Hola hola a todas, hacía mucho tiempo que no escribia algo, pero con examenes y el instituto es dificil. Menos mal que no trabajo.
Aqui traigo una nueva historia de magia y amor que espero que les guste. No creo que esta historia sea larga
Sin más que decir...
Disclaimer: CCSakura no me pertenece, es una obra de las exitosas Clamp, solo utilizo los personajes para satisfacer mis ideas locas
El hombre levantó en su mano derecha el báculo dorado con forma de sol y apuntó hacia el cielo para crear un campo de energía. La chica sintió que su cuerpo se estremecía y el piso temblaba.- ¡Naga!- gritó el hombre de cabello semi-largo y negro atado en una coleta. Sus ojos azules opacos miraban con ira a las sombras que se movían a su alrededor. Mantuvo a la delgada joven recargada a contra su pecho y sintió el débil latido de su corazón. –Resiste, amor- le susurró al oído y ella asintió débilmente; Respiró con dificultad y se afirmó con más fuerza de la ropa de su protector.
-Clow…- lo llamó débilmente al sentir que sus piernas perdían la fuerza.
-Tomoyo, solo aguanta un poco más- la punta de sol del báculo brilló con fuerza y algunos de los espíritus que rondaban la habitación se desintegraron antes de tocarlos. El báculo se quedo flotando en el aire mientras el hombre lo soltaba y se preocupaba de la persona que tenía entre sus brazos. La recostó sobre el piso mientras que dos criaturas nuevas se acercaban a ellos: La primera era una mujer, de cabellos y ojos rojizos, con tez clara y vestidos rojos y negros, que se posó junto a la débil muchacha que el mago miraba con desasosiego.
-Déjame ayudarte- se apresuró a decir la guardiana y desabotonó la parte superior del kimono negro, de bordes plateados, para dejar expuesta la piel de la nívea. La guardiana se horrorizó mientras veía como la nívea piel, de la joven, se iba tiñendo de un color grisáceo y se expandía en todas direcciones. –Dios mío… ¡Clow!- llamó con miedo.
-¡Maldición!- bramó con rabia tocando la parte grisácea. –Está infectada-
-Necesitamos ayuda-
-¿Qué harás, Clow?- preguntó la otra criatura con un tonó indiferente posándose junto al hombre mayor. Clow levantó sus pestañas negras hacía la pantera que estaba a su lado y negó con la cabeza -¿Puedes salvarla?-
-Spinel, no tengo ganas de pelear- giró su mirada hacía Nakuru quien mostraba su preocupación por la herida -Ella necesita purificación- su palma comenzó a quemar la parte grisácea pero la chica soltó unas lagrimas y gimió por el dolor producido, intentando tocar la mano de Clow pero fue la pata de Spinel la que la calmó. La pantera se alejó y la miró con indolencia.
-¡Clow!- llamó la guardiana con su voz nerviosa, sin notar el rechazó con el que actuaba su compañero -¿Podrás hacer la purificación?-
-En este momento, no- Miró los ojos amatistas de su prometida que mostraban el dolor por la herida y frunció el ceño. –Necesito tiempo y concentración, y con Naga invadiéndonos me será imposible hacerlo. Si purifico el cuerpo de Tomoyo la barrera del castillo se debilitara y ellos podrán entrar con sus armas hasta nosotros-. El piso volvió a temblar y diferentes espíritus volvieron a invadir la habitación destrozando las columnas de cristales que los rodeaban. Algunos recipientes de cristal con bordes de oro se quebraron y una cantidad increíble de agua comenzó a salir de ellos.
-¡Clow…!- llamó nerviosa la guardiana al ver el agua inundar el salón.
-Tienen que salir, antes de que esto termine con sus vidas-
-Clow- llamó la pantera. – ¡No podemos dejarte aquí! ¡Ven con nosotros!-
-Spinel, ¿estás loco? No podría dejarla sola aquí- la pantera negó atónito por la respuesta de su amo. –Nakuru- lo llamó el mago -ustedes serán los encargados de buscar ayuda-
-¿A Light?- el hombre asintió. Mientras tomaba el cuerpo de la muchacha en sus brazos y lo apretaba contra el suyo. –Esta será su última misión: tendrán que buscar ayuda antes de Black Moon, el agua cambiara su forma y si no pueden llegar Tomoyo y yo moriremos-
-Clow… ven con nosotros a Light- rogó la pantera, mirando con odio a la muchacha que el hombre intentaba proteger.
