ACLARACIÓN: BASE ESTA HISTORIA EN UNA MUY BONITA QUE LEI DE NICHOLAS SPARKS… SI BIEN NO ES IDENTICA NO PUEDO DECIR QUE FUE PURA Y EXCLUSIVAMENTE MI IDEA.
COMO VERAN Y SABRAN, LOS MARAVILLOSOS PERSONAJES QUE NOS ACOMPAÑAN NO SON DE MI CREACION TAMPOCO… SINO QUE DE LA EXTRAORDINARIA STEPHENIE MEYER.
AHORA SI, SIN MAS PREAMBULOS, LAS DEJO CON ESTA NUEVA HISTORIA. NO SE SI SERA MUY LARGA O UN MUY CORTA, EN UN PRINCIPIO QUISE QUE SEA UN ONE-SHOT, PERO CADA VEZ QUE LA SIGO ESCRIBIENDO SE ME OCURREN MAS COSAS, ASI QUE YO CREO QUE VA A TENER VARIOS CAPITULOS.
BESOS.. Y ESPERO QUE LES GUSTE.
24 de diciembre del 2004
Estaba cómodamente recostada en el sofá que se encontraba delante de la chimenea de mi casa, con una copa de vino tinto en la mano, un libro viejo abierto por la mitad a un costado y una manta manteniéndome calentita, mientras en el aire sonaba "Little House" de Amanda Seyfried. Adelante mío, el fuego danzaba libre en su espacio burlándose de mi soledad, mi vista lo siguió durante no se cuanto tiempo, mientras afuera hacia mucho frio, el cielo estaba encapotado y pequeños copos blancos caían de el. Ya hacian39 días que había sostenido por última vez la mano de mi marido y le había dicho adiós.
Sé que si él me viera, estaría enojado por la situación en la que me encontraba y por haber rechazado a mis amigos cuando me invitaron a pasar las fiestas con ellos. Pero lo único que me apetecía en este momento, a mí, Isabella Marie Swan era estar en mi espacio, con mis cosas y sus recuerdos. Solo eso, porque ya no quedaban mas lagrimas para derramar, mas berrinches, ni más nada para reclamar, ya me sentía cansada de luchar contra lo inevitable.
Viuda, esa era una de las palabras más tristes y escalofriantes que se habían inventado en la vida y una de las palabras que mas odiaba escuchar y pronunciar. A mis 24 años era viuda. Habíamos planeado juntos un futuro prometedor y hermoso, pero su enfermedad había esfumado nuestros sueños, terminando con su vida.
Todos y cada uno de los días desde su muerte, tenía gente alrededor sosteniéndome para que no cayera, tratando de que no fuera una muerta en vida. Solo mis amigos sabían que decir y como para que todo este cambio no me afectara tanto, solo mis amigos sabían cuando los necesitaba o cuando me necesitaba. Siempre que estaba a punto de caer, uno de ellos venia en mi salvación, pero no eran la persona que yo quería que estuviera a mi lado en ese momento. Los Cullen y Los Hale eran como mis hermanos, pero no eran él.
Desde su muerte siempre me pregunto qué será de mi vida de ahora en adelante, que será de mis sueños rotos, de mis expectaciones de vida. Siento que no puedo hacer ya nada sin él, el dolor en el pecho es tan grande que me siento morir.
El timbre de la enorme casa sonó sacándome de mis cavilaciones, mire el reloj de pared, las 11:30 pm. Quien podría ser a esta hora? Me pare perezosamente y sin ganas del sofá. Esta Navidad mi vestimenta hacia juego con mi estado de ánimo, un chandal gris, un buzo azul de algodón y medias blancas. Me dirigí hacia la puerta, y de camino pase por delante de un espejo, mi aspecto dejaba mucho que desear, tenía unas grandes ojeras oscuras y mi cabello atado en una coleta desprolija. Me acomode un poco y abrí.
*Hola! – conteste a aquel hombre cano.
*Señora Swan? – pregunto mirándome de arriba abajo haciendo una triste mueca.
*Dígame
*Debo entregarle esto, es realmente importante. Y solo debía ser abierto esta noche, indicaciones de una persona de su entorno – dijo señalando la caja de tamaño mediano que tenía entre sus manos.
