Cuando Decidas Quererme

Story: Cuando Decidas Quererme
Storylink: s/12133739/1/
Category: Twilight
Genre: Romance/Hurt/Comfort
Author: la chica invisible
Authorlink: u/2363528/
Last updated: 09/03/2016
Words: 6433
Rating: M
Status: In Progress
Content: Chapter 1 to 1 of 1 chapters
Source:

Summary: El tener un padre alcohólico y adicto al juego. Había orillado a Bella a extremos que no esperaba. Como lo era su próximo matrimonio. Edward le había prometido dinero y lujuria. ¿Estaría dispuesta a esto?

Hasta que decidas quererme

Los personajes le pertenecen a la genial SM y no a mí, la historia solo es de mi cabeza que divaga.

Summary: El tener un padre alcohólico y adicto al juego. Había orillado a Bella a extremos que no esperaba. Como lo era su próximo matrimonio. Edward le había prometido dinero y lujuria. ¿Estaría dispuesta a esto?

Prefacio:

Edward necesitaba cobrar su herencia, que su abuelo había dejado con solo la condición de que se la daría hasta que cumpliera treinta y estuviera casado; Edward cumplía una de las clausulas, ya tenía treinta años y necesitaba el dinero para poder independizarse de la familia, estaba cansado de vivir y trabajar en él negocio familiar, pero para lograr sus deseos necesitaba una esposa y para eso estaba Bella, que tenía deudas hasta el tope y necesitaba salir de ellas. Ese era el mejor trato a conveniencia de él, claro.

Sin embargo Bella tenía otra historia, había tenido una familia feliz, todos sus caprichos eran cumplidos de inmediato, esto cambió después de cumplir dieciocho. A sólo días de irse a la universidad tuvo que levantar el teléfono para encontrarse con una noticia que daría un giro completo a su vida, su madre acaba de fallecer en un accidente automovilístico, esto hizo un cambio para mal en su vida y apenas estaba por descubrirlo.

¿Un matrimonio sin amor?, eso era anormal, aunque el pago por este acuerdo era justo, ¿Bella estaba dispuesta a realizarlo?

Ahora Edward le presentaba un futuro encantador; pero, ¿realmente sería el ángel que llegara a salvarla o sería un demonio que la hundiría a un infierno peor del que ya estaba y su única manera de averiguarlo era diciendo sí, frente a un juez?

Capítulo 1

Bella PVO

La mañana era soleada, los rayos de sol entraban por la ventana anunciando un nuevo día que iba a ser tan especial, era hora de despedirme de todos los amigos, parientes, de mi gran fiesta de despedida para poderme ir al Instituto Culinario De Nueva Inglaterra, una de las mejores escuela del país, ahí pasaría los próximos años estudiando para ser una chef profesional y después se iría a Francia a estudiar una especialidad en esta cocina, todo estaba planeado a la perfección. Me levanté alegremente, mi madre y mi hermana menor ya estaban en la cocina.

—Hija, ¿Cómo amaneciste? —preguntó alegre Renne al verme entrar a la cocina.

—Muy bien, sobre todo emocionada, y ¿tú? —pregunté exaltada de emoción al ver que la mayoría de la decoración para la fiesta ya estaba puesta.

—Cómo puedes ver Vanessa y yo nos levantamos temprano a preparar todo para tu fiesta— comentó alegre.

—No puedo esperar para que sea mañana, ¿el cheque está listo? —indagué con ansias, esperaba que lo estuviera, si no ¿cómo ingresaría?

—Ya tu padre lo tiene hecho, relájate Bella—comentó mi madre mientras me tomaba de los hombros—, no puedo creer que mi pequeña ya se tenga que ir. —dijo abrazándome fuertemente.

— ¿Cuándo sea mayor yo también iré a la universidad? —preguntó mi pequeña hermana de apenas siete años, lo que se creyó que era la menopausia resultó ser una pequeña hermana.

—Claro que sí, en ocho años tú iras a estudiar lo que desees como tu hermana Bella—informó mi madre emocionada.

Lo que más deseaba mi madre era que nosotras hiciéramos lo que ella no había podido hacer, estudiar en la universidad, ya que mis abuelos no habían tenido los recursos para mandarla y se había quedado con ganas de estudiar; y cuando se le había presentado la oportunidad, yo estaba ya en camino y mi madre se tuvo que casar y así olvidar una vez más sus sueños.

—Renne, hay que irnos, el pastel nos espera—exclamó mi padre desde la entrada y mi madre nos besó a ambas y salió.

