Algunos de los personajes no me pertenecen, son de Jk.R., y yo sólo los tomo prestado porque no tengo más nada qué hacer, xD.
Advertencias:
*El siguiente escrito está situado en universo alterno y contiene OoC, por lo que ya sabe lo que tiene que hacer sino es de su agrado.
*El siguiente escrito puede contener temas que no son actos para toda persona (Ni para persona con con falsa moral y con ganas de dejar comentarios insidiosos). Si usted es de mente sensible, por favor, no lea. Repito: NO LEA. ¿Qué parte de no lea no entendió? Ah, usted es de a los que les dicen que no haga algo y va corriendo y lo hace, bueno, en ése caso, quedo libre de toda responsabilidad.
I
Eleonor siempre había soñado con tener una familia, pero los años de su matrimonio pasaban y su vientre nada que quería concebir. No era un problema de Draco, su esposo, ya habían ido al medico a ver qué era lo que sucedía para que ella no quedase embarazada, y resultó ser que Eleonor tenía ovario poliquístico, eso sin contar su problema de endometriosis, por lo que su obstetra le recomendó a ella y a su esposo que, si de verdad querían ser padres, fueran considerando la opción de adoptar. Eleonor no tenía ningún problema con la adopción, ella tenía mucho amor de madre para dar y sabía que allá a fuera, en algún lugar, se encontraba un niño con muchas ganas de que lo quisieran.
Pero Draco era otro caso, él ni siquiera quería pensar en la de traer un extraño a su casa, no sabe con qué maña. "Adoptariamos a un bebé " le había dicho su esposa haciéndole ver que ellos lo criarían desde cero, por lo que se encargarían que el niño adquiriera buenos hábitos. Pero Draco no quiso ceder, argumentando que igual la mala conducta se llevaba en los genes y, por más que ellos le enseñaran al niño, éste terminaría siendo igual a sus padres biológicos. Y no se podía esperar nada bueno si dichos padres eran tan inhumanos cómo para dejar abandonado a su hijo.
Eleonor no insistió, al menos por un tiempo, ella no podía sacarse de la cabeza y de su corazón la idea de ser madre. Así que apeló por el amor que Draco le tenía. Se la pasaba comprando ropita de bebé y se sentaba con ella en la mesa de la cocina, viéndola con expresión de anhelo y tristeza, justo en frente de su marido, que no pudo soportar ver a su esposa de ésa manera, por lo que a la final terminó por ceder a la idea de adoptar. Eso sí, le dijo a Eleonor que aceptaba con la única condición de ser él el que tuviera la última palabra a la hora de decidirse por cuál de todos lo niños que visitarían, se quedarían. Eleonor aceptó con el corazón lleno de gozo, a ella no le importaba cuál fuera ni cómo fuera, lo único que importaba era que al fin cumpliría su sueño de ser madre. Sólo había una cosa que ella sí quería, que el elegido fuera niño, un varón, al cual llamaría Draco, como su esposo.
II
Draco y Eleonor se encontraban en el orfanato Sta Josua. Llevaban al rededor de media hora en el área donde se encontraban los niños más pequeños, es decir, lo que oscilaban entre 0 meses de edad, hasta los 24 meses.
—¡Todos son unos niños hermosos! —Eleonor le dijo con emoción y sinceridad a la hermana sor Luna, que era la que estaba encargada de mostrarle los niños en ese momento.
—Sí —aceptó la hermana—, y todos ya tienen sus respectivas vacunas y no habrá problema con...
Sor Luna siguió hablando con Eleonor mientras ambas caminaban por el pasillo entre los cuneros. Atrás de ella iba Draco, con las manos metidas en los bolsillos y sin prestarle el más mínimo de atención a lo que estaba hablando su esposa con la hermana, tampoco es pudiera oír lo que ellas decían. ¿Cómo hacerlo en medio de tanto grito y llanto? Dios mío, ¿es que nadie podía hacer que los mocosos se callaran? ¿Y si en verdad no podían? Draco se preguntó a la vez que pensaba que ni de bromas se llevaría a un escandaloso de esos a su casa. Lo sentía mucho por Eleonor, que a leguas se le veía entusiasmada y seguro que no veía el momento de hacer los tramites para llevarse a casa un escuincle de esos. Pero a Draco le molestaba el ruido, estaba que salía corriendo de ese lugar de infierno, sus tímpanos estaban que se reventaban. No entendía cómo Eleonor podía ir hablando tan tranquila con Sor Luna.
Draco se pasó una mano por su sudoroso rostro y aceleró el paso hasta alcanzar a su esposa.
