Konichiwaa ^^ ¿Cómo les va? Bueno, esta vez les traigo una especie de novela o historia como le llamen, está escrita e imaginada por mi x3
No se trata de ningún anime ni manga en especial, es una historia creada totalmente por mí, los personajes, todo. Pero claro, las características de los personajes y todo lo demás son como las de los animes, se podría decir que es pequeño anime hecho por mi.
PROHIBIDO
Esta vez nuestro lugar es Tokio, las características y escenarios de nuestros personajes son como las de un anime, así comenzamos nuestra historia.
Y aquí estoy yo, caminando por las calles de esta inmensa ciudad llama Tokio. La gente pasa y pasa a mi lado casi empujándome y estrujándome. Aún es de mañana pero ya está muy transitada y era de esperarse, estoy en medio de esta civilización.
Ahora mis largos y platinados cabellos estaban totalmente desordenados por la gran ráfaga de viento que hace unos momentos había pasado. Mis antiguos compañeros decían que era como el gato albino pero la verdad no estaba de acuerdo. Es cierto que mi piel es bastante blanca y que mis ojos son de un color particular como lo es el rosado pero a mí me encanta estar en el agua así que no sería como un gato en su totalidad aunque me molesta un poco la luz.
Dejando ese tema a un lado, es un tanto nostálgico regresar aquí pero me gusta, está tan lleno de recuerdos tanto malos como buenos y felices.
*Flashback*
-Mama, me encanta estar en el templo de los abuelos- decía felizmente una pequeña niña mirando a su madre mientras que esta le pasaba dulcemente su mano por el cabello desordenado.
-Ojiisan, Obaasan saben cuando sea grande yo quiero ser como ustedes. Quiero hacer esos bailes y también hacer talismanes y toodas esas cosas -hablaba entusiasmada mientras corría hacia sus abuelos la pequeña albina.
-¿Kohana-chan, quieres ser sacerdotisa? -le preguntó su abuela con una sonrisa en su cara.
-Siii, yo quiero, enséñenme.
-Kohana, para que seas una sacerdotisa como tu abuela y realizar talismanes como yo tienes que ser muy disciplinada y practicar mucho tus cánticos y esos bailes como tú les dices -dijo su abuelo mientras colocaba una mano sobre su cabeza.
-No importa, yo sí puedo -le respondió la pequeña con una gran determinación en su pequeño rostro infantil a lo cual sus padres y abuelos rieron.
-Solo si prometes que serás dedicada con todo lo que te enseñemos -habló nuevamente su abuelo.
-Haii.
Tiempo después
-Ojii -la pequeña joven de 10 años fue callado por su abuela mientras lloraba al ver a su querido abuelo ser asesinado frente a sus ojos.
-Kohana-chan, toma ten esto contigo y no lo quites hasta que sientas que el peligro haya pasado, ¿Me entiendes Kohana-chan? -le decía su abuela llorando mientras le entregaba un pequeño talismán en sus manos.
-Obaasan ¿Por qué? ¿Por qué no haces nada en contra de esos youkai? -la pequeña albina exigía una explicación mientras trataba de contener el llanto.
-Kohana-chan, nosotros ya estábamos viejos y cansados, no teníamos los suficiente como para derrotarlos pero tú Kohana-chan tienes que ser fuerte y proteger a los que amas, vuélvete fuerte -decía la anciana mientras salía de una pequeña habitación y dejaba a la ojirosa sola.
-Noo, obaasan -dijo antes de ver morir a su abuela en manos de los youkai.
Fin del flashback
-¡Señorita! -me detuvo un hombre de edad por el hombro antes de que intentara cruzar la calle. Me detuve a raya y me di cuenta de que el semáforo aún me advertía que no debía cruzar.
-Oh, gracias –le dije mientras hacía una pequeña reverencia. Espere unos minutos a que el semáforo me diera la señal para que pudiera cruzar. Crucé y al llegar a la otra esquina miré al cielo, suspiré y seguí mi camino. Después de varios minutos en la caminata llegué a mi nuevo instituto, realmente iba a ser una total desconocida, estoy nerviosa. Suspiré una vez más y tomé valor.
-Bien, tu puedes hacer esto -me reprendí a mí misma mientras intentaba dar un paso para entrar al nuevo instituto. Miraba a mí alrededor y solo veía a personas entrar, conversar o simplemente mirar al frente.
-Lo haré o si no me dejo de llamar Minobe Kohana -dije para mí misma antes de ser empujada por alguien detrás de mí.
-Eso dolió -dije mientras me sobaba las rodillas por el golpe, miré hacia atrás y encontré un par de ojos verdes, no eran como los míos, estos eran increíblemente profundos, era un verde muy oscuro para mí.
-Lo siento -me dijo secamente el muchacho de los ojos profundos y se retiró del lugar dejándome perpleja y tumbada en el suelo sin ninguna ayuda.
Después de aquel incómodo y molesto acontecimiento me levante, sacudí mi uniforme y me preparé para entrar. Con un poco de suerte llegué a tiempo para la ceremonia de entrada y ahora tocaba entrar a los salones. Antes de eso el sensei de mi clase me dijo que esperara afuera del salón para que luego me presentara como se debía, estaba aterrada con solo pensar en todas las miradas sobre mí, la sangre se me fue a los pies como dicen y me puse tan pálida que podría ser pasada como un fantasma.