En esos momentos nos pareció algo cotidiano decirnos que nos queríamos y se fueron, Vanessa y yo nos decidimos poner a trabajar sobre la decoración que faltaba en la casa, realmente era poca; mi madre había avanzado tanto en la mañana para dejar casi nada para nosotras, después de terminar, el calor se había incrementado mucho y decidimos entrar a la piscina un rato. Ésta no tenía demasiado tiempo, Charlie hacía poco que había cambiado de puesto y ganaba mucho mejor, tanto que en el pequeño patio trasero decidió instalar una pequeña piscina como mi madre siempre había deseado, el único deseo de Charlie era cumplir y consentir todos los caprichos de Renne y de nosotras, todo lo que deseábamos si estaba en sus manos en pocos días lo teníamos y si no era tan próximo hacía todo para lograrlo después.

Cuando nos cansamos y nos dimos cuenta de que faltaba poco para que comenzara la reunión que habían organizado para mí, Vanessa y yo nos fuimos dentro, enseguida la metí a bañar para que ella atendiera a la gente que fuera llegando temprano. Al ir caminando por la casa, me di cuenta de que el contestador marcaba un mensaje, eso me extrañó, era raro1 que recibiéramos mensajes.

—Este es el número de emergencia de la señora Renne y Charlie Swan; se solicita comunicarse de inmediato al Hospital General de San Francisco—era lo único que decía el mensaje.

Inmediatamente busqué el número, y lo marqué lo único que me decían, era que habían llegado mis padres después de un accidente automovilístico, no me quisieron dar más detalles hasta que llegara a allá. Saqué de bañar pronto a Vanesa para irnos inmediatamente para allá, en hospital realizaría las llamadas para cancelar la fiesta.

Vanesa no podía parar de llorar mientras nos dirigíamos al centro médico ambas llenas de angustia por no saber qué era lo que pasaba. Conforme daba uno y otro paso sentía un escalofrío peor que el anterior que alteraba por completo mi sistema, algo malo realmente estaba pasando y no entendía por qué, si todo ahora iba tan bien, ¿Cómo se destruye una vida tan rápido?, al llegar a recepción, ese escalofrío, que no me había abandonado, decidió atacarme con más fuerza.

—Soy familiar de Renne y Charlie Swan, ¿qué paso? —lo último lo susurré casi sin aliento, no podía creer que esto pasara.

—Le mandaré llamar cuando el doctor esté aquí—comentó la enfermera de una manera educada mientras buscaba unas cosas—, mientras ¿sería tan amable de llenar este expediente del señor Swan?—me entregó un cuestionario que tomé por inercia.

— ¿Qué sucede con mamá, Bella? —inquirió aterrada mi pequeña hermana.

—No debe de ser nada serio, Vanesa, tranquila—le susurré mientras la abrazaba para que se tranquilizara.

Llené el cuestionario completo, sobre las alergias y problemas que tenía mi padre, pero de mi madre no sabían o no querían decirme nada, eso sólo me mantenía en un suspenso peor. Vanesa al tranquilizarse se comenzó a dormir, después de una agonizante hora, llegó el doctor, quien pregunto enseguida por nosotras. Suspiré al ver su cara de compasión por nosotras.

— ¿Qué pasó? —fue lo único que atiné a preguntar en ese momento.

—Tú eres la familiar de los señores Swan—aseguró y yo sólo asentí en respuesta, no quería moverme mucho para no despertar a Vanesa—, ellos tuvieron un accidente automovilístico, hicimos todo lo humanamente posible pero tu madre no pudo sobrevivir—su voz era tan serena que no entendía sus palabras.

— ¿Mamá está... muerta? —fue lo único que salió de mi boca sin pensar demasiado.

—Así es, siento mucho su perdida, si necesita ayuda, aquí tenemos un buen psicólogo…—todo en ese momento lo dejó de escuchar, no podía creer lo que estaba pasando, no entendía cómo era posible de un momento a otro perder a un ser querido.

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Época actual (8 años después).

Para mi desgracia la alarma inició a sonar justo cuando comenzaba a tener un sueño profundo, me levanté medio adormilada, el turno de la noche había sido infernal ya que se había tenido más clientes de los que se esperaban y eso había ocasionado más trabajo, andar de un lado para otro en el restaurante buscando acomodo, y que las mesas reservadas no fueran ocupadas, eso era tan cansado… me puse una bata para salir a recibir el correo, y como no era una sorpresa todas eran de deudas aunque lo quisiera nunca lograba sorprenderme este hecho, estaba en ellas hasta el cuello y aún más arriba y no encontraba aún la solución para pagarlas todas.

Las pocas tarjetas de crédito que me quedaban estaban hasta el tope, ya que mi padre intentando hacer maniobras con ellas, para pagar menos, lo único que ocasionó fue endeudarnos aún más, ya que mientras usaba una para pagar la otra, se endeudaba al doble con ésta para pagar la anterior. Esa era nuestra vida, deuda, préstamo, deuda, préstamo así hasta el infinito, nunca he entendido como cinco minutos de distracción te pueden arrastrar a tener que dejar todo, estudios, casa, vida para convertirlo en deudas, que se vuelven imposibles de pagar y aun peor a la defunción de nuestra querida Renne.