—Nos disculpa un momento. —le dijo a la hermana fingiendo una sonrisa tranquila, cuando la verdad es que estaba irritado.
—Por su puesto —concedió la hermana, devolviéndole la sonrisa, pensando que Draco quería estar un momento a solas con su esposa para ponerse de acuerdo en cuanto al bebé que adoptarían—. Regresaré en unos minutos. —sor Luna dijo y salió del gran cuarto.
—¿Ya sabes cuál vamos a adoptar? —Le preguntó Eleonor entusiasta, tan pronto estuvieron solos creyendo que su esposo se había decido.
—A ninguno. —le contestó Draco, serio, sin ánimos de seguir fingiendo.
Eleonor borró su expresión de alegría al darse cuenta que Draco no le estaba diciendo eso en broma.
—¿Por... qué? —preguntó dubitativa, un tanto extrañada. No entendía qué era lo que había pasado para que su esposo estuviera de nuevo renuente a la adopción.
—¿Y todavía lo preguntas? —le dijo mordazmente. Ella cerró los ojos y se encogió como si él le hubiese golpeado. Draco inspiró profundamente—. Ven, salgamos de aquí. —tomó a Eleonor del brazo y la arrastró fuera del cuarto. Ella se dejó arrastrar sin decir ni media palabra, pero unas lágrimas silenciosas empezaron a deslizarse por sus pálidas mejillas.
Draco cerró la puerta detrás de sí para mitigar un poco el alboroto y se detuvo, causando que Eleonor también lo hiciera.
Draco encaró su esposa, por lo que se dio cuenta que ella estaba llorando con la cabeza gacha. Se llevó una mano a la cintura y la otra se la pasó con exasperación por la cabeza. Odiaba ver a su esposa triste, pero eso no quería decir que iba a cambiar de opinión en cuanto a no adoptar a una máquina de ruido.
—Escucha Eleonor —le dijo, tomándola del mentón para que ella lo mirara—. Sabes lo que odio el ruido. ¿Tienes idea de cómo me sentí allí adentro? —continuó señalando la puerta. Eleonor supo que se refería a los niños que lloraban, a ella no le molestó ni le molestaba, al contrario, estaba deseosa de poder tomar a cada uno entre sus brazos y arullarlos hasta que se sintieran seguros y se calmaran. Pero ella sabía que a Draco le gustaba el silencio, por lo que no tuvo más remedio que entenderlo y asentir.
—¿Ya se pusieron de acuerdo? —La hermana sol Luna ya estaba de regreso, y preguntó sin percatarse de la situación.
—No vamos a adoptar. —le dijo Eleonor, con voz algo apagada. La hermana exclamó un "oh" de sorpresa y segundos después asintió a la vez que guiaba a la pareja a la salida mientras les decía que estaban a la orden por si cambiaban de opinión. Pero Eleonor sabía que su marido no cambiaría de opinión en el futuro, por lo que, desde ya, era mejor que se hiciera a la idea de que siempre no adoptarían. Lo cual no quería decir que no sintiera una profunda tristeza y que caminara arrastrando los pies, como si su cuerpo se moviera gracias a la brisa.
Sor Luna fue llamada por una de sus compañeras, así que se disculpó un momento, dejando a la pareja nuevamente solos.
—No te pongas así. —Le dijo Draco a Eleonor mientras la abrazaba, fijando sus ojos en el cuarto con grandes ventanales que se encontraba detrás de su esposa. Adentro habían como una docena de niños y niñas, estudiando de manera tranquila, en paz, sin hacer ruido, pese a que se podía ver claramente que estaban solos, sin ningún adulto que le exigieran a estar en silencio. Draco pensó -a pesar de que no estuvo de acuerdo al principio-, que a lo mejor podía hacer feliz a su esposa—. Mira. —se separó un poco de ella, animándola a que se diera la vuelta y viera lo que él veía.
Eleonor volteó sin muchas ganas, pero cuando vio lo que esposo le señalaba, su cara se transformó en una de alegría de nuevo, aunque comenzó a llorar más fuerte, a la vez que giraba para abrazar a Draco de manera efusiva.
—¡Gracias! —Le dijo.
Cuando la Hermana estuvo otra vez con ellos, le comentaron sobre lo que acaban de decidir. Sor Luna estuvo de acuerdo, más entusiasta que antes, puesto que a los niños que ahora les llevaría a ver a la pareja, oscilaban entre 9 y 12 años, por lo que era más difícil que lo adoptaran.
