Todos los personajes pertenecen a Fairy Tail, cuyo creador es Hiro Mashima.

Capítulo 1: Vuelta a casa.

Sus firmes pasos eran amortiguados por la húmeda hierba que crecía en el camino. Sus cabellos rosas eran removidos por la fresca brisa de la mañana, acariciando su rostro suavemente. Su mochila colgada golpeaba su dura y trabajada espalda una y otra vez marcando el paso de sus pies, constante e imparable, con el destino ya marcado en cada fibra de su ser. A sus espaldas, muy lejos de donde se encontraba, se alzaba la ciudad de Magnolia, más bonita y viva que nunca, y Fairy Tail, su gremio. Las calles de la ciudad se iban llenando de vida y color conforme avanzaba sobre los cielos el sol que iluminaba la tierra. Pero eso era demasiado ajeno para el hombre que caminaba con impaciencia hacia el bosque, lejos de todo. No le era interesante o primordial.

Dos meses. Dos meses sin ver a su familia. Dos meses en los que había estado en una misión de Clase S.Y decirlo así, en frio, era rápido, pero para el pobre Natsu, no había sido nada rápido, si no el contrario. 60 días, sin poder saborear los labios de su mujer o comer una buena comida hecha por ella, por supuesto, ya que él no tenía ningún don en la cocina. 60 días sin poder jugar con sus hijos. Y sin poder ver cómo iba creciendo su hija más reciente. Layla. Para cuando se había marchado, la niña gateaba por la casa, con una habilidad sorprendente para la edad que tenía. La ida había sido demoledora pero siempre, siempre, la vuelta era lo mejor.

Esta había sido la última misión que Natsu Dragneel tomaría en solitario. A la próxima le acompañaría su mujer, y si tenía peor suerte, el resto del equipo del Dragon Slayer. Lucy no había podido ir a ninguna porque estaba embarazada o porque tenía que cuidar a la pequeña recién nacida, siendo él la única fuente de ingresos en la casa de los Dragneel, le había tocado ir a por una misión con una jugosa recompensa. Al principio, no le importó mucho, ya que a él le gustaba ir de misiones, pero al cabo de completar varias se dio cuenta de que no le gustaba en sí ir de misiones, sino estar con sus compañeros y trabajar juntos. Y sin Lucy, nada era lo mismo para él.

Una cuesta hizo que su paso se ralentizará, pero en vez de ser un impedimento, para el hombre era una buena señal. Le indicaba que estaba cerca de casa. Por fin. Que ganas tenía de verlos. Con más impaciencia que antes, subió aquella maldita cuesta apretando el ritmo y ya en la cima, a sus ojos apareció una enorme extensión verde donde a lo lejos se podía ver una gran casa de madera en el límite del bosque. El sol golpeaba con fuerza sus orbes jades dificultándole la vista, pero tras unos segundos, pudo adaptarse mejor y observar como no estaba solo. Una mujer de largos cabellos rubios, balanceados por el viento, junto a una pequeña niña de apenas un año vigilaban a la entrada de la gran casa, mirando a dos masas que lanzaban fuego y puñetazos la una a la otra, con la concentración e ira vibrando en sus pequeños cuerpos. Para tener la edad que tenían, eran demasiado energéticos. Desde la distancia, pudo reconocer a su adorada familia, provocando una gran sonrisa en su rostro y un sentimiento de alegría se extendiera por su formado pecho.

Haru e Igneel, pararon en seco la pelea que habían comenzado ya hace rato porque el pequeño de cabellos rosas había llamado idiota al mayor de cabellos rubios, al sentir un olor familiar en el aire. Al haber aprendido la magia del Dragon Slayer, habían adquirido un olfato y vista super desarrollado para un ser humano, gracias a su padre, por lo que no fue raro que reaccionaran de esa manera ante su aroma. Ambos se giraron de golpe, llamando la atención de su madre que sostenía a su pequeña hermana, y corrieron en la dirección que procedía aquel olor, saltando y soltando gritos de alegría. Su padre había regresado, sano y salvo.