Entré a casa sin muchos ánimos aún arrastrando los pies. A pesar de que todos aman el clima soleado, éste suele deprimirme recordándome los pocos flashes que tengo de esos días: el entierro de mi madre, el dar el cheque de la universidad para pagar la cuenta del hospital ya que el seguro médico había expirado y con las reconstrucciones de la casa, nadie se había interesado en volver a dar mensualidades a éste, todo en un momento ahora se había vuelto un inferno, en el momento en que deshice mis maletas y a los pocos años las volvimos a hacer pero no para ir a la universidad, sino para mudarnos a una casa más modesta, ya que después del accidente donde falleció mi madre, tres años pasaron para que de nuevo la mala suerte llegara a nuestras vidas y otro accidente ocurrió en ese momento y ahora Charlie era el incapacitado, y con su pensión y mi sueldo de mesera no ayudaba a pagar nada de eso y nos tuvimos que cambiar a algo más acorde a nuestro presupuesto. No pude evitar suspirar al ver todo esto, la pequeña casa a la que nos mudamos se caía a pedazos, aunque lo intentara o que no lo hiciera parecía una alegoría de mi vida; con mi poco sueldo intentaba que no sucediera, pero arreglaba una cosa y otra se descomponía, era deprimente y frustrante sufrir constantemente de eso; al ver otra pared carcomida, suspiré frustrada.

Comencé a hacer el almuerzo que siempre tenía el mismo elemento principal: huevos, ya que no tenía suficientes recursos económicos para poder variar mucho la dieta. Eso sí, siempre los preparaba de una manera distinta, intentaba ver el lado positivo aunque este fuera demasiado pequeño que se tenía que buscar con una lupa para poder verlo; Charlie odiaba enteramente esta situación, siempre hablaba de que odiaba el almuerzo que siempre tenía que ser el mismo, renegaba y maldecía esta situación sin ver que él era el que la causaba, y no tenía conciencia sobre ello y si la tenía sabía ocultarla muy bien donde nadie la viera ni se diera cuenta o la otra opción era que era experto en ahogar esta culpa entre tanto alcohol y juegos de apuestas como pudiera para dejar de pensar cada noche en la miseria en la que vivíamos, todo se hubiera podido recuperar de no ser por esa vida que eligió después de la muerte de mamá. Todo lo olvidó para ahora ser su prioridad él y sus vicios y se olvidó de sus hijas y los deseos o necesidades de éstas.

—Con tu doble trabajo, ¿no deberíamos comer mejor?—rezongó molesto mientras buscaba en el refrigerador una cerveza para aliviar la cruda de la noche anterior en la que llegó sin sentido en un taxi que me salió el doble de caro porque vomitó dentro de él.

Y esa era una situación tan cotidiana, o sino, llegábamos juntos porque tenía que ir a buscarlo a la taberna donde estuviera, tenía que pagar sus taxis o venía alguien igual de borracho a dejarlo porque no tenía ni un centavo para pagar, porque siempre tenía rachas de mala suerte y cuando lograba ganar algo de dinero, no se retiraba hasta perderlo todo de nuevo e incluso pagar con las pocas cosas de valor que nos quedaban, era por eso que nunca me quitaba la cadena de oro que me había dado mamá, esa siempre la conserva al cuello para que no pensara en darla como pago de sus juegos perdidos.

—Comeríamos mejor si el noventa por ciento de mis sueldo no se fuera en pagar deudas, —comentó un poco molesta- y tus apuestas y tu alcohol diario-piensó esto último y comienzó a servir con mala gana, me molesta mucho la actitud que toma, cuando por su culpa estamos así.

—Ya sé que soy un mantenido y un inútil, no tienes que recordarme que por ti se come en esta casa, y que no puedo decir nada del desayuno o almuerzo porque enseguida te pones así Isabella, ¡¿olvidas quién soy?!—gritó Charlie, golpeando el suelo con el bastón que tenía que usar para sostenerse.

—No es reclamo ni recriminación, sino que esto sería diferente si tuviera que dejar de pedir dinero prestado por tus contantes apuestas y el poco dinero de tu pensión se va en alcohol—refutó sin entrar en histeria, pero dejó su plato en su lugar de mala manera.

—Isabella aunque me mantengas sigo siendo tu padre y no tienes por qué criticar mi modo de vida, esa es sólo decisión mía y para algo es mi dinero—contestó sentándose y arrojando el bastón contra la mesa que se tambaleaba.

