¡Hola a todos! Antes que nada, gracias por darle una oportunidad a esta historia. Trata sobre la nueva generación de magos en Hogwarts y se ambienta en el año 2022, en el que nuestros protagonistas Rose y Scorpius van a sexto curso. James va a séptimo, Lily Luna a cuarto y Hugo a tercero. Aclaro esto para que luego sea más fácil entender y leer la historia ^^. En fin, sólo espero que os divirtáis y que me dejéis vuestras críticas, tanto buenas como malas, para ver lo que hago bien y lo que hago mal. ¡Saludos!

Todos los personajes aquí retratados pertenecen a JK. Rowling y los utilizo sin ningún ánimo de lucro.

CAPÍTULO 1

Bienvenidos a Hogwarts

La estación de King's Cross estaba llena a rebosar, y los muggles miraban de forma extraña a toda aquella gente que vestía túnicas y que portaba lechuzas en jaulas de metal subidas en pilas y pilas de libros. Los Weasley y los Potter al completo se dirigían hacia el andén 9 y tres cuartos, de tal forma que armaban bastante jaleo, pues en total eran nueve personas nada convencionales, aunque Ron, Hermione, Harry y Ginny vistieran con ropas muggles.

Lily Luna Potter iba la primera de todas, emocionada como el primer día de curso y ansiosa por subirse al tren con destino a Hogwarts, mientras que sus hermanos y primos, aunque también ilusionados, se rezagaban un poco más charlando distraídamente.

-¡Venga! .- se quejaba la pelirroja instando a su padre.- seguro que se va sin nosotros.

-No se irá.- Harry la acarició el pelo y pidió a todos que fueran un poco más rápido para que Lily no se pusiera nerviosa. Ella era sin duda la más entusiasta, la que más alterada estaba y a la vez la más feliz por llegar al colegio cuanto antes, a pesar de que ya iba a cuarto curso y debería estar acostumbrada.

James Sirius, o James como prefería que le llamaran, molestaba a su hermano Albus como habitualmente hacía, pues éste ya estaba leyendo un libro sobre Historia de la Magia antes siquiera de subirse al tren. Desde luego James no se parecía en nada a su hermano, siempre tan estudioso y aplicado, mientras que él gustaba de remolonear en los amplios jardines del castillo. Por fin sería su último año y después podría trabajar como auror, a lo que siempre había querido dedicarse, tomando buen ejemplo de su padre.

-Me recuerda tanto a ti Hermione .- dijo Ginny mirando a su hijo Albus que casi devoraba las páginas del libro con la mirada.

Siguieron caminando con paso veloz, por insistencia de la pequeña de los Potter, hasta que por fin llegaron al andén correcto. Uno a uno los hijos fueron despidiéndose de sus padres, los cuales les pedían que se portaran bien, que estudiaran mucho y que hicieran caso a los profesores. A los mayores no les hacía falta esa retahíla, pero convenía repetírsela al pequeño de los Weasley, Hugo, que a menudo realizaba travesuras al estilo Ron.

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-¡Por fin! .- exclamó Rose dejándose caer sobre el banco de su compartimento. Albus miraba por la ventana y se despedía con la mano de sus padres, mientras que Hugo devoraba ya su sexta rana de chocolate ante la mirada atónita de su hermana, que le pedía una vez más que no comiera tanto.

-¡Mira Albus, me ha salido tu padre! .- rió divertido el muchacho mostrando orgulloso a Harry, que sonreía en aquel cromo animado.

-Hugo hermanito ¿no quieres ver a tus amigos?.- preguntó Rose instándole a que se fuera a su sitio, con los de tercer curso. El castaño asintió feliz y se marchó dando trotes a ver a sus compañeros.

-Qué fácil te desenvuelves de él .- dijo Albus antes de dar un bostezo considerable.

-La experiencia de toda una vida.- rió Rose y miró extrañada a su primo que daba un segundo bostezo, aún más grande que el anterior .- eh vamos, ¿no pensarás dormirte durante el viaje no?

-¿Por qué no? .- preguntó éste ya acomodándose dispuesto a dar una cabezadita.- esta noche apenas he dormido.

-Oh, el pobre estaba nervioso porque al día siguiente era el primer día de cole.- se burló Rose con intención de picarle, pero Albus estaba demasiado acostumbrado a las bromas de la pelirroja y sabía que la mejor arma era la indiferencia.

-No seas niña .- dijo Albus ya con los ojos cerrados y la cabeza apoyada en la palma de su mano. El tren apenas había arrancado hacía unos minutos y el suave traqueteo le adormecía lentamente.

-Te recuerdo que tenemos la misma edad.

-Quién lo diría...- esbozó una sonrisa burlona con el consecuente golpe de Rose.

-¿Y qué voy a hacer todo el viaje? ¿Hablar con la pared?

-Podrías leer Corazón de Bruja y enterarte de qué novia tiene ahora Josh Kramer, apuesto a que será muy interesante.- ironizó el pelinegro.