-No, Spinel. Si salgo… el palacio y la vida de ella- mirando a Tomoyo de soslayo -…estarían en peligro, sería el final para todos nosotros, pero aquí el agua nos ayudara, mientras yo continuó con la barrera-.
-¡Clow!- rogó acongojada la guardiana con los ojos lagrimosos.
-¡Vayan! Solo en ustedes puedo confiar-
-Vamos, Spinel- dijo la guardiana con resignación y empezó a caminar hasta la salida, mientras los espíritus seguían rompiendo los jarrones. El animal asintió y siguió a su compañera mientras sus lágrimas caían sobre sus patas.
-Morirán- murmuró con tristeza y pesar. -Si no se quedará con ella- apretó los dientes -si ella estuviera muerta-
-¡Spinel!- le gritó la guardiana con rabia y dolor –Olvida todo lo que ha pasado- su voz se quebró y las lagrimas brotaron pero mantuvo el paso firme -Se salvarán… si nos damos prisa, se salvaran-.
Clow observo cómo sus dos guardianes se alejaban protegidos por su campo de energía y dejaban un gran vacío entre ellos. Afirmó con fuerza a Tomoyo y la tapó con su propia ropa. La afirmó con una sola mano y tomó el báculo con la otra. Los espíritus siguieron paseándose de un lado para otro intentando tocarlos, pero los poderes de Clow los mantuvieron alejados. Los poderes de los sacerdotes de Naga eran fuertes, pero mientras pudiera detenerlos, lo demás no importaba. Vio que otro pilar caía cerca de ellos y levantaba una ola que lo empapó. Los espíritus los rodearon y golpearon contra el campo intentando encontrar una fisura para entrar. Clow observo aun los cinco pilares intacto que quedaban del pequeño templo y vio los cimientos de ellos. Si tan solo hubieran esperado un poco más para atacar, en ese momento él no estaría protegiendo a su prometida, sino a su mujer.
-Sacerdotes del pasado y del presente…- comenzó a recitar -…prestadme sus fuerzas para protegernos de nuestros enemigos. Llevaos a esos espíritus al lugar del que proceden y no dejéis que dañen a los sacerdotes pilares que protegen el mundo que tanto amaron- La luz del báculo se intensifico y proyecto una barrera que se amplió en diferentes direcciones. Los pilares de cristal que quedaban se trisaron y el piso debajo de él tembló abriéndose un gran agujero que lo hizo caer con la mujer que llevaba en brazos, seguido por un torrente de agua que los sepultó.
Al Final del viaje
Capitulo 1
En una misión
El auditorio central del castillo Light estaba lleno con diferentes personas. Solo una única mujer destaca entre tanta multitud: De piel blanca, con cabellos marrones y ojos tan verdes como una esmeralda, se hallaba parada junto a una persona que vestía similar a ella, pero mantenía la mirada baja en señal de respeto a los demás integrantes de la junta. Sus hombros permanecían levantados tensamente, igual que su mirada, que iba de un lado a otro observando con atención a las personas que pasaban a su lado sin siquiera dirigirles la palabra.
-Tranquila, Señorita- le dijo el joven que mantenía la mirada baja –Pronto llegara el sacerdote-
-Gracias, Shaoran- le sonrió la chica aun tensa. Bajó la mirada sobre su ropa y alisó una inexistente arruga de su traje. Su kimono blanco destacaba en el lugar, cuando los demás hombres llevaban trajes grisáceos y cafés. Los bordes estaban adornados por líneas doradas y su cabello estaba atado en dos coletas con listones de hilos de oro, atado a su obi mantenía un amuleto en forma de estrella que hacía mucho tiempo se lo había regalado el guardia imperial. Su acompañante también vestía con colores claros, su Hakama gris perfectamente liso y su kimono blanco en la parte superior con bordes plateados le cubría hasta el cuello. Shaoran mantuvo su postura rígida para contrastar la postura arisca de los sacerdotes y consejeros.
-¿Qué sucede, Sakura?- la distrajo la voz del sacerdote imperial del castillo y reino Light.