—Lo critico porque me afecta, a la que le reclaman tus deudas es a mí, nunca a ti porque saben que no tienes nada, la que tiene que andar viendo como paga soy yo, tú sólo te llevas las cosas y cuando ya no alcanzas me mandas llamar—replicó tomando molesta el tenedor para comenzar a comer.

—Me criticas demasiado, pero no entenderás, hasta el día que estés en mi situación—exclamó, arrojando a un lado su plato— y estoy harto de esto, quiero almorzar otra cosa me cansé de todo esto, no quiero nada, menos con tus reclamos.

Me quedé callada, yo también estaba cansada de la situación al menos una vez al mes lo poco que lograba ahorrar de las propinas lo tenía que entregar a los diferentes acreedores de mi padre, decidí aislar esos pensamientos, tendría que trabajar en un par de horas y no podía llevar mala cara, cuando ese trabajo me salvó la vida cuando lo conseguí a menos de una semana de haber enterrado a Renne, tenía que conseguir uno urgente, las terapias de Charlie nos estaban dejando sin nada y a menos que no quisiéramos comer yo me hubiera tenido que quedar en casa, esa situación me entristecía y me molestaba, era una sensación complicada, porque a la vez amaba mi trabajo, al menos un tiempo estuve en la concina y fui feliz regresando a lo que quería ser antes de que ocurriera todo lo que cambió mi vida.

Lo único bueno es que en la cafetería tendría que cubrir unas horas extras para ganar un poco más de dinero y sobre todo sacar un poco más de propinas y así ahora avanzar en el último prestamo gigante que había tenido que pedir, no me arrepentía en lo absoluto, de hecho estaba orgullosa de ese acto, pero mi padre lo odiaba, no entendía que no tenía que ser él el más importante en mi vida y que no era al único que le tenía que pagar algo que necesitara, no eso no lo comprendía, le resultaba inútil que Vanesa ahora era la que podía cumplir su sueño y ayudar en un tiempo más y después independizarse, ella tenía la oportunidad que yo había perdido y que no tendría nunca de nuevo en mis manos.

—Si no pagas la universidad de Vanesa, estaríamos mejor, ella trabajaría también y no tendríamos que estar así de apretados, pero eres necia, te dije que no la mandaras y que no le metieras esas estúpidas ideas de estudiar en la cabeza, todo sería diferente si ella siguiera aquí—comentó mi padre y yo alcé la vista para ver como tomaba su plato de nuevo y lo veía de mala gana, tomó el tenedor y lo encajó con coraje.

—Así lo hubiera querido mamá, que al menos una de nosotras estudiara y que cumpliera sus sueños, que fuera a la universidad como ella tanto deseaba hacer, ella se lo prometió un día a Vanesa y yo tenía que dárselo, era mi obligación hacerlo—expuse y volvió a bajar la mirada al plato como si éste fuera lo más interesante del mundo, recordar eso me hacía deprimirme y era algo que yo no tenía permitido hacer.

—Renne hubiera querido, eso no existe, ella ya no está aquí, ya no quiere ni querrá nada—respondió molesto mi padre—, lo único que si ella lograra sentir ahora que no es posible es estar viva y que yo no la hubiera matado—dijo mi padre y toda su furia terminó siendo llanto.

—Fue un accidente, no te puedes culpar—argumentó mientras me levantaba a abrazarlo, aunque fuera sólo unos momentos en los que su amargura lo dejara, era un hombre vulnerable.

—No puedes decir eso, si yo no me hubiera pasado el alto, y el otro conductor no estuviera en el celular, nada de esto hubiera sucedió, fue mi culpa, sabía que no debería de haber acelerado, pero tenía demasiada prisa para regresar al maldito trabajo, que no le podía dar cinco minutos a tu madre y murió, todo es mi culpa, sería otra nuestra vida de no a ver hecho eso— argumentó amargamente y terminó sollozando.

Ya no comenté nada, siempre que me reclamaba lo que fuera, recordaba el accidente y se culpaba, esas palabras son las que no entiendo,¿ por qué si se siente tan culpable como dice, no hace las cosas diferentes?, pero no siempre termina en la misma situación, al yo salir de la casa, se espera unos minutos y sale directo a su bar favorito si no es que varía porque éste aún no se encuentra abierto y se emborracha hasta caerse y apuesta el poco dinero que le quedó de la noche anterior, es algo que no me agrada, pero no me queda de otra más que soportarlo, a veces quisiera huir pero es imposible sin mí, ese hombre no sobreviviría.

Una vez que está más tranquilo, lo dejo para que termine de almorzar su comida, subo enseguida a la habitación a darme un baño con agua fría, ya que no mantenemos el calentador para ahorrar en la factura de gas, este baño me hace sentir un poco mejor y menos cansada, lo único que me alegra es que por primera vez en un mes, voy a tener un breve descanso en la tarde de no ir al restaurante ya que el mes anterior no me dejaron descansar y me van a ir pagando mis días según los pida.

