Los personajes de CCS no me pertenecen.

"Hubo una vez"

Por Señorita Frutilla

Parte I

"Hubo una vez, hace mucho tiempo. Bueno, quizás no tanto tiempo. En un pequeño pueblo, llamado Tomoeda, dos niños se conocían desde que tenían memoria...

-¡Sakura-chan! ¿Por qué no vas a buscar a Syaoran? Pueden ir a jugar al patio-la pequeña de cinco años asintió con su sonrojo habitual y caminó con alegría moviendo sus pequeñas coletas.

-¿Shao? ¿Shao-kun?-entró al pasillo y fue directo a la habitación que conocía desde hace un tiempo. Syaoran estaba sentado frente al televisor jugando videojuegos y puse pausa para mirar la castaña.

-Te he dicho que soy Syaoran-bufó-No Shaoran.-Se quedó mirando a la niña de coletas que siempre iba a su casa y que su madre estaba empeñada en que jugaran juntos. ¡Pero si la niña era tan torpe!

-La Tía Ieran dice que vayamos a jugar juntos ¿Vienes?-el niño se quedó mirándola y asintió resignado. Apagó la consola y salió con la niña castaña.

-¿Mamá? ¿No podemos ir al Parque del Rey Pingüino?-Ieran Li, una mujer de belleza sencilla se quedó mirando a su hijo. El parque quedaba a menos de media cuadra y el niño ya sabía ir y volver a casa, aún era temprano.

-¿No será algo arriesgado? Ya sabes, son tan pequeños.-Nadeshiko miró a ambos niños.

-Media hora Syaoran, ya sabes-el castaño asintió-Y anda de la mano con Sakura, no queremos que se pierda-El pequeño se sonrojó notablemente y negó con la cabeza refunfuñando. La madre sonrió y casi pudo escuchar un "Si me ven mis compañeros"

Apenas salieron de la casa, el castaño miró a la chica de coletas. Se fijó de forma inevitable en aquel vestido rojo con blanco que llevaba, y en sus coletas pequeñas. Era una niña tan pequeña, su madre lo mataría si se le perdía. Y de un movimiento brusco la tomó de la mano, caminaron muy poco para llegar al parque, no había ningún niño por lo que se sintió más aliviado.

-¿Qué jugamos?-preguntó la niña observando a su amigo de juegos.

-¡A las aventuras!-la pequeña se quedó mirándolo de forma interrogatoria-Veamos, yo seré el Rey del Parque Pinguino y tú la princesa. Y siempre andaremos juntos buscando aventuras-concluyó alegre como si fuera la mejor idea que se le hubiera ocurrido.

-¿Y por qué andaremos juntos?

-Bueno, porque estamos enamorados ¿Te parece?-dijo con inocencia. La pequeña Sakura asintió.

-¿Y hasta cuando será este juego Shao-kun?- El pequeño se quedó pensando y sonrió.

-Terminará hasta que nos enamoremos de verdad. O sea, para siempre ¿No?-No quería que el juego durara solo ese día, estaba seguro que siempre iban a poder encontrar nuevas aventuras.

La pequeña Sakura asintió, al fin y al cabo ella nunca se enamoraría de Syaoran Li.

.-I

-¡Oh, Sakurita! ¡Te ves preciosa!-la joven sonrió algo avergonzada ante el cumplido. Estaba luciendo un hermoso atuendo de Hada que su mejor amiga había confeccionado para ella.-¡Te verás hermosa en la obra!-Tomoyo Daidouji era su mejor amiga desde la primaria. Y siempre habían tenido la fortuna de estar juntas en el mismo salón de clases.

-Gracias Tomo-chan, creo que son tus vestidos los hermosos-la joven de tez pálida negó alucinada mientras miraba a la castaña embelasada.

Se acercaba el Aniversario del Insituto Seijo, y esta vez a su salón le tocó la obra de teatro, dónde ella interpretaría un hada de fantasía. Tomoyo se había encargado de los vestuarios, pero ninguno tenía el esmero y dedicación que el de ella. La castaña le dio un abrazo de agradecimiento que su amiga recibió encantada.

-Iré por unas bebidas, ¿Quieres una?-la joven amatista sonrió y ya sabiendo que su amiga iba a querer un jugo de manzana salió del salón, estaban en descanso por lo que los pasillos estaban llenos de estudiantes realizando los eventos para el aniversario. Frente su inocencia despistada, mucho observaron a la joven en aquel atuendo, para la cual muchos, lucía hermosa como siempre.

