Capítulo 1 La escoba
James Sirius Potter miraba embelesado la escoba que recién acababa de llegar al Callejón Diagon, tenía suerte de haber visto como la ponían en el aparador, ese día no había nadie a la vista, pero al siguiente comenzarían a llegar todos los magos y brujas del mundo mágico para comprar los útiles escolares del próximo ciclo de Hogwarts, el colegio de magia y hechicería.
Su familia había ido un día antes de lo usual para evitar las multitudes, después de todo su familia era famosa; sonrió con superioridad. Se concentró de nuevo en la escoba, ¡qué no daría por tenerla! ¡Tenía que ser suya! Era el último modelo y era la mejor: la nueva Saeta fugaz, decían que era tan potente que podías sentir cómo la piel se te movía de lugar ¡sería asombroso montarla en los partidos cuando entrara al equipo de quidditch!
-¡James! – Gritó su madre: Ginevra Potter - ¡Ven acá! ¡Tenemos que irnos!
-¡Ya voy! – Replicó - ¡Mamá! ¿Me la pueden comprar? – Dijo poniendo los mejores ojos de cachorrito abandonado que pudo.
Ginny lo miró con una ceja enarcada, debía de admitir que ella también se moría por montar esa escoba pero no podían comprarla en esos momentos, no porque les faltara dinero sino porque no quería consentir tanto a James, ese año entraba Albus a Hogwarts junto con Rose y no quería dejar de lado las necesidades del menor por cumplir los caprichos del otro. Suspiró. Tal vez se la dieran de Navidad, pero sabía que sería poco probable, después de todo para ese entonces ya deberían de haberse agotado… O tal vez podría comprarla en ese momento sin que se dieran cuenta y luego dársela en Navidad. Sí, eso parecía buena idea.
-No James, ya nos vamos, nos esperan en casa de tía Hermione y tío Ron – le dijo.
-¿Y si me la dan de Navidad adelantada? – Preguntó esperanzado.
-No, – dijo firmemente aunque por dentro admiraba la perseverancia de su hijo.
-¡Por favor!
-Ya te dije que no James Sirius Potter,– dijo "enojada".
Él solo bufó y Ginny contuvo una sonrisa, se llevaría una gran sorpresa cuando fuera Navidad. Iban caminando hacia el Caldero Chorreante para irse a la casa Weasley-Granger por medio de la red Flu, ahí ya los esperaban su marido y otros hijos ¿Podría tener más suerte? Tenía una familia magnífica y un esposo de ensueño. Hicieron fila, cuando finalmente llegó su turno dijo "El Nido" con voz fuerte y clara, y entraron a las llamas.
Minerva McGonagall estaba en su despacho escuchando atentamente a Kingsley. No lo interrumpió aunque varias veces estuvo a punto de hacerlo se guardó sus dudas para después que terminara de hablar. Finalmente el nuevo ministro de magia terminó de hablar y se instauró un extraño silencio entre ellos.
-¿Crees que puedas hacerlo? Es solo un favor que te pido, no como ministro sino como amigo, Minerva, si crees que es demasiado pronto…
-No, disculpa por interrumpirte, pero no es demasiado difícil tomar esa decisión – dijo y Kingsley esperó su respuesta. – Claro que puedo ocuparme de ella ¿cómo dices que se llama?
-Selene Linight - respondió.
-Entonces Selene será mi ahijada de ahora en adelante,– dijo con convicción.
-No tienes que ir tan lejos solo debes de cuidarla y asegurarte que esté bien, creemos que el integrarse con más personas le hará bien así que de inmediato pensé en Hogwarts.
-Hiciste bien, Hogwarts siempre tiene las puertas abiertas,– intervino el retrato de Albus Dumbledore.
-Desearía estar aquí en otras condiciones, no para pedir favores.
-No te preocupes, nos encargaremos de ella aquí.
-Muchas gracias.
-No hay por qué – dijo Minerva sonriendo.
-¿Cuándo llega? – Preguntó Dumbledore.
-Mañana le traeré temprano para que le lleves a comprar lo necesario para empezar el ciclo escolar.
-De acuerdo, entonces la esperaremos mañana temprano.
