Hola hola... a quien no le gustaria ver a Tomoyo fuera de la faceta tierna y elocuente... pues lean este fic que tiene mucho que ofrecer.
Adios magia, adios poderes sobrenaturales. La vida tal y como és...
Disclaimer: CCSakura no me pertenece, es una obra de las exitosas Clamp, solo utilizo los personajes para satisfacer mis ideas locas.
—"Ningún ser viviente puede vivir sin amor. El anhelo del amor es responsable de muchas tonterías"— Pensó Tsubasa mientras veía como la chica que siempre había querido lo miraba con despreció. Todo estaba ya dicho, así que no valía la pena seguir humillándose y pidiendo perdón por lo que había hecho. La acarició con la mirada, para posar una mirada cargada de desagrado.
—Si me disculpa— Ejecutó una caballerosa reverencia y salió del recibidor, y de esa casa"—
Terminó de leer el último párrafo de su texto y dejó el lápiz a un lado. Eso sonaba mejor como el final del capítulo. Seguiría mañana, ahora estaba exhausto y necesitaba descansar.
Se alejó rumbó a su cama, mientras observaba por última vez el título del boceto –"Tsubasa"— Sí, Alcanzaría a terminarla antes de que llegara la editora.
Novela de un desamor
Capítulo 1
Trabajo
Se levantó como todas las mañanas, pero notó que este día lucia radiante, mucho más que los pasado y era porque…
— ¡Por fin he encontrado un buen empleo!— Sonrió para sí y se dirigió a la ducha. Después de un buen baño matutino para despertar completamente, comió un poco, se lavó los dientes y se fue.
Había terminado sus estudios hace medio año y no había podido encontrar un trabajo que fuera lo que requería. Pero la semana anterior había ido a presentarse a una editorial y justamente necesitaban un reemplazo, así que accedió a tomar el puesto. Si les agradaba a los novelistas y a sus jefes, se quedaría a trabajar ahí.
—Buenos días— saludó a sus compañeros mientras caminaba por el pasillo rumbo al escritorio de su nuevo jefe.
—Hola, hola, por fin llegaste. Aún es temprano— lo saludó su jefe con la mirada puesta en una hoja que alzaba hacía su nuevo editor.
—Lo sé— recibió el listado
—Estas son las personas que visitaras hoy. Son los novelistas que Arumi tendría que ver, pero como ella está enferma, tú te encargaras. Apresúralas con sus escritos. Por lo menos tienes que llegar con uno hoy si quieres seguir trabajando aquí, esa es la regla—. Él asintió y con una leve inclinación se retiró de la oficina, mientras las miradas de sus compañeros lo delineaban.
Ese siempre había sido su sueño, conocer a grandes escritores que retractaban sus sentimientos y los fantasiosos mundos de sus cabezas en un papel para que los demás los leyeran. Había leído millones de historias desde su infancia y reconocía las descripciones de algunos, pero su novelista preferido era Clow Reed. Un hombre apasionado y loco por los temas románticos. No había libro de él que no apareciera el galán y la heroína. Había escrito un libro hace poco que se llamaba "hermosos reencuentros" que lo habían elevado hasta la cima con las ventas.
— ¡Buenos días!— lo saludó una de sus amigas. Kaho Mizuki, era una chica pelirroja de cabello largo y grandes ojos verdes. Media cerca de un metro setenta y tenía un perfecto físico.
—Buenos días, Kaho— Saludó con una sonrisa de oreja a oreja. Le encantaba encontrarse con ella, porque era tan natural y simpática.
— ¿Estás listo para tu primer día?
—Por supuesto. Me acaban de dar el listado de los novelistas que tengo que visitar, ni siquiera lo he revisado.
— ¡¿No lo has revisado? Lo necesitas, tienes que hacer la ruta— le reprendió tiernamente y le arrebató el listado de las manos.
Kaho era la amiga de un primo que trabajaba hace dos meses ahí, fue ella quien le aviso que necesitaba a una persona. La conoció en una fiesta de navidad donde su primo los había presentado, y ahí la chica supo cuales eran los sueños de Eriol, por eso la joven no dudo en llamarlo cuando tuvo la oportunidad. — ¿Quieres que te ayude?
—No quiero abusar de tu tiempo— se escudó el joven. Si era cierto que estaba nervioso y necesitaba ayuda, pero prefería hacer las cosas solo antes de que otra personal le hiciera su trabajo pesado.
