¡Hola!

10-Enero-14

.

.


Enero.

La ciudad se veía más hermosa que nunca, las luces iluminaban cada rincón. Desde el doceavo y último piso de un edificio, se encontraba un joven de aspecto serio, cabello negro al igual que sus ojos inexpresivos.

Hacía algunos meses acababa de perder lo más valioso que poseía. A su hermano mayor, Itachi. Su única familia, después del accidente de sus padres.

Caminó hasta el viejo edificio donde pasó su niñez, al lado de su padre, su madre e Itachi.

Le gustaba observar la cuidad desde lo más alto de esa azotea, era realmente hermoso.

-¡NO SALTES!-Una voz desesperada gritó. Sasuke volteo lentamente, no estaba seguro si se dirigían a él, pero, por otro lado él era el único ahí. O eso creía.

-¿Eh?-

-¡NO ACABES CON TU VIDA!-Gritó una chica de un extraño cabello color rosa pálido, ojos esmeralda, piel blanca, algo bajita comparada con él.

-Disculpa-Dijo Sasuke con calma.-¿Me hablas a mi?-preguntó con duda. ¿Quién era esa mocosa? ¿Y por qué le daba órdenes?

Ni de chiste pretendía acabar con su valiosa vida, pero a los ojos de la mocosa parecía que así era.

-Sírveme, sé mi esclavo- Ordenó ella.

-¿Cómo?-preguntó alzando una ceja y una sonrisa se dibujó en sus labios, que pasó desapercibida por la chica. ¿Lo había 'Salvado' para que fuera su esclavo?

-Si, no desperdicies tu vida, por lo menos si no la quieres, sirve de algo, ¡ayúdame a cumplir el mí objetivo!-suplicó.

La chica parecía realmente boba, podría divertirse un rato con ella, además, no tenía nada mejor que hacer con su vida, la cual empezaba a ponerse un poco aburrida..-Yo no gano nada haciendo eso…-Dijo Sasuke fingiendo indiferencia, para poner un pie sobre el barandal. La chica puso cara de espanto y habló.

-Por el contrario, claro que ganaras algo, un propósito, ¿No era eso lo que querías?-dijo seria, si fuera cualquier otro a punto de quitarse la vida, el argumento de la chica era bueno, si de verdad quisiera acabar con su vida, lo pensaría.

-No estoy interesado-Dijo, bajó el pie del barandal, y retrocedió. Por un segundo se asustó pues pensó que realmente podía caer.

-Por favor…-La escuchó suplicar.-Estoy realmente desesperada-Dijo con un tono de voz tan dulce que podría matar a un diabético.

-Te escucho-Le dijo provocando una sonrisa de oreja a oreja en la enana. Después de todo no tenía nada mejor que hacer.