Salí del baño y me cambié con mi uniforme. Este de verdad lo odiaba, eran unos shorts tan cortos que nunca los usaba fuera de la cafetería, estaba segura que enseñaban la mitad de mi trasero y siempre para llegar hasta ella en el metro me ponía otros shorts menos cortos y una blusa tan pegada que no dejaba nada a la imaginación acompañada en la cafetería con unos patines, era bastante entretenido para los hombres que era lo que más teníamos como clientela pero no me dejaba de molestar que fuera como un trozo de carne andante.

Al llegar a la cafetería con diez minutos de retraso, ya que tuve que recorrer toda la casa en busca de las pocas cosas valiosas que nos quedaban para esconderlas de mi padre y que no apostara éstas, se me hizo tarde y el señor Newton no tardó en recordármelo con una mirada de desaprobación en cuanto puse un pie en el lugar. Él siempre me decía que la puntualidad era el hábito más importante de toda persona y que se perdía en la actualidad pero que él no dejaría que sus empleadas lo hicieran, así que llegué quitándome la ropa que me sobreponía encima del uniforme para llegar, me calcé los patines, me acomodé el mandil que usábamos con el nombre del lugar y me puse en acción ateniendo los clientes de mi sección, sin perder tiempo para así poder calmar al señor Newton.

— ¿Hoy es tu día libre? —comentó Bree en cuanto me paré unos minutos frente a ella.

—Así es, bueno sólo del restaurante—repuse desanimada, al ver la gente que estaba comiendo y la que nos esperaba.

— ¿Qué vas a hacer ahora en tu noche libre? —preguntó cautelosa mientras me veía con sus enormes ojos avellana.

—Supongo que irme a casa a descansar toda la noche y aprovecharla para dormir desde temprano—comenté deseando que pronto fuera posible eso—, lo que más deseo es irme a la cama a una hora normal.

—Eso es aburrido Bella, eres joven, ¿cómo deseas eso? —inquirió, rodando los ojos.

—Desde hace seis meses que no sé lo que es dormir a las no sé… pero muy tarde de las doce de la noche—comenté viéndola y negando con la cabeza.

—No puedo creer que seas así de aburrida—contestó mientras iba en camino con un cliente.

Observé el reloj por primera vez en todo lo que lleva trabajando, deseaba inmensamente que este marcara las cinco pero era imposible, llevaba una hora apenas trabajando para ser exactos dos y aún faltaban cinco horas para las cinco, que era mi hora de salida, justo para llegar al restaurante, cambiarme, maquillarme apropiadamente y ponerme a trabajar como anfitriona.

— ¿Vamos de fiesta esta noche? —preguntó Bree emocionada de sólo pensarlo.

— No lo creo Bree, quiero descansar—le aseguré con una enorme sonrisa para que ya no me dijera nada más.

—Isabella, descansar es para la tumba, ahí tendrás toda la eternidad para hacerlo, sólo se vive una vez—exclamó intentando contagiarme de su entusiasmo.

—Entonces digamos que ya estoy muerta por hoy, para poder hacer eso por la noche, te juro que ese ahora es mi deseo más grande—le contesté y ambas sonreímos.

—No puedo creerlo Bella, nunca tienes noches libres los sábados, y cuando llegas a tenerlos no quieres salir conmigo, ¿Qué pasa, no te caigo bien? —su comentario lo termina con un enorme puchero que me hace sonreír.

—Claro que me caes bien, te considero una amiga—contesté y en eso mis mesas terminaban a llamar.

Mi día se vuelve a agitar como la noche anterior en el restaurant, donde no veo el fin de mis clientes, que llegan y todos quieren a la vez ser atendidos y ser los primeros en recibir su comida, en la cocina no se dan abasto y aunque desearía ir ayudarles y al menos aunque fuera detrás de la parrilla de una cafetería estar ahí. El sueldo es mucho más bajo y no hay propinas así que sólo me queda dejar órdenes y recogerlas, el pensar en eso me hace entristecerme al ver mis sueños arruinados y convertidos en unos shorts cortos y unos patines, nada que ver con mis sueños anteriores de ser chef, tener mi restaurante y ganar suficiente dinero para trabajar por gusto y no por necesidad, pero era algo que solo se quedaba en eso, en sueños y nunca en realidad, aunque eso me doliera mucho.

—Ya no pienses te vas a arrugar—comentó Mickey el hijo del dueño.

—Suelo no hacerlo, pero ahora me ganó, quiero mantenerme joven más tiempo—comenté sonriéndole y golpeó mi nariz.

