El último matrimonio feliz
El silencio reinó dos minutos más. Instantes en los que de verdad no quería seguir tolerando esa ruda y dura mirada, pero era su trabajo, a eso se dedicaba, aunque en este preciso momento era lo último que deseaba realizar.
-Al parecer ha venido sólo usted, ¿qué ha pasado con su pareja?-inició calmado y sereno, a pesar de que le intimidaba mucho la manera en que lo abordaba.
-Sí, se ha quedado en casa, charlando con sus amigas, como cada fin de semana-eludió molesto.
Segunda terapia, y Jeanne había abandonado el barco aludiendo a que no tenían problemas tan graves como para ir a meterse a un cuarto blanco con un consejero matrimonial. Pero él sí, estaba harto, quería progresar, cómo es que ella no lo notaba.
-¿Y básicamente cuál es el problema?-cuestionó directamente, especialmente cuando él se recostó por completo en el respaldo del sofá, al menos estaba comenzando a relajarse- ¿Es fastidiosa?
-Lo normal en una mujer.
-¿Es mala en el sexo?-siguió con el interrogatorio, solo que al notar su seriedad, sabía que no iba encaminado por ahí el tema.
-Tenemos un hijo de casi cuatro años, y no hemos tenido otro porque no quiero ahogarme en más deudas, pero ella tiene esa renuente de que necesitamos otro niño-charló enfadado- Eso también es motivo de mi enojo.
-Claro, el dinero-afirmó el hombre- ¿Le ha planteado alguna vez que ingrese al campo laboral?
-Todos los días-afirmó Ren- Me grita, se enfada y me manda a dormir con mi hijo, a quien por cierto mima demasiado.
Notó entonces que su mirada y sus puños irradiaban cierto sentimiento contradictorio en todo lo que le estaba contando.
-No parece ser un hombre que soporte la inferioridad, ¿qué le hace sentir así?
-¿Qué? ¿tengo cara de perdedor?-le espetó enojado- Por supuesto que no me siento inferior, al contrario, yo ganó más que…
-¿Quién?-preguntó interesando ante su largo y prolongado silencio.
-Mi mejor amigo, Yoh Asakura-respondió indiferente.
Sonrió ante ese hallazgo. Realmente no necesitaba traer a Jeanne, ella no era un gran problema.
-¿Y es casado?
-Sí, se quiso casar antes que yo. Pero como yo siempre he ganado en todo, no podía permitir que él me tomara ventaja-relató con orgullo- Conoció a su esposa en una semana y le pidió matrimonio tres días después.
Eso era un interesante tema, especialmente con el brillo de su mirada.
-¿Y cómo es el matrimonio de Yoh? ¿Su esposa trabaja?
-Es aburrido, le falta clase-respondió sin ninguna duda- Pero Anna sí trabaja e incluso gana más que él.
Meditó un momento sus palabras.
-¿Y qué tan fea es Anna?
-¿En qué va a ayudarme que le cuente cómo es la esposa de mi amigo?-interrogó con bastante desconfianza.
-No se preocupe son detalles insignificantes. Pero bueno, supongo que ellos tienen más dinero, pero también más hijos, por lo que el problema es…
-¡¿Hijos?- exclamó irónico- Los muy infelices no han tenido ni un maldito niño y yo pensando lo contrario, embarace a Jeanne tan pronto como se pudo.
-Algo que usted quisiera fuera… ¿equivalente?
Ren se levantó y pensativo caminó en un par de círculos.
-Tiene razón, si ellos tuviesen un hijo sufrirían igual que yo, y Jeanne no necesitaría trabajar, porque es evidente que Anna dejaría de trabajar.
-¿Lo cree?-preguntó confundido.
-Sí, es eso, todo esto está acabando con mi matrimonio y tengo que hacer algo para remediarlo.
Capítulo I
Anna suspiró largamente cuando notó que Yoh tardaba en lavarse los dientes, cómo si llegara temprano al trabajo todos los días para hacer una excepción hoy, pero ahí estaba justo al lado de él mirando de reojo lo pasivo que era para su aseo personal.
-¿Por qué esa cara?-le preguntó el castaño apenas pronunciando las palabras.
-¿Por qué lo preguntas si ya lo sabes?-repitió cansada.
-Sólo trato de hacer algo de conversación, además hoy tengo tiempo de sobra porque voy a pasar por unos documentos a otra oficina y lo que menos quiero es ver esa cara de aburrimiento que está presionándome a hacer las cosas- resumió tranquilo.
-Entonces no me veas-eludió Anna tomando su cepillo de dientes para lavarse en su propio lava manos.
Por fortuna tenían dos espejos, dos excusados, dos duchas y dos camas para no pelearse por uno mismo. Aunque en realidad no es que le molestase, de hecho, pelear para ella era relajante en algún sentido: para no caer en la rutina.
-Qué callada estás-comentó Yoh cepillando más de una vez la parte delantera de sus dientes.
-Hace dos segundos no querías ni verme y ahora… ¿quieres hablarme, vecino?