Sí, pues a pesar de ser despistada y estar en primer año de preparatoria, Sakura destacaba tanto en su inocencia ya conocida, en su belleza natural y su habilidad para los deportes. La joven no pasaba desapercibida para los jóvenes, quiénes la veían como alguien pura. Para muchos era un metro sesenta de pura ternura, pero para alguien en especifico, era mucho más que aquello.

La joven dobló por un pasillo y una mano se posó en su boca y fue entrada de golpe a un salón vacío.

-¿Qué cree que hace vistiendo así, Hime-sama?-la joven aún con la mano en la boca y calmada miró al joven que estaba al frente de ella mirándola de forma seria.

-Ouji-sama, ¿Qué maneras son éstas de hablarme?-el joven sonrió y se alejó un poco de ella, pero dejando un espacio aún pequeño entre ellos.

-¿Un hada? ¿Usted vestida de un hada?-ella sonrió y miró al joven de forma divertida. Syaoran Li, era su mejor amigo, un amigo del que nadie sabía, ni siquiera su mejor amiga. Habían crecido juntos y entre ellos un peculiar juego de príncipe y princesa, el cual, a pesar de haber pasado ya diez años, aún seguían jugando y que lo mantenían a ocultas de las demás personas, al igual que la relación de amistad que ambos castaños llevaban.

-¿Cuál es el problema?-cuestionó.

-Que usted no es un hada, es una princesa.

-Pero ellos no lo saben, así como tampoco saben que usted es un príncipe-El castaño sonrió se sentó en uno de los pupitres. Miró a la chica que lucía aquel vestido blanco y reluciente, con unas pequeñas alas a sus espaldas. La chica se veía guapa, estaba consciente de aquello.-¿Aburrido, Shao-kun?

A pesar de los años, Sakura siempre le había llamado Shao-kun, y a él le gustaba, puesto que era la única que le llamaba así. ¡Y que los demás no lo supieran! Pues había que admitir que Sakura tenía un leve grado de popularidad en el Instituto, al contrario de él, que todo el mundo sabía quién era Syaoran Li. El joven chino, callado y guapo del tercer grado de preparatoria. Aquel castaño silencioso que tenía inclusive un club de fans y que era perteneciente al equipo de baloncesto del Instituto. No quería que nadie supiera el tipo de relación que ambos llevaban, puesto que estaba seguro que alguien le podría hacer daño a la castaña y aquello era lo siempre había querido evitar.

-Un poco-contestó algo tarde-¿Qué te parece si nos saltamos la clase que viene?-la joven le miró algo nerviosa.-Vamos, ¡Hace tiempo que no nos saltamos una!

-Pero es algo arriesgado hacerlo otra vez-dijo con nervios.

-Hime-sama, nosotros no somos como aquellos que disfrutan de la ceremonia del té o de arreglos florales. Buscamos aventuras, ¿Recuerda?-dijo acercándose a ella.

-Ouji-sama, ¿Qué ocurre si nos descubren? La última vez casi estuvimos a la vista de alguien-el castaño iba a contestar y una melodía empezó a llenar el silencio del salón. El joven tomó el celular y contestó.

-¡Oh, Ieda-san! Sí, lo recuerdo. Claro, claro-se rascó la cabeza y asentía mientras hablaba-Nos vemos.

-¿Abordas la misión?-sonrió esperando una respuesta negativa.

-Sí-Sakura le miró extrañada.-Ieda-san me había pedido que le ayudara con la escenografía del puesto. Se me había olvidado.

Kumiko Ieda, era compañera de Syaoran, ¡Y cómo no saber quién era! Si la chica era la presidenta del Comité de estudiantes. Era una chica inteligente, guapa y exhuberante en todas las curvas posibles, sin llegar a la exageración. Sakura se mordió el labio inferior y se cruzó de brazos.

-Ok, vale.-respondió a secas mirando hacia el suelo.

-Lo siento Kinomoto-san, pero ya veremos cuando nos escapamos de clases-le guiñó un ojo y se fue, dejándola sola en aquel salón.

Soltó un suspiro que tenía guardado y no sabía desde cuando, porque a penas lo soltó se sintió meláncolica y algo consternada. Se apoyó en la pared, y cerró los ojos. Escuchaba las voces de los estudiantes tan lejanas, tanto que ya en un momento no estaban más, y solo se veía a ella y a Syaoran desde pequeños hasta ahora. Habían crecido muy juntos, para la mala fortuna de Touya, y habían tenido todo tipo de experiencias. La primera vez que sacaron las galletas del postre a escondidas, cuando le sacaron un poco de dinero a Touya para comprar caramelos, e inclusive la primera vez que se escaparon de sus casas para ir a ver una película de terror en la noche al cine. Aquella película donde ella estuvo abrazada todo el rato a Syaoran, sin poder evitar gimotear. La primera vez que se escaparon del Instituto, o se saltaron una clase. E inclusive, a pesar de que nunca lo volvieron a hablar, su primer beso.