—Dudo que lo hagas con ese ritmo de vida que manejas—repuso y sus ojos se enfocaban en los míos.

—Son simples sacrificios, luego todo mejora—le sonreí sin mucha felicidad, pero la suficiente para que me dejase de insistir.

—Eso llevas diciéndolo desde hace ocho años que trabajas aquí—rebatió viéndome, —te voy a aumentar el sueldo sin que papá se entere, sólo acepta salir conmigo—comentó guillándome un ojo.

—No lo creo, sólo soy un trozo de carne a la venta aquí—le comenté mientras tomé mi orden y él entró a la oficina.

Me parecía increíble como siempre quería hacerme creer esas cosas, cuando ambos sabíamos que la administración de suelos de su padre era rígida y que aunque él quisiera no había manera de cambiar esa posición y menos de que él lo hiciera por debajo del agua, ya que era abogado y no administrador.

Regresé a atender las mesas, una vez pasando la hora de la comida, todo vuelve a la normalidad, donde los clientes son menos exigentes y piden menos cosas y desean que uno pase menos a interrumpirlos, para mi desgracia Bree regresó al ver que todo el trabajo disminuyó y nos sentamos unos momentos detrás de la barra.

— ¿Sabes que Mickey se muere por ti? —se interesó enseguida que llegó a mi lado.

—Claro que no, me ve como una amiga—contesté sin darle importancia a su comentario que ha repetido desde hace tres años que entró a trabajar aquí.

—Sí, claro, como una amiga, ¿cómo no? —Objetó sin dejar de negar—, bueno eso no importa ahora, ¿vas a ir a la fiesta? —replicó como si nada.

—No, quiero descansar—contesté sin más, dispuesta a discutir el asunto.

—Ya Isabella tienes que ir—rebatió viéndome de manera retadora—, si no lo haces, le tendré que decir a Mickey que aceptas su invitación y que incluso en secreto estás enamorada de él y que es mucho el amor que estás dispuesta a todo por él—amenazó y me sonríe con desafío.

—No eres capaz—refuté un poco nerviosa.

—No me retes, soy capaz—alzó una ceja para que me diese cuenta de que estaba determinada.

—No tengo dinero para salir de fiesta, esa es la verdad porque no quiero ir, sabes que mis recursos son limitados—le informé haciendo un puchero para ver si así logro salirme con la mía.

—Yo invito no te preocupes por eso—comentó Bree triunfadora.

— ¡Señoritas, mientras ustedes están platicando, perdemos clientes!—grita el señor Newton desde su oficina al vernos paradas charlando.

Ambas nos movimos pronto, aunque solo se encontraban dos parejas en mi área, me acerqué a ofrecerles algo, pero ambas se niegan, veo el reloj y me alegré de ver que dentro de una hora mi hora de salida llegaría e intentaría huir de Bree, era importante que si me escondía bien y salía sin hacer escándalos del establecimiento podría ir a descansar a mi cama y dormir como Dios manda.

Mientras hacía mi corte, me puse a pensar que en la cafetería era uno de los mejores trabajos que pude haber conseguido, ya que no exigía un tiempo indefinido de horas de trabajo y se ganaba bien para ser una simple mesera, ninguna se quejaba de la paga porque era un poco mayor que el minino, y aunque nunca faltara el atrevido que se pasaba y nos tocaba el trasero, el ver el cheque al fin de mes, nos hacía sentir tan felices que seguíamos soportando esos tratos, aunque mi situación era diferente, con todos los prestamos e intereses que pagaba tenía que mantenerme de anfitriona en un restaurante bar de lujo por las noches donde también al ser un horario nocturno ganaba un poco más de dinero que no me caía mal cada mes, al hacer la despensa o al ver las deudas.

Al pensar en esto, la hora se pasó tan rápido, que no me di cuenta hasta que me saludaron mis compañeras del turno vespertino que era por fin mi hora de salida, en ese momento me retiré con discreción del establecimiento para pasar a la parte trasera a cambiarme, el plan tenía que salir correctamente ya que ahora lo que más deseaba era estar en mi cama acostada viendo unas películas y relajándome lo más que podía, sabía que hoy mi hermana no llamaría pero al menos unas películas me caerían de maravilla para poder descansar.

Cuando comencé a cambiarme de ropa, para ya no tener que sobreponerme nada y ahora sí sólo irme en un short y una camiseta, unas risas demasiado conocidas se acercaban por el pasillo, al estar a medio vestir no ayudó para poder salir corriendo de ahí, a menos que quisiera que todos conocieran mi ropa interior, sus risas se acercaban y sus pasos alegres también; puse los ojos en blanco al saber que ya no tendría salida, aunque me alegraba mucho que fuera así ya que desde que Vanesa se fue a la universidad, ella era la única compañía que realmente conocía mis problemas y que por eso intentaba alegrar mi día con más ganas que nadie.

