Shingeki no kyojin pertenece a Hajime Isayama.

Ereri [AU]


Prologo

Levi Pov.

…¿Te conozco?...

Escucho voces desesperadas gritando mi nombre; el sonido de la sirena de lo que posiblemente puede ser una ambulancia inunda el ambiente, mi cuerpo se siente pesado; no puedo ver bien, todo está muy borroso, me duele todo. Trato de llevar mi mano hasta mi cabeza, un líquido recorre mis dedos y entro en pánico, todo comienza a apagarse. Solo veo oscuridad.

Abrí mis ojos de golpe y por auto reflejo llevé mi mano hasta mi cabeza, al descubrir que no hay nada, suspiré aliviado.

−Otra vez... − susurré sentándome en la cama, dirijo mi vista hacia la ventana que yace cubierta con cortinas oscuras, no tiene caso abrirlas después de todo no me quedare aquí mucho tiempo.

La puerta de mi habitación se abre sin nada de delicadeza, volteo mi rostro para ver a la persona que está en el marco de mi puerta, ¿persona? bah, es la tonta de mi hermana.

− ¿Que quieres? − pregunté sin muchos ánimos.

−Nada... − dijo conteniendo la risa que quiere salir de su boca, siento como comienzo a ponerme rojo de la ira o eso dice ella cuándo me ve enojado, es cuestión de segundos para que ella diga una tontería-... es solo que quería ver como se despertaba… ¡un monstruo!-exclamó con fuerza y dejando salir su risa de maniática.

− ¡Babosa! − grité enojado aventándole una de mis almohadas, ella siguió riendo como loca pues se cubrió con los brazos cuando mi sorprendente arma le iba a impactar.

−Pero es cierto, mira como tienes el cabello y esa cara de encolerizado solo te hace ver como un enano gru¨− y esta vez sí le pegue de lleno en la cara, ahora el que ríe como loco soy yo, mientras ella me lanza una mirada irritada digna de un Ackerman por haber interrumpido su estúpido discurso de cómo me convertiré en un Hobbit u otro monstruo que se le ocurra. − ¡Agh! Solo sal pronto de esa cueva, monstruo; Kenny nos espera. − dijo saliendo de mi habitación con un portazo. Eso que vi fue una ¿sonrisa?

Me levanté de la cama, me dirigí al escritorio que estaba enfrente y agarré lo único que me faltaba por guardar, aquel marco negro con detalles un poco marcados dándole la impresión de ser de madera y, esa foto a blanco y negro en donde un niño muy lindo abraza efusivamente a otro mocoso de cabello algo largo y ojos expresivos, ambos sonriendo felizmente hacia la cámara; siempre pensé que esos rostros pertenecían a Mikasa y a mí. Mi hermana y yo nos llevábamos de maravilla cuando éramos pequeños pero ahora ella solo me molesta la existencia.

Mikasa Ackerman o en otras palabras mi linda hermana, es una chica apuesta y atlética con fama de rebelde empedernida, pero si les soy sincero nunca vi salir a Mika –como yo suelo llamarla- con un chico a pesar de que le coquetea a todo lo que se mueva, estoy comenzando a creer que mi hermana es lesbiana y eso sí que sería genial. Sonreí ante mis pensamientos maliciosos acerca de la sexualidad de mi hermanita. Guardé el portarretratos en mi maleta y me dirigí al baño.

El tiempo transcurrió rápido, cuando me di cuenta ya estaba en el auto con mis auriculares puestos para no tener que aguantarme a Mika todo el camino, en verdad que cuando se proponía ser fastidiosa lo hacía tan bien que merecía un premio.

Durante todo el viaje estuve mirando por la ventana - nada nuevo - pensé al ver solo gris en el paisaje.

Desde hace casi tres años que solo veo blanco, negro y gris, lo cual es muy deprimente, de igual forma no es como que me importe, digamos que me he acostumbrado a mi vista canina.

Desde aquél día mi vida cambio de una forma que nunca podría a ver imaginado y lo peor de todo es que no recuerdo que fue lo que cambio, solo sé que me falta algo y quiero saber que es.

Hace una semana, nuestro Kenny –Si, llamo así a mi padre, ¿algún problema?- nos informó que volveríamos a eselugar, aunque no entendí a que se refería si pude notar la sonrisa melancólica en su rostro tosco y maduro por la vejez , sin embargo en mi hermana solo podía ver la sorpresa impresa en su cara - tal vez ese lugar era muy importante como para hacer que Mika tenga esa reacción- pensé en aquél momento y entonces me encontraba en el auto con una mujer cantando felizmente mientras el loco de Kenny le hacia lo que parecían los coros mientras trataba de sacudir su cabello igual que una estrella de rock, aunque a mi parecer, no era más que un epiléptico teniendo un ataque de histeria; ellos creen que no los escucho. Que ilusos.

Al parecer ese lugar era nada más y nada menos que la ciudad vecina, Shinganshina -¿Qué? Yo no le puse el nombre a la ciudad-. Cualquier adolescente se hubiese negado rotundamente a mudarse pero a mí eso me tenia sin cuidado, después de todo no tenía amigos que dejar atrás ni una novia a la cual extrañar, para mí los chicos de mi antigua ciudad eran molestos y unos babosos no como mi hermana que aunque me cueste admitirlo, Mika al menos me hace reír con su actitud infantil.

Llegamos a una casa muy grande y linda a simple vista, fruncí el ceño al darme cuenta que ya había estado en ese lugar pero no recuerdo cuando, solo tengo la sensación de ya haber visto esa casa. Sin detenerme a pensar, salí del auto como si los asientos quemaran y mis piernas cobraron vida por si solas. Corrí de repente hacia la gran casa sorprendiendo a Kenny y hermana quienes gritaban mi nombre como si me fuese a pasar algo malo. Que exagerados.

Al llegar a la entrada abrí la puerta con un fuerte tirón y choqué contra algo muy duro o más bien alguien, dirigí mi vista hacia arriba y me encontré con unos ojos color esmeralda, el color más hermoso que he visto en mi vida; un momento, -¡¿color?!- pensé sorprendido al darme cuenta de los colores que poco a poco se apoderan del espacio.

−Jo~ cuidado por dónde vas pingüinoescuché su voz y vi su sonrisa, la más socarrona que había visto en mi vida; sus manos en mi cabeza acariciándome y haciéndome ver más pequeño de lo que realmente soy.

Pingüino.

Yo he escuchado eso antes. Mucho antes. Incluso antes de esto. Lo observé con detenimiento haciendo que su sonrisa se ampliara un poco más, mostrándome unos lindos hoyuelos a cada lado de sus mejillas y haciéndome fruncir el ceño. ¡¿Quien se ha creído?!

− ¡¿A quién crees que llamas Pingüino?! − Estallé. Odio que me recalquen lo pequeño que soy.

Él rió.

-Esa risa me traerá problemas- pensé.

Que tonto.


|| Momento #0: Mirarlo con insistencia en un acto desesperado por su atención||

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