-Eriol- sonrió la ojiverde aliviada por su presencia. Eriol era un joven de unos veinte años con cabello largo que mantenía atado en una coleta, sus ojos eran como los zafiros, su piel era clara y su rostro gozaba una suave y fina contextura. Similar a Sakura, Eriol vestía de un kimono blanco con bordes dorados y su Hakama era de color azul; su obi era dorado y sobre sus hombros descansaba una túnica sin mangas de color blanco donde llevaba el emblema del país Light. -No lo sé, me llamaron de repente. Shaoran ha sido tan amable de acompañarme-
-Bien, Shaoran- Eriol se adelantó hasta su puesto y fue seguido por la ingenua joven.
-¡El sacerdote imperial!- anunció un guardia y toda la sala se quedo en silencio. Los sacerdotes y ministros se inclinaron levemente mostrando sus respetos, pero fue solo uno quien se adelantó nervioso hasta la presencia de los sacerdotes.
-Mi señor, no es el momento para estas ceremonias- le dijo un joven de cabello extremadamente largo y ojos serios y penetrantes. Eriol lo conocía era descendiente de Tiara y De Light. –Tiara está siendo atacado por Naga y esperan recibir ayuda-
-¿Qué has dicho?- preguntó atónito.
-En este momento el rey está recibiendo la visita de dos guardianes sagrados de Tiara y pidiendo ayuda-.
-Nosotros,- interrumpió uno de los sacerdotes –Tenemos que conversar seriamente este tema ¡No puede ser que nuestro vecino nos pida ayuda cada vez que Naga los ataque!- alzó la mano para que el grupo de sacerdotes lo apoyara.
-¡Sí! Es cierto que Naga tiene un problema con Tiara, pero es necesario que ellos aclaren sus problemas- agregó un tercero.
-¡No!- interrumpió el primero y más joven. Eriol observo sin decir palabra para saber hasta qué punto era capaz de llegar defendiendo sus ideales –Cuando nosotros nos convertimos en Sacerdotes decidimos que teníamos que velar por el bienestar de nuestros aliados, así como el nuestro. El dejar a Tiara de lado nos perjudica, ellos son los que tienen el poder del agua y de la tierra. Debemos apoyar a nuestros aliados y según el tratado nosotros somos aliados de Tiara, es inaudito que le demos la espalda en este momento-.
-Xing Ke- interrumpió Eriol con tranquilidad. –Nadie ha dicho que los dejaremos de lado, sé cuál es tu preocupación por ellos, y entendemos perfectamente que no podemos hacer la vista a un lado-
-Señor- se limitó Xing Ke y dejó a un lado su plática para dejarle el camino libre al ojiazul. Eriol adelantó el paso y observo a todos los demás que lo miraban sin comprender cuál sería su actuar. Eriol tomó aire…
-No debemos dejar de lado a quien nos apoya- agregó Eriol apoyando las palabras de Xing Ke…–Él tiene razón- el joven sintió como la mirada reprobatoria de los demás lo acusaba de la decisión del sacerdote -…En este momento nuestros vecinos necesitan apoyo y somos nosotros, los sacerdotes, quienes debemos apoyar la buena convivencia entre los tres imperios-.
-Nuestro deber…- lo interrumpió uno de los sacerdotes de mirada despreciativa y apariencia formal -… es proteger nuestro imperio, proteger el palacio y a los señores de la familia imperial-.
-Si ese fuera nuestro único deber ¿En que nos diferenciaríamos de los soldados y de la guardia imperial?- le preguntó Eriol con el seño fruncido –Nosotros no solo somos instrumentos de magia, tenemos que velar por el pueblo y el tener en cuenta el bienestar de Tiara es velar por nuestro pueblo-.
-Tiara podría perder los pilares que lo soportan y podríamos ser nosotros quienes tomáramos el control de ellos- agregó el segundo en contra. Eriol frunció el seño y negó lentamente con la cabeza.
-¿Sería capaz Light de tomar el control de los dos pilares que tiene Tiara?- preguntó él, pero nadie respondió. Se miraron los unos a los otros y guardaron silencio mientras pensaban en sus respuestas. El viejo observo a Eriol y dio un paso hacía él.
-Yo creo que sí, que si podríamos tomar el control-
-Pensemos esto hipotéticamente- Eriol le indicó al viejo que subiera la pequeña escalinata que lo pondría al mismo nivel que él y alzó la mano que mantenía afirmado su báculo con forma de sol. –Piensa que esto es el total del poder del pilar-. Los demás sacerdotes observaron atentos la prueba del sacerdote imperial. –Tómalo y levántalo- Eriol soltó el báculo y este quedo suspendido en el aire rodeado por un brillo dorado.