-Pasa por favor -me dijo el profesor del otro lado de la puerta. Esas palabras me trajeron de nuevo al mundo y entre cuidadosamente al salón. Como ya sabía todos me miraban como si fuera un objeto en exhibición. Se oían murmullos por todos lados, estaba totalmente desconcertada y lo quedé aún más cuando vi quien se encontraba en la última banca. Era el chico que me empujo en la mañana, el de los ojos verdes profundos. Su cabello azabache cubría mí vista a su cara la cual estaba mirando hacia fuera de la ventana.
-Ya puedes comenzar -me habló nuevamente el profesor y volví en sí.
-Bueno, soy Minobe Kohana. Tengo 16 años y acabo de llegar de Osaka, espero llevarme bien con ustedes -traté de hablar lo más calmada y serena posible y creo que dio resultado.
-Está bien Kohana-chan, aquel asiento de ahí es el tuyo por favor dirígete allí.
Mientras caminada por el salón se oían los murmullos y conversaciones en bajo otra vez, ya me estaba irritando escuchar los comentarios y tener todas esas miradas sobre mí. Llegué a mi asiento el cual era el último que estaba al lado de la puerta del salón, era un alivio, así no llamaba mucho la atención de los demás. La clase comenzó y lo único que hacía era tomar unos pocos apuntes ya que estaba totalmente aburrida, por suerte logré resistir todo el primer periodo.
Durante el receso salí a explorar todo el instituto para así pasar el tiempo, después de todo no tenía con quien estar durante esos minutos. Horas más tarde por fin era la hora de salida, estaba exhausta y todavía tenía que ir al templo a terminar de limpiar ya que el día anterior no termine del todo.
Después de haber llegado al templo inmediatamente comencé a limpiar todo a mí alrededor y alcance. Desde los pisos hasta los anaqueles, realmente estaba sucio después de todo ya eran como 5 años que nadie lo habitaba después de aquel incidente devastador. Nadie lo supo y nadie lo vio, nadie aparte de mí, ni siquiera mis padres. Yo cargo con todo, luego de eso mis padres se separaron y nunca entendí el porqué de tal acción. Mi padre se quedó conmigo y mi madre se fue, por mucho tiempo no supe de ella; cuando mi madre apareció ella habló con mi padre y tomaron la decisión de cerrar para siempre el templo de los abuelos pero me opuse. Esto sucedió hace un año o eso creo, le dije que esperara un tiempo hasta que yo fuera lo suficiente independiente y fuerte para poder quedarme con este y así fue. Mis padres al principio se opusieron pero al final cedieron a mi decisión.
Y así es como vine a parar aquí, ellos me mandan una mensualidad todos los meses la cual es bastante grande a mi parecer pero me basta con tal de que me sirva para sobrevivir sola.
-He terminado de limpiar pero… -caí rendida en el suelo antes de terminar mi frase-. Todavía me falta la limpieza del exterior –continué mientras una pequeña gota salía de mi cabeza.
-Bueno, eso lo haré el fin de semana –dije-. Ahora tengo que salir a comprar mi comida.
Bajé del templo con las bolsas de basura y las tire en el contenedor.
-Estoy segura de haber visto un pequeño supermercado por aquí -me dije antes de virar en la esquina-. Oh, aquí ha estado.
Terminé de hacer mis comprar y caminé tranquilamente con las fundas hasta al templo pero al llegar me encontré con unas personas al inicio de las escaleras.
-¿Les puedo ayudar en algo? –les pregunté.
Una señora me miraba de pies a cabeza y me devolvió la pregunta. -¿Señorita usted está viviendo ahí?
-Sí, soy Minobe Kohana, la nieta de Hikari y Kazuo Minobe.
-Oh, tu eres la pequeña Kohana-chan. Ha pasado tanto tiempo –me dijo aquella señora-. ¿Cómo está Makoto-kun?
-Mi padre está bien, se quedó en Osaka, no puede abandonar su trabajo en el hospital. Después de todo él es el director –le dije con una sonrisa tratando de no decir algo indebido ya que ellos no sabían nada de lo ocurrido.
-Me imagino que Hitomi-chan también ha de estar bien –se refería a mi madre.
-Está en lo cierto –volví a sonreír falsamente-. Bueno, creo que ya es hora de irme.
-Está bien, no te quitamos más tiempo, si necesitas algo no dudes en pedirnos a los vecinos.
-Estoy a su cuidado –realicé una pequeña reverencia y subí rápidamente las largas escaleras.
Ya era muy tarde y el frío estaba comenzando a afectarme así que tomé un baño caliente y me cambie rápidamente para dormir pero no conseguí conciliar el sueño en toda la noche y recién me vine a quedar dormida a las 4 de la madrugada, y para mi mala suerte me levante tarde.
Mierda, me maldije mentalmente mientras me cambiaba lo más rápido posible, no tuve tiempo ni de desayunar. Al salir del templo tomé un taxi al instituto esperando llegar no tan tarde pero no lo conseguí, entré al salón a los 8 y media de la mañana y por suerte una hora de clases había acabado y el siguiente profesor aún no había llegado. Fue un verdadero alivio.
Y así pasó una semana entera desde que me mudé a Tokio y comencé una nueva vida, tranquila y sin complicaciones o eso creía.
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