*Mi entorno?
*Solo sé que cuando lo abra sabrá de que trata. Mantenga la caja derecha – me la entrego con una dulce sonrisa en su rostro y se dio la vuelta para marcharse, luego de unos pocos pasos, dijo sobre su hombro.
*Feliz Navidad – me quede allí en el umbral de la puerta hasta que su figura se evaporo en la oscura noche. Una vez que sentí al frio calándome los huesos me metí en la casa. Camine hasta el sillón y me senté con mis piernas cruzadas y la caja delante mío. La observe en todos los ángulos posibles, solo se visualizaba un moño azul, sin tarjeta, sin nada.
Abrí cuidadosamente mi regalo para encontrarme con la cosita más adorable y hermosa que había visto en mi vida. Era pequeño, de color manteca y ojos azul cielo. Era un maravilloso labrador cachorro, con un collar azul alrededor de su cuello. No sabía cómo reaccionar, era tan pequeño, lo observe entretenidamente hasta darme cuenta que de su cuello colgaba un sobre.
Al abrirlo de inmediato supe de quien era este increíble regalo. No podía ser cierto, como era posible que el haya hecho algo así?
Mis dedos temblaron al sostener su carta. Era un detalle, pero en este tiempo me di cuenta de cuanto había extraño su letra, en cartas, en anotaciones, o en cualquier otra cosa.
Querida Bella:
Amor, sé que es raro todo esto, te estarás preguntando cómo es posible. Te conozco mi Bells.
Creo que es obvio porque mi regalo está llegando a través de otra persona y con una carta de por medio. Siempre supe que no lo lograría, como así también supe que tú serias una mujer fuerte y sabrías como seguir adelante.
Te imagino en este momento, con una enorme sonrisa en tus carnosos labios, tan linda como siempre. No sabes lo que te extraño mi vida.
Como vez, te compre un cachorro, se que siempre quisiste uno, y por una cosa u otra nunca llegamos a cumplir tu sueño. Pues hoy, desde donde este te lo estoy cumpliendo. No quiero que estés sola. De verdad deseo que estés bien, que este tiempo sin mi te haya servido para recuperar fuerzas. Lo menos que quiero es que no rehagas tu vida. Quiero lo mejor para ti. Siempre lo quise. Siempre supe que eras más de lo que me merecía. Te quiero Bella, llegaste a ser la mujer más increíble que haya conocido, dándome tanto amor, fuiste muy importante pero hasta acá llegue yo. Pero tú, mi vida, tú tienes una vida entera por delante, yo solo fui un capitulo mas en tu vida, solo te pido que seas feliz nuevo, encuentra a esa persona que te haga feliz. Sé que es difícil y duro pero así debe de ser.
Siempre cuídate de ti, desde donde quiera que este. Seré tu guardián, tu protector, amor. Siempre luchare por tu bienestar.
Te quiero.
Alec.
No era posible… no era posible que el me pidiera algo así, que me hiciera esto.
En este tiempo había extrañado tanto de sus palabras consuelos, sus palabras tiernas. Como era posible que me dejara deseando más y más de él, cuando sabía que nunca más lo iba a volver a tener.
Mire al cachorro, con mis ojos nublados por las lágrimas.
*Hola amiguito – lo saque de la caja, para ponerlo en mi regazo y acaricie detrás de sus orejas ganándome unos tiernos soniditos por parte de él. Comenzó a removerse y lo baje para que explorara y olisqueara toda la sala. Corrió de acá para allá, como cuidando el espacio en el que nos encontrábamos. Para ser sumamente chiquito era muy alerta. Se veía tan lindo – como te llamare? – me arrodille en el suelo y le hable logrando que se acercara hasta mi y que posara sus enormes ojos en los míos, esos mismos ojos que durante años me miraron cada día y a cada hora, los de Alec. En ese momento lo supe – creo que será…. Carer.
13 de Agosto del 2010
Comencé a sentir baba por todo mi rostro y pequeños gimoteos a mí alrededor. Me acurruque de lado tapándome hasta la cabeza con las mantas, pero alguien no quería que siguiera de remolona y tiro de ellas, destapándome por completo y volviendo a lamer desde mi barbilla hasta mi cabello.