Aquella primera vez que de seguro su amigo la tenía olvidada, ella lo recordaba perfectamente. Apenas tenían diez años, bueno, al menos ella ya que Syaoran le ganaba por dos años. Había sido solo un topón, pero lo suficientemente significativo como para que ambos se sonrojaran y se fueran cada uno de inmediato a sus casas. Al día siguiente, Syaoran no tocó el tema, ella tampoco.

Se sobresaltó al escuchar aquella melodía fuerte y sacó su celular, Tomoyo la estaba llamando. Salió apresurada sin contestarle, iba a ir por las bebidas y volvería de inmediato al salón, de seguro que la amatista estaba preocupada por ella.

.-2

Ya era casi la tercera que estaba a punto de chocar o de caerse de bruces. Había pasado dos semanas desde aquel encuentro que había tenido con Syaoran y ya no había ninguno más. El castaño ya no la llamaba todas las noches, ni mucho menos la tomaba de sorpresa en algún pasillo que ella acostumbraba a caminar por ahí, nada. Estaba pasando totalmente de ella, y sin ningún disimulo.

Dobló por la derecha y vio su casa, Kerberos, aquel labrador que le había regalado el chino, salió corriendo a saludarla. Como la chica andaba en patines, finalmente se cayó con el pequeño sabueso lamiéndole la cara.

-¡Kero-chan!-le dijo entre risas. Se sacó los patines y entró a la casa con el perro pisándole los talones. Para ser las ocho de la tarde estaba todo apagado, al parecer no había llegado nadie todavía. Prendió la luz y un sonoro grito la sobresaltó.

-¡Sorpresa!-Sakura se llevó una mano al pecho y ahí estaban todos, su madre, su hermano junto con su padre. La tía Ieran y el señor Hien, las pequeñas hermanas Li y una prima de ellas. La sala estaba adornada con unos cuantos globos y su madre tenía en sus manos un hermoso pastel con el número 15. ¡Estaba de cumpleaños! Lo había olvidado por completo.-¿Listos?-preguntó Nadeshiko mirando a su hija-Cumpleaños feliz, te deseamos a ti-comenzaron todos a cantar-Feliz cumpleaños Sakurita, que los cumplas feliz-no sabía en qué momento habían apagado la luz o cuando empezó a llorar emocionada, miró la vela y cerró los ojos. Y esperó con ansias que su deseó se cumpliera y sopló. Empezaron a aplaudir y su hermano la tomó del hombro haciéndole un coscorrón en la cabeza.

-¿Quién diría que el monstruo iba a crecer?-alguien tomó una foto.

-¡Mou! ¡Touya, no soy ningún monstruo!-reclamó sonrojada.

-Estabas demorándote en llegar, al parecer Syaoran hizo bien su parte-Sakura miró extrañada a la madre del castaño.

-Shao... ¿No está aquí?-preguntó y observó el salón. No había rastro alguno del castaño, no estaba.

-¿Cómo? Se supone que llegaría contigo, que te iba retener para que pudieramos hacer la fiesta sorpresa...-explicó extrañada. Nadeshiko miró con preocupación a su hija.

-No, hace tiempo que Sha-Syaoran-se corrigió-no me habla.

Sakura miró con pesar aquella vela que había apagado con ilusión, una que antes nunca estaba, Syaoran siempre había estado con ella en sus cumpleaños, siempre. Nunca había faltado a uno, ésta era la primera vez. Sintió angustia, el pecho le dolía y entonces supó, que aquel deseo nunca se cumpliría.

-Pero monstruo-miró a su hermano que le hablaba algo consternado-No hace falta que llores.

Sakura se llevó una mano a la cara, estaba llorando.

.-3

Era la quinta vez que su celular sonaba, bueno, en realida vibraba puesto que estaban en clases todavía. Sakura ignoró aquel aparato que hacía zumbar levemente su mochila, y prestó atención a la clase de japonés.

Había pasado un mes, y se había enterado de que Syaoran pasaba más tiempo con Ieda. Demasiado, quizás. No se apareció el día de su cumpleaños, ni el día siguiente, ni el siguiente, ningún día. Y ahora, el castaño la llamaba como si nada. No pensaba seguir jugando, ya no quería más. Sin saber porqué se sentía muy angustiada y no era la idea estar así, por nadie.

