromeó Lily examinándole detenidamente haciendo que James, por primera vez, se sintiera incómodo al ver que una chica lo miraba.
-Es lo que tiene ser como yo-le mostró una sonrisa pícara- bueno… ¿dónde vamos a ir?- Lily se encogió de hombros tras pensarlo unos segundos.
-Donde tú quieras, a mi me da igual, mientras no vayamos al salón de té de Madame Pudipie… todo lo demás es aceptable.
Al final decidieron ir a las Tres Escobas, tal y cómo le había dicho James a Lily en su carta. Cuando llegaron el bar estaba bastante lleno pero, tras esperar un rato consiguieron una mesa libre.
-¿Qué quieres beber?-le preguntó James mientras se levantaba para pedir en la barra
-Una cerveza con mantequilla- le respondió sonriendo la chica. James tragó saliva al ver su sonrisa y no pudo evitar pensar que era preciosa, llevara lo que llevase puesto, Lily siempre sería preciosa.
Estuvieron hablando durante horas, o eso les pareció a ellos. Hablaron de todo: del colegio, las vacaciones, de lo que querían ser cuando acabaran sus estudios en Howarts, incluso hablaron de Quidicht, algo que James jamás pensó que llegaría a hablar con ella. El chico se dio cuenta de que tenían cosas en común: los dos querían ser aurores, ninguno de los dos tenía miedo al pronunciar el nombre de mago tenebroso, los dos querían ver mundo… E incluso la pelirroja llegó a admitir que algunas bromas que habían realizado los merodeadores les habían parecido bastante divertidas.
-Sobre todo cuando hicisteis que los slytherings se inflaran como globos y los soltasteis en medio del colegio. Fue bastante gracioso cuando Rosier se quedó enganchado en un árbol y nadie podía bajarlo de allí- se rió la pelirroja. Y en ese momento James pensó que le gustaba su risa, le gustaba que esa risa la hubiera provocado él, le gustaba como sonaba en sus oídos. Aun que si algo consiguió alegrarle del todo fue cuando Lily había llorado de la risa al explicarle el chico cómo una vez Petter se había quedado en calzoncillos en medio de Howarts y lo gracioso que había sido encontrarlo delante del retrato de la Sala Común muerto de frío porque no se acordaba de la contraseña.
Pero sin duda alguna lo que más le gustó a James fue cuando Lily le golpeó cariñosamente a modo de reproche por la respuesta que le había dado el merodeador.
-Es verdad, en serio-le había dicho intentando ocultar la sonrisa- cuando le pegaste a Malfoy al ver que el capullo ese había arrinconado a una niña de primero y le amenazaba llamándole sangre sucia, fue cuando más me llamaste la atención- la pelirroja alzó la ceja incrédula- quiero decir, no es que antes no supiera que existías pero hasta ese momento no me había dado cuenta del genio que tenías y…- "ahí fue cuando me di cuenta de que tú eras distinta, que eras mejor que todas con las que yo había salido, que eras especial" el pensamiento que cruzó en esos momentos su cabeza nunca llegó a pronunciarlo en voz alta- y eso, que me hizo mucha gracia ver la cara que puso Malfoy, ese tio es un arrogante presumido, gilipollas que se cree superior a lo demás…- y empezó a insultarle ante la mirada divertida de la pelirroja y tras varios minutos, cuando se quedó sin adjetivos para calificar a uno de sus peores enemigos, le preguntó algo que llevaba mucho tiempo queriendo saber, pero que nunca había tenido la suficiente confianza como para hacerlo- Lily… ¿Cómo puedes dejar que la gente repugnante como Malfoy, Snivellus y todas esas asquerosas serpientes te llamen… sangre sucia?- Lily lo miró y se mordió el labio( gesto que hizo que James contuviera las ganas de ser él el que la mordiera), dubitativa sobre cómo responder esa pregunta sin evitar que el merodeador se enfadara más(si eso era posible, tal y como pensó la chica al ver que su mirada había pasado de ser cariñosa a transmitir un odio bastante profundo).
- Al principio me dolía, no te voy a decir que no, pero a palabras necias, oídos sordos. Antes me costaba no responderles, lanzarle una maldición o simplemente romperles la nariz de un puñetazo, pero la gente como ellos no valen la pena. Son cobardes, gente que tiene la necesidad de meterse con los demás para engañarse a sí mismos e intentar demostrar a los demás que son mejores que el resto. Gente así no merece la pena ni que me inmute, porque es lo que ellos buscan James, que les responda, ellos quieren ver que me afecta y que me duele, que son mejores que la gente como yo. Y no voy a darles ese placer nunca- James le miró impresionado, orgulloso de quererla, de que ella y no otra, fuera la mujer de su vida. La chica hizo una mueca al verlo tan impresionado- aunque la verdad, no les vendría mal un par de puñetazos a más de uno- bromeó mientras se terminaba de beber la tercera cerveza de un trago.
