LA ERA DEL CREPUSCULO

(Escrito por Federico H. Bravo)

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El nacimiento de una Era

El futuro cercano…

La periodista se retocó el maquillaje minutos antes de salir al aire. Mientras se empolvaba la nariz mirando su reflejo en el pequeño espejo, a sus espaldas el gran edificio de la NASA relucía bajo el sol de otoño como una joya arquitectónica, un monumento al futuro.

-¡Venimos en cinco, Katie! – le avisó su productor, desde dentro del móvil que el canal de noticias había instalado allí.

-¿Cómo me veo, Kenny? – preguntó al cámara.

-Despampanante como de costumbre, Kate – le respondió.

La periodista sonrió. Miró a la cámara sosteniendo su micrófono y entonces la orden desde el estudio de televisión llegó…

-¡Al aire!

-Soy Kate Frost, en vivo desde la NASA. La algarabía a mis espaldas no acaba. Todo el personal de la Agencia Nacional Aeroespacial festeja la instalación de la primera base humana en la Luna…

La cámara se movió de Kate hacia el edificio de la NASA. La periodista continúo hablando.

-Como se recordará, el ambicioso proyecto sufrió algunos accidentes y numerosos contratiempos debido a la oposición política y las dificultades financieras. La base lunar, bajo el mando de la ONU, opera en estos momentos con equipos multinacionales y se espera que ayude a mejorar el nivel de cooperación internacional en el espacio.

Kate hizo una pausa. La cámara volvió a enfocarla.

-Minutos antes, esta periodista entrevistó en exclusiva al responsable máximo del proyecto lunar, el Dr. Arnold Rice… esto fue lo que nos dijo.

Kate aguardó a que su productor le avisara desde el móvil que el tape estaba rodando, para relajarse. Sacó un cigarrillo y lo encendió.

-¿Qué tal estuve? – preguntó mientras fumaba.

-Maravillosa como siempre – dijo su productor – Escucha, Katie, ha sido muy bueno. En el canal están todos contentos. Esta cobertura del emplazamiento lunar es exitosa. ¡Los ratings están que explotan!

-Me alegro, George. ¿Qué más nos falta?

-Un par de tomas del predio y nos vamos. Desde el estudio se harán cargo de todo.

-Muy bien. Voy a estirar las piernas un rato. Llámenme cualquier cosa.

Kate se marchó. Caminó un buen rato por los jardines adyacentes al edificio de la NASA, fumándose despreocupada su cigarrillo. No tardó en hallar un banco, sobre el cual se sentó un momento para descansar.

Que el proyecto lunar era maravilloso no era secreto para nadie a aquellas alturas. Todo mundo decía que una nueva era empezaba para la humanidad ahora. Según había escuchado Kate, la idea original de la agencia aeroespacial era utilizar las instalaciones en la Luna como plataforma de lanzamiento para la futura conquista de Marte.

Kate suspiró. Marte… ¡Quedaba tan lejos!

¿Viviría para llegar a verlo?

La respuesta a este interrogante quedaría en suspenso, cuando alguien le propinó un fuerte golpe en la cabeza, dejándola inconsciente en el acto, para posteriormente llevársela consigo.


El Dr. Tensier observó la entrevista a su colega por la televisión. No pasó mucho hasta que se aburriera y la apagara.

Ni falta le hacia oír lo que Rice tenia para decir del proyecto lunar. Él conocía de antemano los detalles de la expurgada versión que le seria ofrecida al público: una conveniente perorata sobre viajes espaciales y maravillosas promesas para todos.

Oh, de esas sí que habría y mucho, pero Tensier estaba seguro, la raza humana nunca las vería.

Su teléfono celular sonó. Tensier atendió.

-La tenemos – dijo una voz desde el otro lado.

-Magnifico – el científico sonrió – Llévenla al sitio acordado y prepárenla. Me reuniré con ustedes a la hora acordada. Ah, y planten las pistas falsas, como convenimos. Para que cuando las autoridades la busquen, vayan en la dirección equivocada… que es la que nos conviene a nosotros.

-Considérelo un hecho – dijo la persona del otro lado de la línea y cortó.

Tensier continúo sonriendo. Acarició casi con ternura el lomo de un grueso tomo encuadernado con piel de reptil que descansaba sobre su escritorio. Aquel viejo libro sí que le era de mucha ayuda. Si hubiera sido creyente, le habría dado las gracias a Dios por haberlo conseguido. Sus revelaciones traducidas le habían facilitado enormemente a la hora de entablar contacto con las inteligencias del Exterior… y sellar con ellas su pacto.

Los largos y puntudos dedos del científico acariciaron el grabado místico de la cubierta (una complicada estrella invertida, rodeada de un circulo con símbolos extraños) y luego se detuvieron en los arabescos del titulo. Tensier lo leyó:

EL NECRONOMICÓN

Sí… una nueva era empezaría, pero no seria para la raza humana.