Yoh alcanzó a sonreír al notar el rumbo que estaba tomando la conversación, al menos llevaban un sutil juego en sus palabras.
-Bueno, no todos tienen una vecina que está recién levantada en bata de seda negra y con un bonito perfil en el espejo, a pesar de que quiera presionar al vecino porque llega tarde diario al trabajo.
-Sí, bueno… eso dicen.
Anna escupió la pasta dental con delicadeza mientras tomaba el vaso de Yoh que ya estaba lleno de agua.
-¿Quieres provocarme?-preguntó Yoh entretenido de ver que la mirada de Anna no se despegaba de la de él.
-No lo sé-Respondió Anna mientras le ofrecía el vaso con agua.
-¿Y dime, quién tiene la culpa de que yo llegue tarde diario?
-Yo, lo confieso-pronunció sin el menor remordimiento.
Fue lento y certero al momento de secar su boca con la toalla de un costado, también cuando en calma la tomó entre sus brazos y atrajo su cuerpo hacia él. Podía ser una mujer arrogante, pero tenía un verdadero matiz de colores en su personalidad que le gustaban y extasiaban demasiado.
-Puedo invitarte a cenar, tal vez así repare el mal que he causado en tu imagen laboral.
-No te preocupes, por algo Ren es mi jefe y mi mejor amigo-contestó feliz- Pero si tu insistes…
-Bien, bésame y vete a bañar-le ordenó de inmediato.
Encogió los hombros y restó importancia al hecho, diario lo hacía, peleaban, se miraban, se seducían y ocasionalmente se bañaban juntos. Besó sus labios con mucha intensidad antes de correr por las dos toallas al armario detrás de él.
Anna se quitó la ropa y se metió primero a la ducha de cristal, en realidad sólo una barrera de cristal difuminado los dividía, y esta vez no iba a escabullirse en el lado de Anna. Tenía una gran tentación, pero por su bien omitiría esa acción para evitar la molestia de la rubia. Cuando vio que ella ya tenía el cabello húmedo, recogió su ropa y la echó al cesto sin detenerse a mirar el vidrio localizado al lado opuesto de donde se encontraba.
La rubia vio de reojo a Yoh desvestirse, no sabía que le agradaba más, que a veces se vieran con curiosidad o que de vez en cuando se sintieran un poco más liberales como para quitarse cada prenda lentamente en un descarado juego de ardiente tentación. Ridículo para llevar tantos años casados.
-Oye, Anna, estaba pensando… ¿por qué no compramos otro coche?
Era interesante saber que estaba de espaldas a ella y aun así le hablaba con mucha naturalidad.
-¿Para ti o para mí?
Giró a verlo y pudo ver su trasero. Tenía que admitirlo, si le pedía las cosas desnudo, rara vez le decía que no, hasta que Yoh dejó de enjabonarse y se acercó a la barrera que los separaba.
-Para ti, por supuesto-le sonrió cautivadoramente.
-Claro… dirás para los dos-afirmó cerrando el grifo y acercándose a él.
-No, por qué lo dices.
-Teléfonos iguales, toallas iguales, camas iguales, tenemos casi todo simétrico.
-¿No era lo que querías?-preguntó confundido- Por mi yo me brinco el cristal y me baño todos los días contigo.
-Ese es otro tema y ya lo hablamos también-refutó de inmediato tocando su rostro con mucha tranquilidad- Hablo sobre tener más independencia.
Yoh meditó unos segundos antes de tocar su mejilla y besar sus labios.
-Ya te dije que yo disfruto cuando caemos en monotonía, no tienes que hacer algo para que no nos divorciemos.
-Sí, no quiero perder lo que tenemos-añadió Anna segura- Iremos a comer más tarde, ¿en dónde te veo?
-¿En el de siempre?-preguntó Yoh divertido- Vamos, lo cambiamos el mes pasado y ese lugar me encanta.
-De acuerdo-afirmó Anna.
Tomó él contemplaba su andar desnudo hasta cubrir su cuerpo.
-Por cierto, gracias por ir de compras ayer, me ahorraste una hora de viaje-comentó la rubia mientras se enrollaba en la tela.
-De nada-respondió Yoh tranquilo- Y… pasé por tu armario antes de venir al baño, hace mucho que no te veo con el vestido que te regalé hace tres años, espero que no te moleste que lo haya puesto sobre la cama para que te lo… pusieras.
Era tierno verlo expresar ese tipo de ideas y siempre que no fuera con una falda hasta las rodillas, no veía problema. Y en efecto, no le molestaba, había tenido buen gusto para comprárselo, así que lo admiró un poco antes de que él saliera del baño para después colocárselo y peinarse.
Miró el reloj, diez minutos antes de lo acostumbrado, y eso sí que era novedad. Abrió el refrigerador y calentó las sobras de la cena de ayer. Sirvió dos platos y encendió el televisor de la cocina antes de que Yoh llegara y agarrara su jugo de naranja de la esquina de la enorme mesa, en donde ella ya estaba sentada tomando un café.
