CAPÍTULO 1: LA RENUNCIA

Todo comienza después de la batalla contra Hades, cuando Saori/Atena resucitó a todos sus caballeros. Los caballeros de bronce volvieron pronto a Japón, pero Saori se quedó en el Santuario a cumplir su deber como diosa.

Todo en el Santuario había vuelto a la normalidad, y la paz se sentía en todo el lugar...

-¡¡No puedes hacer eso!!- gritó Saori a todo pulmón.

-¡¡Claro que puedo!!- gritó Afrodita a su vez.

-¡¡Eres un cobarde!!-

-¡¡Y tú eres una vieja histérica!!-

Los otros diez caballeros dorados (n/a: no cuento a Dokho porque volvió a China) y Kanon escuchaban atentamente la conversación espiando en la puerta de la habitación de Saori. Milo y Shura tenían la oreja pegada a la puerta.

-Demonios- susurró Milo.

-Éste ya tronó- dijo Shura.

-Eso significa que tendremos problemas...- dijo Saga.

-Muchos problemas...- murmuró Kanon.

Dentro de la habitación, Saori y Afrodita se gritaban como si ambos estuvieran de un extremo al otro del mundo.

-¡Ya te dije que no puedes irte así nada más!- bramó Saori- ¡es una orden!-

-¡Pues no me importa!- rugió Afrodita de regreso- ¡me voy y no me interesa! ¡No volveré a ser humillado de nuevo!-

-¡Pues entonces largo, traidor!- gritó Saori- ¡haz lo que quieras!-

-¡Y es precisamente lo que haré!- gritó Afrodita, abriendo la puerta- ¡me largo de...!- pero se interrumpió al ver a Saga, Kanon, Máscara Mortal, Milo y Shura caer al suelo. Los cinco caballeros habían estado escuchando con la oreja pegada a la puerta, y no contaban con que Afrodita la abriría.

-¿Y ustedes que demonios están haciendo aquí?- bramó Saori, roja de ira- ¡¡largo!!-

Los diez caballeros dorados literalmente huyeron de ahí. Preferían mil veces volver a enfrentarse a Hades sin sus armaduras que lidiar con el mal genio de Saori.

-Vaya, nunca lo imaginé- dijo Aldebarán.

-Sí, que Afrodita renunciara... eso es extraño...- murmuró Aioria.

-Afrodita ES extraño, hermano- dijo Aioros- no me sorprende...-

-Vamos- dijo Milo- yo también estuve muerto y no me quejo...-

-¿Y todo el alboroto fue por eso?- dijo Mu, sorprendido- Afrodita debería estar agradecido con Saori por habernos vuelto a la vida...-

-Pues... tal parece que no- dijo Shaka- creo que ya no quiere morir de nuevo y seguir sufriendo como siempre lo hemos hecho, y va a cambiar de... trabajo...-

-Bueno, ya no hay nada que hacer chicos- dijo Camus- mejor vayamos a descansar, porque...- pero no terminó de decir eso, cuando la voz de Saori resonó por todo el Santuario.

-¡¡CABALLEROS DORADOS, LOS QUIERO VER EN EL TEMPLO DE INMEDIATO!!-

-¡Demonios!- murmuraron los once chicos a coro. Pero no tenían más opción que obedecer. Los caballeros dorados subieron a la habitación de Saori, quien se paseaba por ella como leona enjaulada, bufando de mal humor.

-Bueno, caballeros- dijo Saori con los ojos llenos de ira- estoy segura de que ya saben que Afrodita renunció...- dijo mirando a algunos de ellos.

-Sí...- respondieron los caballeros.

-Como se imaginarán, el puesto de caballero de Piscis está vacante- continuó Saori- si saben de alguien que pueda cubrirlo, les pido que me lo hagan saber mañana... los únicos requisitos son: que puedan elevar su cosmo al mismo nivel que un caballero dorado, y que hayan nacido bajo el signo de Piscis... ¿entendieron?-

Los caballeros asintieron, y Saori los dejó ir. Una vez libres, los caballeros regresaron a sus casas, pensando en quien podría ocupar este puesto. Marín era la única persona del signo de Piscis que conocían, pero ella ya poseía una armadura.

-Es una lástima- dijo Aldebarán- si Kiki hubiera nacido una semana antes, podría ocupar ese puesto...-

-Por algo no fue así- dijo Mu.

-Y entonces, ¿por qué renunció Afrodita?- dijo Milo- no entiendo...-

-Porque ya estaba harto de perder siempre, porque parece que él era el más débil de nosotros- contestó Camus- además, ya no quería ser un caballero...-

-¿Entonces...?- preguntó Shura.

