Corría por el Aeropuerto de la Ciudad de México apurada, debía llegar cuanto antes o perdería el vuelo. Por suerte por traía más equipaje que una pequeña maleta que colgaba de mi hombro balancéandose de un lado a otro mientras avanzaba.

- Sakura - grité aliviada cuando encontré la particular cabeza rosa de mi amiga, daba gracias a Dios que ella hubiese tenido la fantástica idea de pintar su cabello de un color tan extravagante y llamativo.

Sakura volteó al instante confundida, me miró con sorpresa y alegría y acortó en segundos el espacio que había entre nosotras.

- ¿Qué haces aquí? No tenías por qué venir a despedirme, con la fiesta de ayer fue suficiente Hinata... - murmuró acariciando mi cabello - Aún así estoy muy feliz de verte una última vez.

- No, yo... - respondí encontradamente tomando aire después de correr con peso por el aeropuerto - Yo... iré contigo - informé mostrando el boleto de avión que recién había comprado. Los hermosos ojos verdes de mi amiga se abrieron con sorpresa para después bajar por mi brazo y ver mi maleta.

- ¡¿Qué?! - exclamó con sorpresa - Pe-pero... ¿sabes que no planeo regresar, cierto?. Me voy para no volver - confesó triste.

- Lo sé, quiero irme contigo... - sabía que Sakura estaba realmente confundida, no traía una maleta que indicara que de mudaría de país en serio. Inclusive ayer por la noche durante su fiesta de despedida no comenté nada sobre seguirla pues mi vida estaba en México.

- Estoy muy confundida ¿cuando tomaste la decisión? ¿y tu familia? - cuestionó no creyendo en mis palabras.

- Mi familia... - repetí incómoda desviando la mirada. En ese momento todo vino a mi mente de golpe haciendo que perdiera el color del rostro. Observé hacia los costados con atención, teniendo la sensación de que nos estarían mirando, pero nadie nos notaba por suerte. - ¿Puedes confiar en mi y caminar conmigo para abordar? Te contaré una vez en el avión... - prometí tomándola del brazo y empezando a caminar.

Aunque en un inicio opuso resistencia la extraña pelirrosa que tenía por amiga comenzó a caminar conmigo sin hacer ningún comentario más.

- Qué hermoso es el cielo... - pensé observando las nubes a través de la ventana. Era de noche y no se podía apreciar realmente su belleza, pero jamás me había subido en un avión ni apreciado el cielo nocturno desde esa altura hasta ahora.

Acomodé mejor los audífonos sobre mis orejas y cerré los ojos intentando relajarme. Ya estaba muy lejos de casa, hacía horas que habíamos despegado de México y aunque no tenía idea de dónde me encontraba exactamente no me importaba.

De pronto unos suaves toques me sacaron de mi ensoñación. Abrí los ojos lentamente encontrándome con la mirada verde de mi amiga. Me regaló una pequeña sonrisa y saludó con la mano.

- La aeromoza me dejó cambiarme de asiento ya que nadie lo ocupaba y puesto que es un vuelo directo no habrá ningún problema - explicó con incomodidad. Su mirada estaba apagada, sabía que se encontraba triste y quería hablar conmigo, podía ver que tenía tantas preguntas por hacerme y yo me mostraba reacia a contestar desde el aeropuerto. - ¿Qué está pasando Hinata? Yo tengo un sentimiento muy extraño y me duele... - admitió apretando su pecho. - ¿Por qué...? - apretó los labios cortando sus palabras, había demasiados por qué.

Saqué los audífonos de mis orejas y la tomé de las manos asustada, hubiese querido postergar este momento hasta llegar a Corea pero parecía imposible.

- Prométeme que cuando te cuente, no te alejarás de mi... - le pedí en un susurro sintiendo como mis ojos se llenaban de lágrimas. - Yo... asesiné a mi padrastro - confesé.