-No sabes cómo agradezco esto.
Y dicho esto se retiró por la chimenea, la bruja suspiró y volteó a ver al retrato de su antiguo director.
-¿Qué piensas sobre esto Albus? – Le preguntó.
-Creo, Minerva, que has hecho lo correcto, – respondió sencillamente con una gran sonrisa.
-¿En verdad? No estoy tan segura, darle asilo a una niña que prácticamente no existía, me parece la mejor de las ideas, puede que ella no esté lista para esto.
-Entonces respóndete esta pregunta a ti misma ¿por qué lo haces?
El antiguo director notó complacido cómo su antigua colega se ponía a pensar en la respuesta. Luego se puso a pensar en lo que Kingsley había dicho, que la habían encontrado debido a una explosión de magia que dejó totalmente destruida el lugar en donde la habían tenido y por eso era que nadie había sabido nada de ella, había estado apartada del mundo, pobrecilla.
-¡Vamos papá! ¡Cómprame la escoba! – Suplicó James a su padre.
-James ya te dije que en este momento no, – respondió Harry divertido.
-¡Pero este año entraré al equipo de quidditch!
-Lo sé, pero mamá no quiere, – dijo.
-¡Pero tengo que tener una buena escoba! – Siguió reprochando.
-¿En serio? – Preguntó Harry mientras se paraba y se encaminaba a la sala.
-En serio papá – dijo – si tengo una buena escoba seré un mejor candidato.
-Muy bien – dijo fingiendo enfado. –Es suficiente, – se podía ver la desilusión instaurarse en la cara de James. – Mañana iremos al callejón Diagon por la dichosa escoba ¿contento?
James miró incrédulo a su padre que seguía teniendo el ceño fruncido, sin embargo había un brillo travieso en sus ojos y luego una gran sonrisa nació en sus labios. De pronto se lanzó a abrazarlo, fue muy extraño y corto (no era muy expresivo que digamos), le dijo gracias y se fue a cenar mientras esperaba el siguiente día con ansias ¿acaso se podía tener un mejor padre?
James se sentó a la mesa muy feliz y comenzó con su rutina diaria de molestar a Albus durante la cena, Rose y Hugo habían ido con ellos a su casa porque el tío Ron y la tía Hermione tenían una cena con una persona importante, aunque él sabía que era una cita entre ellos, igual que hacían sus padres a veces. Rose y Albus jugaban o leían (la mayor parte del tiempo jugaban), y Lily y Hugo hacían sus travesuras por ahí y por allá ¿y él? Subía a su habitación a planear la siguiente gran broma que haría junto con Kai y se ponía a imaginar cómo sería el tener la escoba entre sus manos, el montarla y el sentir la velocidad… Sería glorioso, quería que el tiempo pasara más rápido así que hizo lo posible para dormirse nada más acostarse y lo logró. La noche pasó sin que se diera cuenta y ahora solo tenía que esperar a que su padre se levantara para ir por la escoba, SU futura escoba.
Era una pequeña niña, no resaltaba mucho: pelo negro recogido en dos trenzas, fleco en la frente, delgada y pálida, parecía una muñequita de porcelana que se iba a romper. Sus ojos grises recorrían todo el lugar con algo de sorpresa y admiración, sus mejillas tenían un pequeñísimo sonrojo. A McGonagall le pareció una niña adorable.
-Minerva, esta es Selene Linight – dijo Kingsley, – la dejo a tu cuidado, debo irme hay asuntos que debo atender. -Antes de irse se hincó y habló con la niña por lo bajo, ella asintió un poco y él le sonrió confortantemente. -Vendré luego.
Se fue tan rápido como había llegado dejándolas solas, Selene parecía tener un poco de miedo ahora que Kingsley no estaba. Miraba al suelo sin atreverse a hacer contacto visual con McGonagall, quien comenzaba a preocuparse, el retrato de Dumbledore la miraba con una sonrisa.
-Bienvenida a Hogwarts, – dijeron al unísono los profesores.