Se acercó a ella y antes de que dejara el vaso a un lado besó su mejilla para abrir el refrigerador y sacar dos almuerzos para que ambos se llevaran al trabajo.
-¿Alguna novedad?-preguntó Yoh.
-Ninguna-confirmó Anna quitándole una galleta a Yoh- ¿Has visto mi lápiz labial?
-Te lo robó la última novia de Horo Horo, ¿no lo recuerdas?-sonrió divertido mientras metía una galleta en el café de Anna.
Meditó un momento la acción pasada del aludido y si bien era cierto, coincidía en una sola cosa.
-Tienes razón, no ha sabido escoger a ninguna de sus novias, estúpida cleptómana, quién lo adivinaría-concluyó molesta mientras cerraba el periódico.
El castaño rió un poco antes de pasarle la bolsa de cosméticos que solía dejar a un costado de su bolso de mano.
-Sí es cierto. Y no sé si te he comentado esto, pero me preocupa un poco Ren. Tiene problemas con Jeanne y han estado acudiendo fue a terapia de pareja.
Francamente no lo imaginaba en un consultorio, pagando para que un consejero le dijera cómo llevar su matrimonio, no era el estilo de Ren Tao.
-¿Crees que se divorcie?-preguntó verdaderamente interesada, especialmente cuando Yoh le agarró la pierna.
-Bueno… creo que primero va a esperar a que tú te divorcies de mí-aludió con serenidad- Algo que nunca va a pasar.
-¿Cómo estás tan seguro?-cuestionó de inmediato.
-Ya sabes por qué. Dentro de todo es el motivo por el cual no tenemos hijos-le susurró al oído.
Sonrió, claro cómo olvidarlo.
-Porque vamos a morirnos de viejos, los dos solos-completó Anna- Pase lo que pase.
-Así es-afirmó Yoh tomando el resto de café que tenía ella en su taza.
Anna miró escéptica la forma en que él tranquilamente compartía su desayuno con ella, especialmente al ser dos platillos diferentes.
-Siempre que hablamos de que alguien más se divorcia parece que te quedas muda-comentó Yoh bastante pensativo.
-Me gusta analizar los problemas de los demás para no cometerlos nosotros-respondió serena, ahora mientras tomaba el té de Yoh, ya que él había bebido por completo su café.
-Matándome de sed, no lo sé, seguro que sí te pido el divorcio.
-No seas llorón, ahí hay leche, tomate un vaso-refirió de inmediato Kyouyama viendo su reloj- Me voy, voy a llegar tarde si sigo platicando contigo.
-Paso a recogerte a las tres y media-le recordó un tanto pensativo- Ojala no salgas con tu asistente…
-Es un niño, Yoh, tengo casi diez años más que él, no te pongas celoso-le interrumpió de inmediato mientras se colocaba su gabardina y se acercaba para abrazarlo una vez más.
-Yo no diría lo mismo cada vez que te ve las piernas-respondió celoso-Pero está bien, que tengas un buen día.
-Igualmente-contestó ella besándole la mejilla.
Pero si trataba de recordarlo con precisión, ella no era un pan bendito, ni siquiera cuando comenzaba el día. Oyó el ruido de la televisión de su hijo mientras dos niñeros trataban de controlarlo. Se metería, pero apenas tenía el tiempo justo para ver las noticias y pedirle a Yoh ir de extremo de la ciudad al otro lado.
-Con este itinerario, con suerte tendrás tiempo para ir a comer.
Su sonrisa podía decirlo todo, no cabía de gusto cuando sorbió de su taza de café.
-¿Qué cosa has hecho, Ren Tao?-le preguntó adormilada Jeanne.
-Nada, sólo veía las noticias-respondió apenas mirándola- He seguido nuestra terapia, espero que te molestes en ir la próxima vez.
La joven lo vio detenidamente, hasta que llegó el pequeño Men para abrazarla de las piernas y a los dos ayudantes de su esposo, que usaba de niñeros con una paga de miseria.
-Hola Men, ¿por qué no vas con papá a darle los buenos días?
Ren alcanzó a beber toda su taza de café antes de pararse y anudar su corbata.
-Lo siento, no tengo tiempo para nada, que estés bien, Men. Nos vemos más tarde.
Y tristemente salió de la casa tan rápido que apenas pudo ver su silueta desaparecer. Entonces suspiró y cargó a su hijo, al menos antes parecía amarlo con locura, no sabía qué es lo que estaba pasándole a Ren.
-No te preocupes, Men, él aún te sigue queriendo.
Continuará….
N/A: Finalmente después de terminar mi último fic, he decidido subir uno nuevo por ajenos motivos de audiencia, aunque no por eso he abandonado del todo los otros, de hecho ya he planteado la forma de terminar los viejos más rápido. Por otra parte, les alegrará saber que este fic ya está casi escrito, así que será de actualización continua, si la ocasión se presenta. Gracias y nos estamos leyendo.