*Carer, eso es asqueroso …. Ya te he dicho que no lo hicieras mas– reprendí al perro que se encontraba recostado a mi lado mirándome dulcemente – no se para que te lo repito si nunca me escuchas – muchas veces me sentía rara hablándole sola a un perro, porque sabía que nunca me iba a contestar, pero el parecía que me entendía todo y eso me dejaba mucho más tranquila.
Acaricie su barbilla mientras él se acurrucaba encima de mí tratando de lamer mi mano. Era el perro mas cariñoso y compañero que podía existir, aunque a veces me hacia regañar.
*Ok amiguito, es hora de ir al baño – se levanto primero rápidamente, para luego hacerlo yo lentamente. Nos dirigimos hacia la entrada, le abrí la puerta, primero me dio un ladrido y un movimiento de cola y luego salió corriendo a hacer sus necesidades.
Volví sobre mis pasos, hacia el baño de mi dormitorio, encendí el grifo esperando por el agua caliente mientras me quitaba mi pijama. Me metí en la ducha, relajando mi cuerpo con cada gota que caía, lave mi cabello con mi shampoo de fresias habitual que tanto me encantaba. Me vestí con unos jeans, una remera y zapatillas blancas y mi campera negra de cuero.
Salí de la casa para encontrarme con un muy contento Carer jugueteando de acá para allá con un muchacho alto, de una gran contextura física, llevaba puestos unos vaqueros y una remera manga corta blanca que se le ajustaba perfectamente a su cuerpo, marcando cada uno de sus músculos. El cabello de aquel extraño tono broncíneo estaba igual de despeinado que siempre.
*Hey Eddy! – grite mientras me encaminaba hacia ellos, logrando que tanto él como el perro me prestaran atención. Yo sabía que no le gustaba que le dijeran Eddy, pero era tan divertido verlo enojado que no lo podía evitar.
*Isabella…. Sabes que te mereces un castigo cierto? – pregunto maliciosamente a la vez que se acercaba peligrosamente a mí. Carer miraba todo desde lejos moviendo su cola – Bella, tendré que hacerte pagar por lo que haz dicho – y cuando no lo vi venir, salto sobre mi tirándome al suelo, picándome las costillas haciéndome reír hasta que me doliera el estomago. Carer correteaba alrededor nuestro, ladrando y tratando de meterse en la lucha de cosquillas.
Una vez que se canso de estarme torturando se recostó en el pasto al lado mío, boca arriba, mientras ambos tratábamos de recuperar el aliento.
*Como estas Bells? – pregunto girando su cabeza hacia mí, y con una hermosa sonrisa torcida en sus labios.
*Bien, estoy bien, y tú? – respondí tomando aire y mirando sus esmeraldas que poseían un brillo especial.
Conocía a Edward desde que éramos unos críos, siempre habíamos estado juntos y compartíamos todo. El siempre había estado conmigo en las buenas y en las malas. Había sido quien estuvo siempre a mi lado desde la muerte de Alec, tratando de distraerme, de hacerme reír. Muchas veces no lo lograba, pero era un buen luchador y siempre lo intentaba. Ambos éramos los que más habíamos sufrido su muerte, Edward porque era su mejor amigo y yo porque era su esposa.
Hasta hacia dos años, Edward había estado de novio con una chica llamaba Jane, una niña realmente guapa, de una buena clase social, se los notaba felices, pero nunca me entere porque se habían distanciado. En un pueblo chico como era Forks, se decían muchas cosas sobre su separación pero nunca me había animado a preguntarle, porque yo no había estado ahí para él en su momento de angustia como él para mí. Hoy por hoy nuestra relación era la mejor, Edward era el mejor amigo que uno podía llegar a tener.
*Estoy…. estoy bien… - abrió y cerró la boca como dudando si decir o no algo, hasta que se decidió – oye ya debemos irnos, se nos hace tarde – por un lado me sentí decepcionada por escuchar solo eso, no sé porque, pero así me sentí.
Se paro y estiro su mano para ayudarme a levantar, pero claro con mi característica torpeza, trastabille y me tuvo que agarrar firmemente para que no cayera. Sus manos fueron a parar a mi cintura, mientras las mías se posaron en su escultural pecho. Nuestros rostros quedaron a pocos centímetros de distancia y un fuerte sonrojo invadió mis mejillas por la situación en la que nos encontrábamos. Su respiración golpeo de lleno mi rostro haciéndome estremecer y haciendo que miles de descargas eléctricas recorrieran mi cuerpo.