—No te preocupes— le respondió en tono cantado y caminando hasta una mesa de la cafetería. Él bajó los hombros a modo de derrota Por lo menos pensó … puedo aprender de una experta. –Veamos…— continuó Kaho —tienes que visitar a Masato Tsukishiro— leyó la dirección y sonrió –él vive cerca de aquí, así que puedes ir caminado. Él otro que queda cerca es…— observo otro nombre –Este… Umi Mizuki. Ella es muy simpática, pero en cuidado, porque escribe mucho boys love.
—Lo tendré— dijo con el rostro sonrojado.
—Vaya, vaya— susurró sorprendida.
— ¿Qué pasa?
—Te ha tocado Clow.
— ¿Clow Reed?— preguntó con una sonrisa sin poder creerlo.
—Sí.
—Tendré que visitar a Clow Reed… ¡es genial!— se exaltó tanto que no pudo evitar levantarse de su asiento y llamar la atención de otros editores presentes. Ruborizado hasta las orejas se sentó, y se quedo con la cabeza agacha.
—No te exaltes tanto. Clow es una persona difícil; No es muy sociable, han despedido a varias personas por su culpa. Así que sé muy cuidadoso cuando estés con él. Es una lástima que te haya tocado el primer día, por lo menos intenta hacerte notar como un joven simpático con los demás escritores, porque si llegan a escuchar una queja de Clow no desempaques tus cosas.
—Entiendo—. De seguro se había alegrado por tener la maravillosa oportunidad de conocer a su autor preferido, pero las palabras de Kaho lo dejaron pensativo y nervioso. ¿Qué pasa si por culpa de Clow Reed perdía su empleo? Desde hace mucho soñaba con entrar en el mundo de los escritores, pero ver que una persona podría alejarte de eso lo hacía temblar. Suspiró para despejarse de los nervios que aparecían como mariposas en su estomago e intentó tranquilizarse con pensamientos positivos. Por lo menos, daré mi mayor esfuerzo tendría que llenarse de una nueva actitud.
5 horas después…
Caminaba por la vereda con una estúpida sonrisa en el rostro. Gozaba la tranquilidad de haber alcanzado la meta en su primer día, ya que más de un escritor le había entregado sus bocetos para entregárselos a su jefe como cuota diaria.
Observó la dirección que tenía en su papel y la fue comparando con las calles. Llegó hasta la villa donde debería estar ubicada la casa y la buscó con la mirada; No era un barrio muy ostentoso lo que lo desilusiono un poco porque se había imaginado un barrio completamente de otro planeta, con enormes mansiones a una exorbitante distancia entre ellas. Dobló en una esquina y se detuvo al observar la casona occidental blanca con bordes de madera roja, que estaba frente a sus ojos. Observó el número y la comparó con la dirección que estaba buscando. Sí, esa era la casona de Clow Reed. Después de todo, si tenía una casa grande. Caminó hasta la reja y tocó el timbre. Él debería ser cuidadoso con las fans que podrían atentar en contra de su integridad.
— ¿Si? ¿Quién es?— preguntó la voz de una mujer a través del cito fono
—Vengo de la editorial, soy el reemplazo de Arumi.
—Espere un momento— un ruido grave sonó e inmediatamente la puerta se abrió. De todas las casa que había visitado esta era la que tenía mayor tamaño y mayor seguridad.
Antes de llegar a la puerta principal ésta se abrió y una hermosa chica de unos veinte años salió a su encuentro. Él se sonrojo de inmediato, la pequeña joven que le abría los ojos no se comparaba con ninguna diosa del Olimpo, seguro que si Hades la veía dejaría a su Perséfone para casarse con ella. Poseía un manto de cabellos negros que se esparcían sobre sus hombros como si se tratara de un velo de novia; Su piel no necesitaba más que ser acariciado por el pétalo de una rosa que se deleitara con el contacto de leche con crema, y su ojos… ¡Oh… sus ojos! pensó Eriol; eran dos joyas pulidas puestas que serían la envidia de cualquier otra joya, eran dos amatistas incandescentes con un llamado tentador a sumergirse en ellas.
—Bu—buenas tardes— tartamudeó nervioso —…soy Eg—Eriol Hiragisawa, soy el reemplazo de Arumi.
—Sí, lo sé— respondió ella con desagrado –Lo informó la editorial—. De alguna manera, la agradable sensación de felicidad que tuvo en un comienzo comenzaba a desaparecer rápidamente.