Natsu se encontraba parado, observando como sus hijos se aproximaban como balas hacia él, y para cuando ya estaban junto al Dragon Slayer, abrió los brazos recibiéndolos con un caluroso y amoroso abrazo, con risas y lágrimas de alegría. Los dos niños lograron tumbar a su padre en el césped. Mientras el hombre abrazaba a sus dos hijos, Lucy con Layla, caminaba en su dirección con el corazón prendido de emoción. Todos habían echado de menos al Dragon Slayer de Fuego y él, a su vez, a ellos. Por fin, Natsu había regresado al hogar. Junto a ella y a sus hijos.

El hombre se levantó del suelo sacudiéndose el césped que se había quedado en su ropa, con una enorme sonrisa en los labios y dirigió su alegre mirada hacia su mujer, que también lo miraba con una alegría notoria. Pero al cabo de unos segundos, sus miradas fueron palabras no nombradas, simplemente eran escuchadas por sus ojos. Entre sus brazos, Layla lo observaba con el ceño fruncido, como si reconociera al hombre que estaba delante de ella. Natsu dejó en el suelo a sus hijos, sin dejar de mirar a la rubia, y dio unos cortos pasos hacia Lucy, abrió sus brazos y la rodeo, a ella y a la pequeña, con cuidado y suavidad. Después estampó un húmedo y ansiado beso en los labios de su mujer y le volvió a sonreír, con los ojos prendidos de amor. Ah, miles de sensaciones recorrieron su cuerpo. Tan placenteras, que provocaron un estremecimiento mutuo.

-Ya estoy en casa, Lucy- Le susurro suavemente, bajo la mirada de sus dos hijos que sonreían con diversión, les encantaba ver como sus padres demostraban su amor. El calor de su mujer era maravillosamente familiar bajo su piel. Y su olor.

Lucy inclinó su cabeza, apoyando su frente contra la de su marido y lo miró con los ojos entrecerrados. Sintiendo su corazón latir con fuerza y la sangre subiendo a sus mejillas. Para Natsu, escuchar los latidos únicos de su mujer era como si ya le hubiera dado la bienvenida. Pero necesitaba escucharla de sus labios, lo ansiaba. Llevaba días esperándolo.

-Bienvenido, Natsu-Le sonrió con ternura, sin mostrar los dientes.

Tras la calurosa y amorosa bienvenida, los Dragneel internaron en su casa con mucho de qué hablar. Mientras Lucy preparaba la comida en la cocina, el resto de la tropa se sentó en la mesa del lugar a escuchar las historias de Natsu con admiración y diversión. Habían sido dos meses agotadores en los que había tenido que buscar por casi todo Fiore un reloj perdido un poco peligroso, tenía el poder de parar el "tiempo" al que se lo pusiera. Los niños comenzaron a lanzarle al pelirosa una multitud de preguntas con rapidez que al pobre no le daba tiempo a contestarlas causando que Lucy se riera. Internamente, no habían cambiado nada al contrario que el exterior. Sus hijos habían crecido tan rápido… Haru que antes se encontraba a la par que la pantorrilla de Natsu, ahora le había alcanzado casi la cintura del hombre de la familia. Igneel que hace 2 meses le llegaba más allá de la rodilla, estaba a la par que su hermano hace 60 días. Y finalmente, la pequeña Layla, le había crecido su precioso pelo anaranjado y ya podía quedarse de pie ella sola. Natsu se sintió terriblemente viejo al notar el paso del tiempo en sus propios hijos. Cada vez se hacían más grandes y más independientes…Aquello le puso un poco triste.

-…Y hemos estado entrenando para el Acceso al Gremio- Habló Haru continuando con su relato, sentando a la izquierda del Dragon Slayer adulto, balanceando los pies. Ahora era el turno de contarle a él lo que ellos habían hecho durante su ausencia.

Natsu frunció el ceño al escuchar esa palabra. ¿Qué demonios era el Acceso al Gremio? ¿Una entrada nueva, o algo así?

-¡Tonto! ¡Papá no sabe qué es eso!-Exclamó el hermano pequeño dirigiéndose al mayor.

-¿A quién le dices "tonto", moco de lava?- Protestó hecho una furia Haru, sacudiendo sus rubios cabellos y levantando las manos hacia el pequeño, subiéndose casi a la mesa.