Así que Draco y Eleonor, después de conocer a los niños, se hallaban en la oficina de la principal para hacer el papeleo y adoptar a su hijo... No. Para adoptar a su hija. En el ultimo minuto, Eleonor quedó encantada de una pequeña niña de 10 años llamada Hermione.
III
Había pasado ya casi un año desde que Eleonor y Draco adoptaron a Hermione, una niña hermosa de cabello castaño ligeramente ondulado. Tenía una mirada vivaz, ojos grandes y marrones. Una nariz pequeña y respingada; y unos labios rosados y brillantes. Un pequeño lunar al lado de su boca la hacía lucir más llamativa de lo que por sí ya era con su color de piel lechoso.
Eleonor había podido realizar su sueño, amaba a Hermione como si de verdad fuera su propia hija. Era tan grande su amor que, a la pocos días, Hermione la comenzó a llamar mamá.
Hermione era una niña bien portada e inteligente, aunque era muy inocente. A pesar de que ya iba a cumplir los 11 años, todavía le gustaba jugar con muñecas y usar vestidos y zapatos de charol, cosa que Eleonor estaba encantada de comprarle. Su muchequita de porcelana, le decía a Hermiobe cada vez que terminaba de vestirla y depositaba un dulce beso en la coronilla.
Con Draco la cosa no era muy diferente. Eleonor era feliz por ende él también lo era. Además de que Hermione resultó ser bastante tranquila, ni se sentía y no tenía queja de ella. Pero Draco no interactuaba mucho con la niña, puesto que él se la pasaba trabajando y a duras penas si compartía con Hermione en la hora de la cena. Los domingos, que era los días libre de Draco, tampoco era que pasara tiempo de calidad con ella. Draco no era del tipo paternal. Por él hubiera estado bien si él y Eleonor se quedaban pasando su matrimonio sin hijos. Pero amababa a su esposa y por eso la complació en lo que ella quería, que era ser madre. Más allá de eso no le podía exigir. Aunque, claro, Draco tampoco era un déspota con Hermione, no tenía por qué serlo.
Eleonor era la que se encargaba de Hermione, en cuanto a ayudarla con los deberes, jugar con ella y todo lo demás que Draco ignoraba. Lo más extraño es que, aún así, en la pocas veces que Hermione le hablaba, lo llamaba "Papi" Y, contrario a lo que Draco creía, le gustaba cuando esa pequeña de decía de ésta manera.
-Papi, ¿me ayudas con esta tarea?
Draco levantó la vista de su periódico para ver a Hermione sentada en frente el en la mesa de la cocina. Le extrañó que ella se lo pidiera cuando nunca antes lo había hecho. Eleonor era la que se encargaba de esas cosas.
—Dile a tu mamá. —le dijo. No de manera brusca, más bien con tono informal, buscando desentenderse del asunto. Vio cómo Hermione se mordía su su labio inferior y Draco sintió una punsada de, no sabe qué, en la boca de su estómago.
—Mami está haciendo la colada y después tiene que hacer el almuerzo —argulló Hermione—. Mañana tengo que entregar esta tarea.
Draco se quedó pensando por un momento. Giró su rostro para ver por la ventana de la cocina y darse cuenta que lo que le decía Hermione era cierto. Eleonor estaba colgando unas sábanas. Era domingo, ella siempre hacía la colada ése día, pero se había levantado muy tarde por lo que esa era la hora que ella no había terminado. Draco volvió a posar los ojos en Hermione, que lo miraba expectante con sus grandes ojos. A Draco le pareció que la niña tenía un rostro bastante hermoso. Suspiró sin reparar en su pensamiento y asintió.
—Está bien. —le dijo al tiempo que se levantaba de su asiento para caminar y pararse al lado de Hermione y ver en qué necesitaba ayuda. Ésta le sonrió infantilmente.
La tarea era de matemáticas. Draco comenzó ayudarla y, en tanto lo hacía, no pudo evitar aspirar varias veces el olor a frutas que desprendía el cabello de su hija. No sabe en qué momento sus manos actuaron de manera involuntaria, comenzando acariciarle la larga cabellera a la vez que le seguía explicando. Tampoco notó a su esposa que miraba la escena con lágrimas y amor en sus ojos, su corazón lleno de gozo, pensando que al fin Draco estaba empezando a germinar sentimientos paternales hacia Hermione.
Lo que ignoraba Eleonor, y hasta el mismo Draco, era que sí, estaba comenzado a sentir ago por la niña, pero no precisamente eran sentimientos de un padre hacia una hija.
Espero que les haya gustado, mil gracias por leer.
¡Hasta el siguiente cap!
