This is a translation, thanks so much to Nicol for giving me this opportunity. This belongs to RFM86 so, here it comes... Breaking Free.

Disclaimer: No soy la escritora ni mucho menos SM, así que espero que disfruten esto. Un abrazo enorme y gracias por seguir por aquí.

Summary: En medio de la huida y quedándose sin tiempo ¿Hasta donde será capaz de llegar el músico británico, Edward Cullen, para recuperar su libertad? ¿Será Bella Swan su salvación, o solo otra espina en su costado?

Mi bella, dulce y badass beta es Mire. Voy a preguntarle cuál es su usuario nuevo en fanfiction, para ponerla con ese aquí. Gracias babygirl.

Un fic de RFM86 en colaboración con Little Wise Owl

Breaking Free

Prólogo

Hay un repentino golpe en la puerta. Me sorprendo, sin embargo entiendo que no debería estarlo.

—Policía de Seattle, —se identifican, —¡Abran la puerta!

No me muevo. El golpeteo en la puerta se incrementa hasta que se vuelve un aporreo, y tomo el cuerpo sin vida de Tanya en mis brazos, sintiendo la inesperada necesidad de protegerla de cualquier cosa que le espera en el otro lado de la puerta.

—Policía de Seattle, —gritan nuevamente, —¡Vamos a entrar! —Con tremendo estruendo, cinco oficiales de policía irrumpieron en el silencioso departamento de Tanya y mío, destruyendo la serenidad del momento de manera efectiva.

—¡Señor, ponga las manos en la nuca, donde podamos verlas! —ordenó uno de los oficiales, con sus pasos haciéndose más fuertes a medida que se acercaba con cautela.

—¡Retrocedan! —grito, apoyándome en la pared detrás de mí y atrayendo a Tanya contra mi pecho. La cuerda de guitarra que rodea su cuello se engancha en el cierre de mi chaqueta de cuero, haciendo que se apriete aún más. Lloriqueo en agonía al notar como se oscurece su piel mientras la sangre se desborda alrededor del alambre.

Los calibres de sus Colt 45 apuntan en mi dirección. Tres rayos láser fluorescentes bailan a través de mi frente sudorosa. Un disparo mortal definitivo. De repente estoy considerando halar del cable más apretado; en silencio rogando que pongan fin a la angustia en la que estoy.

Tan pronto como estos pensamientos se infiltran en mi mente, estoy de inmediato asqueado de mí mismo. ¿Qué he hecho?

El cuerpo flácido de Tanya cae pesadamente al suelo mientras la libero. El ruido sordo me lleva de vuelta a enfocarme en la realidad del momento.

—¡Boca abajo ahora!— un oficial grita, mientras otro agente arrastra el cuerpo de Tanya fuera de mi alcance. ¿No pueden ver que no queda nada que pueda hacer con ella?

Golpeo el suelo, mi pecho es azotado violentamente contra la superficie dura. Las lágrimas bajan por mis mejillas y crear pequeñas piscinas en las ranuras de la madera. Mis brazos son sacudidos con dureza a la espalda, las muñecas sujetas rápidamente entre sí por una juego de restricciones de metal frío.

Hacen falta dos oficiales para levantarme del piso, mientras que otro lee mis derechos Miranda*. Estoy en una bruma, viendo como los otros dos oficiales hacen notas y pinchan el cuerpo comatoso de Tanya con la punta de sus plumas de tinta. La habitación da vueltas y creo que voy a vomitar.

Soy arrojado al pasillo, tropezando torpemente sobre mis pies inmóviles. La señora Webber, la anciana que vive al lado, habla con entusiasmo a otro agente sobre no haber estado en el departamento.

Ella señala con el dedo arrugado en mi dirección y dice: —Es él—. El oficial asiente y escribe notas en un pequeño bloc, diciendo a la señora Webber que tendrá que ir a la estación de policías para hacer una declaración oficial.

Me empujan a la parte trasera del coche patrulla negro; el metal muerde fuertemente en mis muñecas mientras aterrizo con torpeza unos de mis costados.

El proceso de reserva en la cárcel es un borrón; ni siquiera murmuro una palabra de resistencia al ser consultado para retirarme toda la ropa para un registro sin ropa.

—¿Cuál es tu nombre? —me preguntan, cuando el Oficial Yorkie palpa sobrepasando lo agresivo entre mis piernas. Tiemblo y trago la bilis en mi garganta.

—Cullen. Edward Cullen. —le contesto, encontrando finalmente mi voz y encongiéndome ante la sensación de sus dedos cubiertos de látex contra mi piel.

—Ya no más, —me dice, acercando un overol naranja en mi dirección.

—Recluso número 90515, —nombra él presionando el botón que hay en la pared, el cual abre la puerta de metal que nos separa del infierno. Soy empujado dentro de él, y antes de poder darme la vuelta, se cierra de un solo golpe. El estrépito hace que el resto de presos sepa que hay carne fresca ingresando en su mercado.

Otro oficial me encuentra allí y me toma bruscamente de los asimientos de las esposas, guiándome a mi nuevo purgatorio.

—¡Asesino! —grita uno de ellos, sacudiendo las barras de su celda.

—¡Cierra la boca, Pete! Todos estamos aquí por lo mismo.—otro recluso sisea del otro lado del camino. Mantengo mi cabeza hacia abajo, evitando el tener contacto visual con cualquiera de los prisioneros que decidieron reunirse en las puertas de sus celdas para observar mi llegada.

Nos detenemos más o menos en el medio del pasillo y la puerta se abre para mí.

—Hola chico bonito, —coquetea el hombre que ya está en la celda.

Lanzo mi cuerpo a la celda y pongo mis recientemente liberadas manos alrededor de las barras de metal.

—¡Sáquenme de aquí! —le recrimino al oficial que hace una rápida retirada. Un par de los otros encarcelados se ríen de mi vulnerabilidad.

—¿Por qué no vienes aquí y dejas que papá cuide de ti? —suelta mi nuevo compañero suelta, meneando sus caderas, acercándose a mi.

Lo miro con recelo sabiendo que tengo que largarme de aquí. Pronto.


(*) Ya saben... Los derechos que te leen cuando te arrestan (Tiene derecho a guardar silencio. Todo lo que diga podría ser usado en su contra en un juicio... Blah, blah, blah. Si quieren saber más pueden leer los derechos posteados en el grupo de Facebook)

¿Que opinan? Estoy desesperada por saber que tal lo tomarán esto, yo personalmente amo, amo, amo este fic. Un Edward criminal... fugitivo, y sexy... además rock star!

Bueno, estoy esperando que piensan, ya saben dejen sus ideas y comentarios. ¡Un besaso! Las amo por todo el apoyo y palabras lindas.

Por cierto, Flor, si estás leyendo esto... Gracias inmensas. Besitos.