AVISO: Este fanfic es probablemente el fanfic más anti-Reigisa de la historia. Gracias por su atención.


Your body is my party
I'm doing this little dance for you
You got me so excited
Now it's just me and you


"Hermanito... ¡Voy a casarme!"
Cuatro palabras fueron suficiente para que Rin perdiera la cabeza.
Su dulce e inocente hermana pequeña, llevaba ya algunos años saliendo con su ex-capitán del equipo de natación, Seijuro Mikoshiba. No era mal chaval en absoluto, pero era su misión de hermano mayor mantener a salvo a su pequeñina, y protegerla de cualquiera que intentase hacerle daño.
Preguntó varias veces a la chica si estaba tomándole el pelo. De todas formas, ella era demasiado jóven para casarse. ¡Sólo tenía diecinueve años! Rin se sintió un poco intimidado también. A sus veinte años ni siquiera había perdido la virginidad, cosa que dudaba que Gou tuviese aún, y su hermanita iba a casarse.
Aunque había alguien que se tomo la noticia aún peor que Rin. Y ese era el hermano pequeño de Seijuro, Momotaro Mikoshiba.
El niñito llevaba encoñado con Gou desde el primer día que su hermano mayor se la presentó, esperando el momento en el que rompiesen para hacer su jugada con la chica. Sabía que el Mikoshiba mayor era un mujeriego de mucho cuidado. Lo que no sabía era que esta vez el muy idiota se había enamorado de verdad.
El hermano de Seijuro había intentado convencer en multiples ocasiones a Rin para que se aliase con él, y destruir la pareja. Pero Matsuoka se negaba rotundamente, y le daba un zape simplemente por intentarlo.

Aunque de eso hace ya casi seis meses... Rin no podía creerse que su hermanita pequeña fuese a casarse mañana.
Puede que un poco como venganza, o puede que por su recien descubierta faceta de gusto por el mismo sexo, a Rin le pareció divertido llevar a su cuñado de despedida de soltero a un club de striptis homosexual.
Un amigo del instituto de Gou con quien Matsuoka había hecho amistad, Rei Ryugazaki, le ayudo a convencer al alto pelirrojo de que irían a un lugar con chicas guapas. Por supuesto, no iba a dejar que mirase a otras mujeres cuando iba a casarse con su hermanita. El menor de la familia Mikoshiba también insistió en ir. Y no iban a negarle el placer al niñito, ¿verdad? Además, tenía diechiocho años, era mayor de edad después de todo.
Vendaron los ojos de los hermanos, y los subieron al coche de Rin con una sonrisa cómplice.
Condujeron unas horas, hasta llegar a un mal barrio de su ciudad. Allí, Ryugazaki leyó en voz baja al conductor el cartel luminoso de color rosa que se presentaba ante ellos.
"Dancing Waters"
Matsuoka sonrió ampliamente, y aparcó el auto. Los dos pelirrojos del fondo del coche se removieron en sus asientos un poco impacientes, y eso sólo hizo que Rei y Rin tuvieran que aguantar las ganas de reirse.
-Bien, chicos. Vamos a entrar, después de eso podreis quitaron las vendas. -Soltó, aparcando el coche un poco alejado del resto. Sabía que iba a acabar mal en un barrio como ese, sinceramente. Pero podía permitirse el arreglarlo. Además todo fuese por pasar un buen rato.