—Buscó al señor Clow Reed— dijo, ya más calmado y con los pies sobre la tierra, mientras ella lo miraba si preguntar. La chica asintió al escuchar su pedido y lo dirigió hasta una de las habitaciones.
— ¿Puedes esperar un momento aquí?
—Claro— dijo él. La poseedora de esos orbes amatista no tuvo en reparo en observarlo de pie a cabeza sin ningún recato, y sonrió. Caminó hasta la puerta y salió, dejándolo completamente solo. Eriol dio un suspiro cuando ella abandonó la habitación, realmente parecía una persona muy seria y apática, sin contar que un poco altiva. La forma en que lo había mirado era muy vulgar, pero no importaba, ya que esa cara de ángel dejaba que todas sus formas bruscas y altivas quedaran perdonadas. Observó la habitación; era la biblioteca de la casa, y había repisas que se extendían hasta el techo mostrando los libros con sus secuelas perfectamente apilados y alineados. Se acercó hasta unos y leyó sus nombres: Amanda Quick, Lisa kleypas, Yoshida Sunao (creadora de la novela Trinity Blood), Yashichiro takahashi (de Shakugan no shana), Yastaka tsutsui (toki o kakera shojo, paprika), Futaro Yamada (Basilisk), entre otras. Iba a sacar una, cuando la puerta se abrió y entró la misma chica con un sobre café en las manos. El susto hizo saltar su corazón y se volteó a mirarla.
—Aquí esta—. Sus pasos tambalearon un par de veces hasta que llegó a ella –Es la historia completa. Sobre el nombre lo discutiremos después.
—Por su puesto. Pensé que vendría personalmente el señor Clow Reed a entregármelo— ella negó con la cabeza, mientras observaba la puerta.
—Es mejor que se vaya, se está haciendo tarde— observó el rojizo cielo teñido por los rayos del sol.
—Tiene razón. Permiso.
—Lo acompaño hasta la puerta— caminó a pasos agigantados hasta la puerta. Esa chica lo había seguido de tan cerca que casi había sentido su respiración en su cuello. Ni siquiera pudo ver a su ídolo, pero ya sabía donde vivía y podría tener otra oportunidad. Aun así, cuando llegó a la editorial pensó que el trabajo con esa joven había sido más estresante que visitar a los siete artistas anteriores. Era algo inusual, conocer a tantas personas con diferentes personalidades, cuando él era tan tímido. Esperaba poder tener la oportunidad de conocer a muchos más, y aunque fuera un tanto masoquista, volver a encontrarse con aquella mujer y conocer de una buena vez a su ídolo.
—Bien hecho. Hiragisawa— le dijo su jefe. –Lo has hecho muy bien en tu primer día. ¿Qué te ha parecido?
—Excelente. He conocido a gente realmente interesante.
—Entonces te espero mañana— Eriol asintió y sonrió.
—Puede contar conmigo.
— ¡Ah…! otra cosa… ¿tuviste problemas con Clow?
—No. Ninguno. A decir verdad, ni siquiera lo pude ver. Una chica fue la que me entregó el manuscrito.
—Su representante. Bueno, ya habrá otra oportunidad—. Ahora que observaba mejor a su jefe este era un hombre muy joven, tendría cerca de veinticinco años, era de piel blanca un tanto bronceada, usaba lentes sobre sus ojos cafés y su cabello era castaño; era una persona atractiva, pero las chicas no hacían cola para salir con él. Era algo retraído y, a la vez, amigable.
—Lo mismo pienso. Buenas noches.
—Buenas noches— Cuando salió de la editorial Eriol pensó si él se vería igual como se veía su jefe. Quizás ambos deseaban algo similar, y ambos tenían una personalidad parecida, porque él parecía un ratón de biblioteca y lucía como un hombre demasiado retraído. ¿Habrá encontrado alguien a quien amar? Fue la primera pregunta que le surgió de la mente, mientras volvía a casa.
Unas cuadras más lejos su mejor amiga lo esperaba con su encantadora sonrisa —Eriol…— Sakura lo afirmó de la mano y le sonrió. –No sería genial ir a tomar algo como celebración de tu nuevo empleo, el que espero que dure—. Eriol sonrió feliz; Ella, siempre dispuesta a animarlo y a invitarlo a algún bar donde pudieran conversar como solían hacerlo cuando iban en secundaria.
—Por su puesto— respondió feliz. – ¿Invitaras a Shaoran?
—La pregunta está de más.
—.—.—.—
— ¿Estás listo?— preguntó la amatista mientras el hombre que estaba en el cuarto de baño dejaba caer algunos utensilios por el nerviosismo.
