Los personajes de Inuyasha no me pertenecen, son de la increíble mente de Rumiko Takashi... sin embargo, esta historia sí me pertenece, así que disfrútala.
Prólogo
Año 1516
Arrugó la nariz en cuanto percibió un hedor a hollín tan intenso que penetraba sus fosas nasales y acuchillaba su cabeza. Alzó la mirada y, tal como suponía, una gigantesca columna de humo ascendía hasta el punto más recóndito del cielo. Algo se estaba incendiando. Y ese algo se hallaba en la misma dirección que la aldea de Kikyo.
El corazón le dio un vuelco y, antes de siquiera percatarse, se encontró corriendo hacia aquella dirección. El pecho se le comprimió más y más, estrujando sus entrañas mientras movía sus piernas lo más rápido que podía. El paisaje se veía borroso debido a la increíble velocidad en la cual se desplazaba mas el bosque parecía no tener fin y la impotencia, junto con aquel desagradable hedor, lo alteraban cada vez más.
A medida que se iba aproximando se cruzaba con varios aldeanos que huían, reconociendo los rostros de algunos. Sin dudas pertenecían a la aldea de Kikyo, pero de ella no había rastro alguno. Aquello le obligó a sobre exigir su marcha, provocando que sus músculos ardieran y que comenzara a jadear por recuperar aire; aunque poca importancia le daba, los latidos de dolor de su pecho aumentaron ante la certeza de que algo le había ocurrido. Debía salvarla.
Pronto llegó al fin del bosque y comprobó que las llamas habían avanzado con tal rapidez que comenzaban a lamer los primeros árboles donde él se encontraba. La aldea se hallaba inundada por un mar de fuego: todas las cabañas y todas las cosechas estaban siendo consumidas y el incendio avanzaba con una insólita voracidad. Pese a que su cabeza latía con fuertes espasmos de dolor debido al potente olor del humo, no dudó un solo instante en lanzarse a las llamas.
Si bien su cuerpo era mucho más resistente al de cualquier humano, y además contaba con la hakama hecha de la lana de las ratas de fuego, sentía cómo el calor lo sofocaba y el penetrante hollín lo mareaba y nublaba su vista.
— ¡Kikyo! —El crepitar de las llamas opacaba su voz— ¡Kikyo!
Sus orejas se encogieron, chamuscadas, pero luego volvieron a alzarse al captar una débil voz que lo llamaba.
— ¡Inuyasha! —repitió y luego se apagó. Aunque aquello fue más que suficiente para que él ubicara el lugar donde provenía y, corriendo con las fuerzas que principiaban a abandonarlo, llegó hasta allí.
Cerca de la cabaña donde vivía, ahora consumida por las llamas, se encontraba la sacerdotisa desmayada boca abajo, junto con su pequeña hermana Kaede que tironeaba de su brazo tratando de sacarla de allí.
— ¡Kikyo! —se precipitó hacia ellas y, quitándose la parte superior de su hakama, las cubrió a ambas.
Aferró el cuerpo inerte de Kikyo con su brazo derecho y alzó en vilo a Kaede con el izquierdo, sujetándolas con fuerza y largándose a correr de allí. La potencia del hollín lo abrumaba de forma tal que había perdido su orientación y no supo por dónde regresar. Sólo atinó a correr y correr sin dejar de estrechar con fuerza a las mujeres.
Su visión se nubló por completo y perdió noción alguna de dónde se encontraba hasta que sus piernas se rindieron y cayó sin fuerzas sobre sus rodillas. Por suerte su instinto lo había guiado fuera del incendio y pronto el oxígeno fue limpiando, poco a poco, sus vías respiratorias y logró reaccionar.
Sólo cuando sintió toser a la pequeña Kaede contra su pecho recordó su valiosa carga. Depositó a la niña cuidadosamente en el césped mientras acunaba entre sus brazos el cuerpo de Kikyo. A diferencia de su hermana, ésta no estaba tosiendo para eliminar el humo que habían ingerido sus pulmones. No tosía. No respiraba.
—Kikyo… no se te ocurra… ¡Maldita, no se te ocurra abandonarme!
No respondió. Su rostro, aún manchado de negro por el hollín, permanecía impasible y hermoso.
—Hermana —susurró con un hilillo de voz Kaede, gateando hasta ellos. Gruesas lágrimas caían del único ojo sano que tenía mientras seguía tosiendo.
—Dime… dime qué fue lo que ocurrió.
—No sé… -cof- ¡No sé! —un grito de desesperación brotó de su garganta y luego se echó en el pasto— Yo… yo sólo estaba…-cof cof- organizando todo para año nuevo junto con… -cof- otros aldeanos y… -cof- entonces… todo se incendió de pronto… -cof cof- fue demasiado rápido…
La mano temblorosa de Inuyasha se alzó y acarició con ternura el rostro de Kikyo, despejándole los mechones para apreciarla mejor. No respiraba, su corazón no palpitaba.