-¡Haru, Igneel!-Gritó Lucy enfadada con una sartén en la mano, atemorizando a todos, excepto a la pequeña Layla que gateaba de aquí para allá con alegría y felicidad, y de vez en cuando, se levantaba sobre los dos pies y daba una palmada. Todos los días era lo mismo, casi prefería ver como se peleaban Natsu y Gray que sus dos hijos, al menos los dos hombres se peleaban en el gremio y no en casa. A Natsu le divertía mucho la situación, de alguna manera le resultaba familiar.

De un movimiento rápido, atrapó a su hija menor que gateaba entre las patas de su silla con sus manos y la alzó para colocarla entre sus brazos, provocando una risa a la infanta. Le dio un beso en la mejilla a la niña y esta le sonrió con diversión, creando una sonrisa tonta en Natsu.

-¿Y bien? ¿Qué es eso de el Acceso al Gremio?-Preguntó el padre de los niños, esperando la respuesta con curiosidad.

-Es…-Comenzó Haru con emoción, olvidándose la riña que había tenido anteriormente, pero fue interrumpido por Igneel.

-Es un examen para entrar al gremio- Le explicó el niño de cabellos rosas a su padre, mientras su hermano ardía –literalmente- de furia pero como estaba vigilado por su madre –y no quería llevarse un sartenazo- no movió ni un musculo.

-¿Ahora se necesita examen?-Preguntó retóricamente Natsu, jugueteando con su hija. Layla hacia burbujitas con su saliva y el hombre se las explotaba.

Lucy comenzó a poner los platos en la mesa, mientras que en la sartén se hacía la comida. Había estado escuchando la conversación desde el principio, en silencio, absorbiendo el ambiente familiar para ella misma. Estaba tan feliz de tenerlos a todos otra vez juntos. Sin Natsu, la familia quedaba incompleta.

-Sí, cada día se presentaban más y más jóvenes, y no tan jóvenes, para entrar a Fairy Tail. Y como no cabe todo el mundo, el maestro no tuvo más remedio que crear un examen de acceso. Será el primero que haga, y no creo que el último- Le explicó la rubia, colocando su plato delante de él. Al escuchar su voz, Natsu sonrió tiernamente, sin poder evitarlo.

-Y nos hemos apuntado nosotros dos- Le comentó Haru, con los brazos cruzados, aun molesto por la interrupción de su hermano. Con la cabeza había señalado a Igneel.

- También Ur y Nami…-Añadió el pelirosa pequeño, con un tono de asco ganándose una mirada de advertencia de su madre. Las hijas de Gray y Juvia no se llevaban muy bien con los hijos de Natsu y Lucy, heredando así la misma relación de los padres de los niños.

-Y Hiro y Hikari-Continuó el mayor, poniendo también una mueca de asco. Los gemelos de Jellal y Erza junto con su hermano mayor Simón eran más soportables que las primeras.

-No os olvidéis de Ryu. Levy me contó hace unos días que llevaba entrenando desde que se enteró del examen-Comentó Lucy poniendo la comida recién hecha en un bol con una cuchara, dándole la espalda al resto. El hijo de la maga de escritura mágica y el Dragon Slayer de Hierro era uno de los tantos rivales de Haru, ya que era demasiado mayor para Igneel.

Los dos niños agacharon la cabeza y alrededor de ellos se creó un aura de depresión muy intensa. Tener que competir contra todos esos plastas iba a ser de lo más pesado para Haru e Igneel. Natsu miró a sus hijos, con un semblante serio, pensativo.

-Pues no me parece justo que los demás niños hayan entrado sin necesidad de un examen-Opinó tras unos segundos en silencio, refiriéndose a Simon, a Shiro-Hija de Laxus y Mira- y a Hanami-Hija de Elfman y Evergreen-, llamando la atención de todos los integrantes de la familia Dragneel. Una sonrisa maliciosa cruzó por su rostro y Lucy se temió lo peor- Por esa misma razón, no voy a dejar que todos esos- refiriéndose esta vez a los que se iban a presentar al examen-consigan acceder a Fairy Tail antes que mis hijos- Se levantó de la silla, con Layla en brazos, la niña observaba a su padre con un rostro de confusión y sorpresa- Desde ahora en adelante, yo seré vuestro entrenador-Pronunció con un tono solemne.