— ¡Ya voy!—. El hombre salió del cuarto arreglándose el cuello de la camisa y sonrió nervioso. — ¿estoy bien así?
—Sí, te vez bien— dijo sin mucha importancia. –Espera— lo detuvo y arregló su corbata. –Es lo mejor que podrías ofrecer— Se dio media vuelta para tomar su bolso y caminó hacia la puerta pensando que él iba detrás de ella, pero no lo hacía. Cuando se detuvo junto a ésta lo miró e hizo una mueca. — ¿Iras?
— ¿No estoy bien?— preguntó el castaño claro con ojos azules a punto de echar lagrimas.
—Sí, estas bien, estas normal. No intentes aparentar otra cosa que no eres tú.
—Quizás debí haberme puesto otra cosa, más simple.
—Sí, quizás— abrió la puerta y lo miró — ¿Vamos? Se nos hace tarde.
—Tomoyo, piensas que soy… merecedor de ti— su tono sonó un tanto melancólico y su mirada reflejó tristeza.
— ¿Vamos a empezar de nuevo?— preguntó la amatista con el seño fruncido.
—Quiero saberlo.
—Te he dicho la respuesta millones de veces. No me hagas repetirlo. Sabes perfectamente lo que pienso—. Su tono sonaba tan frio e indiferente que aunque ella dijera que lo amaba y adoraba y que moriría por él, sonaba como que fuera un estorbo.
—Si… yo te faltara… ¿Me echarías de menos?
—Taka… ¿sabes? Esto empieza a aburrirme, siempre empiezas con el mismo cuento y las mismas preguntas. Cuando nosotros empezamos a salir eras una persona diferente y en ese entonces me encantaba estar contigo, me divertía tanto, pero tú te has vuelto autodependiente de mi y eso me molesta, me asfixia y creo que también a ti.
—No… es cierto.
—Lo es. Estas todo el día aquí sin hacer nada, no haces nada para auto superarte, eres como una mascota, no haces nada, no ayudas en nada y sólo te dedicas a ensuciar. Deberías trabajar y encontrar algo en que ocupar tu tiempo.
— ¡Estoy contigo!
—Pues quizás… ¡ya basta! Ya no estés conmigo.
— ¿Ya no me quieres? Es eso verdad. ¡Has encontrado a otro hombre!— se acercó con rabia hacía ella y la tomó del cuello, pero ella no emitió un solo quejido. Su expresión siguió tan neutral como en toda la pelea. Él retrocedió unos pasos y se miró la mano con la que la había tocado como si en ella hubiera escrito un gran pecado. –lo… siento.
—Deberías medir tus actos. Te lo dije ¿verdad? aquel día: Que cuando te atrevieras a ponerme una mano encima lo lamentarías— ella abrió la puerta y dio un paso afuera –Que tengas buenas noches— cerró la puerta con un movimiento brusco y salió de la habitación.
El grito desesperado dentro del dormitorio habría hecho temblar a cualquier persona, pero no a ella. Ya estaba acostumbrada a eso y que un imbécil como él estaba en su alcoba no la iba a asustar. Salió de la casa con gran tranquilidad mostrando su abrigo nuevo.
—Buenas noches— dijo un camarero. La chica entró con su vestido recatado y le sonrió. Llevaba un abrigo de tela negro que llegaba hasta las rodillas, dejando ver solo las medias negras y los zapatos de tacones.
—Mesa para uno, no fumadores— ordenó la chica, mientras el camarero asentía y la dirigía hasta una mesa junto a la ventana.
—Aquí le dejo el menú, señorita.
—Muchas gracias— el hombre le paso una carpeta, forrada en cuero negro con el logo del restaurante.
—Seguro que es bueno que entremos aquí.
—Vamos, Shaoran… siempre he querido venir a este restauran— le rogó la castaña.
—Es un poco caro, Sakura— le dijo Eriol
—No se preocupen— sonrió el castaño novio de Sakura. Shaoran era un hombre de veintidós años que trabajaba como ingeniero administrativo. Se conocían desde hace cuatro años y ya estaban haciendo planes para casarse. Tenía una buena posición económica y era subgerente de una aerolínea. –Yo invito.
— ¡No! No puedo aceptar eso.
—Vamos Eriol, solo esta vez. Es una celebración. Además estamos cerca de tu cumpleaños así que matamos dos pájaros de un tiro.