La clase, para su disgusto, se dio por terminada, sonó el timbre que daba inicio al receso y se giró para conversar con la joven amatista, la cual observaba con interés su mochila.

-No ha dejado de vibrar ¿Sabes?-le dijo con interés.

-Será alguna operadora-contestó sin importancia. Sus amigas llegaron donde ellas, mientras que el celular seguía vibrando y al final sonó un leve sonido como de un pájaro.

Un mensaje de texto.

Algo hastiada sacó el celular, 19 llamadas perdidas y un mensaje de texto, ambas del castaño.

"¿Por qué no contesta Hime-sama? ¿Nos saltamos la clase que viene?"

Apretó el celular y lo cerró de golpe, terminaría con aquello. De una vez por todas, Sakura se levantó de golpe sobresaltando a sus amigas y salió del salón con Tomoyo siguiéndola mientras le llamaba a gritos.

-¡Sakura, Sakura! ¿Qué es lo que te ocurre? ¿A dónde vas?-le cuestionó la amatista que seguía su amiga, la cual caminaba como si el diablo le pisara los talones. La castaña entró como si nada a un salón y miró el aula. "3-A"

A penas entró, escuchó las risas de los chicos, a las chicas jugando con alguna revista, y allá, en el fondo del salón estaba él.

Y con Ieda.

La chica le reía sutilmente y él le correspondía con una sonrisa ladeada. Al final la joven rubia se levantó y abandonó la sala, Syaoran se quedó mirando el cuaderno y sacó el celular, a los segundos el suyo comenzó a sonar. El castaño miró a la puerta por el sonido del móvil, Sakura estaba ahí con el semblante serio. La joven entró sin importar nada y se paró frente al castaño.

-Se acabó-dijo nerviosa. La chica iba a darse la vuelta cuando sintió la mano del castaño reteniéndola.

-¿Qué es lo que te ocurre, Kinomoto-san?-Sakura soltó un suspiro.

-¿Cómo puedes preguntarme algo así, Li? ¿Cómo?-preguntó alzando la voz algo exaltada. Syaoran miró de reojo y notó que sus compañeros estaban en su mundo todavía.

-Kinomoto-san, cálmate. Y dime, ¿Por qué estás tan enojada?-la chica se soltó de su agarre de golpe.

-¡No fuiste a mi cumpleaños!-gritó ya exasperada, esta vez si sus compañeros le miraban con atención-¡No fuiste! Es la primera vez que no vas a un cumpleaños mío-No, no había ido.-Hace un mes que ya no me llamas, dejaste de llamarme por las noches ¿O no te acuerdas?

-Sakura...-trató de retenerla.

-Ya no me vas a ver, no me llamas, ¡Te olvidaste por completo de mí!-le reprochó. Sakura se sentía angustiada, ya nada era lo mismo con el castaño, sintió el pecho adolorido.

-No, escúchame. Yo...-

-¡Ya no me dices princesa!-Sakura se tapó la boca de golpe y notó sus mejillas húmedas por las lágrimas. Esto ya no podía continuar, lo había descubierto hace unas noches y al fin se daba por terminado-Ya se acabó el juego...

-¿Pero qué dices? Aún no se termina-dijo ya algo más exasperado el castaño.

-¡Se acabó, Syaoran! ¡Se acabó!-Sakura sintió unas manos en sus hombros, miró hacia atrás y vio a Tomoyo que trataba de sacarla del salón-Ya no me llames más.

-Pero, el juego se acababa si...-

"-¿Y hasta cuando será este juego Shao-kun?

-Terminará hasta que nos enamoremos de verdad"

Sakura abandonó el salón seguida de Tomoyo, atrás se quedó Syaoran pasmado mirando a la nada. La joven dejó que su amiga le abrazara y le hiciera cariño en el cabello, ella se dedicó a llorar. Ya nada volvería a ser lo mismo y le dolía, le dolía profundamente.

-La he roto Tomo-chan-dijo entre llantos-La he roto.

Estaba enamorada de Syaoran Li.


No, no termina aquí. Será un Oneshot de dos capítulos :) Estoy escribiendo más historias cortitas para volver a la costumbre. En una semana más estaré actualizando "Loco por Kinomoto" Espero que les esté gustando y eso xD Ya, me debo ir :) Esperaré sus comentarios.

¡Besos!

Señorita Frutilla.