Selene por fin los miró directamente, tenía los ojos vacíos de emociones que no fueran el miedo al contrario que unos momentos antes, a McGonagall le parecían dos túneles que no tenían fin, eran similares a los de Snape, con la excepción de que los de ella eran grises, un gris claro pero vacío al fin y al cabo. No sabía que más decir, no les había contestado y seguía mirándola como conejillo asustado, lo cual la comenzaba a incomodar.
-Vamos a ir a comprar tus cosas en el Callejón Diagon ¿te parece? – Preguntó amable McGonagall, ahora comprendía lo que Kingsley dijo sobre especial.
Ella solo asintió, bueno era un avance.
-Muy bien, vamos ya, – aventó los polvos flu a la chimenea.
¡POR FIN! Era el día y ahora SU escoba estaba por fin en sus manos. Una sonrisa soberbia se extendía por todo su rostro. Y su padre lo miraba contento, James decía mil y una veces "gracias papá", "se la prestaré a mis hermanos", "me portaré bien" y cosas por el estilo a las cuales Harry asentía aunque sabía que esos pensamientos no durarían más de una semana, quizás menos. Iban caminando hacia las chimeneas, solo habían ido por la Saeta Fugaz y debían volver a la casa para la comida. Estando en la fila para la chimenea el niño que vivió vio a McGonagall, su ex profesora de Transformaciones, hacía mucho tiempo que no la veía por lo cual dejó su lugar en la fila para saludarla.
-¡Profesora McGonagall! – La llamó Harry por entre la multitud.
Ella sonrió, aún después de tantos años la seguían tratando con tanto respeto, como si todavía estuvieran en Hogwarts. La nostalgia la invadió por unos momentos pero supo disimularlo y volteó para encontrarse con el niño-que-vivió-dos-veces.
-Potter – dijo con una gran sonrisa - ¿Cómo han estado tu familia y tú? Hola James – dijo cuando vio al pequeño.
-Hola profesora – respondió él.
-Excelente, gracias por preguntar profesora – respondió – veo que ha estado muy bien ¿qué hace en el Callejón Diagon?
-Vine a comprar útiles escolares y cualquier cosa que le haga falta a la señorita Linight, además de que tiene que familiarizarse un poco más con nuestro mundo – respondió.
-¿La señorita Linight? – Preguntó Harry confundido pues no veía a nadie con ella.
-¿No quieres saludarlos pequeña? – Dijo McGonagall con tono dulce a la niña que se escondía detrás de ella.
James, al saber que había otro niño presente, se puso detrás de la profesora para presentarse y jugar un rato con la niña; esperaba a alguien igual de inquieta que él para poder hacer alguna travesura pero pasó algo completamente diferente a lo que estaba esperando: al verse descubierta abrió tanto los ojos que James pensó que se saltarían de su lugar y ella trató de huir, se puso a un costado de McGonagall, aferrándose fuertemente a la mano de la directora. Harry miraba curioso la escena mientras James volvía con al lado de su padre un poco confundido.
-Hola – la niña lo miró con uno de sus ojos grises, tenía la mitad de la cara enterrada en la túnica de McGongall, ambas miradas se cruzaron por un pequeño instante, ella desvió la mirada rápidamente, él pensó que estaba avergonzada pero en realidad Selene estaba aterrorizada, los ojos de James se parecían tanto a los de… él – me llamo James – continuó con una delicadeza inusual en su voz.
Harry estaba sorprendido por diversas razones: primera, el terrible aspecto de la niña que le daba aires de cadáver andante; segundo, el extraño comportamiento que hacía pensar que no estaba acostumbrada a estar rodeada de gente; y por último, el tacto que mostraba su hijo al hablar con ella. Tal vez estuviera cumpliendo su promesa de portarse mejor. McGonagall también estaba algo soprendida, Potter Jr. No era precisamente un estudiante modelo y era conocido por su falta de delicadeza pero esta vez había sido una excepción y no comprendía lo que había ocasionado tal cambio.
James miraba fijamente a la niña que seguí escondida y recordó lo que había pasado unos instantes antes: él alcanzó a tocar su mano de manera juguetona y ella la trató de retirar, Selene no hubiera podido soltarse de su agarre pero él la soltó de inmediato. Había reparado en su aspecto pálido y desvalido… y en la horrible cicatriz que tenía en su mano y – según intuía podía apreciar – continuaba hasta su hombro, parecía una quemadura.