*Bella…. Yo…. – Sus ojos llamaron mi atención, estaban llenos de Amor? Deseo? NO, ES IMPOSIBLE! Me separe bruscamente de su agarre.
*Creo que será mejor que nos vayamos, si no queremos llegar tarde Edward – camine hacia el auto con Carer siguiéndome y dejándolo a él con una extraña mueca en el rostro.
El camino al trabajo fue de un silencio incomodo absoluto, solo se escuchaba la respiración de Carer en el asiento trasero. Edward estaba tenso, con su quijada a punto de romperse de tanta fuerza y con cara demasiado seria.
Llegamos a destino todavía en silencio, yo era dueña de una de las casas de pasteles más importantes de Forks junto con Alice, la hermana de Edward, éramos como hermanas y hacia no más de tres años que habíamos arrancado con este proyecto. Edward en cambio, era uno de los socios, junto con Emmet, su hermano y Rosalie Hale, su cuñada, del taller mecánico que se encontraba frente a mi negocio. Era raro ver a una mujer tan sofisticada como Rosalie arreglando coches junto con Edward, pero era una de las mejores; Emmet se encargaba de las cuentas, los números y todo lo que ello conllevaba. Jasper Hale, el esposo de Alice, por otro lado era profesor de historia en la escuela de Forks, le encantaba todo lo que tenía que ver con el pasado y sobre todo las guerras.
Emmet y Rosalie estaban casados hacia ya 10 años, y como fruto de su relación habían nacido Mady de 5 años y Coll de 1 añito. Por otro lado, Alice estaba felizmente con Jasper hacia 7 años y tenían a un hermoso niño llamado Kevin de 3 años y ella estaba nuevamente embarazada de 7 meses, otro niño venia en camino.
En cierto punto y en ciertas situaciones a lo largo de estos años, había sentido una gran envidia por sus vidas perfectas, por no haber podido tener todo lo que ellos habían logrado formar. Esos pensamientos desafortunados se habían hecho eco los tres primeros años con los nacimientos, casamientos, entre otras cosas. Me había alejado de mis amigos y de las cosas buenas que les estaban pasando solo por ser egoísta y pensar solo en mi.
Edward era el que me había hecho entrar en razón muchas veces. Siempre me decía que la vida tenía que seguir y que seguramente no era la primera vez que me fuera a enamorar. Me había enojado mucho con él cuando me dijo eso, pero hoy por hoy estaba segura de que era así. Lo que había vivido con Alec había sido muy importante y siempre lo llevaría conmigo, pero estaba segura que cosas más grandes me tenía deparado el destino. Edward siempre decía eso y yo ya me lo estaba empezando a creer.
*Sabes si mi auto estará para esta tarde? – pregunte dulcemente tratando de llevar una conversación.
*Estará a las cuatro – contesto fríamente. Y ahora a este que le pasaba? Fruncí me cejo por su actitud, pero antes de que pudiera ni siquiera hablar, Edward ya estaba entrando a su taller junto con Carer, ambos aplicándome la ley de hielo.
Qué rayos? Pensé mientras los perdía de vista.
Cruce la calle todavía tratando de descifrar sus actitudes. Edward siempre se despedía con un dulce beso en la frente y un "Nos vemos luego Bella" y Carer siempre venia conmigo a la pastelería, y cuando no lo hacía, cosa que era en raras veces, revoloteaba a mi alrededor para que le acariciase el lomo para luego marcharse.
*Que les sucede a aquellos dos? – pregunto Dorothy. Era una mujer de unos setenta años, regordeta, su cabello cano y ojos color miel. Ella era como una abuela para todos nosotros. Había sido profesora del instituto de Forks y luego de su jubilación, Alice y yo nos encargamos de que nos ayudara en la pastelería.
Me encogí de hombros sin saber que responder, ya que ni yo sabía que les pasaba a aquellos dos.