-Cualquier novia que tuviera Kramer sería insuficiente para él .- alegó Rose dejando escapar un suspiro soñador por el jugador de Quidditch de la liga rusa, un auténtico ídolo adolescente entre las magas más jovenes.- en fin, iré a ver a Emily.

Emily Stones, la mejor amiga de la Weasley desde que ambas entraron en primer curso y fueron asignadas a la casa Gryffindor. Emily provenía de una larga familia de magos y sus padres trabajaban en el ministerio.

Rose abrió la puerta del compartimento de su amiga, que charlaba animadamente con Sandra Woodrow, una de sus compañeras de curso y que a la pelirroja le resultaba algo irritante. La mayor de los Weasley saludó a ambas, sobretodo a Emily, con efusividad tras un largo verano sin verse.

Poco a poco el cálido día y el sol dieron paso a una intensa luna llena que iluminaba la cerrada noche inglesa, y el hambre empezaba a hacer mella en todos los alumnos de colegio, impacientes por degustar la cena de bienvenida. Sólo unos minutos más y estuvieron allí. Los carruajes esperaban a los grupos de los escolares que descargaban sus maletas, mientras que Hagrid guíaba como siempre a los alumnos de primero. El gigante ya no impartía clases en Hogwarts, pero seguía siendo Guardabosques y vivia en la cabaña de toda la vida, la que los Potter y los Weasley visitaban con frecuencia.

-¡Hola Hagrid! .- saludó Albus visiblemente contento, para después hacerlo Rose con el mismo entusiasmo.

-¿Qué tal el verano chicos?

-Estupendamente, ya con ganas de volver .- contestó Albus ayudándole a guiar a los alumnos más pequeños hacia sus correctas carrozas. Cuando todos estuvieron en su sitio los vehículos emprendieron la marcha y Hagrid se despidió de ellos hasta la gran cena.

Rose, Albus y Emily se subieron en el mismo carruaje, mientras que los pequeños iban con los compañeros de sus respectivos cursos y James permanecía con la Ravenclaw Amanda, su novia desde quinto curso.

-Qué cursi por favor.- Albus miró a su hermano que ahora saludaba dulcemente a la chica.

-Pues yo lo veo precioso .- suspiró Rose al ver la delicadeza con la que James trataba a su rubia novia .- por fin tu hermano ha sentado la cabeza, y tú deberías hacer lo mismo.

-No gracias .- rió Albus alzando las manos, como si intentara librarse de aquello que consideraba una carga.

Albus Severus Potter era verdaderamente un mujeriego empedernido, nunca había salido con nadie en serio, y no porque no tuviera ofertas, sino porque renegaba de aquella pesada losa que le suponía estar pendiente de una novia. En los primeros años de Hogwarts el pelinegro de ojos verdes no era en absoluto así, pero su hermano James le instruyó en el complicado arte de conquistar a las mujeres y lo aprendió a las mil maravillas, de tal manera que picaba de uno y otro lado con quién le apetecía, aunque eso sí, evitando hacer daño al más puro estilo Malfoy. James también había sido así toda su estancia en Hogwarts, era un joven apuesto por el que muchas alumnas suspiraban, pero ya en séptimo curso mantenía una relación estable con Amanda Birnes, una chica de su mismo año de la que se le veía sinceramente enamorado.

-Oh, porfavor .- se quejó Rose.- con esa actitud me recuerdas a Scorpius Malfoy .- hizo una mueca de desprecio.

-No me compares con ese .- espetó Albus asqueado .- por cierto ¿Dónde se ha metido? Aún no le he visto.

-Cuánto más tardemos en encontrárnoslo mejor .- dijo Rose negando con la cabeza, apoyado por Albus y seguidamente por Emily, que le odiaba tanto como ellos.

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En el Gran Comedor ya todos los alumnos ocupaban las sillas correspondientes y las cuatro largas mesas de las cuatro casas aún permanecían vacías de comida mientras el director Seamus Ramfeld pronunciaba su habitual discurso de bienvenida.

Ramfeld era director de Hogwarts desde hacía cinco años, cuando Minerva McGonagall destituyó del cargo alegando su avanzada edad, aunque seguía impartiendo clases de Transformaciones. El nuevo director había trabajado toda su vida en el Ministerio de Magia, concretamente en el Departamento de misterios, hasta que el consejo de profesores de Hogwarts y el propio ministro de magia le consideraron oportuno para liderar el colegio. Tenía buen temple y sabía imponerse ante las situaciones difíciles, además, lo más importante, poseía muy buena mano para tratar con los jóvenes alumnos, y todos, o casi todos, le adoraban casi tanto como a Dumbledore.

Cuando los alumnos de primer curso fueron asignados a las diferentes casas por el sombrero seleccionador, sin muchas sorpresas, y Ramfeld dio la orden de empezar a comer, todos se pusieron manos a la obra.

