Por ella.
By: Time traveler, Joe.
Los personajes de esta historia le pertenecen a Naoko Takeuchi. Yo los utilizo aquí sin ningún fin lucrativo, más que la propia sanidad mental, pero eso no le afecta a nadie.
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Despertó por el mediodía con las sábanas cubriéndole gran parte del rostro y los cabellos negros desparramados por toda la almohada. Aun podía percibir el exquisito perfume que provenía del cuerpo de esa chica de cabellos rosados quien dormía, apacible, a su lado.
Acarició su rostro con sutileza, teniendo cuidado de no despertarla y le sonrió ampliamente a pesar de lo nublado que se encontraba su interior. Había pasado una noche maravillosa al lado de ella, de eso no había ninguna duda, pero esos pensamientos que la iban consumiendo poco a poco habían llegado mucho antes, tal vez meses.
—Rini...
Decidió cubrirse el cuerpo desnudo con un abrigo negro y unas botas altas para enfrentar el frío invernal del exterior y así abandonó su departamento. Necesitaba ordenar sus pensamientos y sería mejor tener la comida hecha para cuando Rini despertara.
Había muerto años atrás, y resucitado, casi instantáneamente, en forma de una tierna bebé. Su cuerpo había aumentado de tamaño y edad cuando la princesa la necesitó. Cargaba en su cuerpo el poder suficiente para destruir una estrella. Era peligrosa, demasiado peligrosa, inclusive para Rini.
Lo mejor sería dejar de existir, porque aunque la tenía a ella, aunque tenía a todas sus amigas, tenía miedo, miedo a herirlas, miedo a destruir ese hermoso planeta azul en el cual habitaban sus seres queridos.
Había intentado lastimarse días atrás y aun conservaba las cicatrices de tanto dolor y desesperanza en ambos antebrazos. Rini se había enojado mucho por tales actos, pero en ningún momento la había dejado sola. Rini. Todo era por ella. La vida había cobrado un poquito más de sentido desde que habían empezado su relación.
—Rini —susurró una vez más mientras conseguía, en un mercado, las cosas necesarias para preparar esa receta que tanto le encantaba a su chica de cabellos rosados.
Regresó a su departamento para cocinar y encontró algo de consuelo y fe al preparar la sopa caliente de brócoli. Entró nuevamente a la habitación y vio que esa chica ya la esperaba con los ojos bien abiertos, puestos sobre el techo.
Volteó a verla e inmediatamente le sonrió de oreja a oreja.
—Hotaru... estaba esperando a que llegaras —exclamó y la habitación se llenó de todo esa ánimo emanando de ella—. ¡Anda! Vamos a dormirnos otro ratito...
—Tengo la comida lista —le dijo sin más.
—¡¿En serio?! ¿Y qué es?
En cuanto la chica de cabellos negros y mirada reflexiva le contó lo que le había preparado comenzó a vestirse con ansiosa premura.
El gesto en su rostro cambió por completo, se detuvo por unos segundos y se quedó pensando. Entonces decidió expresar lo que tenía en mente.
—Por favor..., júrame que nunca me abandonarás, que siempre estarás aquí conmigo.
La mirada de Hotaru también cambió y un leve sonrojo le cubrió las mejillas. Sí, la vida cobraba más sentido cuando estaba con ella.
—Así lo haré —susurró segura de sus palabras—. Tenlo por seguro.
Fin.