-Bien- le dijo el viejo y acercó su mano hasta el báculo. Inmediatamente el brillo se desvaneció y el báculo quedo en la mano del viejo quien no pudo soportar el peso y lo dejo caer.
-Levántalo- le ordenó Eriol, pero el viejo sacerdote no pudo siquiera moverlo. -¡Cualquiera que quiera hacer esta prueba puede venir libremente e intentar levantar el báculo!- Nadie se movió -¡Si alguien es capaz de levantarlo pensaré seriamente en cambiar mi decisión de apoderarnos de los pilares de Tiara!-. Uno que otro se acercó y pudo moverlo levemente, pero nadie pudo levantarlo ni un poco del piso, aun usando magia. Unos minutos después todos se habían rendido. –Sakura ¿Puedes intentarlo?- la chica asintió y sin soltar su propio báculo de estrella, lo levantó un poco pero luego se le cayó y volvió a agitarse contra el piso. –Ven- les dijo a los demás. -Ni siquiera uno de los sacerdotes reales, podemos tener en posesión dos elementos juntos. Se hará como dije, hablaremos con los reyes en representación del bien común de esta tierra y el bienestar de Tiara-. Eriol levantó su báculo como si no pesara nada y salió en compañía de Sakura, Shaoran y otro soldado, de lentes, del salón.
-Ni siquiera era el total del peso del pilar-
-No era el peso del pilar, era solo la magia que necesitan para ocupar el puesto de sacerdote-. Los dos guardias se miraron sorprendidos por la muestra de inferioridad que tenían ellos y los demás sacerdotes con referencia a los dos supremos sacerdotes.
Eriol y Sakura entraron en la sala de reuniones de los reyes en silencio y con respeto. Observaron a los dos mensajeros de Tiara que estaban presentes frente a los reyes y se acercaron hasta ellos. Los reyes y los dos mensajeros detuvieron su plática y observaron a los nuevos integrantes que se unían a ellos.
-Se ha que han venido, sacerdotes,- les dijo el rey. –Y no es necesario que intenten persuadirnos de la decisión que han tomado, porque nosotros ya hemos llegado a un acuerdo-
-¿Se le ayudara a Tiara?- preguntó Eriol intranquilo.
-Sí. En este momento estamos enviando a mensajeros para preparar a los soldados y a un grupo de rescate para atravesar las barreras de Tiara y defender el castillo-. Eriol sentía que su misión se había completado, pero tampoco le agradaba tener que ayudar y arriesgar la vida de los soldados por un país como Tiara.
-Es un alivió- le dijo Sakura adelantándose a los dos mensajeros de Light: un ángel de cabello platinado y un león imponente. –Pensamos que podrían pensar en dejar de lado al imperio-
-Para nosotros, como para Tiara, nuestra seguridad y bienestar es importante, pero Naga aun no ha entendido que no puede optar por los pilares de Tiara por si solo-. Contestó el rey mirando a los mensajeros de Tiara. La joven mujer con traje negro y la pantera, ambos alados, asintieron aliviados.
-Naga ha llevado una lucha sin tregua para Tiara…- informó la guardiana mientras se deshacía de sus alas -…y en este momento los pilares están luchando para que no entren en el castillo y salvar sus vidas-.
-No se preocupen, enviare a la guardia imperial a salvar la vida de sus amos-. Los dos mensajeros asintieron y observaron por la ventana la nube negra que se levantaba en la lejanía.
-El pueblo de Tiara y nosotros, estaremos eternamente agradecidos-.
-Sera un honor, espero que con esto la tregua entre nosotros se forje cada vez mas- los dos guardianes asintieron con una leve sonrisa, pero sin olvidar a las personas que los esperaban en la lejanía del continente. El rey observo a Shaoran y sonrió –Acércate, por favor- Shaoran obedeció y llegó junto a la escalinata en donde se inclinó. –Tú tendrás una misión diferente, Li-. Shaoran asintió y observo atentamente a los reyes que lo miraban con una sonrisa.- Te encargaras de cuidar a nuestros bienes más preciados-.
-Es una misión- le informó Shaoran a su segundo al mando. –Tendrás que velar porque todo este bien en el castillo. Los reyes serán tú prioridad-
-¿La señorita Sakura irá?- preguntó Yamazaki, pero se produjo un silenció tenso.