— ¿Quién crees que ira con nosotros a la fiesta? —preguntó rebosando alegría, sonreí.

—No lo sé—contesté sonriendo feliz al ver su actitud y al saber quién iría, al menos así podría retirarme casi enseguida.

—Ay Isabella, con esa actitud ni dan ganas de decirte quién va—su frustración se nota en su voz y me reí sólo un poco.

—Disculpa sólo es que me tomas por sorpresa, ¿quién va? —dije mientras sonrió emocionada al poderme regresar a una hora decente a mi casa.

—Esa actitud me gusta más, así creo que hay interés—dijo mientras cruzaba los brazos y me observaba, le regresé sincera la sonrisa—, bueno ya no importa iba a hacer que me preguntases de nuevo pero en fin. Es Diego el que va a venir, ¿no te emociona? —se sobresalta de emoción al decirlo.

—Supongo que si yo fuera la interesada me emocionaría—contesté y me vio con desaprobación, —pero eso no importa, ¿qué crees que pase esta noche? —pregunté viéndola emocionada.

—Yo espero que sí, ya llevamos demasiado tiempo en esto de somos o no somos, así que ahora todo depende de él, mi sí ya lo tiene para lo que quiera—con esa respuesta le di con mi camiseta.

—No puedes ser así, minino pónsela difícil—comenté sabiendo que va a ser ignorado ese comentario.

Bree estaba tan emocionada que fuera Diego que no dejó de sonreír por un solo segundo, una vez puesto un pie en la calle, mi plan de alejarme de ella quedó reducido a cenizas, ya que me tomó fuerte del brazo dándome a entender que no podría ir a ningún lado que no fuera con ella, después de unos minutos en el bus, me convenció de ir a la fiesta ya no obligada, sino con verdaderas ganas ya que su alegría era contagiosa.

Para no separarse de mí, me invitó a su departamento para ahí descansar y arreglarnos para ir al sitio acordado entre ellos, ya que yo no tenía ni la menor idea de dónde era, ya que esa información no me la había facilitado. Después de estar acostadas en su cama disfrutando de una película que estaba puesta, me comenzó a arrojar ropa para ver qué me quedaba mejor y qué debería ponerme, una parte de mí sentía que esta era más una cita doble sin que yo supiera quién sería mi pareja, que una salida entre "amigos".

Después de arduo arreglo y de parecer modelo por tantas cosas que me hizo probarme y quitarme para ver que me quedaba mejor, tomamos un taxi al lugar que quedaba retirado de mi casa, tendría que hacer un gasto más fuerte del que tenía pensado, pero al ver la alegría de Bree no podía evitar sentirme yo también un poco emocionada.

Llegando al lugar vimos cómo nos esperaba Diego parado frente al lugar, elegante y sonriente como si no pudiera estar en un lugar mejor en cuanto vio a Bree bajar del taxi, a su lado estaba su primo Mickey que nos sonrió abiertamente a ambas al vernos acercarnos, me molestó que no me dijera que estaría aquí, ya que lo que yo no quería era darle falsas esperanzas de algo que no iba a sucedes entre nosotros, eso lo volvía una situación incómoda ya que para mí simplemente era eso, el hijo de mi jefe no más que un viejo conocido.

—Pensé que habíamos invitados a unas señoritas guapas pero no tan hermosas como ustedes—dijo Diego a afán de saludo y coqueteó con Bree quien se sonrojó.

—No digas eso Diego, luego me la puedo creer y que no sea cierto—comentó Bree golpeando juguetonamente su hombro mientras lo saludaba con un beso en el cachete.

— ¿Entramos? —preguntó Mickey tímido, creo que él tampoco sabía que vendría.

—Me parece perfecto—contesté y le sonreí como siempre.

El hombre de la entrada nos pasó enseguida después de un breve y discreto saludo que hizo Diego con la cabeza y un apretón de manos con Mickey por lo visto eran buenos clientes, ya que los abucheos detrás de nosotros no se hicieron esperar, me sonrojé y Mickey aprovechó para tomar mi mano como señal de apoyo.

Al entrar una mesera muy guapa nos ofreció una mesa, algo que debía de agradecer es que ninguno de los dos le prestó demasiada atención ya que ambos iban platicando con nosotras sobre otros temas que no tenían nada que ver aunque tuviéramos que alzar la voz.

Al llegar a la mesa, ellos fueron los que eligieron las bebidas, sus discusiones sobre éstas incluso se volvieron un poco graciosas, pero no dejaba de sentirme incomoda por la manera en la Mickey me veía e incluso como se tomaba cierta libertad de tomar mi mano, al decidir las bebidas, salí un poco acelerada al baño para poder escapar de la constante insistencia de Mickey, que me comenzaba a molestar bastante.