-No quieres saberlo, créeme...- dijo Camus.

-Si tú lo dices- murmuró Shura, encogiéndose de hombros.

Aioros y Aioria caminaban en silencio, al parecer sin prestar atención alguna a la conversación del resto de los caballeros. Parecían estar en su propio mundo.

-Pero espero que Marín sea el nuevo caballero de Piscis, ¿verdad, Aioria?-

-Yo...- dijo Aioria, volviendo en sí- lo siento, Aioros y yo tenemos que irnos...- dijo lanzándole una mirada significativa a su hermano- esta noche dormiremos fuera... - se despidió con la mano y bajó corriendo las escaleras.

-Los veremos mañana, chicos- dijo Aioros, corriendo tras su hermano.

-¿Qué les picó a aquellos?- preguntó Milo.

-Ni idea- dijo Shaka, encogiéndose de hombros.

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Loa dos hermanos caminaban a paso acelerado por las calles de Grecia, y conversaban en el camino sobre lo que les acababa de decir Saori.

-Aioria, ¿acaso pensaste lo mismo que yo?- preguntó Aioros.

-Claro que sí- dijo Aioria- pero no creo que sea buena idea...-

-¿Porqué no?- dijo Aioros- tiene la edad suficiente, su cosmo alcanza el nuestro, y nació bajo el signo de Piscis... es perfecto...-

-Pero es...- dijo Aioria.

-No vas a decir que no solo por eso- dijo Aioros- pero primero hablaremos para ver si acepta...-

-De acuerdo- dijo Aioria.

Los dos caballeros dorados caminaron unas cuadras más, y entraron en una casa. Se encontraron en la sala, que estaba muy limpia, y había unos gruesos libros en los sillones.

-¡Aída!- gritó Aioros- ¿estás en casa?-

-¡Aioros!- se oyó el grito de alegría y luego los ruidosos pasos en la escalera. Una chica de cabellos y ojos castaños, vestida con una blusa blanca y un pantalón de mezclilla, se lanzó sobre Aioros y lo abrazó.

-¿Qué hacen aquí?- dijo ella, sin soltar a Aioros y sonriendo a Aioria- hasta que se dignan a venir a verme...-

-Aída...- dijo Aioros- me... estás... ahorcando...-

-Ups, lo siento- dijo ella, soltando a Aioros. Luego de eso, a Aioria le tocó el turno de casi morir ahorcado por un abrazo.

-Tenemos algo que decirte- dijo Aioria, una vez que la chica lo soltó.

-¿Y qué es?- preguntó ella.

-Es largo de contar- dijo Aioros- así que mejor siéntate...-

-En un momento- dijo ella, colocando dos platos más en la mesa- ¿ya cenaron? Preparé algo, espero que alcance para todos...-

Después de servir la cena para los dos caballeros, la chica se sentó a escuchar lo que tenían que decirle.

-Lo que sucede- dijo Aioria- es que Afrodita, el caballero de Piscis, renunció... eso quiere decir que el puesto está vacante...-

-Estábamos pensando- dijo Aioros- que si querías intentar ganarte la armadura dorada...-

-¿Yo...?- murmuró Aída, sorprendida- yo no puedo... soy una chica...-

-No hay nada malo en que seas una mujer- dijo Aioros- muchas mujeres son caballeros de plata y son mucho mejores que los hombres...-

-Pero... pero yo competiré no por una armadura de plata, sino una de oro- dijo ella- ¿cómo podré vencer a los hombres así?-

-No tengas miedo- le dijo Aioria con cariño- tú eres tan fuerte como nosotros... tu cosmo puede elevarse tanto como el de Aioros o como el mío...-

-Marín también nació bajo el signo de Piscis- dijo Aída de pronto, mirando a Aioria- ¿es que...?-

-En dado caso que ambas compitan, claro que te apoyaré...- dijo el caballero de Leo. Aída sonrió.

-Pues no lo sé- dijo Aída y, ante la mirada expectante de los dos caballeros, asintió- bueno, sí, tal vez...- al escuchar eso, Aioria sonrió y Aioros dio un grito de alegría. Aída se ruborizó- vamos, hermanos, no es para tanto...-

En ese momento, llamaron a la puerta.

-Ay, no- dijo Aída, cambiando su rostro sonriente a preocupado- debe ser ese Alejandro otra vez...-

-¿Quién?- preguntó Aioria.

