Renuncia nada aquí me pertenece.
Lena y Kara tienen una pequeña charla. Pura miel, abstenerse diabético. Porque en tus ojos veo mi futuro. Porque en tu sonrisa veo mi presente. Porque estábamos destinadas a encontrarnos. Porque mi lugar está en tus brazos. Porque eres mi amor y yo soy el tuyo.
—¿Recuerdas como nos conocimos? — le pregunte observando la entrada de ese local que cambió nuestras vidas.
Ella resoplo. —¿Cómo olvidarlo? Casi muero por tu culpa — Me reprochó molesta al recordarlo.
Hago una mueca ante su exageración. —Eres tan Exagerada —le digo rodando los ojos.
Me mira ofendida. —Exagerada? —me grita. — Casi me pasaste el carro encima y yo soy la exagerada!
Tan predecible. —Lo que dije dramática. —suspiro dramáticamente. —Pero no me vas a negar que gracias a ese error nos conocimos. —le recuerdo.
—Si bueno, todavía me pregunto porque tuve que venir a trabajar ese día —dice apesadumbrada y no puedo evitar golpearla juguetona.
—Serás idiota. —le reprochó ofendida. —un día aceptarás que fue el mejor día de tu vida. —digo segura.
Revira los ojos. —El día que llueva dinero cariño
—Ese no sería un problema... —digo con suficiencia.
Voltea a mirarme incrédula.
—Jodete Lena. —Dice saliendo del coche molesta y es que si algo le ha molestado siempre, son las personas presuntuosas.
—Prefiero joderte a ti cariño —le guiño saliendo detrás de ella.
Exasperada alza los brazos al cielo, como pidiendo paciencia. —Dios! Eres tan grosera y se supone que la de clase eres tú —bufa molesta.
Sin poder contenerme comienzo a reír, es tan divertido hacerla enfadar. —Sabes que bromeó linda
Ella niega frustrada. —Realmente no creo que estés bromeando, se que tienes dinero hasta para regalar pero sabes lo que pienso de esa actitud tan arrogante, tan creída, tan... agh! Eres una mocosa fastidiosa!
No me molesto pues se que no lo dice en serio.
Algún tiempo atrás.
Kara fumaba un cigarrillo fuera del bar en el que trabajaba, era una de esas noches pesadas, donde el lugar se encontraba a reventar debido a la genial idea de su jefe, "nótese el sarcasmo" de incluir la tan famosa "barra libre" para los clientes y el infierno para los barman como ella.
En eso un auto de lujo freno de golpe MUY cerca de ella, y por auto reflejo salto hacía atrás maldiciendo al conductor entre dientes.
Molesta observó el auto a la espera del idiota que casi la mata, dispuesta a decirle unas cuantas palabras.
Una a una dos blancas y largas piernas fueron bajando del automóvil, seguidas de un cuerpo perfecto enfundado en un vestido azul con un hermoso y brillante cabello largo y negro, pero lo más sorprendente fueron unos penetrantes ojos verdes que quitaron a Kara el aliento.
La rubia trago saliva cuanto más se acercaba la mujer a ella. Más sin embargo cuando la morena estuvo lo suficiente cerca de ella no pudo evitar decir.
—Ten cuidado la próxima vez princesa, casi me pasas encima
La morena se detuvo de golpe.
—Me iba a disculpar hasta que me has llamado princesa —le dijo con la voz más jodidamente sensual que la rubia hubiera escuchado nunca, a pesar de su tono frío.
—¡No es lo que eres?, Mirá nadamás como vistes, las zapatillas que usas valen quizás lo que yo gano en un año y no hablemos de ese vestido que grita "MARCA" por donde lo veas.
—No sabes nada de mi —Reclama la morena indignada. —Te crees con el derecho de juzgarme por mi ropa o auto sin conocerme. El que tenga dinero y tú no, no te da derecho a juzgarme.
—Al mi parecer siempre has tenido todo
—¿Tu que sabes? Si tengo lo que tengo es porque he trabajado para tenerlo. La gente como tú tienden a creer que por qué una tiene dinero nunca ha sufrido. Pero hola! El dinero no lo es todo... —dijo cerrando la boca a la rubia y sin más se marchó con una sensación extraña en el pecho que no supo, o quizás no quiso identificar.
—La gente como yo?... Qué carajos quiso decir "con la gente como yo"? —exclamo molesta tirando el cigarrillo al piso.
Minutos más tarde.
Lena regresaba a encontrarse con sus amigos cuando un empujón la hizo a un lado, haciéndola chocar de frente contra algo suave, más bien alguien, tirando su copa en el proceso.
—Lo siento...—se excuso avergonzada al notar donde se había agarrado para evitar la caída. —En verdad lo siento — dijo apartando sus manos de los pechos suaves que tenía al frente. Qué vergüenza! Se reprendía mentalmente sin levantar la mirada.
—Empiezo a estar harta de estas formas de encontrarnos, primero casi me atropellas y ahora me manoseas —espeto la rubia, llamando así la atención de la morena que levantó la mirada de golpe. — tu si que no tienes límites. Si tanto deseabas llamar mi atención con acercarte bastaba, no tenías que hacer todo esto —dijo señalando su ropa mojada.
Sus ojos quedaron anclados, azul contra verde. Ambos ardiendo con intensidad.
—Por favor! como si yo quisiera algo contigo —exclama ofendida — Eres tan engreída .
Kara la miro ofendida también. —Acaso no fue premeditado
—Claro que no! Eres una lamentable casualidad. Ya me disculpé —dijo exasperada. Quien se creía esa rubia tonta que era ella? Lena Luthor no necesitaba de patéticas excusas para ligar! Ella tenía a quien quisiera, cuando quisiera y punto!
—Joder mi blusa favorita! —Exclama Kara sacando a Lena de sus pensamientos. —Lo que faltaba para rematar mi noche. —dijo entre dientes mirando el desastre que era su blusa y parte de su pantalón.
Lena exhaló pesadamente observando el desastre. —Yo te pago la lavandería o la ropa. Después de todo es culpa mía este desastre.
Eso pareció molestar aún más a la rubia que furiosa exclamó. —Tú actitud y el creer que todo se arregla con dinero es mi problema ahora mismo.
Lena bufo indignada. — Y resulta que tú prejuicio es el mío en este momento. No estoy tratando de presumir o insultarte, ya me disculpé y dado que no aceptas mi disculpa estoy tratando de reparar mi error. —dijo cansada, indignada, molesta, ya no sabia ni que sentía. Con esa chica todo lo que decía estaba mal.
—Tienes una rara forma de expresar tus disculpas princesa
—Y tú no sabes aceptarlas amiga. Juzgas mucho sin conocer y tienes muy mal genio... Y deja de decirme princesa, que tenga dinero no me hace una pija niña de papá.
—Te diré como quiera y no soy tu amiga.
—Claramente —dio media vuelta y siguió su camino a la mesa de sus amigos. La verdad es que la rubia estaba para comérsela, pero perdió todo con sus prejuicios y su arrogancia.
Kara la observó marcharse con una sonrisa. Era la primera chica en mucho tiempo que le daba pelea. Sinceramente la morena estaba buenísima y en el fondo deseaba volver a encontrarla. —Muero por besar esos labios rojos —susurra para si, sin perder a la chica de vista.
Y ese fue el inicio de su adorado tormento.