Al regresar a la mesa, las bebidas ya estaba en ella, para iniciar eran uno shorts de tequila, continuados por una botella de whisky de la cual me obligaron a tomar, para "ambientarme" aunque eso era lo que menos quería ahora, ya que al pasar del tiempo se sentía más incomodidad entre nosotros y adormecer mis sentidos no era nada que quisiera justo ahora.

Al poco tiempo Bree y Diego se pararon a bailar y fueron desapareciendo entre la multitud de la gente, o tal vez se fueron sin decir a dónde; simplemente los minutos pasaban y no regresaban y Mickey comenzó a beber como si fuera agua, ya que era un trago después de otro, como si buscara valor para algo que de verdad no deseaba oír, ese acto me comenzó a aterrar.

— ¿Por qué nunca sales? —preguntó Mickey para romper el hielo que se había formado después de la desaparición de la feliz pareja.

Me quedé sin decir nada durante unos segundos, ¿se suponía que le contaría mi vida entera?, en el trabajo nuestras pláticas eran breves y sin sentido, él tampoco iba tan seguido a la cafetería así que, no manejábamos una relación muy profunda.

—Como sabes tengo dos trabajos para mantener a mi familia y no me queda mucho tiempo para diversión—le dije antes de darle un trago a mi segunda bebida de la noche mientras él se servía la décima, si no es que me fallaron las cuentas, cuando me levanté una vez más al baño.

— ¿Por qué dos trabajos?, ¿no te alcanza con el sueldo de la cafetería?—se acercó para escuchar mejor mi respuesta.

—Así es, tengo muchos gastos, así que tengo que buscar otra cosa—respondí intentando alejarme pero el antebrazo del sillón en el que estaba sentada estaba muy cerca,

—Bueno, tu sueldo podría aumentar si salieras conmigo—parece como si la poca distancia entre nosotros le molestara porque se acercaba cada vez más.

—No me interesa por ahora salir con nadie—respondí alejándome por completo hasta llegar al tope.

—No te preocupes, estoy dispuesto a quitarte esa idea—me arrinconó y se acercó aún más a mí.

Me comenzó a besar, al inicio es tranquilo, esperando un rechazo pero no logré evitar hacerlo, sus labios suaves me gustan no puedo negarlo, es tan lento que me dejé seducir, hasta que lo hizo más intenso, llegando a demandar tanto, que intentó a morder mi labio con molestia al no continuarlo, una de sus manos se fue a mis piernas y me abordó hasta querer forzarme para abrirlas y poder introducirlas, empecé a forcejear contra él, pero es demasiado fuerte y estaba en una posición bastante incómoda para hacerlo, pero no dejó de hacerlo, hasta que se quitó abruptamente de mí.

— ¿Qué no ves que no lo desea? —dice una sensual voz en la obscuridad.

— ¿A ti que te importa?—refutó Mickey mientras que ese hombre me tendió una mano para levantarme.

—Eso, que no desea y estaba forcejeando contigo, así no se trata a una dama—contesta educadamente la voz y lo ignoró para voltearme a ver con unos hermosos ojos verdes—, ¿Estás bien? —preguntó sin perder de vista a Mickey.

—Sí, gracias, te lo agradezco mucho—respondí sincera y me sonrió.

— ¿Quieres algo de tomar? —preguntó atento y sólo sonrió, nunca nadie era tan atento conmigo.

En ese momento sentí vibrar mi teléfono en el bolsillo trasero de mi falda y me disculpé con mis ojos, me dirigí a un lugar un poco alejado para ver el número y que la música al menos bajase un poco de volumen.

El número no lo reconocí pero por el día que era, supuse que es mi padre, el hombre que me salvó desapareció entre la multitud cuando alcé la vista.

— ¿Qué sucede? —pregunté enseguida suponiendo que Charlie es el que llama y mi tono de voz suena molesto por el hecho de que me alejó de ese desconocido.

—Hija, tengo un problema te necesito—son las únicas palabras de mi padre antes de que todo se altere y se escuchen gritos.

Me quedé pegada al teléfono esperando una información más pero nada, sólo logré oír disculpas de mi padre y a continuación golpes, y no más, me quedé paralizada por unos segundos, ¿ahora que me pasaría?

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Hola chicas, ¿Qué les parece esta nueva historia?, sé que ahora no salió Edward pero va a tener un papel muy importante en la historia, se los aseguro en el próximo capítulo va a salir, sé que prometí subir la historia anoche, pero una muy buena fiesta se me atravesó y pues ya no pude pero hoy aquí está, espero que les guste y nos veamos en el próximo capítulo.

XoXo

La chica invisible

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