-Un chico que no me ha dejado en paz desde la última vez que vinieron- respondió Aída, levantándose de la mesa- voy a estar allá arriba, díganle que ya estoy dormida...-

-Si tú lo dices- dijo Aioros poco convencido.

-Por favor- dijo Aída, y Aioros asintió. La chica subió las escaleras y se encerró en su cuarto. Aioria abrió la puerta.

-Buenas noches- dijo un chico en la puerta. Era rubio, de ojos verdes, y muy bien vestido. Tenía una mirada arrogante que a Aioria no le gustó nada- ¿está Aída?-

-Sí, pero ya se fue a dormir...- dijo Aioria, mirándolo receloso- ¿quieres dejarle un recado?-

-Eh, pues sí- dijo el chico- dígale que Alejandro va a pasar por ella mañana temprano...-

-De acuerdo- dijo Aioria, cerrando la puerta casi de golpe.

-¿Ya se fue?- preguntó Aída asomándose por las escaleras.

-Sí- dijo Aioros, riendo- y, si yo fuera él, no volvería jamás después de ver la cara que le puso Aioria...-

Sin embargo, Aída no sonrió. Al parecer, algo la preocupaba.

-Vamos, hermanita, quita esa cara- dijo Aioria- mañana en la mañana no estarás, porque te llevaremos con Atena para que compitas por la armadura de Piscis...-

-Vamos, a dormir- dijo Aioros, subiendo las escaleras. Aioria lo siguió.

La habitación donde dormirían era la misma donde lo habían hecho desde que los tres eran niños. Aída se acomodó en su cama y suspiró. Aioria se durmió inmediatamente. Aioros no podía dormir, porque Aída se daba vueltas en su cama. Aioros se levantó.

-¿Qué tienes, niña?- preguntó Aioros, sentándose junto a ella.

-No lo sé- dijo ella- ese chico nada más no me agrada... aunque es rico, y bien parecido... y media escuela quiere con él...-

-¿Y porqué tú no?- dijo Aioros.

-Porque... no lo sé- dijo sencillamente Aída- hay algo en él que no me agrada...- lo pensó un momento- es como si tuviera un mal presentimiento...-

-Yo pensé lo mismo- dijo Aioros, sonriendo a su hermana- y por la mirada que le echó Aioria, diría que él también...- Aída sonrió- no te preocupes, hermanita... si intenta algo, Aioria y yo le daremos su merecido...-

-Gracias- susurró ella, acomodándose y cerrando los ojos. Aioros la arropó y besó su frente. Aída se quedó dormida casi de inmediato. Aioros la miró unos segundos. Pensó que sí los había extrañado mucho cuando murió por Atena. Trece largos años sin verlos, ni a ella ni a Aioria.

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-Señor Mu...- una vocellita se escuchó dentro de la habitación del caballero de Aries. Mu no despertó... su sueño aún era muy profundo- señor Mu...- insistió la vocecita, y unas manitas movieron levemente al caballero por el hombro, haciendo que éste abriera los ojos.

-¿Kiki?- dijo Mu, bostezando- ¿qué sucede?-

-No me...siento bien...- respondió el niño. Mu se sentó sobre la cama.

-¿Y que te sucede?- dijo el caballero, poniendo una mano en la frente de Kiki- parece que tienes fiebre... no mucha, sin embargo... ¿tienes frío?- Kiki asintió- parece que estás algo resfriado. Ven, te daré algo para eso y luego vuelves a dormir...-

Mu dio a Kiki un medicamento para quitarle la fiebre y lo acompañó a su cuarto hasta que se volvió a dormir.

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-Más vale que encuentre un caballero de Piscis pronto- murmuró Saori para sí misma. Aún no lograba creer que Afrodita haya renunciado, y que haya dejado vacante el puesto.

-Atena- dijo una amazona. Saori levantó la vista. Era Marín- he venido a pedirle que me permita competir por la armadura de Piscis...-

-De acuerdo, Marín- dijo Saori- aún no hay más candidatos... si llega a aparecer algún otro, te lo haré saber...-

-De acuerdo- respondió Marín, retirándose. Saori se tendió sobre su cama. Vaya que sí había sido un día muy agitado.

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CONTINUARÁ...

Bueno, chicos, este es mi nuevo fic... Espero que les guste... Es una precuela de 'Los Dos Extremos del Santuario'... aquí les narraré como Mu conoció a Aída y todos los problemas que tuvieron hasta que los caballeros de bronce volvieron a Grecia...

Abby L.