*No lo sé, y me molesta – conteste encaminándome hacia adentro del negocio. Mientras nos dirigíamos hacia atrás del mostrador le conté la situación que se había dado entre Edward y yo hacía unos instantes, ganándome pequeñas risitas, "ohh" "ahh" "mmm" "sii" de ella. Ya me estaban entrando a poner nerviosa.
*Y todavía no entiendes que fue lo que le molesto? – pregunto alzando una ceja.
*Que le molesto a quien? – Alice venia entrando, o más bien dando saltitos con una enorme sonrisa en su cara. Siempre escuchaba y se enteraba de todo. No podía entender como con semejante panza seguía teniendo toda esa energía.
*A tu hermano – contesto Dorothy rodando los ojos y con un "Duhhhh" de por medio. Era como si ellas dos supieran algo que yo no sabía y eso me molestaba aun más. Le conto todo la historia como si yo no estuviera adelante mientras ellas dos se reían y hacían acotaciones que no entendía.
*Me pueden decir de que se están riendo? – pregunte ya enojada.
*Ay Bella, Bella, no hay peor ciego que el que no quiere ver…. Verdad?– contesto melodramáticamente Alice, cruzándose de brazos.
*De que hablas? – la mire imitando su posición y con los ojos entrecerrados.
*Bella… de verdad me lo estas preguntando? – Alice comenzó a elevar su tono de voz, cosa rara en ella, y su cara no trasmitía nada bueno. Sus fosas nasales se comenzaron a inflar y eso solo sucedia cuando realmente estaba enojada – es que acaso eres estúpida Isabella? – su agresión hizo que yo también me enojara.
*Oye, que te pasa? Quien te crees que eres para hablarme asi?
*Soy Alice, tu amiga, hermana de Edward…
*Y que rayos tiene que ver Edward en esto? Eres insoportable Alice, nunca se que es lo que pasa contigo y porque siempre terminas agrediéndome cuando se trata de tu hermano.
*No lo puedes entender? Pues ya me he dado cuenta de eso… eres una maldita lenta, que no se da cuenta o mejor dicho no se quiere dar cuenta de las oportunidades… Solo te daras cuenta el dia que lo pierdas, el dia que el ya no este aquí. Hace ya seis años que no estas con nadie, que Alec murió. Ya basta de hacerte la victima, de querer dar lastima… YA SUPERALO BELLA – mis ojos comenzaron a escocer, si bien ya habia logrado sobrellevar la situación Alec, y habia decidido comenzar nuevamente mi vida, no era lindo que te estuvieran recordando que no tenias a nadie.
*Eres una egoísta Alice, solo piensas en ti y solo en ti, la verdad lo lamento por tus hijos, eres una maldita entrometida, que siempre cree saberse todo, y si realmente fueras mi amiga, no estarías refregándome en la cara tu maldita vida perfecta y sabrias también que habia decidido reiniciar mi vida y ser feliz, PERO GRACIAS CULLEN, GRACIAS POR HACER MI VIDA MAS INFELIZ – solte sin medir si mis palabras la iban a dañar o no. Solo sentía un gran enojo y tristeza hacia ella, pero por otro lado sentía que podía llegar a entender sus palabras., aunque nunca me diera cuenta de hacia donde quería llegar.
Sentí gritar mi nombre, pero corri, corri, y segui corriendo sin rumbo. No sabia hacia donde me dirigía hasta que llegue al claro al que íbamos con Edward de niños. No se encontraba como lo recordaba, estaba mas triste, sin vida, en colores amarillos, marrones, bordos. Ya nada quedaba de aquel hermoso prado lleno de colores, flores y luminoso. Cai al piso de rodillas, y llore, llore todo lo que no habia llorado desde la muerte de Alec, llore por el, por mi, por mis amigos, por la pelea con Alice, llore por Edward y llore por el prado. Mi pecho comenzó a cerrarse y cada vez se me dificultaba mas respirar, todo comenzó a darme vueltas y antes de que todo se volviera oscuro escuche mi nombre ser gritado.
Todo estaba oscuro, los arboles se arremolinaban a mi alrededor y una fuerte lluvia caia sobre mi cuerpo calándome los huesos. A los lejos vi la figura de Edward tirado en el piso inmóvil. Me acerque cautelosamente, tratando de hacer el menor ruido posible. Una vez llegue a su lado, me golpeo la peor imagen, Edward tenia un balazo en el estomago. De su cuerpo fluia demasiada sangre y su rostro estaba cada vez mas palido.
