Esto está comenzando a editarse, les agradecería que si son anteriores lectores, releyeran esto.

Fairy Tail es propiedad de Hiro Mashima.

Advertencia: Ooc.

Last farewell

–I–

Chasqueé la lengua, sintiendo las lágrimas bajar de mis ojos.

―Siento… interrumpir. ―pronuncié con la cabeza baja.

¿Cómo…? ¿Cómo pude seguir fingiendo que no tenía conocimiento de la verdad? Porqué sabía, lo sabía bien.

Natsu no la amaba verdaderamente.

Pero ella seguía ignorándolo. Y el motivo de aquello era que contenía esa esperanza en su pecho, qué el algún día la amé de verdad, pero eso no pudo cumplirse. Antes de que comenzará a formarse, todo se rompió en pedazos… pero no se puede terminar algo que no ha empezado.

―Lo siento, lo siento… No sé porque estoy así―dije, tratando de retener ese líquido con mis manos, pero no se detenía. Seguían bajando sin parar.

―Luce―musitó―, n–no era mi intención esto… E–s todo un malentendido. ―antes de que pueda seguir, lo interrumpí.

―No te preocupes, Natsu. ―sonreí destrozada, más que una sonrisa, era como una mueca.― Es toda mi culpa; tendría que haber terminado todo esto, pero no lo hice. Después de todo, sabía el hecho de que amabas a Lisanna, pero aun así… Yo los detuve. Estoy avergonzada de eso.

Es una ironía que diga todo lo anterior, siendo que dentro mío gritos desgarradores se escuchaban, todos culpando a Natsu Dragneel… por ilusionarme. Pero era cuestión de tiempo que todo hubiera pasado, así que el dolor es de menor cantidad.

―¡Lucy, no es su culpa! Es mía… y lo sé más que nadie. ―su voz fue bajando cada vez más, susurrando lo último. Sus ojos estaban brillando, en signo que pronto iba a llorar.

¿Otra vez se hieren y lloran porque estoy aquí? En verdad, tengo la peor suerte del mundo…

Negué con la cabeza, recordando todo lo acontecido.

Lisanna se había confesado a Natsu… y él le correspondió. Fue lo mejor, y sé muy bien. Pero… ¿Qué tal si no hubiera pasado todo frente sus ojos? No estaría llorando así, y lo haría en la mansión.

Natsu y Lisanna no estarían así.

Inhalé aire, tratando de sacar el nudo que tenía su estómago. Quería que ellos comprendieran un poco su dolor y se fueran, se despidieran… A pesar que sabía; eso no pasará ni en un millón de años.

Rebobinaba todo de nuevo. Su mente era como un huracán, revolviendo todo. Natsu y Lisanna eran un amor correspondido… desde hace tiempo, pero ella quería estar con Natsu, solo con él. Quería desde el fondo de su corazón tener su amor, pero eso era imposible, más sabiendo que él solo la amaba en sentido de familia.

Rió amargamente en su interior, ¿sería como estar en 'Family Zone'? Sonaba gracioso, y a la misma vez, doloroso.

¡Está decidido! Ella uniría a sus dos personas preciadas, sin importar qué.

―Bien, para dar fin con esto―sequé las restantes lágrimas que quedaban en mi rostro, y suspiré, tratando de decir lo que daría fin a sus lazos con Natsu―. Natsu… terminemos. ―y bajo la mirada sorprendida de los dos, sonreí anchamente.

―¿Qu–? ―fué lo único que dijo Natsu, estando en blanco.

―¡¿Qué dices, Lucy?! Yo no puedo…―Lisanna entrecerró sus ojos, frunciendo su boca. Estaba por llorar, pero ahogué ese próximo llanto con mi risa, forzada a hacerlo, necesitaba reconfortarla y llenarla de confianza.

―Tranquilízate… sabía que esto pasaría. ¡Es más!, estoy feliz por ello. Por fin te has dado cuenta de esos sentimientos enterrados, provocando la verdadera felicidad de éste chico―lo señalé y abracé a mi querida y preciada amiga―. ¡Natsu! ―lo llamé, todavía apoyada en el hombro de Lisanna.

―¿Q–qué pasa? ―ante mi repentina actitud, preguntó nervioso.

Grité a los cuatro vientos qué le pida a Lisanna ser su novia. Se sorprendieron. Negaron mi petición.

¿Pero qué les parece? Siempre, con mi capricho, los convenzo. Al final de todo, luego de una charla de prácticamente diez minutos, Natsu, lo más nervioso posible, preguntó…

―¿Q-quieres… salir conmigo?

Oh, hombre. Dolía más que una estaca en el corazón. A pesar de ser ella quién les ordeno que lo hagan… seguía destrozándola. Pero debía de contener todos estos sentimientos egoístas de tener sólo para ella el amor de Natsu, y entregarlo a quien en verdad ama. Miré fijamente a la Strauss, esperando su respuesta. Lo obvio es que lo acepté.