Un extraño silencio estaba presente, no era tenso ni incómodo (salvo para Selene) sino que cada quien estaba sumido en sus pensamientos. Sin que nadie tuviera tiempo para reaccionar ella se echó a correr, no soportaba estar con gente desconocida, McGonagall y los Potter estaba tan sorprendidos por el repentino ataque de pánico de la niña y el shock duró unos pocos segundos para después salir corriendo tras ella. Había mucha gente y pronto perdieron de vista a Selene entre la multitud.
Kai Xing estaba deambulando por el callejón Diagon, su madre le había dado veinticinco galeones para que se entretuviera por ahí mientras ella iba a visitar la tumba de Cedric Diggory, ella siempre iba una vez cada mes a dejar flores y llorar junto a la tumba (o eso suponía que hacía porque nunca le había permitido acompañarla). Kai era astuto y eso había sido la principal cualidad por la cual había sido sorteado en Slytherin el año anterior; y sabía que su madre, Cho Xing- de soltera Chang-, había amado a ese señor cuando era más joven, pero le parecía patético que siguiera yendo a la tumba cada mes sin falta alguna ¡ella ya tenía a su padre! Apretó sus puños ¿por qué seguía abandonándolo mensualmente? Al principio no lo comprendía pero lo toleraba y aceptaba, conforme el tiempo pasaba Kai comenzó a guardar rencor contra su madre que se mostraba tan distante casi siempre excepto en dos ocasiones en todo el año: Navidad y su cumpleaños. Los detestaba con toda su alma. Odiaba que se comportara tan hipócritamente: atenta y cariñosa como si eso lo compensara todo.
Iba tan sumido en sus pensamientos que apenas notó un pequeño golpe en su pecho pero la niña con la que chocó (o más bien que chocó con él) estaba tirada en el suelo como si hubiera sufrido un gran impacto, aunque Kai estaba molesto suspiró y le ofreció su mano al tiempo que preguntaba cortésmente "¿estás bien?". La pequeña parecía asustada y aun estando en el suelo retrocedió, huyendo de él. Por supuesto que se sorprendió por su actitud, él había tratado de ser más que amable y había sido todo un logro tomando en cuenta el humor en la que estaba; se le quedó viendo fijamente a su mano derecha que resultaba impactante porque parecía quemada.
A Kai le recordó a los animales que pasaban mucho tiempo encerrados y que no estaban acostumbrados a las personas, había rescatado a un perro así cuando tenía seis años y recordaba cómo tenía que acercársele a algún animalito como su perro; solo que nunca había pensado que pudiera haber personas así. Le parecía algo antinatural y más en una niña más pequeña que él, normalmente eran ruidosos y solo querían jugar. Se agachó lentamente y ella retrocedió un poco más, él estiró de nuevo su mano aunque menos que la primera vez y con más cuidado, cuando estaba a punto de hablarle para tranquilizarla se paró.
¿Qué estaba haciendo? ¿Por qué lo hacía? Frunció levemente el ceño pero se quedó donde mismo perdido en sus pensamientos. Selene lo observaba un poco curiosa, ella creía que le iba a gritar o algo pero se quedó callado y tendiéndole la mano; igual que Kingsley cuando la conoció pero este chico tenía otro aire, algo distante, desolado y trágico… Le recordaba a ella misma y tomó una decisión: tomó la mano que le ofrecía el niño, cuando los ojos azules eléctrico de él y los grises de ella se cruzaron, Selene desvió la mirada y comenzó a ponerse de pie, cuando ambos estaban parados ella trató de librarse de la mano de Kai inmediatamente pero él se lo impidió y se le quedó mirando intensamente, ella comenzó a asustarse y cada vez trataba de zafarse con más ahínco.
-¿No es un poco grosero irte sin dar las gracias? – Preguntó Kai con tono indiferente mientras la soltaba.
Selene estaba confundida ¿no le iba a hacer algo malo?
-¿Y bien? ¿No vas a agradecerme? – La niña se sonrojó tenuemente y agarró un pedazo de su falda, abrió la boca.