Las fuentes se llenaron enseguida de suculentas carnes y humeantes pescados, de panes recién horneados, mientras que las jarras portaban abundante zumo de calabaza. Los escolares recién llegados miraban todo aquel espectáculo con asombro, habían oído hablar de él pero el hecho de que apareciera toda aquella comida por una simple orden del director les maravillaba sobremanera.

Hugo, por su parte, se relamía de gusto mientras sus ojos brillaban ante semejante festín, y pronto atacó varias salchichas a la vez. Su hermana Rose decidió dejarle hacer, de nada servía ya pedirle que no comiera tanto o, al menos, más despacio. Hermione lo había dado también por imposible, pues su padre, Ron, era exactamente igual que él de pequeño.

Lily Luna comía moderadamente y charlaba con varios compañeros de cuarto curso, especialmente con un chico alto y moreno y bastante apuesto, todo sea dicho. James y Albus intercambiaron miradas para luego fijarse en su hermana pequeña y en la conversación que mantenía con ese tipo, que no habían visto en su vida.

-¿Y ese quién es? .- espetó Albus atacando un trozo de filete con su tenedor. Rose dirigió la vista hacia su prima y su acompañante, para después responder.

-Es Robert Minsky, muy popular entre las alumnas más pequeñas.- informó antes de dar un sorbo a su jugo de calabaza.- Lily tendrá suerte si consigue salir con él.

-¿Qué? .- exclamó James sin dejar de contemplar la escena .- o sea, que es un Don Juan que no dudará en hacer daño a nuestra hermana.

-Lily ya no es una niña James.- le recordó Rose divertida por la repentina actitud protectora de sus primos.- además, tú eras exactamente igual que él y mírate ahora, con novia formal.

-Eso es diferente.- negó el pelirrojo con la cabeza.- mi hermana es demasiado inocente y se deja engañar con facilidad, ¿verdad, Albus?

Su hermano le dio la razón y ambos continuaron murmurando sobre aquel espécimen que se acercaba peligrosamente a su hermana. Lily siempre había sido su protegida y debido al carácter tímido de la chica la veían más pequeña aún de lo que era.

-Habrá que decirle un par de cosas a ese tío .- espetó Albus con una chispa de furia en su mirada.

-¿Queréis hacer el favor de tranquilizaros? .- les pidió Rose.- como ya he dicho, Lily ya es mayorcita y debe aprender de sus propios errores. Además, sólo están hablando, no saquéis conclusiones tan pronto.

Tanto James y Albus asintieron no muy convencidos y decidieron zanjar el tema por esa noche, pero no dejarían de vigilar al tal Robert en cuanto se acercara a su hermanita.

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En la mesa de los Slytherin también se hablaba animadamente y con efusividad, fruto de los meses de verano que los compañeros verdes habían pasado sin verse. Scorpius Malfoy comía con tranquilidad y elegancia, sentado con una postura erguida y con aquél halo de misterio que siempre le envolvía. Era una copia exacta de su padre Draco y vestía con maestría su túnica adornada con ribetes verdes y plateados, seña de identidad de su casa. Su mejor amigo, Charlie Banks le contaba algo sobre lo sucedido en las vacaciones, pero el rubio platino no le prestaba mucha atención.

-¿Qué miras Scor? .- preguntó el otro Slytherin algo molesto ante la indiferencia de su amigo. Pero no hizo falta ni la respuesta del rubio, pues solamente siguiendo su mirada podía comprobarse que sus ojos estaban fijos en Albus Severus Potter.

-Seguro que este año le ganas .- aseguró Charlie para contentar al de repente contrariado Scorpius, que mantenía una mueca de repulsión.

-Por supuesto .- se limitó a contestar este para después seguir comiendo.- este año veremos quién es mejor buscador de los dos.

A unos pocos asientos del de Malfoy una chica le sonreía seductoramente mientras intentaba entablar una conversación con él. Era Cynthia Sparkel, una de las alumnas más guapas e impresionantes de Slytherin, con la que el rubio se divertía a menudo pero sin compromisos. La morena alumna se moría por él, como muchas de Hogwarts, y se esforzaba continuamente por captar su atención, rogando porque aquél sexto año Scorpius la tratara cómo algo más que un simple entretenimiento.

Al finalizar la cena los escolares pusieron rumbo a sus respectivas habitaciones para descansar de un pesado viaje en tren. Al día siguiente empezarían las clases con normalidad y deberían estar despejados, por lo que los profesores les rogaban que no se quedaran charlando hasta altas horas de la madrugada. Pocos hacían caso a esta recomendación, pues había infinidad de cosas que contarse sucedidas durante el verano y los nervios ante las primeras clases de la mañana no dejaban dormir a los más pequeños.

Un nuevo año comenzaba en Hogwarts y para Rose, Albus, James, Hugo y Lily prometía ser muy emocionante.