N/A: Versión alterna, mucho más angst, para la escena de "Words and Deeds" (tercera temporada), en la que Wilson va a visitar a House al ala de rehabilitación (donde éste último finge desintoxicarse).

18. TABACO. "A Wilson también le duelen los detalles de la niebla".

Le da una calada de cigarro. Una que lo priva un instante de la visión estoica de la silueta haciéndole compañía.

La silueta gesticula, Aquí no te permiten fumar.

Y el humo responde, Déjame en paz, mal nacido traidor.

Pero no dicen nada. Ni discuten. Él permanece desenfadado, indiferente, ausente. Y a su lado, Wilson, mordisqueándose la lengua, moreteada de tanta ansiedad.

Otra calada. Larga, extenuada. Para llenarse del calor ausente y abastecerse de un sabor que se le parezca al de su saliva encallecida con el recuerdo de su droga. La que sí es de su propiedad.

Wilson lo mira. Demasiado. Y como siempre sus ojos de cachorro le expresan cientos de cosas, (y él no quiere hacerse responsable de tanto). Silencios repletos de nunca debo decirte qué tanto me dueles. Una postura rota, que arrastra bolsas bajo los ojos y mantiene su cabello oscuro reversado y el cuello de la camisa oculto por arrugado; gimiendo al desconsuelo. Mensajes hieráticos, fidedignos, a los que quiere escupirle, que casi públicamente expresan entre lloriqueos y pataletas: "Llévame contigo al infierno".

Pero no lo sabe. No puede hacerlo con certeza. Hoy no. Porque tras el humo las expresiones de Wilson están trastocadas. House se encuentra exánime y en estos momentos no puede esquematizarlo.

Otra calada, y esta vez es su presencia, la caricia dulce de Wilson; esa fuerza acolchada y de olor suave, renuente a retirarse y omitir insensiblemente su sufrimiento desesperanzado; pero también a pedile perdón, a decirle que no debió denunciarlo.

¿De qué lado estás Wilson?

Mira hacia la ventana. Roto, vendido. Impregnado todo con el hedor del tabaco.

El cigarro le provoca la sed y la migraña y jamás le ha gustado. No hay nada qué decir, nada que hacer: a Wilson también le duelen esos detalles (navegantes, que flotan, que apestan, que causan mal de pulmón y son grisáceos). Excelente, piensa. Pues ahora que hizo lo correcto lo detesta más que nunca. Es inmaduro y un crío, lo sabe, y aún así la devoción de su amigo, su anhelo exhaustivo a protegerlo le sabe a infidelidad y a bazofia y a… venganza -por todo el mal que le ha hecho-. Le recuerda a Stacy.

Tú también me vas a dejar.

Wilson suspira y su piel se reseca. De tu lado, House. Estoy de tu lado. Sus ojos que expresan demasiado no pueden resistirlo, le arden con la niebla de las cenizas. No debe dejar que lo vea llorar.

Sabe que tiene que marcharse, que House lo repele con una andanada de irritación (y de humo).

Pero cuando gira sobre sus talones, resignado, atestado de añoranza, y desaparece entre la nube de la última exhalación del cigarro, House, por un momento, también se desgaja, también añora y siente miedo aún sabiendo que Wilson es más fuerte que Stacy; también quiere apagar la llama en su propia muñeca –que la barrera entre los dos (y de la niebla) ceda- y decirle que fuma para lastimarlo. Más, y que es él quien lo siente y que es él quien...

Quédate...

No dice nada, por supuesto. Y lo observa marcharse.

conmigo en el infierno.