—Pero, me sentiré en deuda con ustedes si pagan. Debería ser yo.
— ¡Basta de idioteces! No tienes por qué preocuparte por eso— refunfuño Shaoran, que caminó hasta el restaurante.
—Vamos, Eriol— llamó la ojiverde con la mano.
—Pero, Sakura…— murmuró.
—Es de mala educación rechazar una invitación de tal magnitud.
—Eriol, Sakura— los llamó Shaoran que estaba entrando en el restaurante. –La próxima vez invitas tú— le dijo al oji—azul que se sintió un poco más en confianza.
—De acuerdo. Es un trato— los tres entraron y observaron al camarero que los observaba.
—Buenas noches— saludó a los visitantes.
—Buenas noches— respondió Shaoran –Mesa para tres, en sector…— observo a sus acompañantes –…No fumadores.
—Pasen por aquí— les dijo el camarero y los dirigió hasta una de las mesas cerca de la ventana, pero junto al pasillo.
Eriol suspiró incomodo. Todas las mujeres de ese lugar eran de clase alta, llevaban trajes escotados y elegantes vestidos, mientras que en sus manos mostraban joyas que resplandecían con las luces. Se sentó y observó a la chica que estaba cruzando el pasillo, era más recatada, llevaba un vestido de tirantes negro con una banda roja en la cintura; Un peinado alto y una cadena de oro blanco en su cuello, un poco de maquillaje y zapatos de tacón; Su rostro era muy definido y su piel blanca que parecía una muñeca de porcelana. Era realmente hermosa Si pudiera… esa misma noche se casaba con ella.
— ¿Qué pasa, Eriol?— lo interrumpió Sakura, que lo vio observando a la chica — ¿La conoces?
—No. ¡¿Por qué crees eso?
—Porque no le has quitado la vista de encima.
—Es normal— asintió Shaoran, mientras observaba el menú –Es muy hermosa— Sakura dio vuelta su mirada hacía él y lo fulminó con ella. –Pe—pe—pero no tan hermosa como tú, Sakura.
Uno de los meseros se acercó a Tomoyo — ¿Qué va a ordenar?— le preguntó. La chica se volteó hacía él y le leyó su pedido, mientras terminaba de entregarle el menú. El joven asintió y se marchó de su lado, dejando que su vista se topara con la de Eriol que estaba cruzando el pasillo.
—Es ella— murmuró Eriol girando su mirada en la dirección opuesta, como si quisiera esconderse.
— ¿Quién? ¿La conoces?
—Sí, estaba hoy en la casa de Clow Reed— La amatista sonrió y volvió su vista sobre el vaso que tenia frente a ella, para beber un poco su contenido.
—Si la conoces ¿Por qué no la saludas?— insistió Sakura. –No parece estar esperando a alguien.
—No la conozco—. Cada vez que Eriol necesitaba encontrar las fuerzas para acercarse a una mujer: la duda y la poca autoestima que tenía lo dejaba sin habla.
—Por lo mismo, ve a conocerla.
—No creo que deba.
— ¡Eriol!— lo retó la ojiverde.
—Está bien— Eriol tembló y se levantó con torpeza. Caminó hasta la mesa de la chica y apretó los puños cuando estuvo a su lado, la amatista levantó sus pestañas para mirarlo y esperó a que él diera el primer paso –Bu—buenas noches.
—Buenas noches— lo saludó ella cortésmente. –Es usted el reemplazo de Arumi.
—Me ha reconocido— respondió esbozando una sonrisa, y relajándose un poco.
—Por supuesto. Si nos vimos hace menos de dos horas— dijo ella exaltada y dejó la copa de vino sobre la mesa. –Lo siento— se discupó y se tocó la frente nerviosa –Es solo un mal día.
—No tiene importancia— agregó Eriol y la miró extrañado.
—No recuerdo tu nombre ¿Cuál era?
—Soy Eriol Hiragisawa.
—Mucho gusto, señor Hiragisawa— ella le sonrió y se quedo en silencio. Eriol tragó nervioso. ¿Ella no pensaba decirle su nombre?, que mal educada era, si hasta hace unas horas lo había echado de la casa de Clow.
—Al contrario, el gusto es mío, señorita…— ella se quedo en silencio, sin hacer ningún gesto. "¿No va a responderme?" si no lo hacia se largaría de ahí, no estaba dispuesto a rogarle a tan mimada mujer. Hace unos minutos estaba dispuesto a casarse con ella, pero sus modales echaban a perder la hermosura que tenia.