-Gra…
-¡Selene! – Se oyó la voz de James Potter - ¡Kai! – Exclamó sorprendido. – ¿Qué haces aquí? ¡Papá! ¡Directora McGonagall! ¡La encontré!
Kai también estaba sorprendido de que su amigo conociera a la escuálida y temerosa niña, pero lo que más le sorprendía era que ella también estaba huyendo de su amigo; James, por su parte, no esperaba encontrarse con su mejor amigo hasta que entraran a la escuela, lo último que había sabido de él era que estaba castigado, sonrió travieso, era genial que no fuera así porque podrían planear travesuras de antemano.
-¿Te escapaste de casa? Creía que seguías castigado por nuestra obra maestra de fin de cursos – dijo juguetón James.
-Tú sabes que a mamá se le olvidan las cosas – se encogió de hombros – y que no le hago caso –agregó arrogantemente.
-¡Genial! –Exclamó James. –Es bueno tener de vuelta a mi compañero de bromas ¡gracias por atraparla bro!
-¿Quién es? –Preguntó Kai curioso mirando en dirección a Selene que se había escondido atrás de James.
-Ella es Selene Linight – dijo James quitándose de en medio para presentarlos propiamente.
Selene al verse sin protección alguna miró a todos lados antes de salir corriendo por donde había venido, en dirección de Minerva McGonagall que venía unos veinte metros atrás.
-¡Hey! ¡Nargles! Nos vemos bro – y salió corriendo tras ella.
Kai los observó irse, suspiró, se encogió de hombros y siguió su errático camino.
-Muchas gracias por ayudarme a encontrar a la señorita Linight – dijo McGonagall a los Potter y, dirigiéndose a Selene dijo – Discúlpate con los Potter.
La niña la miró con sus ojos grises y la directora detectó un poco de temor en ellos, Selene dirigió su mirada hacia el suelo y jugando con un pedazo de su falda dijo muy quedamente "lo siento".
Era la primera vez que Minerva la oía hablar y fue realmente… decepcionante, su voz era muy dulce pero débil y tartamudeaba mucho incluso para decir esa pequeña frase de modo que en vez de escucharse "lo siento" fue más como "l-l-l-lo s-s-s-sien-n-n-n-to", incluso parecía que ni ella misma estaba acostumbrada a usarla y que era algo desconocido para ella. Los Potter no escucharon nada en realidad pero no lo mencionaron por cortesía.
-No fue ninguna molestia profesora, espero que le vaya bien en sus compras. James y yo tenemos que volver a casa.
-Que les vaya bien, salúdeme a Ginny y a todos los Weasley, en especial a la señorita Granger – dijo la profesora con ternura.
Harry prometió que así lo haría y se encaminó junto con su hijo hacia las chimeneas, James se volvió bruscamente y le gritó a Selene "¡te veo en Hogwarts!" alegremente y ella le dedicó un pequeño adiós con su mano sana, también adornaba su rostro una imperceptible sonrisa y un ligero sonrojo que le daba a su rostro una pizca de vida.
-Señorita Linight- dijo McGonagall pero ella no hizo ningún gesto de reconocimiento – Selene – la niña volteó.- Todavía no te acostumbras a tu nuevo apellido ¿verdad? – Ella negó con la cabeza.- Ya veo, ¿te parece si empezamos a comprar tus útiles escolares? – Selene asintió con la cabeza y Minerva sonrió.- Muy bien, hay que apurarnos para después ir por tu varita.
La cara de Selene se iluminó de alegría, y por primera vez en todo el día trató de ver el lado positivo de ese día, estaba a punto de convertirse en una bruja ¿qué podía ser más emocionante que eso? Siguió por detrás a McGonagall y como ella no volteaba para atrás se permitió sonreír a sí misma.
¡Hola! Nuevo fanfic :D Espero les haya gustado este capítulo, me encantaría saber qué piensan así que por favor dejen reviews n_n Este fanfic no tendrá actualizaciones tan seguidas ya que tengo como prioridad acabar el de "Número trece" de Frozen. Favor de tener paciencia XD
Siguiente Capítulo: Hogwarts
Disclaimer: Todos los personajes y lugares que reconozcan son propiedad intelectual de J.K. Rowling, los que no les suenen son míos :3