Los cuatro entraron en el local que sorprendentemente era bastante grande. Las luces estaban apagadas, con excepción del escenario principal, las barras de bebidas y algunos pasillos que Rin supuso que serían los baños.
Rei soltó los hombros del pequeño Mikoshiba, mientras que el otro hizo lo mismo con el mayor. Los chicos aún no habían conseguido deshacerse de sus vendas, cuando una voz anunció el siguiente número.
-Caballeros... Flake Grey.
Rin levantó una ceja, intentado evitar una pequeña risa cuando un chico canijo y bajito salió al escenario principal. La canción Body Party de Ciara comenzó a sonar por todo el sitio. Los hermanos Mikoshiba se veían incluso más emocionado que antes, intentando quitarse las vendas con torpeza.
El niño parecía incluso menor de edad a ojos de Matsuoka. Y no le extrañaría que lo fuese. En esos sitios y barrios se preacticaba la compra-venta de chicos y chica, bien por medio de secuestro o simplemente por padres que vendían a sus hijos por dinero, la mayoría de los casos para comprar droga.
-Umm... Este es uno de los mejores espectáculo. -Ryugazaki se colocó las gafas, cuando el pequeño comenzó a bailar agarrando la barra de metal que se encontraba clavada verticalmente en frente suya. -Aunque no lo pondría en el puesto número uno.
-¿Ya has venido antes aquí? -Preguntó Rin, sorprendido.
-Bueno... Digamos que mi padre tiene negocios con este sitio.
Matsuoka levantó una ceja, pero no hizo ningún otro comentario. Sabía que Rei era un tipo extraño, pero no se metía en sus asuntos. Y él en los suyos tampoco. Por eso se llevaban tan bien.
Ryugazaki tenía razón, sin embargo. El chico de pelo plateado se movía en la barra con gran sensualidad, y de forma casi imposible en la opinión de Rin. Al ser muy delgado, serpenteaba alrededor del palo de forma bastante flexible.
Entonces, fue cuando el primero de los hermanos consiguió quitarse la venda. ¡Wow! ¡Progreso!
-Esa chica tiene los pechos pequeños... -Comentó Momotaro en un susurro a Rin, cuando el bailarín se quitó la camiseta y la lanzó al público. El más alto sonrió y susurró de vuelta.
-Eso es porque es un chico.
-Oooh... -El pelirrojo se quedó unos momentos mirando los ojos azules del chico del escenario, y tardó tres minutos antes de reaccionar. Literalmente. Rei los había contado con el cronómetro del móvil. -¡ESPERA! ¿QUÉ?
-¿Qué me he perdido? -Seijuro se acercó con la venda aún en la frente incluso más apretada que antes. Por lo menos se la había apartado de los ojos.
-¡Nos han traido a un sitio gay! -El pequeño Mikoshiba zarandeó a su hermano ofendido, como si estuviese reclamando que le hiciese caso. El pelirrojo mayor volvió su mirada dorada a los otros dos chicos que se mordían el labio intentando aguantar las risas.
-¿Estáis mal de la cabeza? -Se quejó, haciendo la misma mueca estúpida que el pequeño. Desde luego eran iguales.
-Venga, venga no os disgusteis. -Rin agarró a los dos Mikoshibas por los hombros. -Tomamos algo, disfrutamos del espectáculo, y volvemos a casa.
-¡Pero queremos chicas! -El chico de cabellos granate les dirigió una mirada que helaría la sangre del más valiente.
-¿Pensabas que te traería a un lugar con tias buenas el dia antes de la boca con MI hermana?
-... B-bueno... Alguna copa... -Comentó Seijuro suspirando. Su hermano aún parecía algo mosqueado. Pero igualmente accedió.

El número del bailarin de pelo plateado acabó, cuando los chicos iban por la mitad de una cerveza. A pesar de las quejas de Momotaro, no pudo apartar la vista del chico. Rin le molestó con eso, pero se defendió con una excucsa barata como "Es que parecía una chica. Métete en tus asuntos".
Para el siguiente número principal, los cuatro colocaron sus sillas mirando al escenario por recomendación de Rei. Segú él, ahora llegaba lo mejor.
-A continuación. Nuestro número principal. Nevada Tan. -Anunció la voz cansada.
Rin paseó su mirada carmesí por el tablado de madera, pero además de la barra utilizada por el chico anterior no había mucho más. La canción de "Skin" de Beyoncé comenzó a sonar por el local, pero aún así nadie había salido, hasta que la cantante empezó la canción.
De un lado apareció un chico poco más alto que el anterior, pero igual de delgado. Iba vestido con ropas rosadas, fáciles de quitar. El pelo de este era un rubio fresa bastante bonito, que ocultaban casi por completo unos hermosos ojos fucsia. Desde el momento en el que apareció en el escenario, Rin no pudo apartar la mirada de su pálido rostro. Era increiblemente atrayente. Todo empeoró cuando el chaval comenzó a mover sus caderas al ritmo de la música, bajando por la barra vertical. Rei sonrió de forma casi horripilante, pero Matsuoka no quería perder ningún movimiento del rubio, por lo que no perdió el tiempo en mirar a su amigo.
-Es el mejor bailarín del local... Es hermoso, ¿verdad? -Comentó Ryugazaki. Pero Rin lo ignoró.
De pronto, el espectaculo acabó antes de lo esperado para el chico de cabellos granate.

