Disclaimer: Harry Potter no me pertenece. De ser así, Harry estaría casado con Draco.

Este fic participa en el reto especial navideño: "Doce Palabras para Celebrar" del foro La Sala de los Menesteres

Nota/Advertencia: tenía que iniciar con un reto navideño, y más si es un reto navideño con Drarry/Harco, como sea que le llamen (?). No sé, me entraron las ganas. Iba a escribir Snarry, ya que Snape y Navidad más Harry es algo extraño, y quería saber qué salía de allí, pero bueno, le tengo más amor al Drarry que otra cosa… En fin, disfruten de esta Epifanía que tuve y perdonen los errores que he cometido. Son las tres de la mañana y estoy medio borracha –guiños.


De esas Epifanías poco ortodoxas

~O~

Palabra: error

—Esto tiene que ser un error —objetó, digno.

—No hay error alguno, Sr. Malfoy —Minerva McGonagall esbozó una fina línea de tensión en los labios—. Usted está castigado. Estoy segura que la semana pasada quedamos en que no transformaría más la lechuza del Sr. Potter, y él —hubo un breve silencio. A su lado, Harry se encogió en toda su pequeña estatura—, no debió haberle hechizado el cabello en respuesta.

—Pero-

—Nada de "pero", Sr. Malfoy —la profesora de Transformaciones alzó una mano, callando los reproches del chico—. Hoy iniciarán su detención —acordó, volviendo a fruncir los labios—. Colaborarán a los elfos en la decoración navideña.

Malfoy jura que le vio sonreír un poco.

A regañadientes, terminó cediendo. Potter a su lado no decía nada porque, en serio, ¿quién en su sano juicio intentaría llevarle la contraria? Tal vez sólo él, y es que, joder, era un error.

¡Es la primera vez que le hace algo a Potter sin ser consciente! Realmente le hubiese gustado ver su expresión cuando esa lechuza espantosa quedó convertida en una vociferadora que en vez de soltar chillidos, salían plumas.

Pero esta vez no había sido él, ¡joder!

Justificarse valdría nada. La profesora caminaba a la salida, y ambos estarían en la espera de los elfos para ayudarles con lo que sea que se supone que deben hacer. Eso sí, odiándose mutuamente, como siempre.

Antes de salir, la profesora se giró, encarando a los chicos a unos cuantos metros de distancia.

—Les recuerdo —habló, circunspecta. Ambos estudiantes enarcaron una ceja en curiosidad. Intentó disimular una sonrisa, carraspeando—: no habrá nada de magia mientras ayuden a los elfos.

Y dicho eso, se giró, saliendo del recinto.

¡¿Qué?!

No pudo ver el horror esbozado en la cara de sus estudiantes.