―Sí, Natsu. Estaría muy feliz… de serlo. ―y con una sonrisa deslumbrante, terminó.

Para guardar las apariencias, salté en mi lugar sonriente. ―Necesitamos, ¡no!, tenemos que darles las noticias a los demás. ―esa y otra.

Tendría que transferirse a Sabertooth por un trabajo de su padre e iba en camino para decírselo a Natsu. Antes, estaba repleta de tristeza por eso, pero ahora estaba muy agradecida. Si no, ¿cuán culpables estarían ellos?

―¿D–darles la noticia? ―pregunto Lisanna. Más agregando su adorable sonrojo, ¡era una imitación de un dulce durazno! Solamente sus mejillas, claro. Curvó sus labios tristemente, ella era una dulce persona. Es por ello qué no pelearía más, porqué luego de 5 años, él todavía amaba a Lisanna. Era un amor puro y hermoso; no debe entrometerse. Comencé a pensar en las reacciones de los demás, felices, seguro. ¡Mira–san y Elfman serán los más repletos de felicidad al verlos juntos!

Pronto y rápido, se encaminaron al salón, y con una triste mirada, observó a los dos enamorados entrelazar sus manos.

―.

Grande, ¡gigante! Fue su sorpresa al darse cuenta que sus suposiciones no estuvieron del todo lo correcto.

―¡¿Qué hiciste qué?!

Ellos solo estaban conmocionados, así que esa aura oscura que desprendían no era de enojo… Bien, correcto, ya captó. Sus suposiciones no tuvieron ni un gramito de arena de verdad.

Al menos eso la alegraba.

Natsu recibía quejas y gritos por doquier, las qué eran más llamativas podrían ser las de Gray: por sus insultos, golpes y… desnudez.

Pero llego el demonio del averno. O eso pensaba la mayoría.

―¡NAT–SU! ―gritó Erza y de inmediato lo golpeó con su preciado fierro, que apareció de la nada, agrego.

La interrumpí en un segundo, dándome cuenta que si no lo hacía pronto Natsu acabaría, literalmente, muerto.

―Eh, tranquilos, chicos. ―tapé a Natsu con mi chaquete y sonreí lo más que pude. ―Tenía conocimiento del amor que tenía éste asexual por Lisanna, ¡y es mucho! Así que, no hay que enfadarse.

―Lucy… ―y mudos, todos contestaron así.

Para mi suerte, el timbre comenzó a sonar, avisando el fin del día de clases (de semana). Hoy sería su último maravilloso y glorioso día en Fairy Tail. Antes de que todos se marcharán, chillé.

―Eso… hoy quería decirles algo extremadamente importante. ―junté mis manos, cómo haciendo una petición. ―Bien… Hace poco tiempo, mejor dicho, ayer, mi padre me dio una noticia impactante. Dijo que quería transferirme durante algunos meses al instituto Sabertooth, porqué sería 'más digno de un Hearphilia'. ―se me hace fatal mentir, aunque solo omita la parte de su viaje. ―¡Los extrañaré a todos!

Todos formaron una tristeza en su cara, y se preguntaron si era verdad, supongo.

―N–no es para tanto… ¡Además no será definitivo!―o eso creo.

Todos dieron su despedida, abrazándome y reí avergonzada. En mis adentros, estallaba de felicidad por ser tan distraídos de no preguntar cuando me transfería, o en pocas palabras, cuando me iría.

―.

Al día siguiente, desperté somnolienta y con grandes ojeras, ya que pasé la noche en vela, sollozando.

Cogí mis maletas y comencé a ponerlas dentro del auto. Creo que sería la primera vez que no vamos en una limusina o algo así… eso me hacía feliz.

―Princesa, ¿no necesita ayuda? ―pregunto Virgo. Ah, como la quería, era muy amable de su parte.

―Gracias, pero no. ―sonreí y terminé de colocar todo.

―Princesa―vi en su raro comportamiento, una pizca de preocupación―, su sonrisa… no es cómo siempre.

Quedé congelada y abrí mi boca, tratando de hablar, más solo balbuceaba cosas incoherentes.

―¡Lucy, es hora de irse! ―avisó mi padre, salvándome.

―Sí, sí… ―suspiré y abracé a Virgo. ―No te preocupes, pronto seré la misma. ―dirigí mi sonrisa a ella y me separé.

Nostálgica observé minuciosamente todo, ensimismada en mi mundo. Sólo pude ver la reverencia de Virgo y como comenzaba a irse.

Susurrando, dije la última despedida.

―Adiós… Natsu. ―y rápidas, silenciosamente unas pequeñas lágrimas se deslizaban en mi mejilla.

―.

Sí han llegado hasta aquí, muchas gracias, de verdah'. uvu

Lamento todos los errores y la horrible narración.

De pie, reverencia, ¡AYE SIR!