-Sí- respondió y hecho algunas prendas de vestir en una maleta. –Solo será una semana de viaje, pero necesitamos llevar provisiones, quizás el castillo Tiara ya fue saqueado-
-¿Aun estarán con vida?- fue la pregunta de Yamazaki, pero no fue Shaoran quien respondió.
-Es lo más seguro- informó Eriol llegando hasta ellos.
-¡Sacerdote!- los dos se sobresaltaron y se inclinaron.
-No tienen que hacer eso cada vez que me ven- Eriol se detuvo junto a un sillón situado al lado de la ventana –Con respecto a los pilares deben estar vivos, sino los mensajeros no estarían con vida-.
-Tiene razón- sonrió Yamazaki y asintió. -¿Usted también ira?- preguntó con cuidado. Eriol asintió pensativo.
-Es una obligación como sacerdote, pero será un secreto. Sí los demás se enteran, ya sea Zhao Hao, Fei Wang u otros, harán un gran revuelo por eso-.
-No se preocupe, yo me encargaré de que esto no salga de aquí- dijo Yamazaki con una sonrisa. –Por lo pronto tenemos que sacarlos del castillo sin causar ninguna sospecha-. Eriol asintió y observo el sol que se escondía detrás de las montañas.
-Saldremos al anochecer- comentó e inmediatamente de haber dicho esto, la puerta se abrió y una joven de cabello negro y ojos rojizos entró.
-Shaoran… algo sucedió-
-Mei-ling- se sorprendió Shaoran al verla ahí con sus ojos llorosos. La joven quien avanzaba rápido se detuvo y observo a Eriol; impresionada por su presencia se inclinó rápidamente y se disculpó.
-Lo… lo lamento- le dijo asustada.
-No te preocupes- sonrió Eriol –Mi presencia aquí es extraña, será mejor que me retiré- se levantó y con su báculo en mano salió de la habitación.
Eriol atravesó el pasillo y subió por las escaleras hasta sus aposentos, en donde Sakura lo esperaba con un semblante rígido.
-Sakura- se sorprendió Eriol –Me extraña verte aquí-
-Estoy nerviosa- le dijo desde su posición junto a la ventana. Eriol se acercó hasta ella y le tocó el hombro con ternura. –Eriol ¿Qué pasa si las cosas no salen como quiere mi padre? No estoy segura de poder cumplir las expectativas de ustedes-
-Sakura, tienes que esforzarte al máximo en todo lo que haces ¿Cuál es el lema?-
-"No hay que preocuparse, todo saldrá bien"- le dijo sonriendo un poco, pero sus ojos mostraban lo acongojada que se sentía por la misión que tendrían que llevar a cabo. Ella se acercó a él, apoyó la mejilla en el hombro y le rodeó la cadera con sus manos; Eriol sonrió y la rodeó con sus manos mirándola con ternura.
-Todo saldrá bien, Sakura- le dijo al oído. La puerta se abrió y Shaoran entró en la habitación.
-La señorita ha…- se detuvo a mirar a ambos que se soltaban lentamente -… desaparecido- dijo lentamente, sin poder asimilar lo que veía.
-Shaoran- susurró Sakura al ver la expresión que había tomado su rostro.
-Lo siento- se disculpó rápidamente. –Venía a avisar que la señorita no aparecía, pero veo que ella está bien. Si me permiten- Shaoran dio vuelta sobre sus talones y se fue rápidamente.
-Shaoran…- susurró desde su posición.
-No te preocupes, pequeña Sakura, yo hablaré con él-. Eriol le dio una palmadita en el hombro y le sonrió. Sakura asintió y se marchó rápidamente. Eriol se acercó hasta su bolso y observo una cinta de color negro con una mirada cargada de sentimiento. La tomó con delicadeza y percibió el perfume de flores de lila. -¿Debería preocuparme por ti?- susurró y se sentó en la cama sin tomar en cuenta lo que pasaba a su alrededor.
Shaoran con un rostro tenso se acercó Eriol que cargaba un caballo con su bolso de viaje.
-¿Se encuentra bien?- le preguntó y Eriol asintió.
-Sí, perfectamente. A todo esto, entre nosotros no hay nada- se apresuró a decir y volvió a sus quehaceres.