—…— no hubo respuesta.
—Disculpe si la he molestado— dijo fastidiado el oji—azul, mientras olvidaba por completo su sonrisa y se disponía a marcharse de ahí.
—Tomoyo, Daidouji Tomoyo— respondió al fin. Él la observo con perspicacia. –Disculpe, me quede pensando en algo, no fue mi intensión molestarlo, es que usted parece el hombre ideal de cualquier mujer en una novela— el abrió los ojos a más no poder y dio un paso atrás, mientras sus mejillas se sonrojaban por el cumplido.
—Muchas gracias.
—Lamentó si fui un poco grosera.
—No—no se preocupe— observó el asiento vacío y sonrió ¿Espera a alguien?
—No.
—Entonces permítame invitarla a comer con nosotros— dijo Eriol, pero inmediatamente se arrepintió, debería haberla invitado pero solo ellos dos.
—No quiero ser inoportuna.
—Al contrario. Sería un honor que nos acompañe— rezaba porque digiera que no, entonces él aprovecharía la oportunidad de auto—invitarse a su mesa.
—La verdad, es que hoy no me siento de muy buen humor, preferiría comer sola.
—"sola"— le dedico una sonrisa y dio un paso atrás. No podía seguir presionándola —entonces me retiro.
—Pero si una persona me hace compañía, no estaría mal— Eriol delineó una sonrisa y asintió. La nívea miró por la ventana pensativa, mientras que Eriol volteó a ver a sus amigos quienes le incitaron, con señas, que se quedara ahí. Eriol sonrió y se sentó a su lado, mientras que veía como Sakura y Shaoran se cambiaban de asiento para darle un poco más de espacio.
—Déjeme... decirle, que usted— comenzó a decir tímidamente —…una mujer, es una mujer muy atractiva—. Se maldijo a sí mismo, siempre que estaba en un ambiente cómodo e intimo se colocaba nervioso. No podía hablar como antes porque el solo hecho de estar con una mujer lo intimidaba.
—Tranquilícese, señor Hiragisawa, — sonrió con malicioso —…que no me lo serviré en esta cena—
—E—Eso me intimida mas— No pudo evitar sonreír cuando vio la risa a carcajada de la nívea.
—Señor Hiragisawa, usted es realmente divertido.
—Hoy no tuve la oportunidad de ver a Clow, espero que para el siguiente mes pueda conocerlo. Clow es uno de los escritores que más he admirado en mi vida. Deseaba ser novelista y lance algunos libros pero ninguno tuvo un éxito como los que escribe él y pronto me retire.
—Quizás debió intentarlo más.
—Sí, me di por vencido muy rápidamente. ¡Ah! Ya hablé con mi jefe y me ha dicho que yo seré quien vele por los libretos de Clow.
—Desde que te has sentado me has hablado de Clow— sonrió ella tranquilamente, mientras bebía el liquido de su copa con tranquilidad. Eriol cayó en la cuenta y se maldijo en silencio. Si quería conquistar a esa chica tendría que cambiar el tema y quizás ella debía estar aburrida de hablar sobre él.
—Discúlpame.
—No tiene importancia ¿Vas a pedir algo?
—No. Será mejor que me vaya.
—No te preocupes, yo te invito— levantó la mano y uno de los mozos se acercó hasta ellos –Pide lo que quieras.
—Me da un poco de vergüenza.
—Si no pides, cancelaré mi pedido— Eriol tragó saliva nervioso, y tomó con lentitud la carta que el hombre le ofrecía. Le dictó un plato y una bebida, y ella sumo dos postres y una botella de champagne.
—No era necesario.
— ¿Señor Hiragisawa, este ha sido su primer día en este trabajo?
—Sí. Entonces es un momento para celebrar— levantó la botella y le sirvió un poco a la copa de Eriol para brindar juntos.
Abrió la puerta con cuidado de que no despertara el hombre que estaba en su cama y dejo el abrigó a un lado. La persona en la cama ni siquiera se movió. Tomoyo sonrió y con rapidez y destapó a su pareja, pero solo encontró los cojines blancos puestos de tal manera que se confundieran con una persona. No dijo nada, giró sus talones y reviso la puerta del baño que hasta ahora se daba cuenta estaba semi-abierta.
Entró en el cuarto y lo vio ahí, su gran cuerpo desnudo y bien dotado, balanceándose de un lado para otro colgado por una cuerda desde el cuello. –Estúpido— murmuró mientras lo veía balancearse.
Continuara…