Ambos niños se levantaron segundos después y se pusieron de pie en la silla –para estar a la altura de su padre-, sorprendidos. Sus ojos brillaban de emoción.

-¿¡En serio!?-Exclamaron los dos alzando la voz, muy contentos.

-¡Por supuesto! ¡El entrenamiento comenzará mañana por la mañana!-Anunció también emocionado, con una sonrisa de oreja en oreja-¡No dejaremos que se queden con el aprobado!-Exclamó alzando los brazos, más motivado todavía, incitando a sus hijos a levantarlos también. Los tres comenzaron a gritar con emoción y a saltar, mientras Lucy y Layla los miraban como si de repente les hubiera salido un cuerno.

-¡Tranquilizaos!-Gritó Lucy con una mirada terrorífica tras unos segundos de insoportable ruido, silenciando al instante a los alborotadores que se sentaron como niños buenos en la silla. La mujer suspiró y dirigió su mirada a su marido, que la observaba de reojo con gotitas de sudor en la nuca, y mucho miedo-Me parece bien que quieras entrenarlos pero… ¿Acaso sabes en qué consiste el examen, genio?-Preguntó con ironía caminando hasta la mesa. Lucy dejó el bol en el centro de esta y se sentó, bajo la mirada de los tres chicos y la niña pequeña aun en brazos de su padre.

-Esto…-Murmuró Natsu, soltando una risita nerviosa mientras sus hijos lo fulminaban con la mirada- La verdad es que no.

-Como suponía-Suspiró la rubia, poniéndose la comida en el plato. Después, lo hizo en los de sus hijos, que esperaban con los tenedores en la mano, aun mirando a su padre- Debemos ir al gremio y preguntar, y de paso, informar al Maestro que ya estás aquí.

-¿Cómo sabes que…?-Comenzó a preguntar su marido, pero tras abrir la boca se dio cuenta a quien estaba preguntando. Lucy lo sabía todo-Si, tienes razón- Suspiró el hombre, cogiendo el bol que le tendía su mujer. Natsu le dio a Layla a la rubia y se puso la comida.

-¿Cuándo no la tengo?-Preguntó retóricamente la mujer, con una sonrisa de satisfacción. Todos, excepto la bebé, les apareció una botita de sudor en la nuca. Aunque pensaran que se estaba comportando de manera superficial, no se atreverían a decirlo. Preferían seguir viviendo a morir lentamente.

Comenzaron a comer todos en silencio, disfrutando de la comida que Lucy había preparado. Natsu degustaba como nunca aquel manjar, emitiendo soniditos de placer que hacían que su mujer sonriera satisfecha. Durante su misión, los alimentos que había comido no estaban a la altura de su paladar exigente, acostumbrado a la comida de su esposa.

-Podríamos empezar a entrenar hoy en la tarde- Propuso el hermano mayor rompiendo el silencio, con la comida en la boca. Todos dirigieron su mirada al rubio.

Lucy se volvió hacia él molesta, exclamando un "Come y después habla". El rubio, asintió y tragó, mirando a su padre, este comenzaba a abrir la boca. Pero a Natsu no le dio tiempo a responder, ya que se le adelantó Igneel.

-¡Que dices! Ya sabes lo que sucede en la tarde cuando Papá vuelve de una misión, por eso ha dicho que será mañana por la mañana- Le dijo el pequeño al de cabellos rubios, inocentemente, sin saber el significado de sus palabras. Los padres de los niños se atragantaron con la comida y comenzaron a toser convulsivamente, con el rostro todo rojo. A veces deseaban que Igneel no fuera tan inteligente para su edad.

-¡Oh, tienes razón! Entonces eso significa que dormiremos o en casa de Levy o de Erza… O de Happy…O de…-Musitó Haru pensativo, dándole la razón a Igneel, cosa que no era muy común. El pequeño pelirosa asintió.

Natsu se había quedado en completo shock murmurando y echando humo por las orejas, mientras que Lucy dirigió bruscamente –tras recomponerse de la impresión- a los niños, con su bebé en brazos, toda roja de ira y vergüenza. Si Natsu hubiera estado consciente, les hubiera gritado a sus primogénitos que corrieran por sus vidas.