Las luces volvieron a ser un poco más claras, y comenzaron a abrirse los puestos más pequeños de baile con bailarines no tan buenos como el rubio que acababan de presenciar. Pero Rin se sentía bastante confuso. Quería saber más de ese chico. Se veía tan... Inocente. Tan perfecto. Esa mirada, ese rostro, esos pasos de bailes. Era casi como un ángel.
-¿Nos acercamos a uno de esos? -Comentó Mikoshiba, un poco borracho tras acabar su tercera birra.
-Yo tengo que ir al baño... -Declaró Momotaro, frotándose un ojo. Solía hacer eso cuando tenía sueño. El más pequeño del grupo también había bebido bastante, y a Rin no le extrañaría que se fuese a caer por el camino. Pero sinceramente le daba igual.
-Vale, no tardes chaval.
-Nooo~
Mientras sus ojos carmesíes seguían al pelirrojo que se tambaleaba por el camino, su mirada se cruzó con un rubito que se acercaba en esos momentos a una de las barras para pedir algo. Como si estuviese hipnotizado, se acercó al chico y se sentó a su lado, dejándo a Mikoshiba con Rei que fueron a uno de los puestos de bailarines. Les puso como excusa que "iría a ver como se las apañaba Momotaro".

-...Hola. -Saludó Matsuoka. El rubio, que era mucho más bajito que el lo miró con sus ojos rosados. Pero era extraño. No era esa tierna tímida mirada del escenario. Es más, casi tenían asco en ellos.
-Hola. -Susurró, arrastrando los sonidos como si se tratase de una serpiente. -Si crees que vas a llevarme a la cama sin pagar estás equivocado. -Su voz era aguda como la de un niño, pero su tono era evidentemente molesto, lo que le hacía sonar maduro.
-¿Qué? ¡No! No pretendía eso.
-Oh... Vale... -El chico sonrió un poco, aunque se veía algo más confiado no era del todo sincera.
-Quería esto... Felicitarte por tu actuación.
-Gracias. No fue de las mejores, pero estuvo bien supongo.
-Esto... Soy... Rin. Encantado. -El rubio levantó las cejas sorprendido un par de segundos pero pronto cambió esa tierna expresió que por primera vez se veía verdadera, de vuelta a una máscara para ocultar sus sentimientos.
-Oh... Es un bonito nombre... Para una chica. -El bailarín soltó una pequeña risa, la cual siguió Matsuoka. -Soy Nevada Tan.
-Es... Un nombre lindo. Pero no es real, ¿verdad?
-Claro que no. -Nevada se estiró un poco y sonrió misteriosamente. -Perteneció a una pequeña asesina de once años. -Rin levantó una ceja.
-Interesante...
-Umm... Me has caído bien. -El rubio se levantó de un saltito. -He acabado por esta noche. ¿Te apetece salir de aquí?
-Es que... Vengo con mi cuñado y...
-Ummm... Está bien. -No dejó acabar al chico de cabellos granate, y se levantó con una mueca. -Rajado.
Comenzó a caminar hacia la salida, y tal y como esperaba Rin comenzó a seguirlo. El bailarín sonrió de forma ladina.
-Espera.
-¿Te apuntas al final, niño-niña?
-Eh... No me llames así. -Rin frunció el ceño.
-Perdona. -Nevada soltó una pequeña risita. -¿Vienes?
-... Seh.

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El tono de un teléfono comenzó a retumbar en la cabeza de Rin, que cerró los ojos con aún más fuerza. El coco le dolía horrores. Tenía un resacón del carajo. ¿Quién coño le estaría llamando ahora?
Abrió sus ojos carmesí lentamente, cuando de pronto notó una presión rodeando su torso que por algún motivo estaba desnudo. Por suerte aún llevaba ropa interior. Paseó su mirada hasta el dueño de los brazos que lo rodeaban. Esta no era la primera noche que despertaba así, pero era completamente distinto.
Un pequeño ángel pálido dormía babeando la almohada en la que estaba apoyado. El rostro de Rin comenzó a ponerse del color de su pelo. ¿Qué estaba pasando aquí?
Estiró el brazo que tenía libre hasta su móvil, y lo cogió.
-¿Diga...? -Susurró.
-¿¡RIN!? ¿Dónde estás? Se supone que deberías estar aquí HACE UNA HORA. ¡Eres el padrino! ¿Y por qué tiene Momotaro la nariz rota? ¿Por qué mi prometido llega con unas ojeras enormes? ¿Qué hicisteis anoche? ¿¡DÓNDE ESTÁS JODER!?
-Gou. Rela-
-ES KOU ME CAGO EN LA PUTA. KOU.
-Kou. Escucha.
-NO. TU ESCUCHAME RIN. COMO NO VENGAS EN QUINCE MINUTOS-
-E-es que no se donde estoy.
-¡UGGGH! ¡TE ODIO! ¡Ya hablaremos tu y yo! Ve al banquete o te crujo.
Su hermana colgó el teléfono, y Rin suspiró.
Primero tendría que deshacerse del agarré del bailarín rubito.
Y de todas formas... ¿Cómo se habría roto el enano Mikoshiba la nariz? Seguro que era una historia estúpida de la que se reíria por generaciones.