Se quedaron en silencio, simplemente mirándose y James se dio cuenta de que, por mucho que la cita fuese de amigos, había algo más entre los dos. Le estaba volviendo loco: le sonreía, bromeaba con él, incluso llegó a darle un beso en su mejilla para quitarle el supuesto enfado que el muchacho había fingido cuando ella le había llamado "inmaduro".
-¡Oh, vamos no te enfades! A veces eres insoportable, la verdad, pero otras veces te comportas como una persona normal- Lily se rio al ver la mirada fulminante del chico, aunque esta mirada no duró mucho, no podía enfadarse con ella ni siquiera podía fingirlo cuando ella le miraba de esa manera, cuando escuchaba su risa, cuando miraba esos preciosos ojos, cuando le golpeaba como hasta hace unos momentos, cuando alzaba la ceja incrédula…
Definitivamente James no sabía que le estaba volviendo más loco: si la postura cariñosa que la chica había empezado a utilizar con él o los gestos inocentes de la chica (como acercarse a él dejándole ver una perfecta visión de su moreno escote). Porque James, por mucho que intentara concentrarse en no comérsela a besos, no podía evitar dirigir su mirada hacia su cuello, bajando hasta sus bronceados hombros, como tampoco pudo evitar mirarle el perfecto culo de la pelirroja cuando ésta fue al cuarto de baño. Suspiró, aunque se estaba divirtiendo bastante y le agradase la compañía de la pelirroja, estaba siendo una tortura, una gran y horrible tortura….
-Dentro de poco es luna llena- el comentario le dejó helado tanto como el enorme helado de menta y chocolate que ahora mismo tenía en sus manos. Lily ajena a la reacción del merodeador siguió comiéndose su helado de vainilla y fresa mientras miraba a la gente caminar ajetreadamente por la ancha calle principal del Callejón Diagon- Tienes un poco de chocolate aquí- se acercó, para gusto y tortura del merodeador, y le ayudó a limpiarse ya el chico estaba demasiado ocupado preguntándose que sabía Lily sobre el pequeño problema peludo de Remus. Un escalofrío recorrió su cuerpo cuando la chica le rozó la mejilla dejando a su paso una especie de quemazón que resultaba bastante agradable.
"No la beses, no la cages, por Merlín James Potter, piensa en otra cosa. Piensa en Dumbeldore en tutú, o a en ropa interior, pero no beses sus labios carnosos, repito no la beses. No, no y no, estas demasiado cerca, aléjate, corre si hace falta pero ni se te ocurra mirar sus labios. Tarde. Mierda. Vamos James, ¿dónde está tu dignidad? Mueve el culo de ahí y aléjate de Lily, es tu última oportunidad no lo estropees. Recuerda lo que dijo Remus, ante todo paciencia"
James carraspeó inquieto mientras se separaba poco a poco de la confusa cara de Lily, tragando saliva incómodo e incluso temeroso por la posible reacción de la pelirroja, pero no paso nada, la chica le sonrió se levantó y empezó a andar por la calle.
-¿Te apetece ir a dar una vuelta por el Londres Muggle?- James fue tras ella, demasiado aturdido tras el casi beso como para darse cuenta de que la chica le había cogido del brazo.
Y este gesto, en vez de animarle le sentó como una patada en el estómago. Su mirada, sus gestos sus sonrisas… eran demasiado parecidas a las que Lily dirigía a Remus y eso no le hacía nada de gracia.
-¿Sabes? En verdad podríamos llegar a ser buenos amigos James- oyó un fuerte crujido que pasó desapercibido para la chica, era su corazón que, tras toda las ilusiones que se había hecho, había dado de una manera demasiado brusca contra la realidad.
-Buenos amigos…- suspiró sintiendo como una oleada de tristeza lo inundaba. "Sirius tiene razón, estoy hecho una nenaza" y ese pensamiento, lejos de parecerle patético, le hizo sonreír pensando que otra vez (como pasaba demasiadas veces últimamente) tendría que darle la razón aumentando el orgullo del irresistible (como él mismo le gustaba llamarse) merodeador.