-¿¡SE PUEDE SABER DE DONDE OS HABEIS SACADO ESAS CONCLUSIONES, NIÑOS!?-Gritó abochornada asustando a la pequeña, ese tema no era para unos niños, alguien debía haberle hablado de "eso" con ellos.

Haru e Igneel, saltaron en sus sillas y soltaron un grito de niña por el susto que les había dado su madre. Lucy esperó la respuesta con cara de pocos amigos, mientras que los niños, la miraban con miedo. Su madre podía llegar a ser peor que Erza cuando se lo proponía.

-Nos lo dijo Loke…-Murmuraron asustados a la vez rebelando al autor de sus comentarios, casi llorando. Ambos niños observaban a su madre agazapados en la silla, solo se les veía las manos, medio rostro y el pelo. Temblando como una hoja ante la intensa mirada de Lucy.

La mujer de cabellos rubios con su única mano libre y levantándose de la silla, la dirigió hacia el cinturón que colgaba de su cadera, en particular hasta el bolsillo donde guardaba las llaves de sus espíritus celestiales. Y mientras Natsu seguía paralizado y sus hijos lloraban en silencio de miedo, seleccionó la llave del mencionado con fuerza y rabia y lo llamó sin su usual discurso, alzando la llave dorada en el aire y bajándola de golpe. En un haz de luz, apareció Loke, el espirtitu celestial también llamado Leo; un hombre vestido con traje, pelo anaranjado y unos ojos azules ocultos tras unas gafas del mismo color. Tenía una mueca de una leve molestia.

-¡Lucy! ¿Por qué no me has llamado en dos días? ¿Y por qué no has pronunciado el discurso? Si no lo haces, no tiene gracia-Preguntó reprochando a la rubia, sin darse cuenta del peligro que corría. De reojo vio a los niños y a Natsu, sentados en la mesa de al lado. Su mueca fue sustituida por una sonrisa alegre a su vez sacudió su mano saludando al petrificado Dragon Slayer-¡Oh, hola Natsu! ¡Cuánto tiempo! ¿Qué tal tu viaje?-Le preguntó a este, sin darse cuenta tampoco del shock que padecía. Los niños continuaban blancos como la cal, mirándolo con miedo y con una advertencia grabada en los ojos.

-Loke.

-¿Si, Lucy, amada mía?-Giró su cabeza para dirigir su mirada a su dueña atendiendo a su llamado, con una atractiva sonrisa. Haru e Igneel comenzaron a negar con la cabeza, sin pronunciar palabra alguna. Ninguno se atrevía tampoco. Loke estaba perdido.

La mujer abrió la boca con un tic nervioso en la ceja, conteniendo toda la furia e ira que sentía en aquel momento. Loke les había hablado de "eso" a sus hijos, teniendo sol años, y encima, tenía la cara dura de ocultárselo. Y ahora aparecía diciéndole "amada mía" cuando sabe que le molestaba una barbaridad. Sí. Loke no sobrevivía esta vez a la ira de Lucy.

Pero antes de que alguna palabra saliera de la boca de la rubia, una sombra se movió rápido entre los dos, colocándose en medio. Una intensa ola de calor inundó la habitación causando que Lucy y los demás comenzaran a sudar de pronto. La sombra que se había puesto entre Loke y Lucy, era un Natsu ya despierto de su shock. Oh, y tanto que estaba despierto. Pasarían los años y seguiría reaccionando de la misma manera a los elogios del espíritu hacia Lucy. El cuerpo del Dragon Slayer se encontraba tenso e inmóvil, desprendiendo un furioso calor y alguna que otra llamita. La mujer observó como la mano de su marido se encontraba cerrada con fuerza, marcando cada musculo de su fornido brazo, conteniéndose por completo. Natsu estaba muy cerca del rostro de Loke, observándolo con rabia y celos, preparado para atacar ante cualquier incitación. De su garganta se podía escuchar perfectamente como le gruñía.

Todo el mundo se quedó muy quieto, con los ojos y la boca muy abiertos. Nadie movió ni un solo musculo por miedo a la reacción de Natsu. Parecía que el tiempo se hubiera ralentizado. Y el ambiente de la cocina se tensara por completo.