Estaba muerta.
El vacío de su pecho se extendió por todo su cuerpo, generando un frío intenso que lo hizo temblar. Sus músculos palpitaban adoloridos, las plantas de sus pies ardían por las quemaduras y su visión aún estaba borrosa, aunque esta vez no era por el humo. Sabía que varias lágrimas resbalaban por sus mejillas pero ni siquiera tenía ánimos para escurrirlas. No tenía ánimos para moverse. Sólo podía quedarse quieto ante la agonía que lo torturaba, esperando en vano que se extinguiera. Ya no tenía nada que perder. Ya no tenía nada. Todo sentimiento y deseo se había esfumado junto con ella, dejándolo solo con el implacable dolor que desgarraba sus entrañas. Ni siquiera tenía ganas de gritar, de destruir monstruos o rebanar árboles. Permaneció estático, con la mujer que tanto había amado entre sus brazos, llorando.
Una sombra surcó rápidamente el cielo y aterrizó a pocos metros donde él se encontraba. Pese a que le estaría eternamente agradecido a quien quiera que fuese si acababa con su vida en aquel instante, el instinto reaccionó primero y lo forzó a alzar la vista y prepararse ante cualquier tentativa de ataque.
Frente a él se encontraba Kirara y, sobre su lomo, se hallaba la imponente sacerdotisa Midoriko, observando pasmada aquella escena.
— ¡Kikyo! —De un brinco desmontó y se arrodilló para apreciar el cadáver de la joven— No… esto jamás tendría que haber pasado…
Puso ambas manos en el pecho de la joven, las cuales emitieron un tenue resplandor rosado, mas nada ocurrió. Realmente estaba muerta. Kikyo estaba muerta.
—No puede ser —murmuró y observó sus palmas. Al apoyarlas se había teñido de sangre.
Inuyasha se sobresaltó y enfocó su mirada en el pecho de la joven. ¡¿Cómo no se había percatado de la inmensa herida que cruzaba desde su clavícula izquierda hasta el nacimiento de su vientre?! ¿Tanto lo había turbado el humo?
Su cuerpo tembló con violencia. La agonía de sus entrañas se tornó en una furia desbocada que dotó de nuevas energías su cuerpo. Se puso de pie de un salto, con la fallecida aún en sus brazos, y rugió:
—Mataré al desgraciado que le hizo esto, —el odio manaba espeso junto con su sangre, exaltándolo aún más— lo destrozaré con mis garras y luego… luego me uniré a Kikyo.
Depositó el cadáver con sumo cuidado en el césped, dedicándole una última mirada de despedida cargada con todo el amor que le estaba desgarrando sin piedad el corazón.
—Cuídalas —pidió, señalando también a la niña desmayada a un costado. Recuperó la parte superior de su hakama y volteó, tratando de contener el mar sin fin de sus lágrimas.
—Inuyasha, ¿quieres salvar a Kikyo?
El sol se ponía en el horizonte. En pocos minutos sería año nuevo y aparecería la primera luna nueva para conmemorar aquel momento.
Luna nueva.
Ante aquella pregunta el aludido se volvió, viendo cómo Midoriko avanzaba hacia él desenfundando su katana.
— ¿Estarías dispuesto a salvarla? —insistió, mientras su cuerpo emitía una potente aura que envolvía al arma y, en el lugar de su corazón, centelleaba con fuerza una especie de perla.
— ¿Qué clase de pregunta es esa? ¡Por supuesto que estoy dispuesto!
Apenas había pronunciado aquellas palabras cuando la katana, rodeada por todo el poder espiritual de la sacerdotisa, incrementó su tamaño hasta adquirir proporciones gigantescas y, con un simple movimiento, Midoriko la blandió sobre Inuyasha.
Éste retrocedió un paso, sorprendido, mas no pudo esquivarla. Aunque esperaba sentir el filo, sólo se le volvió a nublar la vista y se le agarrotaron los músculos, mientras sentía cómo caía y caía.
—Corre, Inuyasha, no hay más tiempo… eres el único que puede salvarnos —fue lo último que escuchó. Luego todo se volvió oscuro.
Primer fic, damas y caballeros... espero los aplausos por mi bienvenida a este mundo (?
Antes de que alguien diga "¿QUE?" por este prólogo, comentaré que pienso subir los capítulos todos los viernes... por eso subí el prólogo hoy jueves, para que mañana suba el primer capítulo y todos entiendan un poquito más. Todo está fríamente calculado (?
No puedo decir mucho más, me gusta que la trama se vaya desarrollando solita... espero que te agrade! Por favor, coméntame en forma de review o PM qué tal te pareció o cómo preferirías cortarme los dedos para que deje de escribir c:
Créeme, dame una oportunidad y verás cómo te decepcionaré (?) En fin, realmente espero que les guste c:
-Aguante Chaca-