-Eriol, usted no tiene porque decirme lo que haya entre ustedes- dijo nervioso y se marchó rápidamente. Eriol sonrió con simpatía y se subió a su caballo negro con manchas blancas en la cola. Sakura estaba ya sobre su yegua blanca y se movía con lentitud.
-No se montar muy bien- confeso y fue Eriol quien se acercó a ella para tranquilizar al animal.
-No te preocupes, cuando apuremos el paso te irás conmigo o con Shaoran-. Ella asintió e hizo trotar a su yegua junto a Eriol. Los dos mensajeros del país de Tiara se acercaron hasta ellos. Shaoran llegó hasta su encuentro montado en su caballo y asintió.
-¿Estamos listos?- preguntó y hecho una mirada a sus acompañantes. Todo tenía que salir perfecto, esa misión era peligrosa, debían entrar en el castillo Tiara sin ser vistos y llevar a los sacerdotes hasta el templo sepultado. Lo mas fácil era llevar a los sacerdotes hasta el templo, pero una de las cosas más complicadas era entrar al castillo sin ser visto; los hombres de Naga debían estar vigilando la entrada y los alrededores, debía ser cuidadoso, porque el futuro de Light y de Tiara estaba en sus manos. Cada uno debía ir en completo anonimato de su identidad y sus orígenes. Estaban claros que todos debían ser de Light incluido los dos mensajeros de Tiara, debían llevar ropas del imperio y tener una coartada que los dejara ir en paz en caso de encontrarse con un soldado de Naga.
Sakura con su piel blanca, su cabello castaño y sus ojos verdes, sin contar su forma de hablar daba indicios de que era una persona del país de Light, de algún modo la salvaría si llegaban a toparse con algún soldado de Naga; pero no era eso lo que lo preocupaba sino el hecho de verse envuelta en una batalla No deseo que vea lo cruel que puede llegar a ser la guerra pensó Shaoran. En ese momento ella iba vestida con un pantalón de tela delgada, pero sueltos de las piernas, con una solera de mangas largas, todo de color blanco con bordes dorados, cubiertos por una manta café
Shaoran se sonrojó al darse cuenta que la joven llevaba colgado en su cuello el medallón que un día él le había regalado y que ahora la joven usaba para invocar su báculo sagrado de sacerdotisa y pilar del imperio Light.
El segundo era el sacerdote, su apariencia lo delataba, no era necesario que le joven dijera que era de Light, su apariencia era digna de un aristócrata de Tiara y eso lo preocupaba. Disfrazar a Eriol seria mas difícil, al igual que la joven guardiana, los dos llevaban ese aire de misterio, mezclado con los ojos y cabellos oscuros y la piel en extremo pálida que solían poseer los habitantes del imperio vecino. Si algún soldado los llegaba a ver, no tendrían más opción que luchar contra ellos y acallarlos de la peor manera. En vestimenta, Eriol llevaba un pantalón largo liso de color negro, con una camisa blanca, sobre sí la capucha café y sobre su cuello un medallón con la misma forma de su báculo. Nakuru, la joven guardiana y mensajera del imperio Tiara, iba vestida de la misma forma que Sakura, pero su apariencia y vocabulario era lo que la delataba. Spinel era otra cosa diferente, la gran e imponente pantera alada se había hecho tan pequeño que parecía un gato negro, el que podría esconderse en cualquier parte y pasaría desapercibido.
Shaoran también tuvo que deshacerse de su traje, iba con un pantalón café, con una polera sin mangas y una capucha raída para parecer más coloquial. Pero en su cuello llevaba atado la cadena que lo identificaba como guardián imperial del los reyes de Light y portaba su espada envuelta en varias telas viejas para pasarla desapercibida.
-¿Está todo bien, Shaoran?- preguntó Eriol al darse cuenta que él no se movía.
-Si… todo en orden. Estoy viendo que no falte ningún detalle- los dos guardianes de Tiara se trasladaron hasta un caballo y fue Nakuru la que subió a este, mientras que el pequeño gato se posó sobre la cabeza del caballo como si fuera un adorno. -Abre la puerta- ordenó Shaoran a su segundo, Yamazaki, quien asintió y en silenció bajo las cuerdas que mantenían los portones del castillo en su refugio. El puente bajó y la bruma del anochecer se expandió hasta ellos. – Es hora- susurró y azotó las riendas de su caballo.
Continuara…