-Oye una pregunta…- el chico la miró interrogante al ver la duda que había en su voz cuando, tras varios minutos en silencio vagueando por las calles de la iluminada ciudad, se sentaron en un parque- ¿por qué te llama Black cornamenta?- la pregunta dejó tan sorprendido a James que no supo qué responderle. Con el silencio del merodeador la pelirroja sacó sus propias conclusiones- vaya… ¿tantos cuernos te han puesto? No lo sabía perdona, no tendría que haberme metido… aunque menudo humor negro tiene Black ¿no crees?- el chico sorprendido ante su deducción, empezó a reírse sonoramente- ¿Qué pasa?-al verla tan confusa e incluso un poco enfadada no pudo evitar pensar que era adorable- vete a la mierda Potter- se levantó furiosa, tras observar como James se reía sin parar de ella.
-Perdóname…- aunque intentaba sonar arrepentido no pudo evitar que volviera a reírse al recordar lo que había pasado hace unos minutos. Si antes había fingido que estaba enfadada, ahora lo estaba de verdad, empezó a caminar disgustada y avergonzada sin saber hacia dónde iba.
-Me voy a mi casa. Adiós.
-Lily… tu casa está para el otro lado.
-¿Y tu cómo lo sabes? Perdona pero yo sé perfectamente dónde está mi casa y dónde estamos ahora, asique no te atrevas a decirme hacia dónde tengo que ir porque me conozco esto como la palma de mi mano- le gritó furiosa mientras seguía andando.
-Lily… si sigues caminando en esa dirección acabarás en la otra punta de la ciudad, hazme caso- aunque su consejo no sirvió para nada pues, aunque la chica sabía que tenía razón seguía demasiado enfadada y era demasiado orgullosa como para reconocer que él tenía razón.
-Es que he cambiado de opinión, ahora no voy a mi casa, voy… a dar una vuelta- James rodó los ojos divertido ante la situación, aunque tuvo que ocultarlo puesto que la mirada que le dirigió Lily dejaba bastante claro que ella no se estaba divirtiendo.
-Espérame por favor- le sujetó del brazo haciendo que ella se volviera dirigiéndole una mirada furiosa- lo siento, de verdad pero no he podido evitar reírme… ¿Crees que a alguien como yo le pondrían los cuernos?- al ver que la chica seguía taladrándole con la mirada suspiró- Vamos Lily, tampoco es para tanto, solo me ha hecho gracia ¿vale? Tampoco hace falta ser tan orgullosa.
-Estoy en gryffindor, ¿qué esperabas?-siseó acercándose peligrosamente hacia él.
Definitivamente le estaba volviendo loco, estaban tan cerca que sentía su respiración en su cuello, el aroma que la pelirroja desprendía le inundó sin previo aviso, dejándole aturdido durante unos instantes ¿Es que todo estaba en su contra? Pensó contrariado al darse cuenta de que su cuerpo le pedía a gritos que le besara, que le agarrase de su pequeña cintura como Diggory había hecho en su momento, que posara una mano detrás de su nuca para acercarle a él hasta que, por fin tras largos años, sus labios se unieran. Pero nada de eso pasó, la miró intentando trasmitirle todo lo que sentía: un huracán de emociones contradictorias que le estaban dando dolores de cabeza. Escuchó un trueno no muy lejos de dónde estaban pero ninguno dijo nada, ni tampoco cuando las primeras gotas cayeron sobre sus mejillas. Ni siquiera dejaron de mantener el contacto visual cuando las pequeñas gotas dejaron paso a una densa capa que les caló en pocos minutos.
Ninguno de los dos podría decir cuando tiempo se quedaron allí, mirándose. James, demasiado fascinado contemplándola, ni siquiera se dio cuenta de que la chica daba un paso hacia atrás, alejándose poco a poco.
-Vámonos ya, antes de que cojas una pulmonía- le propuso James con la voz ronca mientras su mirada recorría el cuerpo empapado de la chica, comiéndosela con los ojos sin darse cuenta, respirando profundamente y contando hasta diez para no cometer una imprudencia. Lily solo asintió, mirándole de una manera que James no supo definir.
Nota autora: ahora mismo estoy intentando acabar con el siguiente capítulo, calculo que la semana que viene lo tendré (o eso espero) solo pido que si os ha gustado/lo habéis odiado/os dan ganas de pegarme o de regalarme flores coméntenmelo tanto por RR como por mensaje privado (como queráis). La verdad es que alegra bastante y sería como una "ayuda" a terminar la pequeña historia
PD: Haz clik en "Review this story" si quieres que Sirius aparezca, mojado por la lluvia, en la puerta de tu casa con una sexy sonrisa.
Muchos besos
Siriusila9