*Be-bella…
*Shhhh… no hables Edward, todo estará bien cariño, todo estará bien –conteste mientras acariciaba su rosto. Llevo su mano a la mia y la tomo para darle un suave beso con sus labios congelados.
*Ha-hay al-algo… Be-lla y-yo te am…. – sus ojos comenzaron a cerrarse y necesitaba que terminase su frase, realmente quería decirme que me amaba?
*Edward, por favor, no me dejes – llore sobre el.
*Sie-sien-to no.. no ser co-como el y sien-to no ha-haber tenido la opor-oportu-nidad de de-cirtelo – tosio durante toda la frase, y se fue volviendo cada vez mas débil.
*Decirme que? Edward! – grite cuando no me contesto
*Adios Bella! – sus ojos se cerraron y su mano dejo de hacer presión sobre la mia, me entre a desesperar y a llamar por una ayuda que nunca iba a venir.
*EDWARD! – grite con todas mis fuerzas, haciendo que me levantara de golpe y darme cuenta que todo habia sido un maldito sueño. Gotas de sudor bajaban por mi frente, comencé a mirar a todos lados y me di cuenta que me encontraba en una habitación a oscuras, en una enorme cama. De repente la puerta se abrió y por ella apareció él, apareció Edward. Se acerco rápidamente a mi lado y lo único que atine a hacer fue lanzarme a sus brazos y abrazarlo con todas mis fuerzas, sintiendo el calor que emanaba de su cuerpo y sientiendo que el estaba ahí, conmigo, y que nunca me iba a dejar. Me envolvió en un fuerte abrazo y comenzó a recitarme palabras consuelos, acaricio mis cabellos tranquilizadoramente mientras miles y miles de lagrimas caian por mi rostro. Ver como Edward era sacado de mi vida, como Edward moria, habia sido peor de lo que me hubiera imagino, con solo pensar que podría perderlo, mas lagrimas hicieron su aparición.
*Bella… Bella… que sucede corazón? – pregunto cariñosamente, mientras seguía acariciando mi espalda.
*Edward… estas bien, estas bien – confirme, me separe de el, solo para tomar su rostro entre mis manos y mirarlo detenidamente. Por sus ojos pasaron diferentes sensaciones difíciles de descifrar, solo me miro intensamente, esperando a que dijera algo mas, pero ninguna otra palabra salía de mi boca.
*Estoy bien…. Pero que sucede Bella? Necesito que me hables – luego de un tiempo demasiado largo, su voz salió destilando preocupación y ansiedad. Lo mire de arriba abajo, todavía con lagrimas en los ojos, para asegurarme que realmente estaba bien. Negué con mi cabeza, dándole a entender que no tenia ganas de hablar de lo sucedido a lo que el entendió – esta bien, pero descansa – me ayudo a recostarme nuevamente en la cama y me arropo dulcemente dándome un beso en la frente, antes de que se alejara tome su mano y se lo pedi.
*Quedate conmigo – por sus ojos paso la duda, por lo que insisti – por favor – hice mi mejor puchero, a lo que el sonrio con su hermosa sonrisa torcida y se recostó a mi lado. Me apoye en su pecho, abrazandolo por la cintura. Pasaron unos minutos en las que sus manos no hicieron contacto con mi cuerpo, no entendía que era lo que pasaba, Edward siempre me abrazaba, y no era la primera vez que permanecíamos acostados uno al lado del otro consolándonos. Me apegue mas a el, dándole a entender que necesitaba de su abrazo y me apretó contra su cuerpo, brindándome miles de sensaciones que alguna vez crei muertas. Enterro su nariz en mi pelo, me dio un beso y mando miles de descargas a lo largo de mi cuerpo. Desde ese momento, supe que ya nada volveria a ser igual. Estar en los brazos de el, era la sensación mas increíble que habia logrado en muchísimo tiempo.
QUE LES HA PARECIDO?
QUIERO QUE SEPAN QUE ESTO NO TERMINA ACA, A BELLA NO LE VA A RESULTAR TAN FACIL TODO ESTO.
DIGANME SABER QUE LES PARECIO… BESOTES!