El Dragon Slayer miraba directamente a los ojos al espíritu estelar, retándolo en silencio a que lo incitara, ocultando con su cuerpo a la maga estelar tras de él, de una manera muy posesiva. Aquel comportamiento era muy natural, típico de un Dragon Slayer adulto. Todo el mundo lo sabía, pero nadie lo tomaba en serio, hasta que pasaba esto. Un Dragon Slayer tenía los mismos instintos que un dragón, en cuanto a todo. Sobre todo con su pareja. Calía ser muy cuidadoso cuando uno de ellos se encontraba en el estado de Natsu. Porque se volvían muy hostiles y peligrosos, si daba un paso en falso.

Por su parte, el pelirosa sentía interiormente como todo su cuerpo temblaba de pura ira. En su cabeza pasaron miles formas de castigar al que se había atrevido a invadir la línea de lo permitido con su pareja. Todas peores que las anteriores. Todas más sádicas que las anteriores. Todas iguales de atractivas. Pero aun así, todo rabioso, permaneció quieto, sin mover ni un musculo. Solamente intimidado y advirtiendo al hombre de enfrente que lo observaba con impresión.

-Si no quieres morir quemado- Cuando abrió la boca, tras dejar de gruñir, su voz se escuchó muy espera y ronda. A Lucy y a los demás se les erizó la piel de la impresión. Sin dejar de mirar a los ojos de Loke, le advirtió de una manera muy hostil- No le digas esas cosas a Lucy.

Aguantó unos segundos quieto, manteniendo su mirada a Loke hasta que fue golpeado por una sartén sucia en la cabeza, sacándolo de su estado de celos por completo. Soltó una exclamación de dolor y se giró con las manos en la zona golpeada dirigiendo su mirada a Lucy. En una de sus manos se encontraba Layla y en la otra, el arma empleada para agredir al Dragon Slayer.

-¿¡Se puede saber qué te pasa, loca!?-Gritó Natsu cabreado, con un deje de dolor. Lucy lo observaba con el ceño fruncido, molesta. Detrás de Natsu, Loke trataba de atrapar a su alma que había salido de su cuerpo por el susto.

-¿¡Que qué me pasa a mí!? ¿¡Que te pasa a ti!?-Preguntó retóricamente la rubia, también gritando. Layla se reía de la situación, sin entender nada-¡Desde cuando se te está permitido comportante como un animal posesivo!

-¿Animal posesivo?-Exclamó horrorizado el Dragon Slayer olvidando el golpe de la cabeza, totalmente ofendido-¡Me estas ofendiendo, Lucy! ¡Yo no soy ningún animal!

-Pues es lo que pareces, comportándote así. Solo falta que me orines encima para que nadie se me acerque. Además, no me gusta que asustes de esa manera a mis espíritus.

-¿¡Que no te gusta!?-Soltó una carcajada irónica de repente, aflojando el ambiente de tensión- ¡Pero si prácticamente se te caen las bragas cuando me ves de esta for-¡-Natsu fue abatido por una sartén voladora, sin darle tiempo a acabar la frase. Había veces en las que debía mantener su boca cerrada, por su propia seguridad.

-¿¡POR QUÉ TODOS LOS DE ESTA FAMILIA SON TAN PERVERTIDOS!?-Preguntó retóricamente la rubia, tapándose la cara roja con la mano –ya- libre. Todo muy dramático. Deberían coronar a Lucy como la Reina del Drama.

Loke, Haru e Igneel, permanecían apartados de la conversación por miedo a morir. Los tres se aguantaban las ganas de reírse de Natsu. El Dragon Slayer se encontraba tumbado en el suelo, con un chichón en la frente y a un lado, la sartén toda abollada.

-Se la ha jugado-Comentó el hermano mayor, mirando a su padre con un poco de pena

-Totalmente de acuerdo-Dijeron Loke y Igneel, asintiendo repetidas veces.

Aquí está el primer capítulo de otro long fic. Este es una continuación de "Gracias, Lucy", en el cual se presenta a toda la familia Dragneel. ¡Espero que os haya gustado! ¡Nos vemos en el siguiente!